Un niño llamado Antonio VI
¿Hay espacio para uno más en la cama? Ya vamos en camino.
Me disponía a subirme al vehículo para ir en busca de Antonio, cuando recibo un nuevo mensaje de texto:
“No vengas a buscarnos, ya que le pedí a la tía del furgón escolar que nos diera el aventón. ¿Hay espacio para uno más en la cama? Ya vamos en camino, será un día divertido. Un beso. Antonio”.
Definitivamente algo había cambiado en mi muchacho, ya no era el niño dulce e inocente que iba a los entrenamientos, se había convertido en un desinhibido ninfo adicto al sexo, hablaba del tema sin ningún tipo de tapujos, como si el coger con un adulto con sólo once añitos fuese la cosa más normal del mundo. Durante la noche tuvo su primer orgasmo anal, por la mañana me había proporcionado una magistral sesión oral, un buen polvo montando hasta hacerme explotar y una cacha clandestina en mi vehículo a pocos minutos de que sonara la campana de su colegio.
Hasta ese momento no advertía la locura que se estaba convirtiendo todo, una evolución de su despertar sexual que iba de menos a más, de chuparle el culito sin consultarle a tenerlo brincando sobre mí como loco, y ahora en camino a casa con un compañero de curso, ¿en qué diablos estaría pensando este niño? Me dispuse a esperarlo en la entrada del edificio, y tras quince minutos de trayecto el furgón escolar apareció, los dos niños descendieron y junto con sentir vida en mi ingle nuevamente con la sola vista de Antonio, la erección alcanzó su punto máximo cuando vislumbré a aquel niño de rubios cabellos, ojos mieles y hermosa piel de porcelana que concurría a la inesperada cita que seguramente jamás en su vida podría olvidar.
-Hola mi profe- saludó Antonio brincando sobre mí y enroscando sus piernas en mi cuerpo.
-Pero Antonio, ¿te has vuelto loco?, cómo se te ocurrió traer a tu compañero, ya nos vio esta mañana y puede ser peligroso- le reproché.
-No pasa nada- me aseguró- Es mi compañero de curso, se llama Tomás, ¡ven a saludar a mi tío!- le invitó.
El rubio muchacho se acercó algo raudo, cabizbajo, no miraba directamente, se le notaba algo avergonzado e incómodo:
-Buenas tardes señor- saludó con un hilo de voz
-Hola Tomás, no te veo muy contento, ¿prefieres que te lleve de vuelta a tu casa?- le pregunté.
-No, está bien- señaló
-¿Estás seguro muchacho?-
-Sí, está bien-
Había pedido unas cajas de buena pizza y sodas para ese día, después de todo a que chico no le agradan. Ingresamos al departamento, y apenas cerré la puerta Antonio comenzó a desvestirse, quitando primero sus zapatillas, calcetines, su short junto con sus bóxers, y finalmente su playera de colegio, para quedar totalmente desnudo. Miró a su compañerito, y lo invitó a unirse a su natural juego, ayudándole a quitar su polera:
-Vamos Tomás, puedes quitarte todo, aquí siempre nos paseamos desnudos, ¿verdad tío?-
Con desespero le ayudó a quitarse todo, y el chico ligeramente avergonzado se tapó con ambas manos sus partes íntimas, quedando de pie atónito a los juegos de su compañero. Debo decir que si bien es cierto Antonio cumplía todas mis fantasías en lo que respecta a la anatomía de un buen chico para culear, Tomás era poseedor de una exclusiva belleza indiscutible: en sus antebrazos se apreciaba el brillo de sus pelusas rubias al igual que en su colita y sus piernas, la zona de su bóxer se encontraba marcado en un tono más claro que el resto del cuerpo, y sus nalgas resultaban ser una tentación al paladar, grandes y generosas. Tenía sus tetitas un poco más pronunciadas que las de Antonio, rosadas y aureolas, y finalmente me acerqué hasta él para tomar sus manos y retirarlas de su zona censurada:
-Todo está bien Tomás, puedes jugar con Antonio o ver televisión sin ningún problema. Qué hermoso muchacho eres- le repliqué removiéndole sus rubios cabellos.
El niño comenzó levemente a desinhibirse tras mi cumplido, y se sentó en el sofá para ver televisión y finalmente quitó sus manos de su pene. Pude ver un miembro hermoso, acorde a su rango erario, gordito y pequeño, con leves vellos dorados sobre su pubis, cual pelusas de durazno; se echó hacia atrás y se dispuso junto a Antonio a comer su pizza y beber su soda mientras miraban caricaturas, jugaban play Station o simplemente bromeaban en chistes sin sentido. Al cabo de una hora, Tomás ya había perdido el pudor de su desnudez y se paseaba por el departamento sin inconveniente, ya fuese para servirse un trozo extra de pizza o llevar su vaso de refresco, asomándose incluso al balcón para disfrutar de la brisa del mar en su cuerpo desnudo, para volver al sillón junto a Antonio, quien lo esperó para hacerle una llave de lucha y tirarlo al suelo alfombrado. Ambos reían y continuaban su juego, advirtiendo la erección de Antonio cuando chocaban sus ingles, y paulatinamente, la involuntaria erección de Tomás al roce de la infantil travesura; se revolcaban, reían, abrazaban, proporcionaban cosquillas, y disfrutaban de la exquisita libertad de sus cuerpos.
El juego se tornaba una inevitable previa para la cópula, me dispuse a despojarme de mis prendas para quedar pie junto a ellos extremadamente erecto, caliente, y con precum babeante de sólo observar la jugarreta de los chicos, y para cuando estaban en una posición similar al sesenta y nueve con Tomás forcejeando las piernas de Antonio para reducirlas con su monumental culo rubio levantado a mi disposición, no pude más y me dejé caer tras él, separando sus nalgas con ambas manos y enterrando mis fauces en su rosado ano virgen, proporcionándole un profundo lengüetazo que lo obligó a dejar escapar su primer gemido pre orgásmico de su vida, y mientras devoraba su culo entero y sus cachetes de porcelana Antonio hizo lo suyo desde su posición y comenzó a chupar el pene parado de su compañero, agarrándolo con firmeza de sus caderas para evitar que se escapase, favoreciendo a la iniciación de la vida sexual del muchacho al sentir simultáneamente su primer placer tanto oral como analmente. Tomás respiraba helado por el repentino impacto de su previo desvirgue, dejé de chupar su culo para abrazarlo desde atrás y poner mi cabeza en su hombro para tranquilizarlo, besarle su cuello y susurrar a su oído:
-Tranquilo muchacho, sólo es un juego nuevo, sólo eso, cierra tus ojos con confianza, déjate llevar y disfruta, todo está bien, mira a Antonio como se divierte- le decía mientras besaba sus hombros y sobaba sus pronunciados pezones.
Antonio no dejaba de succionar el pene de su amigo, como si supiese que de soltarlo rompería con el trance sexual de Tomás. Yo seguía apretando sus tetitas pronunciadas con mis manos como queriéndolas amasar, mientras pasaba mi lengua por su orejita izquierda, en tanto Tomás buscaba el techo con la vista perdida, con mis manos ayudé a cerrar sus ojos y chupé su cuello con desesperado ahínco; el chico volvió a emitir gemidos de putita en celo y bajé por su cuello, su espalda y su cola velluda hasta llegar a su rosado botón apretado. Escupí un par de veces chupando hasta el último de sus pliegues anales, que delicia de culo, redondo, generoso y apretado, tan exquisito como el de Antonio, con la diferencia que el de Tomás jamás había sido roto por hombre alguno. A medida que movía mi lengua dentro de sus entrañas y Antonio comenzaba a chuparle las bolas, Tomás comenzó a respirar con agitado ritmo, abriéndose paso a la lujuria, dejando que las hormonas en vías de maduración hicieran lo suyo, para gemir una y otra vez ante las embestidas de sus amantes.
Antonio abandonó su posición, y ubicándose de rodillas frente a mí se tragó de una todo mi cipote parado, babeante, rebosante de precum, e hinchado al máximo, sobaba mis testículos como bolas chinas, los chupaba, los lamía, pasaba la lengua por el tronco hasta llegar al frenillo y volvía a engullir el glande, mientras su compañerito yacía en el suelo abierto de piernas observando con impacta estupefacción la excelente felación que Antonio me estaba proporcionando. Antonio lo notó, y me chupaba mirando a los ojos a su amigo, como si quisiese enseñarle, ser su mentor, y demostrarle como devorar una buena verga; soltó la succión con su mano aún en mi tronco, para invitar a Tomás a la orgía premeditada:
-Ven Tommy, sabe delicioso- dijo Antonio
-No sé hacer eso, no estoy seguro- respondió el chico
-Ven, ponte de rodillas, como yo, te encantará- le animaba Antonio –Eso es, ahora pasa tu lengua como si fuese una paleta helada, de esas que compramos en el colegio-
Tomás se tomó un par de segundos en digerir el juego, se acercó con seductora timidez, sacó su lengua y la pasó levemente por el cuerpo de mi pene. Se detuvo para mirarme como queriendo preguntar si estaba bien, a lo que correspondí cogiendo sus rubios cabellos hacia mi verga y animándole a continuar, el nene pasó su lengua una y otra vez por el tronco, se atrevió a saborear la cabeza palpitante para degustar por primera vez el sabor de un buen precum viscoso, con un Antonio en estado extasiado a la orgía prominente:
-Eso es Tommy, ahora abre tu boca y chúpala con ganas- le exhortó.
-Adelante muchacho, está bien, chúpamela como te dice Antonio- le expliqué
El niño abrió la boca y se metió el glande al paladar, poco a poco, como midiendo las dimensiones de sus labios al tamaño de mi pene, lento y pausado, chupaba rico, apretadito, con harta saliva, sus labios ya alcanzaban la medianía del tronco sin problemas, y me atreví a más para cogerlo de su nuca y obligarlo a tragar hasta el fondo, con sus labios rozando mis vellos pubianos, hizo una arcada y dos lágrimas se le escaparon por sus mejillas. Respiraba como queriendo recuperar el aire, y sus papilas gustativas ya querían sentir nuevamente el sabor de su nuevo caramelo:
-Sigue chupando Tommy, así, mírame- dijo Antonio.
Antonio chupaba con desbocada lujuria, hasta el fondo sin trapicarse, sin siquiera sentir incomodas mis profundas embestidas hasta el fondo de su garganta, lo había convertido en un adicto al sexo, lo disfrutaba, se ufanaba de su buen culo, de su cuerpo, y de su propia calentura.
-Es tu turno Tommy, chúpale bien la verga que yo voy a chupar las bolas- dijo Antonio.
Y mientras Antonio llevaba mis bolas a sus labios una por una en distintos turnos, Tomás engulló mi pichula al mismo ritmo que Antonio, mirándolo de reojo para ver si lo hacía bien, mientras Antonio afirmaba con su cabeza sin dejar de chupar, era una delicia, una exquisitez, un tremendo regalo que Antonio me había llevado esa tarde. Sentía como mis testículos poco a poco rebosaban del lácteo producto del líbido, subía por mis conductos hasta llegar al glande, y finalmente terminé estallando en litros generosos de semen en el paladar de Tomás, al cual no dejé apartarse cogiéndolo con firmeza por su nuca, obligándolo a tragar hasta la última gota de mi leche, que manera de eyacular, y cuando sentí que el chico deglutía mi nata hasta el fondo de su garganta tragando cada chorro, lo solté, lo dejé respirar, mientras Antonio lo reemplazaba en la chupada para ver si quedaba algo que tragar.
-Bien hecho Tommy, te lo tragaste todo- le felicitó
-Estuviste increíble Tomás- le dije –como todo un experto
Lo cogí en brazos, me lo llevé a la cama, y echándolo de espaldas hice que Antonio le succionara tan intenso como pudiese su pequeño pene gordo, mientras yo devoraba su culo sin piedad, tocando con mi lengua cada pliegue rosado, hasta que pasados unos veinte minutos, y con su estómago subiendo y bajando por la excitación, reventó en la boca de Antonio dando un grito de júbilo intenso, al primer oral de su vida en ambos roles. Antonio por su parte se masturbaba con una de sus manos mientras tragaba la polución de su compañero, y cuando su orgasmo se hizo inminente se puso de pie y metió su pequeño pero parado miembro en mi boca, lo cogí de sus nalgas y estalló con mis labios tocando su pubis, dándome cuenta que era la primera vez que acababa de esa forma; y ante tal efervescencia de lívidos consumados, agité mi verga nuevamente erecta para eyacular una vez más sobre la ingle de Tomás, manchando todo su pene, pubis y ombligo, fluidos que Antonio barrería con su lengua para finalmente besar a su compañero en profundo ósculo, al cual no hubo resistencia ni oposición, y al que me integré en exquisita armonía para saborear la lengua de ambos chicos en satisfecha cópula.
Permanecíamos en la cama los tres, desnudos y felices, Tomás me miraba con una sonrisa agradecida, satisfecho de su nueva experiencia, y de su nuevo amigo. Antonio por su parte se reincorporó de golpe, tomó el celular de Tomás y llamó a la mamá de éste con total libertad y confianza de conseguir lo que habría de pedir:
-Hola tía como está, soy yo, Antonio…sí muy bien gracias, lo hemos pasado increíble…sí, sí, ya sé…oiga, quería preguntarle si Tomás puede quedarse esta noche con nosotros…sí, sí, tenemos todo lo necesario….no tía, puedo prestarle uno de mis uniformes, no se preocupe…sí tía, acá en casa no tienen ningún problema en ello…no tía como cree, mañana tempranito estaremos en clases, mi tío nos llevará…gracias tía, es la mejor, ten Tomás, tu mamá quiere hablarte-
Hablaron un par de minutos, y mientras tanto, Antonio me daba un buen oral para bajar la tensión, al terminar la llamada, Tomás con su rostro radiante de alegría nos miró diciendo:
-Me dejaron quedarme ésta noche con ustedes, podremos seguir jugando a lo mismo-
-Claro- dijo Antonio –aunque eso sí, aún nos falta enseñarte la mejor parte
-¿La mejor parte?- preguntó Tomás
-Sí, la mejor, te mostraremos en qué consiste, mira y aprende- dijo Antonio
-Tranquilo Antonio, descansemos un rato- le invité.
Nos quedamos dormidos un par de horas durante esa tarde, para despertar al ocaso de la jornada, justo cuando el sol tocaba con su último destello las olas del mar. Los chicos, que permanecían desnudos, uno con cada pierna sobre mi cuerpo y yaciendo bajo mis fornidos brazos como almohadas, me miraron a la espera de aquella invitación que finalmente habría de llegar:
-Listo muchachos, ¿están preparados?
CONTINUARÁ
Capitulo I
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Capítulo II
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Capítulo III
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Capítulo IV
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Capítulo V
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Excelentes relatos
Gracias, te comparto otros relatos:
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