Un maduro y yo con 20
Conocí a un señor en tinder y bueno, entra para leer lo que pasó. ;).
Hola, me gustaría presentarme con mi nombre verdadero, pero por ahora me llamaré Aaron. O como quieran.
Soy un chico universitario, 20 años, de unos 1.60 aparentando ser aun mas joven por mi cara aniñada.
Estresado por los parciales y los libros que tenia que leer decidí darme un respiro y descargar tinder. Al vivir en una provincia algo reservada y homofóbica, el único lugar en donde conocer personas del ambiente es por internet, y vaya que los conocí, pero esos relatos los contaré después si gustan.
No les voy a mentir, siempre me atrajeron los hombres mayores, corpulentos, rebalsados de testosterona y en su efecto en la aplicación buscaba alguien con esas características que me calentara.
Así que esa noche llegando de la universidad empecé a mirar perfiles, y después de un tiempo encontré a un señor de unos 50 años que de inmediato me llamo la atención, con la esperanza que yo le gustara me fui a dormir, no sin antes masturbarme fantaseando que ese hombre me poseía, esperando que correspondiera mi match lo mas pronto.
Cuando me levanté esa mañana, vi que me escribió y ahí empieza esta historia… Quedamos que saliendo de clases iría a su departamento y así fue. A eso de las 16 llegué a su entrada, toque el timbre nervioso como una colegiala, esperando que abriera la puerta. Era un hombre de unos 50 años, voz gruesa, un oso, mas alto que yo, con unas manos grandes que las sentí cuando me saludó y una barba digna de un daddy. Su nombre era José.
Estuvimos hablando en el sofá, me contaba que era profesor y solo pensaba en su forma de expresarse, en las palabras poco usuales que usaba, me atraía bastante y él lo sabía.
De apoco empecé a notar como la distancia entre los dos se iba acortando y la tensión que provocaba de poder tenerlo casi pegado a mi hacía que mi pene empezara a mojarse y querer salir del pantalón. Él notó eso y comenzó a pasar tus grandes manos por mis piernas mientras de apoco se fue acercando a mi rostro para poder besarnos de una forma tan apasionada y primitiva como si fuera algo prohibido.
Entre besos y gemidos llegamos a su habitación, se deciso de mi ropa con rapidez y de la misma manera lo fui despojando de la suya hasta quedar completamente desnudos, en esa cama testigo de esa desesperación y de instinto salvaje que teníamos.
Su cuerpo estaba completamente lleno de vello corporal, que me calentaba de sobremanera, mis manos que estaban acariciando su barba con la cual en cada beso rozaba mi rostro, dilatándome instantáneamente mientras él me manoseaba por todo mi pequeño cuerpo a comparación del suyo, mis manos buscaban ese pene para empezar a acariciarlo y masturbarlo lentamente, como grabando cada movimiento para recordar en mis noches solitarias, nunca había tenido en mis manos un pene de esas dimensiones, no era largo pero si gordo, el mas gordo que llegue a tocar, era mío y podía hacer con él lo que quisiera.
No me resistí y de apoco fui bajando hasta llegar a ese mástil que me pertenecía y que parecía gritar mi nombre en cada palpito que daba, me lo metí a la boca de a poco para al fin poder saborearlo, ese sabor a precum, ese olor a hombría, sentirlo y con mi lengua darle placer a ese hombre mientras que con mis manos jugaba con sus bolas, que colgaban y estaban llenas de ese semen acumulado solo para mi.
mientras yo me agasajaba, él fue jugando con mi culo, lo masajeaba, lo apretaba de tal manera que rogaba lo hiciera mas fuerte, me encantaba toda esa sensación que provocaba el momento, fue jugando hasta llegar a mi ano y empezó a dilatarlo para lo que se vendría, metiendo de a uno esos dedos humedecidos por mi saliva que me volvían loco.
Los dos lanzando ese precum dejaba a la vista lo excitado que estábamos, sin imaginar lo que se vendría después. No resistí mas, dejé de succionar ese pene con mi pequeña boca para colocarme en cuatro y poder sentirlo, pero esta vez detrás de mi. Mientras él se posicionaba y rozaba la entrada de mi hambriento ano, cerraba mis ojos y en mis adentros le rogaba a dios que pudiera aguantar ese pedazo e imaginaba lo satisfactorio que se sentiría sí entraba completamente, como si fuera un logro digno de ser contado.
De apoco él fue introduciendo su miembro en mi dilatado ano, con mucho lubricante por la grandeza del asunto y yo mordiendo la almohada totalmente desnudo, sumiso, vulnerable y caliente, podía sentir como cada centímetro de él iba entrando en mi, con ese dolor soportable y al mismo tiempo excitante de querer mas.
me acuerdo que él apretaba mis nalgas, recuerdo gemir y sentir ese masoquismo interno salir de cada poro de mi piel, pidiendo a gritos esa dosis de dolor anhelado; hasta que pudo estar completamente dentro de mí, espero un instante a que mi cuerpo se acostumbrara y moldeara a todo su ser para empezar a bombear.
Lo hacia lento, con cierta lujuria pero sin ser salvaje y yo estaba loco con cada movimiento, contoneando mis curvas para poder sentirlo todo mientras me masturbaba de una forma lenta para no acabar. Estuvimos así unos minutos y cambiamos de posición. Me di la vuelta, lo mire a los ojos y como si leyera mi mente nos besamos apasionadamente con lengua y mordidas mientras alzaba mis piernas acariciándolas como si de algo delicado se tratara, me levanto un poco para poder acomodar su miembro erecto y duro lleno de vellos que me calentaban cada vez que rosaban mi piel, introduciéndolo dentro de mi, con paciencia pero sin detenerse logrando que en cada embestida gimiera como una puta, llego a tocar mi punto g en esa posición y con cada embestida yo pedía mas, imploraba mas. El momento nos poseyó y mientras me partía en dos, me besaba y cambiaba de ritmo a su antojo y con cada movimiento me producía un placer indescriptible y doloroso hasta el punto de lanzar todo mi semen sin poder contenerlo con fuerza llegando a manchar parte de mi rostro.
Estaba totalmente a su voluntad, él mordía mis labios y me nalgueaba como una yegua a quien deseaba dominar, me tenia totalmente extasiado, en eso escucho como cada vez su respiración empieza a entrecortarse y para complacer mas a mi hombre, empiezo a apretar mi ano pidiendo con la mirada que me destrozara, que tenia permiso de hacer conmigo lo que quisiera.
Empezó a darme mas duro y rápido sujetándome como si me fuera a escapar, gimiendo cada vez mas fuerte como un semental, la ultima embestida fue tan profunda que pude sentir como todo ese semen me lo regalaba depositándolo en mi tan adolorido esfínter sintiendo cada pálpitos que daba ese pedazo de hombre, se recostó a mi lado y yo aun excitado empecé a limpiar ese pene con mi boca hasta dejarlo completamente limpio.
Nos quedamos rendidos en la cama besándonos por un tiempo hasta que me tuve que ir.
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