Un hombre casado (mecánico) me convierte en su puta. Parte IV
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por EduardoDz.
Todo eso comenzó a ponerme muy mal.
Empecé a ponerme paranoico y cada vez que sabía que el mecánico vendría a la casa por cualquier pretexto, me iba con amigos y lo evitaba.
Ya que era obvio que él se había encargado de contar sobre sus experiencias conmigo y eso me molestaba… Pero cuando me ponía caliente en la soledad de mi cuarto fantaseaba con él y su verga, y con muchos hombres como él, deseándome como animales en celo.
En una ocasión, yo caminaba para mi casa de la escuela y de lejos vi un carro que me pareció familiar.
Pero seguí caminando, hasta que el carro se puso a mi lado en la banqueta.
Yo no le hice caso, continué, hasta que llegué a una tienda, miré por el reflejo del vidrio que se bajaba del carro el hombre barbón altote que trabajaba en el taller y un hombre de raza negra, muy grandote también.
El corazón me dio un vuelco y entré a la tienda y caminé rápido entre los pasillos.
Mientras caminaba entre la mercancía y las personas sin dejar de vigilar mis espaldas, pude verlos que se detenían en un pasillo.
Vestían muy bien y el barbón no estaba sucio como cuando lo había visto en el taller.
Los dos eran muy guapos; me acerqué sin que me vieran y me quedé del otro lado del pasillo en el que podía verles entre los productos de los estantes.
––¿Tu crees que acepte? –oí que dijo el hombre negro, con voz gruesa.
––Te digo que es un putito bien obediente.
Sergio (el mecánico) lo utilizó a su antojo y después yo hice que me mamara y lo hizo sin quejarse.
––Pues… sí tiene buen culo el condenado chico –contestó el negro con tono calenturiento–.
¿Dónde se metió?
––Ahorita lo encontramos –dijo el barbón y rápido me alejé.
Salí de la tienda corriendo y corrí hasta mi casa con el corazón acelerado.
No sabía como sentirme al oír eso.
Tenía una mezcla extraña de sentimientos.
Estuve encerrado en mi cuarto pensativo.
Finalmente me metí algo al culo y me masturbé pensando en esos dos que me deseaban…
A los días, mientras chateaba con unas amigas y amigo por Messenger, un contacto desconocido me agregó y yo acepté su solicitud.
Era cuando solo veías su correo electrónico y el monito azul , y el correo electrónico decía: tunegro….
@
“Hola” –me puso.
“Hola” –contesté.
“Eduardo?”
“Sì, quien eres?”
Tardó en responder.
Se me ocurrió que sería el negro que había visto en la tienda con el barbón, quién más podría ser?
“Soy un admirador”
“Admirador? Jaja …….
No soy gay.
Gracias”
“Que desperdicio que no lo seas, tan rico que estás”
“Jaja, quien eres? Me conoces?”
“Si fueras gay te haría disfrutar como nunca guapito”
Comencé a calentarme, imaginando a ese negro atractivo escribiéndome desde su computadora.
“Qué me harias?” pregunté.
“Usaría tu lindo culito como nadie.
Y te haría gritar como una perra, pidiendo más verga…”
No contesté, porque comencé a jalarme y a disfrutar.
“Tú dime cuando quieres que te de y voy por ti.
” –me dijo– ‘ Quiero tenerte de cuatro patas, clavándote duro, por lo zorra que eres”
Ya estaba demasiado caliente, así que le contesté:
“Que bien, pero no tienes a mas amigos que me hagan eso? Para que me den todos juntos?”
“Ah, eso quieres?” –me preguntó con una carita alegre–.
Si eso quieres puedo conseguir.
No será difícil, con las ricas nalgas que tienes y tu linda cara”
“Sí, eso quiero”
“Muy bien, puedo conseguir a cinco amigos.
Podemos traerte a un lugar y usarte como nuestra perra”
“Cinco?”
“Qué, quieres más? Puedo conseguir más”
“No, es que nunca me han dado tantos” –dije tecleando con una mano porque con la otra me jalaba mi pene, sintiendo mucho placer.
“Ni modo, chiquito, quieres que te den como puta, eso es lo que haremos.
Te trataremos como lo que eres… una puta guarra caliente, viciosa por vergas”
Eso me puso demasiado excitado.
Le pregunté cuando pasaba por mi, sin pensar mucho en mi miedo y lógicamente.
Me dijo la hora y la misma calle donde había visto al mecánico cuando me cojió en el monte.
“Van a llevarme al monte a cojerme?”
“Eso que importa” –dijo–.
“Prefieres un hotel? Mi casa? Ensartado vas a estar igual, zorra sucia.
Donde sea vas a gemir como puta.
”
Me despedí de él y me fui a bañar.
No podía creer lo que estaba a punto de hacer.
Cuando salí me puse mi uniforme de futbol, con calcetas y short, y salí de mi casa diciéndoles a mis papás que iría a una práctica nocturna en mi escuela.
Corrí hasta la calle desierta y oscura y no había nadie.
Me quedé ahí parado sin saber qué hacer, dudando si me iba de ahí ya que no sabía quienes realmente serían esos hombres.
Derrepente, un carro pickup rojo apareció en la esquina, dando vuelta velozmente.
Enfrente venía el mecánico en el volante.
Junto a él estaba el gordo de su taller, el barbón en la ventana del copiloto y detrás venía el hombre negro y otros dos chicos negros más bajos y delgados, pero de complexión ejercitada.
El hombre negro me saludó y me tendió la mano.
La tomé y él y sus dos amigos me jalaron a la parte trasera en la caja.
El carro se movió rápido y me vi sentado ahí, rodeado de tres negros mientras el viento me despeinaba.
Nadie dijo nada, sólo me veían con ojos de lujuría y yo me senté de manera en que mis piernas lucieran en esos shorts que se me habían deslizado al alzarlas.
Como imaginé llegamos al taller.
En silencio todos bajamos y el mecánico abrió las puertas para cerrarlas detrás de todos.
Las luces se prendieron y pude oler el aceite y ver las herramientas, carros descompuestos y llantas… Me comencé a excitar demasiado.
––Muy bien, Eduardito, no sabes lo que te espera –dijo el mecánico–.
¿Qué se arrodille muchachos?
“Si” dijeron todos.
Me arrodillé y todos sacaron sus vergas, colocándolas alrededor de mi cara.
Eran seis.
Comencé a jarlarlas y chupar como hambriento.
––Eso es cabrón –dijo uno de los negros, excitado por mi trabajo en su verga.
––Sin que le digamos el putito se puso a trabajar ¬–dijo el mecánico chocando su mano con el negro y el barbón.
Sentí las manos de uno de los chicos negros en mis nalgas, acariciandolas y alzándome el short.
––¡Que ricura de culo tiene este! –dijo dándome una nalgada.
Cuando gemí por la nalgada el barbón me dio una cahetadita y me dijo:
––No te desconcentres de mi verga, guarra.
––¡Ahora sigo yo! –dijo el negro grandote.
Me pasó un pedazote largo y grueso, tan enorme que me dio miedo.
Pero me obligó a chuparlo
––Saca la lengua, putito, sácala y lame este palo .
Lo hice y me excité al verlo gemir.
Miré al mecánico Sergio junto a nosotros y veía mis nalgas mientras los otros chicos negros me manoseaban, él se jalaba la verga.
––Nos las vas a chupar a todos –dijo en un segundo el mecánico y me jaló a su verga.
Esa ya la conocía así que la chupé con ganas.
Luego los dos chicos negros delgados se colocaron detrás de mí y me jalaron a su lado.
Me pusieron sus dos vergas una en cada cachete y me hicieron chupar una y luego la otra de manera intermitente.
––¿Quién empieza a penetrarlo? –dijo el gordo cuando me pasó su verga y yo se la lamía.
––Pero… nunca me han follado tantos, no creo aguantar –dije asustado de nuevo.
Todos me miraron con miradas de lujuría y el mecánico dijo:
––Miren como se ve este galancito, tan atractivo y aquí rogando para que no lo usemos mucho.
¡Te vamos a penetrar todos puta cochina!
Dijo jalándome del cabello .
––¡No¡ – dije cuando él me levantaba y me colocaba boca abajo sobre el motor de un carro con el cofre abierto.
––Bueno, esta vez puede ser hasta donde aguante y todos nos podemos venir sobre él –dijo el barbón.
Todos parecieron murmurar cosas y él se acercó a mí donde estaba inclinado mientras me manoseaba las nalgas y dijo:
––¿Quieres que al final te bañemos de leche verdad?
Dije sí con la cabeza.
––¡Que lo diga con la voz! –gritó el negro.
Cuando lo miré estaba con la vergota bien parada y sus dos amigos negros se la jalaban sin descanso.
––Quiero… quiero que me bañen de leche –dije timido.
––Eso es puta cuzca marrana –dijo el mecánico haciendo a un lado al barbón–.
Yo te la meto porque te la meto, soy tu amo y yo traje a todos estos pendejos.
Me bajó los shorts violentamente y deslizó su verga dentro como un loco.
Sentí dolor y la posición donde estaba era incómoda así que me la pasé gimiendo sin descanso.
No duró mucho dentro de mí porque el negro se puso como loco también que quería cogerme.
Casi se agarran a golpes.
Pero como el negro era más grande, el mecánico cedió.
––Conmigo vas a disfrutar como la perra viciosa que eres, chiquito.
Iba a levantarme de esa posición pero él me empujó para que me quedara.
Y empezó a hacer algo que no me habían hecho.
Sentí algo muy rico entre mis nalgas y cuando voltee, lo miré hincado con la cara entre mis nalgas, me lamía el hoyo y chupaba mis nalgas como si chupara un rico manjar.
Eso me puso muy excitado.
Tener a un hombre tan atractivo y varonil como él lamiendo mi culo y mi hoyo me puso al cien.
––Eso es, chico…gime como la puta sucia que eres –dijo el gordo atrás de nosotros mientras todos nos miraban jalandose las vergas.
La lengua del negro se sentía tan bien entre mis nalgas que comencé a retorcerme de placer y no solo a gemir, sino a decir cosas :
––Sí, sí… ahí, ahí … si
El negro se rió en un momento y me dio una nalgadita.
––Te gusta zorra cochina? Te gusta que un negro te chupe las nalgas como la puta guarra que eres.
?
No dije nada, solo gemí mas y él me dio una nalgada fuerte.
¡ZAZ!
––¡TE ESTOY HABLANDO ZORRA DE MIERDA! ¡Dime si te gusta!
––Ay, si ,si –dije sin aliento, sintiendo como mi hoyo se abría listo.
––¿La quieres dentro verdad?
––¡SI! –dije con un grito.
––Eso es… –dijo con voz ronca pero alegre–.
Ves? Asi se deben tratar a las putas como este guapito –le dijo a Sergio el mecánico–.
Trabajarles el hoyo para que luego él me pida verga a gritos.
Sentí su gran palo tocando mis nalgas y mi hoyo, estaba tan excitado que le rogué que me lo metiera de una vez.
––Por favor, dámelo, mételo .
––Como tú quieras, zorra.
Y lo introdujo a mi hoyo, sentí como mi hoyo estaba tan dilatado y aquella cosota entró deslizándose como una llave en un cerrojo.
Llenó mi hoyo de una forma que no pude comprender; la excitación me tenía en un trance.
––Eso es, como te gusta –dijo el negro, metiendo y sacando, lo hizo rápido y más rápido cada vez.
––Aaaah, aaaah, –decía yo.
––Eso es, puta cochina, gime y disfruta.
Eso te gusta.
Te gusta que te den duro.
Estaba tan abrumado por el placer que no sentí cuando el negro me tomaba y me llevaba hasta una mesa, llena de herramientas.
Los demás las hicieron a un lado y cuando escuché que todas caían al suelo, me di cuenta que estaba boca arriba, con las piernas abiertas y ahí parado estaba ese negro enorme y musculoso, metiéndome de nuevo su gran verga.
Los demás hombres nos rodearon y se colocaron con las vergas junto a mi cara y pecho.
Uno de ellos me quitó la camisa del uniforme de futbol y me volví a recostar, mientras disfrutaba con las metidas veloces del negro.
La mesa se movía y rechinaba y yo daba brinquitos arriba y abajo por las embestidas.
De pronto me vi tomando dos vergas con mis manos y luego uno de los chicos negros me metió la suya a mi boca.
Todos estaban hablando y diciéndome cosas:
––¡CHUPA ESA VERGA PERRA!
––¡Sí, trágate toda la leche que le salga!
––¡Miren como tiene su verga parada, la muy puta! –dijo el gordo, apuntando a mi verga bien dura, mientras el negro seguía usando mi culo.
––¡Es que le encanta ser nuestra perra! ¡Puta de mierda! –dijo el mecánico escupiendo en mi abdomen.
Cuando sentí su escupitajo y miré a mi alrededor, pude verles las caras a todos.
Que me veían con tanta lujuría y placer, y el negro me embestía sin descanso.
Mis nalgas rebotaban en su cuerpo y se escuchaba como si estuvieran cacheteando a alguien.
Eso me puso al límite y grité:
––¡ME VENGO, VOY A EXPLOTAR!
Mi voz hizo eco en el taller, alzándose sobre todos los comentarios morbosos de los hombres .
Cuando me escucharon, dos rieron complacidos y el negro me dijo:
––¡No te detengas, MARICON VICIOSO! ¡DERRAMATE COMO LA PUTA CALENTONA QUE ERES, PERRA SUCIA!
Mi grito de placer al expulsar mi semen fue el cielo.
Sentí tanto placer que tuve que gritar por un buen rato.
Me retorcía y gemía, hasta que el negro me la sacó y agarrandome de mis brazos me hizo bajar de la mesa y me colocó en el piso de rodillas.
Todos me rodearon, él me tomó de los cabellos, alzando mi cara mientras frotaba violentamente su verga y dijo:
––Eso es, ESO ESO es, putote.
¡MIRAME MIENTRAS TE BAÑO CON MI LECHE!
Y su gran palo expulsó una gran cantidad de semen, desparramándose en mi cara, sobre nariz, boca y un parpado de ojo.
Sentí también que escurría hasta caer en mi hombro; su grito de placer y gemidos de macho me hicieron verle sin desconcentrarme.
Luego siguió el mecánico y se vino del otro lado de mi cara y me cayó en el cabello y el cuello.
Casi seguido el gordo y otro de los chicos negros se vinieron echándome en mi pecho.
El otro chico negro me lo echó en una de mis piernas, gimiendo y gritando: ‘que rica puta, que rica perra’
A lo ultimo, el barbón alto se acercó y me miraba con unas ganas de loco.
Me hizo agacharme más y chupar sus bolas:
––Asi, asi….
sigue guarra de mierda, sigue…
Se vino sobre mi frente y su semen se deslizó por su palo hasta caer en su mano que no dejaba de jalarse.
Yo me puse a lamer todo eso, sus dedos, su palo mientras él seguía gimiendo.
Cuando terminó todos suspiraban y me miraban en el suelo Y me vi lleno de semen por todas partes.
––Un aplauso para este chico –dijo el negro ayudándome a levantarme¬–.
No sabes cómo me hiciste disfrutar con esas nalgotas que tienes
Y me dio una agarrón y una nalgada.
El gordo me abrió el baño del taller y fui a lavarme y cambiarme.
No había espejo, así que no pude verme bañado de semen.
Cuando salí mas o menos decente, todos me esperaban ahí afuera, acomodándose los pantalones y abrochándose las camisas.
––Te ves como si en la práctica de futbol sufriste mucho, Eduardo –dijo el mecánico burlonamente.
––Dile a tus papás que el entrenador fue muy duro y los hizo cansarse mucho –dijo el negro entre risas.
––Vamos, hay que llevarlo a casa –dijo el barbón, que me tomó de la mano.
Que hiciera eso me sorprendió.
Me llevó de la mano hasta el carro y cuando los negros salieron y yo me acerqué a la caja del pickup, él no me soltaba la amno aún y me ayudó a subir.
Agarrandome de la cintura.
Cuando me senté, él se acercó a mi oído y susurró:
––Me encantas, chiquito.
Su voz gruesa, su barba y ojos intensos, más su aspecto varonil y atractivo me hizo sentir algo muy raro, una emoción muy grande.
Nos miramos a los ojos por unos segundos, los demás ni nos veían por estar acomodándose, cerrando y apagando las luces del taller.
El barbón no parpadeó mientras me veía fijamente a escasos centímetros de mi cara.
Nuestras narices casi se tocaban.
Nuestra mirada se interrumpió cuando el negro subió a la caja a nuestro lado y me dio un manotazo en la rodilla y dijo:
––Vas a dormir como palomita
El motor del carro se encendió y el barbón rápido corrió a la parte delantera.
Cuando llegamos a mi casa, antes de que yo bajara, el barbón salió del asiento y corrió atrás para darme la mano y ayudarme a bajar.
Ahí todos se dieron cuenta de su acción y algunos rieron y el negro dijo:
––Ay, pero si Jorge parece enamorado de este chico, mira como le ayuda a bajar.
Miré que el mecánico nos miraba desde el volante con una expresión seria, los demás se rieron y Jorge el barbón atractivo dijo:
––¿Quien no se enamoraría de un chico como él.
?
Los demás se rieron y él acompañó hasta la entrada de mi casa mientras los demás daban unos chiflidos de burla.
Como ningún hombre me había acompañado a mi casa en esas circunstancias nunca, no supe qué decirle hasta que llegamos a la puerta.
Lo miré antes de abrir y él me miró a los ojos.
El mecánico hizo un pitido desesperado y Jorge, el barbón dijo:
––Te quiero solo para mí, vas a ser mío.
Y corrió hacia el pickup.
Me quedé sorprendido y lo vi entrar y el carro aceleró dando la vuelta en la esquina.
Y ahí estaba yo, aún con rastros de semen en el cuerpo, todo sudado, agotado.
Entré a mi casa muy pensativo después de eso ultimo con el barbón.
Yo pudiendo ser un chico con muchas novias, ahí estaba en mi cuarto, pensando en esos hombres y lo que me habían hecho… Y en ese barbón y sus ojos penetrantes y lindos.
Que´ iba a pasar después?
¡Espero que les haya gustado este relato!
Con esta parte finalizo con el título Un hombre casado (mecánico) me convierte en su puta
Pronto les contaré más de lo que me pasó.
Comenten si les ha gustado.
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