Un niño llamado Antonio IV
Capítulo cuarto, y probablemente, el mejor de todos.
La subida al departamento se volvía cada vez más dificultosa, pues los besos incesantes y manoseos aumentaban como llama de poderosa lumbre. En el estacionamiento a esa hora de la noche no había absolutamente nadie, Antonio apretaba con fuerza el tronco de mi falo sobre el buzo por cada vez que mi lengua recorría su cuello como queriendo degustarlo por completo, y mis manos apretaban sus duras nalgas por debajo de sus shorts de marinado azul mientras dejaba caer mi cuerpo contra el suyo sobre el capó del vehículo.
-Subamos, hay que preparar todo- dijo el niño
Nos aprontamos al ascensor, ambos asidos de la mano, y para cuando uno de los conserjes, de edad madura, abordó la subida noté con cuanta malicia devoraba el culo de Antonio con su inescrupulosa vista, y cómo culparlo, su el muchacho levantaba verga con su solo paso y presencia.
-¿Es su hijo?- preguntó
– Es mi sobrino- me limité a responder
– Es un niño lindo, muy lindo para mi gusto- dijo sin ningún ápice de vergüenza
– Sí, la verdad que sí lo es- agregué
– Yo también tengo uno- señaló –y viera usted como es de bueno para la verga bien parada- dijo riendo.
-¿Cómo dice?- le pregunté entre sorprendido y paralizado ante tal libertina declaración
-Que pasen una hermosa velada- agregó bajándose en uno de los pisos.
Advertí a mi niño un tanto incómodo, y haciéndole un ademán en sus largos cabellos ondulados me miró con cierto grado de ruego y agregó:
-Yo quiero que me la metas tú-
-Pero desde luego Toñito, ya te dije que hoy serás mío-
-Sí, pero al parecer ese señor me la quiere meter también- sinceró.
-Mírame, eso no va a pasar nunca, eres mío, y de nadie más- le respondí
– Cuando hayamos hecho eso, ¿seremos novios?- preguntó
– ¿Hacer qué Antonio?-
– Eso que dijiste ayer…el amor- contestó.
Ante la inocencia de sus intervenciones, lo cogí de sus piernas para alzarlo a mi regazo y comencé a besarlo con locura, él contestaba con la misma impetuosidad recibida y asimismo lo conduje hasta la puerta de la morada, sin siquiera percatarme de si habían o no personas en los pasillos, ya que a decir verdad, a esas alturas no me importaba. Ingresamos al bendito inmueble sin despegar nuestras lenguas, con los labios entumecidos de tanto beso profundo, y para cuando comenzaba el desabotonado de mi camisa el niño me detuvo sorpresivamente:
-No, espera- pidió
-¿Qué ocurre Toñito?- pregunté
– Ve a la farmacia que está en los locales comerciales del primer piso, y trae el asunto que dijiste para metérmela sin dolor- explicó
– ¿Lubricante?-
-Sí, eso- afirmó-
-Está bien Antonio, voy enseguida y volveré volando; no aguanto un instante más sin ti- le dije
-Toma tu tiempo, que yo prepararé todo- dijo él
-¿Qué harás pequeño?- pregunté
– Será una sorpresa- me dijo mostrando su sonrisa de blancos dientecillos –ve, anda sin prisa-
-Antonito, ésta será la mejor noche de mi vida- le dije dándole un tremendo beso
– Y la mejor de mi vida- contestó –y estoy feliz de que sea contigo.
Fui a la farmacia tan rápido como pude, con algo de torpeza, las manos me sudaban a causa de la impaciencia y tuve que armarme de aguante para esperar el turno de las personas que estaban antes que yo.
-¿Qué desea?- preguntó la farmacéutica
– Lubricante, el mejor que tenga- le pedí
– ¿Para todo tipo de sexo, o para alguna penetración en particular?- preguntó, causándome cierto grado de incomodidad.
– Sexo anal- le contesté respirando agitado
– Pues ya veo, y no sienta pena señor, sólo quiero venderle lo mejor para su mayor deleite. Mire, le recomendaré ésta alternativa, tiene efecto analgésico si es la primera penetración, y una vez acomodado el miembro generará en la persona de rol pasivo el mejor efecto incendio, y le pedirá cada vez más y más, ¿le interesa?- preguntó
-Véndame el bendito lubricante por favor señorita- le rogué
– Ya, ya, ya, ahí tiene…que tenga una excelente noche- agregó pasándome el producto con su boleta y riendo divertida.
Suponía habían pasado alrededor de veinticinco minutos desde que bajé por la compra, y todo se me hacía lento, desde el ascensor que no llegaba hasta la subida misma al departamento. Después de tres torpes intentos pude poner correctamente la llave para abrir la puerta, noté que el departamento lucía oscuro, e inclusive llegué a pensar que mi muchacho se había quedado dormido, pero grande fue mi sorpresa cuando al ingresar al dormitorio matrimonial contemplo con embelesado apetito la sutil producción que Antonio había preparado para su debut en el sexo.
La habitación olía a inciensos y aromas que emborrachaban la mente con solo aspirar profundamente, pétalos de rosa adornaban las blancas pieles del lecho como suaves tintes escarlata, y una gran cantidad de velas y cirios medianos iluminaban la habitación del sexo como única lumbre. Algunas reposaban sobre los veladores, otras sobre los muebles, algunas en el suelo y una que otra sobre el respaldo de cama que Antonio se había asegurado de fijar con la adecuada sujeción, las cortinas cerraban por completo los inmensos ventanales y poco a poco fui inundándome del calor que aquellos aposentos proporcionaban. El niño en tanto, había adornado sus cabellos con una pequeña corona de hojas y flores, y se encontraba sobre la inmensidad de aquella cama, con sus manos apoyadas hacia atrás exhibiéndome su casi total desnudez, interrumpida únicamente por una tanga negra que vestía como lencería, de diminutas proporciones, la cual alcanzaba a cubrir con ajustado límite su pequeño pene. Control remoto en mano accionó “play”, y la música tántrica comenzó su ejecución desde el reproductor, para dar inicio a aquello que teníamos pendiente desde hacía tanto tiempo.
El niño se puso de pie, besó mis labios con exquisita ternura, y ayudó a mi desprendimiento de camisa, para acariciar con sus manitos mi torso desnudo.
-Antonio, esto es maravilloso, ¿cómo se te ocurrió todo esto?- le pregunté con volumen susurro.
-Busqué “hacer el amor” en internet, y encontré unas cuantas ideas- explicó. Las velas se las robé a mi hermano, y esto a mi mamá- dijo señalando su diminuta tanga.
-Toñito, esto es increíble, esto es…
Pero no pude terminar la frase, pues el niño ya había bajado mis pantaloncillos de buzo y mis humedecidos bóxers para proporcionarme la primera y profunda engullida con su boquita a mi miembro, consiguiendo que un inevitable gemido de “Antonioooo” se escapara de mi garganta como una liberación. Nunca me la había mamado tan profundo como aquella noche, sentía como mi glande traspasaba inclusive mucho más allá de su campana, y por cada desliz en su paladar mi pene ensanchaba sus dimensiones en forma inexplicable. El chico cerraba sus ojos, al son de los instrumentos hindúes y aromas de cópula, y se mecía atrás y adelante sin dejar de recorrer cada centímetro de mi tronco, como pude me desprendí de mi calzado para quitarme las prendas faltantes, me uní a él en similar desnudez, acariciando con ambas manos sus cabellos, y moviendo su cabeza para ayudarle a guiar el ritmo. Los sonidos de la deglución se hacían cada vez sonoros, y como si el niño entendiese mis más siniestras ideas cogió mis nalgas con ambas manos y consiguió mejorar su felación. Sacó mi verga de su boquita, la pasó por sus mejillas y rostro, le proporcionó un par de exquisitos lengüetazos de extensa corriente, chupeteó unas cuantas veces más y finalmente me invitó a aquello que tanto deseaba:
-Listo, ya está dura y gruesa, métamela- pidió
Lo conduje a la cama, y al posar mis manos sobre su cintura noté cuanto había aumentado su temperatura corporal, estaba extremadamente caliente, al punto que llegué a preguntarle si se sentía bien. Él rió, y tras dejarse caer de espaldas sobre la cama abrió sus piernas al aire, para invitarme a devorar aquello que sabía me volvía loco, y sin siquiera hacerme de rogar le arranqué su tanga y enterré mis fauces en su ano virgen, para revolver con vil impetuosidad mi lengua el inicio de sus entrañas. Antonio gemía sin recelo, sin pudor, sin vergüenza ni tabú, lo disfrutaba, lo quería, lo gozaba y parecía haberlo soñado así desde siempre, me lo decían sus manos en mis cabellos que forzaban un beso negro aún más majestuoso del que había recibido en el asiento trasero del auto.
-Chúpemelo, chúpeme el culo profesor- gemía –Ahhh así, así, así, así…
La música, los aromas a incienso, y el calor de las velas maximizaban increíblemente la cita lujuriosa, secreta, sin testigos ni prohibiciones. Cuando mis labios devoraban su pequeño, pero erectísimo pene, y apretados testículos, mi dedo índice comenzaba a sobar la entrada de su ano con ayuda del lubricante, y por cada intento de entrada notaba como el esfínter del chico se contraía sin posibilidad alguna de ingresar dentro de él. La labor se tornaba compleja, pues el muchacho estaba demasiado apretado, lo que complicaría las cosas.
-Relájate Antonito- le susurraba al oído- respira, relájate, todo estará bien.
El niño suspiraba, y sin lugar a dudas trataba de colaborar como mejor podía a la perfección de la cópula, pero el miedo natural de la primera vez sellaba su recto sin siquiera permitir el ingreso del dedo meñique. Me eché sobre él para besarlo, devorar su cuello, lamer sus pronunciados pezones y susurrarle cosas al oído, le decía que era mío, que era mi putita, mi perrita, mi niño, mi jugador favorito, el mejor culito de mi vida. El abría sus piernas sobre mis caderas para permitir una cercanía muchísimo más caliente, y para cuando besaba sus labios y devoraba su oreja mi pene se acomodaba en la zona de su ano, haciendo contacto con aquella zona por primera vez.
-Ahora, métamelo- pidió
-No digas nada Antonito, solo cierra los ojos y piensa en mi verga, esa que tanto te gusta – le indiqué
-Y usted en mi culo, que tanto lo vuelve loco- me dijo.
-No pienso en él, porque lo tengo aquí y me está quemando- le susurré haciendo un poco más de presión sobre su apretado asterisco.
– Dele profe, rómpame, métamelo de una buena vez- rogó
Procuré derramar mi pene con una cantidad generosa de lubricante, el cual resultó ser tan ardiente que mi glande sintió como si lo envolviesen con paños calientes, aunque sin perder la erección, sino que muy por el contrario, la maximizó. El culo de Antonio poco a poco comenzaba a descomprimirse al tacto del chorro de lubricante que sobre él había dejado caer, así como también a los masajes que mi glande le proporcionaba, los cuales parecía disfrutar bastante, y para cuando la cabeza de mi dildo levemente hacía presión consiguiendo abrir un poquitito el ano del niño solo hasta la cuarta parte de ésta, me apronté para la conclusión de su virginidad, la cual estaba ad portas de romperse para siempre:
-Ahora Toñito, respira profundo, y cierra tus ojitos- le pedí
Y así, cuando el niño ensanchó su pechito a la bocanada de aire profunda, hundí mis caderas, cintura y todo mi ser tanto como pude, para sentir como los pliegues del ano de Antonio se rompían a mi embestida, notando como mi pene finalmente ingresaba hasta la tercera parte sin siquiera haberlo antes dilatado con mis dedos. Mantuve mi cintura curvada hacia su interior con mis manos apoyadas sobre la cama, consiguiendo que brotara de la garganta del chico el más desgarrador y agudo de los gritos:
-¡Aaaaaaaayyy! ¡Aaaaaaaaaaaaaay! ¡Me duele mucho, me duele muchísimo!-
-Aguanta Antonio, respira, respira profundo, quédate quieto- le pedí
-¡No, ya no quiero, sáquemela, quítemela por favor! ¡ME DUELEEEEEE!-
-Resiste Antonito, falta poco, sólo un poco más mi niño hermoso, sólo un poco más- le pedía ebrio de excitación y placer.
-¡Por favor sáquela!- rogaba llorando desconsoladamente -¡ME DUELEEEE!-
– No Toñito, no la voy a sacar, prometí metértela hasta el fondo y es lo que voy a hacer- le dije –tú lo pediste así.
-¡Me hace daño profesor, es muy grande, aggggggggg!- lloraba
– Respira Antonio, aquí voy, aquí voy, sólo una más y estaré dentro de ti hasta el fondo- le imploré
-¡Noooooo! ¡Que ya no quiero seguir, me duele, me duele, ME DUELEEEEE! ¡Mamáaa, mamáaaa, mamáaaaaaa…!
Pero no pudo continuar con sus desoladoras súplicas, pues mi mano se había posado sobre su boca para silenciarlo, y recogiéndome sólo un poco para agarrar más vuelo enterré mi cadera con la mejor de mis energías, con toda mi fuerza y todo mi amor sobre el frágil cuerpo del niño. Mi pene yacía en lo más profundo de sus entrañas, mis vellos púbicos tocaban sus testículos indemnes y el desgarro del ano de Antonio ya era total, de virgen sólo le quedaba el recuerdo, y me convertía para él en el primer hombre de su vida. El niño lloraba con mi mano aún en su boca, permaneciendo dentro de él sin moverme durante muchísimos minutos, acariciando sus cabellos, besando su frente y destapando su boca lentamente para besarla, y besarla y besarla.
Antonio ya no lloraba, y la vista que permanecía fija en el cielo del techo poco a poco volvía a mirarme, casi como si viniese despertando de una horrible pesadilla, su esfínter que apretaba como condón de corta talla comenzaba a ceder y mi miembro inclusive se deslizaba involuntariamente un poco más adentro. Comprendí que quizás el lubricante con efecto de fuego había contribuido a su dolor, aunque también a su proceso de adaptación, el chico relajó sus caderas y la tensión de su cuerpo iba aflojando paulatinamente:
-Ya está Antonio, eres mío- le dije besándolo
– Me dolió muchísimo- explicó, con algunas lágrimas que aún quedaban en sus mejillas.
-¿Quieres que me salga?- le pregunté
-No, deja, así está bien- contestó
-¿Te sientes mejor?- le consulté
-Me arde mucho, siento que tu pene me quema, es demasiado grande- señaló
-¿Pero aún te duele?- insistí
-No, sólo me arde como te dije-
-Entonces, ¿puedo seguir?- le pregunté
-Sí- se limitó a decir, moviendo su cabeza afirmativamente
Comencé con bombeos lentos y cuidadosos, disfrutando de sus aterciopelados muslos sin vellos rodeando los míos, y procurando depositar mis gemidos en su oreja izquierda, para que escuchara como su macho dominante vibraba con la esencia de su pequeño ser. Cuando mis labios chupeteaban su cuello, el niño comenzó a masturbarse con sus dedos, y los primeros gemidos de placer brotaron de sí cuando mis embestidas aumentaban su tempo. Al cabo de unos minutos, y con su ano adaptado a las dimensiones de mi erección, comencé a frotar en mayor intensidad mis caderas sobre sus abiertas piernas, aprisionando sus manos sobre su cabeza con las mías, entrelazando nuestros dedos y mirándoos fijamente. Para cuando el “splash” de mis testículos chocando contra su culito tenía el ritmo de una gotera de fracción de segundo, nuestros gemidos de placer copulaban a la aceptación de ambos cuerpos entregados entre sí, y a la mixtura de dolor, ardor y placer Antonio daba paso al cúlmine de su libídine primera:
-Ay, ay, ay, ay, ay, ay- gemía el niño
-Ahhh Toñito, mi putito, mi jugador favorito- bufaba yo.
-Ay, ay, ahhh profe, ay profe- gimoteaba en agudos tonos
– ¿Te duele? ¿Te estoy haciendo daño Antonito?- le preguntaba sin dejar de menear aceleradamente mis caderas.
– No, siga, siga, siga- exclamaba
– No me queda mucho Antonio, me falta muy poco para llenarte de mi semen- le dije.
– ¿Qué es semen?- preguntó con su usual inocencia, sin dejar de gemir
– Mi leche Toñito, esa que te tragaste- le dije
-Ay profe, ay profe, ay profe- suspiraba
-Me voy a correr Antonio, me voy a correr-
-Profe, profe, profe, profe, ayyy, ayy, ayyy- gemía con mayor volumen
-¿Te duele Antonito?-
-Me arde, me arde, pero me da cosquillas, me encanta, ayyy, ayyy, ayyy profe, ayyyy profe, dele más fuerte, dele más fuerte- rogaba
-Ahí te va Toñito, ahí te va, ahí viene, ahí viene ahí viene, te voy a embarazar, te voy a embarazar- bufaba
-Métamela, métamela ¡métamelaaaaaaa!-
-Ahhhh Antonio, Antonio, Antonio, Antonio, ¡ANTONIOOOOOO!-
-Ayyy profe, ayyy, ayyy, ayyyy, ¡AAAAAAAAAAYYYYYY!
Y tras mucha espera, mucha preparación y libido contenido, nuestro orgasmo irrumpió en todo el departamento, y probablemente todo el edificio sintió mis gemidos al sentir como mi pene estallaba dentro de él en litros, litros y litros de mi mejor producción de semen. Y muy posiblemente también, la comunidad entera despertó con los desgarradores gritos de placer de Antonio, al sentir como el primer macho de su vida inundaba sus entrañas con la leche que a él tanto le gustaba, y con su propia eyaculación ocurrida tanto con la estimulación de su esfínter como con la frotación de su erecto pene pequeño contra mi abdomen marcado, el cual quedó manchado de sus pocos fluidos de niño de once años. Me dejé caer sobre él sin salirme, nos besamos con intensidad, con pasión, y con amor, para quedarnos dormidos casi al acto ante tal batalla de cuerpos liberada, ante mi conclusión al mejor culito de mi vida, y a la pérdida de su virginidad a tan joven edad consentida.
Dormimos por unas cuantas horas que casi ni recuerdo, y me desperté por la madrugada con cierto desvelo algo desorientado. Abrí las cortinas y ventanales de la habitación, para disfrutar de la inmensa luna que se reflejaba sobre el mar, liberando el olor a sexo acumulado a la brisa marina, como queriendo contarle al mundo que aquella noche, aquella bendita noche, el culito de Antonio por fin había sido mío. El niño dormía apaciblemente, con un rostro feliz y satisfecho, pero cansado, divisé unas cuantas gotas de sangre sobre las sábanas, las cuales no me preocuparon en demasía, pues sabía bien que eran el precio que Antonio había decidido asumir como costo de su iniciación. Me recosté nuevamente a su lado, y acaricié su cuerpo frágil con especial cuidado, mientras advertía que en mi celular un mensaje de su madre esperaba ser abierto, al revisarlo, una fotografía de un tazón con una impresión mía y de Antonio figuraba en él:
“Me tomé la libertad de estampar este recuerdo, para que tenga siempre presente a Toñito en donde sea que se encuentre, él lo quiere mucho, y estoy segura que usted a él también…un abrazo para ambos y por favor, dele un beso de mi parte a Antonio”- escribió ella.
A su ruego, abracé al niño por detrás, y antes de dormirme nuevamente, le robé un beso de sus carnosos labios, tal y como me lo habían encargado por ese mensaje de texto.
La lumbre de la luna teñía de azul los cuerpos de dos amantes secretos, cuyas fuerzas se renovaban al sueño profundo para continuar su amorío cuando ésta se haya retirado.
CONTINUARÁ…
wow amigo dos pajas me hise no manches te pasates buen relato me regusto mucho y sigue contando saludos amigo…:) 😉 🙂 😉
Amigo tremendo relato muy bueno así mismo hubiese querido que fuese mi primera vez que me arrancarán gritos de dolor, de ve
Wow excelente relato me dice pajas imaginando cómo lo cogías
Ufff … Ricura