Un pervertido me engañó y me desvirgó
Sin querer, un maduro pervertido se dio cuenta de mi inclinación sexual y con engaños me llevó a su departamento donde me desvirgó y me hizo su hembra..
Hola mi nombre es Carlos, soy una persona madura y bisexual, asiduo lector de esta página de relatos y quisiera compartirles mi historia, la primera vez que tuve sexo con un hombre, experiencia que ocurrió hace muchos años, pero que tengo grabada en mi mente y la recuerdo como si hubiera ocurrido ayer.
Eran mediados de la década de los ochenta en una ciudad del norte de México, en esa época estaba cursando el segundo semestre de preparatoria, era un chico tímido, algo aniñado e ingenuo, de piel muy blanca y facciones finas, lampiño de pecho, brazos y nalgas y solamente un escaso y muy fino vello en mis piernas, casi imperceptible, delgado, me gustaba el fútbol y lo practicaba diario y gracias a eso tenía unas piernas bien formadas y un trasero redondo, paradito y respingón, sin ser muy grande, en ese entonces, me di cuenta que tenía dudas sobre mi sexualidad, si bien me atraían las chicas, también sentía cierta atracción por los chicos, en forma disimulada admiraba sus cuerpos desnudos o semidesnudos en los vestuarios o me quedaba viendo sus bultos bajo los apretados shorts deportivos, ese era mi gran secreto, no se lo podía decir a nadie porque sería tachado de homosexual y en ese tiempo no había la misma apertura que hay ahora, los homosexuales eran víctimas de discriminación y un motivo de vergüenza para la familia, fui testigo del acoso y burlas de mis otros compañeros a los pocos gays declarados de la escuela y sentía terror que se descubriera mi secreto, mi aspecto era varonil y no tenía ademanes femeninos, por lo que nadie, ni entre mis compañeros ni entre mi familia sospechaban nada.
En ese entonces todavía no existía el internet, ni los celulares, empezaban a salir las videocaseteras en formato Beta y VHS y en los kioscos de revistas, las revistas para adultos tenían una hoja en blanco tapando la portada.
En el centro de la ciudad había un billar, estaba al final de un largo y amplio pasillo, aprovechando la amplitud, a un lado del pasillo estaba un puesto de revistas, éste era el único puesto de revistas de la ciudad que no tenían tapadas las portadas las revistas, aprovechando que no estaba el local en la vía pública, por lo que frecuentemente pasaba por ese puesto, me excitaba mucho ver esas portadas con chicas y chicos desnudos y en provocativas posturas, las revistas era de temática tanto heterosexual como gay, pero las de temática gay las veía de reojo, tratando que nadie descubriera que las miraba, mi mente se ponía a volar y mi verga se ponía al palo fantaseando con aquellas portadas, llegaba a mi casa excitado y listo para masturbarme
El local de revistas era atendido por un señor maduro como de cincuenta y tantos años, alto y fornido, con pelo entrecano y un poco de panza.
Un día estaba viendo las portadas de las revistas como siempre, cuando el encargado del puesto me habla y me dice:
– mira, ven, acá tengo revistas de las buenas, me acaban de llegar.
Al escucharlo me sorprendió, pero me acerqué, al lado de todas las revistas que tenía en el pasillo, había un pequeño local de lámina dónde vendía cigarros, dulces y algunas botanas y donde guardaba toda la mercancía al terminar el día.
Abrió la puerta y entró, me quedé parado en la puerta y veo que toma una caja de madera y me muestra su contenido, el cajón estaba lleno de revistas, tanto heterosexuales como gay, con escenas de sexo explícitas en la portada, nunca había visto algo semejante y me quedé estático, sin habla, muerto de vergüenza y no la cara roja como un tomate, mis ojos no se podían despegar de las portadas de esas revistas, llenas de vergas, coños y culos penetrados.
– ¿Que te parecen?,
– Están padres, ¿verdad?
Muerto de vergüenza y excitado al mismo tiempo, no lograba coordinar palabras y solamente afirmé con la cabeza.
– Sabía que te iban a gustar, escoge la que quieras- dijo.
– ¿Cuánto cuestan?,- pregunté al fin con un tenue hilo de voz.
Me dijo el precio, pero era más de lo que traía en el bolsillo.
– Perdona, no me alcanza- dije resignado.
– Sabes, me caes bien, toma una y dame lo que traes, ya después me pasas a pagar el resto.
Así lo hice, agarré una de las revistas, por temor, escogí una de temática heterosexual y la guardé rápidamente en mi mochila, le entregué el dinero que traía y rápidamente me alejé, nervioso y con el corazón queriendo salir de mi pecho.
Llegando a casa me encerré en mi habitación y me puse a hojear la revista, la que escogí era de jovencitas y maduros, me empecé a masturbar al tiempo que admiraba como esos machos de enormes vergas atravesaban los coños y culitos tiernos de las jovencitas, fue tan excitante, me corrí como nunca, no podía creer que tuviera entre mis manos una revista así.
La oculté en mi cuarto dentro de una vieja mochila con libros que ya no usaba y a partir de entonces, todas las noches me masturbaba imaginándome en el lugar de alguno de los machos, pero también en el lugar de alguna de las jovencitas siendo penetrado por aquellos machos por el culo.
Ahorré para pagar el dinero que debía de la revista y un par de días después fui a pagar el resto.
El encargado me recibió con una sonrisa al recibir el dinero.
– ¿Qué tal la revista?, ¿Estuvo buena?
No contesté, solamente afirmé con la cabeza, nervioso, esperando que nadie alrededor escuchara.
– ¿No quieres otra?, Me acaban de llegar otras muy buenas.
Quise ser franco con él.
– La verdad, no tengo mucho dinero, las revistas son caras y lo que me dan mis padres para gastar es poco.
– ¿Entonces nada más vienes de mirón?- preguntó
Agaché la cabeza avergonzado, esperaba que me maldijera y me corriera del puesto, pero en lugar de eso sonrió y lo escuché decir.
– Entiendo, yo también fui joven y también andaba siempre arrecho, me caes bien ¿y sabes?, tengo unas películas que te podría prestar muy calientes.
– Gracias, le agradezco, pero es que no tengo videocasetera y si logrará conseguir una, tampoco la podría ver, la única tele que tenemos en casa está en la sala.- respondí
– No te preocupes, yo tengo videocasetera, te invito a verlas en mi departamento, vivo solo, mi mujer y yo nos separamos y así me haces compañía.
– No sé, señor, apenas lo conozco.
– No tengas miedo, mi nombre es Rubén y es una invitación de amigos, me recuerdas a mi hijo, el domingo no trabajo, te espero a las 10:00 de la mañana en este mismo lugar.
Fue una jugada maestra del tipo, no me dejó ni contestar y me estiró la mano cerrando el trato, al estrechar su mano me saludó con firmeza, me despedí y me alejé absorto.
Durante toda la semana estuve pensando, dudando si debería ir o no, por un lado, se había portado muy amable conmigo y por fin podría ver una película porno, algo que me daba mucho morbo y por el otro era un tipo casi desconocido, y también si no acudía tal vez pudiera molestarse conmigo por dejarlo plantado y no tendría cara para seguir yendo al puesto de revistas.
Llegó el domingo y al final decidí ir, pensé que lo mejor sería estar solamente algunos minutos, le diría que tenía un compromiso y solamente podía estar media hora, de esta forma no lo dejaba plantado y tampoco me quedaba más tiempo con un desconocido. Me di un buen baño, lavando todo mi cuerpo en forma inconsciente y le dije a mis padres que iría a jugar fútbol con mis amigos de la prepa, era habitual que hiciera eso, así que no tuvieron ninguna objeción.
Al acercarme al billar mi corazón palpitaba con fuerza, miraba para todos lados por si me encontraba a alguien conocido, pero por ser Domingo los negocios de esa parte del centro estaban cerrados y las calles lucían desiertas. No había ni llegado al billar cuando me vio y fue a mi encuentro.
– Llegas puntual, eso me gusta, vamos, vivo a cuatro cuadras de aquí.
No respondí, me sentía nervioso, pero lo seguí, en el camino me fue contando cosas de su vida, que su mujer lo dejó y que tenía dos hijos, pero que casi nunca lo visitan, que me parecía mucho a su hijo y algunas otras cosas.
Llegamos a un vecindario humilde con muchas viviendas a lo largo de un pasillo, la suya se encontraba en la azotea, donde se encontraban los lavanderos y era un departamento pequeño de apenas dos cuartos, el dormitorio y el otro que servía de sala, cocina y comedor, conforme a lo que había planeado, le dije que solamente contaba con media hora, porque tenía un compromiso y debía irme.
Me pidió sentarme en un viejo sofá y me preguntó.
– ¿Quieres un refresco o prefieres una cerveza?
– Un refresco está bien- respondí.
Regresó y me dio el refresco al tiempo que ponía su cerveza en la mesa de centro y fue a buscar la película.
– Esta esta bien caliente, te va a gustar, – exclamó al tiempo que me enseñaba un cartucho de película.
Fue a la videocasetera y puso la película, al instante apareció en la pantalla una rubia despampanante mamando la verga de un tipo, el tamaño de la verga era enorme y la chica apenas podía meterse la cabeza a la boca mientras lo masturbaba y acariciaba sus huevos, jamás había visto algo semejante, lo máximo había sido la revista y ver la escena en movimiento mientras se escuchaban los gemidos de los protagonistas me puso la verga dura al instante formando una carpa bajo mi short, la que traté de ocultar con mi mano en forma discreta, avergonzado.
– Verdad que está buena, mira como mama verga la putita- exclamó
Después de unos minutos el tipo pone a la rubia en cuatro y abriéndole las nalgas escupe en medio de ellas para luego masajear con su dedo el arrugado y rosado agujero y luego apuntar con la cabeza de su verga y penetrarla poco a poco por su pequeño anito, entre gritos y gemidos de ambos.
Me quedé petrificado, atento a la pantalla, no podía creer como podía meter tremenda verga en tan pequeño agujerito, y como la rubia gritaba loca de placer, era tan excitante que ya me dolía la verga de tan dura que la tenía.
– Ya no aguanto más, me la voy a jalar- expresó al momento que se quitaba completamente el pantalón y el bóxer y empezaba a masturbarse lentamente.
Por primera vez en mi vida miraba la verga de un hombre mayor, y me pareció enorme, antes solamente había visto las de mis compañeros de escuela, mediría unos 19 o 20 cm, gruesa, venosa y muy cabezona, la cabeza tenía un color rojizo y parecía brillar, una tremenda verga sin duda. Me animó a sacármela también, me daba mucha pena, mi verga a lo mucho mediría unos 13 o 14 centímetros y era delgada, nada que ver con ese monstruo de verga.
– Vamos no seas tímido, estamos en confianza – volvió a decirme.
– No señor, me da mucha pena- agregué.
– No me digas señor, ya te dije que mi nombre es Rubén y somos amigos, ¿acaso nunca te la has jalado con tus amigos?
– No señor, nunca- repliqué y era verdad, nunca había estado en una situación semejante, mi corazón palpitaba agitado.
– Ven vamos, te ayudo- dijo al tiempo que sujetaba el short del elástico y lo jalaba hacia abajo, intenté detenerlo pero era más fuerte que yo, y pronto tuve el short junto con mi bóxer en las rodillas y me levantó las piernas para quitármelo completamente, dejándome desnudo de la cintura para abajo.
Intenté taparme la verga con mis dos manos.
– ¿Que te pasa?, vamos, no seas tímido, estamos entre hombres, sin pena.- me animaba.
– Es que la mía no es tan grande como la tuya y me da mucha pena.
– Vamos, todavía eres joven, ya crecerá más, te aseguro que tu verga es más grande que la que yo tenía a tu edad.- agregó.
La verdad lo dudaba, pero sus palabras me animaron y quité mis manos para empezar a masturbarme lentamente.
Puse mi vista a la pantalla, pero de reojo veía la verga de Rubén, no podía apartar la vista, me tenía hipnotizado, se veía tan imponente, tan gruesa, venosa y de la tremenda cabeza empezaban a salir algunas gotas de precum transparente que lubricaban la punta y parecía que brillaba, todavía más, la cabeza, Rubén se la jalaba hacia mi lado, como apuntando con la punta de su verga a mis ojos, aumentando mi turbación.
– ¿Y si nos la jalamos uno a otro?- preguntó de pronto.
– No sé, ya te dije que nunca lo he hecho- respondí nervioso.
– Vamos yo siempre lo hacía con mis amigos de la escuela y es rico- Dijo al momento que se acercaba al lado mío y me agarraba la verga, no me dejó ni responder.
Di un pequeño respingo al sentir su enorme mano en mi verga y empezó a masturbarme, no atinaba a hacer nada y con su mano agarró la mía y la llevó a su grueso miembro, cerró su mano sobre la mía con fuerza, haciéndome sentir la dureza y grosor de su verga, empezó a mover mi mano de arriba abajo, haciendo presión sobre mi mano, era la primera verga que tenía entre mis manos y la sensación fue alucinante, a pesar de lo dura que la tenía, la piel era suave y muy caliente, sentía el contorno del tronco y las hinchadas venas al momento de que mi mano subía y bajaba, incluso la sentía palpitar, después de unos segundos retiró su mano y yo continué con los movimientos masturbatorios, unos segundos después retiró su otra mano de mi verga y se recostó en el sofá con las manos entrelazadas en su nuca disfrutando el placer que le daba, seguí masturbando esa enorme verga como un autómata sin importar que Rubén había dejado de masturbarme, me recliné un poco y empecé a masturbarlo con ambas manos, mis manos subían y bajaban de ese enorme mazo de carne, ya no le prestaba atención a la película, mi vista estaba fija en la enorme y rojiza cabeza de su nabo.
– Así, ahhhhhhhh, me la jalas muy rico, tus manos son muy suaves- exclamó.
– ¿Te gusta?, ¿verdad?- agregó mirándome a los ojos, no respondí, pero era evidente que no apartaba la vista de su verga y que seguía masturbándolo por voluntad propia.
– Vamos, dale un besito, no seas tímido, te va a gustar- añadió sonriendo, eso era algo que nunca pudiera haber imaginado e hice oídos sordos, pero su brazo rodeo mi espalda y con su enorme mano me tomó de la nuca y empujó mi cabeza hacía la punta de su verga, intenté resistir, pero era imposible, que podía hacer un adolescente delgado y débil, frente a ese hombretón, pronto tuve la punta de su verga frotando mis labios, los apreté intentando detener lo inevitable, de la punta de su verga salía un líquido viscoso que quedaba impregnado en mis labios, la sensación no era del todo desagradable, la cabeza de su verga era muy tersa y caliente.
– Anda, abre la boquita, solo un besito- exclamó y empujando otro poco mas, forzó mis labios a abrirse, la punta de la cabeza se coló en el interior de mi boca, era tan gruesa que apenas cabía, un sabor salado inundó mi boca, pero no me desagradó, al contrario, sentir su rica verga en el interior de mi boca me excitó y empecé a saborear la cabeza de su verga.
– Así, chupa sin usar tus dientes- intenté hacerlo ahuecando la boca, mientras él empujaba mi cabeza de arriba y abajo, entrando cada vez más carne adentro de mi boca y la punta de su verga tocaba mi paladar, mis labios recorrían su prepucio hacía abajo.
El sabor de su verga me embriagó y empecé a succionar su miembro, saboreando el precum que salía de la punta, jamás me imaginé estar mamando una verga, antes me parecía algo asqueroso y ahora no dejaba de saborear su gran pedazo de carne, mamaba y succionaba con gula.
– Así, que rico, sabía que te iba a gustar mi verga– dijo lanzando un suspiro.
Sacó su verga de mi boca y me pidió lamiera sus huevos, me levanté del sofá y me hinqué entre sus piernas, tomé su verga con mi mano y lo empecé a masturbar con una mano, mientras acercaba mis labios a sus huevos grandes y pesados, saqué mi lengua y recorrí el saco de sus enormes huevos, me llegó un olor fuerte, un olor a macho, un olor que me excitaba, lamí sus huevos grandes y peludos, en forma alternada y luego recorrí el tronco de su verga hasta llegar a su frenillo y continuar con la hinchada cabeza, parecía una mamadora experta.
– Así, así, aprendes rápido, que rico mamas la verga, ven mírame a los ojos, me excita- expresó
Obedecí y seguí lamiendo la cabeza de su verga, mirándolo a los ojos y efectivamente era excitante, su rostro reflejaba una cara de placer, placer que le estaba dando a este macho, sonreía viéndome a los ojos maliciosamente, posó su mano en mi cabeza y la acarició en señal de agradecimiento, llegué a la punta y apretando su verga succioné el líquido viscoso y transparente que emanaba, lanzó un gruñido, eso lo volvió loco, su mano en mi cabeza me empujó hacia abajo, empujando su pelvis hacía arriba, sentí su verga hundirse en mi boca, muy profundo, la sentí recorrer mi paladar, hasta tocar mi campanilla, sentí náuseas y miedo, me costaba respirar y traté de zafarme, no me dejó, en vez de eso empezó a meter y sacar su verga de mi boca, mis ojos se llenaron de lágrimas, Rubén gemía como loco y me la sacaba hasta la punta y me la volvía a enterrar, respiraba con apuros cuando me la sacaba para no ahogarme antes de que me la volviera a enterrar hasta la garganta, me fui acoplando y empezó a gustarme sentir su enorme verga llegando tan profundo, sus gemidos se hicieron más fuertes, prácticamente gruñía, y respiraba en forma entrecortada hasta que me dio una última embestida hasta lo más profundo de mi boca y dando un grito lanzó el primer trallazo de semen directamente en mi garganta, sentí que me ahogaba, Rubén aflojó la presión en mi cabeza permitiendo que saliera su verga de mi boca, el semen en mi garganta, era muy viscoso y estaba tan dentro de mi boca, que no podía escupirlo, me causaba náuseas, intenté tragarlo, era tan espeso que tuve que tragar mucha saliva para poder digerirlo y resbalara por mi tráquea hasta mi estómago, lanzó mas chorros de caliente semen, chorros que se estrellaron en mi cara, tuve que cerrar los ojos para evitar que cayera dentro de ellos, mi cara quedó llena de su néctar y me restregó la verga por toda la cara, impregnando mi piel con su esperma, como si de una mascarilla de semen se tratara, riendo expresó:
– Te puse una mascarilla de leche, dicen que es bueno para suavizar la piel.-exclamó sonriendo pícaramente
Me levanté y me senté en el sillón desfallecido, me dolía la quijada y sentía el sabor de su verga y su semen en mi boca, mi corazón latía apresuradamente, jamás hubiera pensado estar en esa situación, pero a pesar de todo lo había disfrutado, después de unos segundos de reposo abrí los ojos y Rubén me miraba sonriendo, sentía mi cara pegajosa de semen.
– Estuvo tremendo, me encantó, tienes una habilidad natural para mamar que pocas putitas tienen, sabía que eras un putito, desde que te vi como mirabas las revistas gay, pero no me imaginé que fueras tan bueno, no puedo creer que sea la primera vez que mamas una verga.
Allí me di cuenta que me había descubierto viendo las revistas gay desde el principio y que todo lo que había pasado había sido parte de su plan. Me sentí estúpido, pero al mismo tiempo ya no tenía sentido ocultar que me atraían las vergas y no me disgustó que me dijera putito, eso había sido, un putito que le había mamado la verga.
Tomé mi short entre mis manos para ponérmelo e irme, pero me lo arrebató y me dijo:
– ¿A dónde crees que vas?.
– Te dije que tenía un compromiso- repliqué.
– Pues tendrá que esperar, no hemos terminado, todavía falta que te estrene el culito.
– ¿El culo?, No, dicen que eso duele mucho, y no creo estar preparado, tu verga es muy larga y gruesa, no creo que pueda-
– Bromeas, claro que puedes, ¿viste tu forma de mamar?, eres un putito innato, aprendiste a mamar por puro instinto, te aseguro que te va a encantar que te den por el culo y que vas a aprender a moverlo y dar placer a los machos como una puta profesional.
– Es que nunca me han cogido y tu verga es tan larga y gruesa, no creo que me entre y si lo haces me puedes romper el culo- exclamé mis temores.
– Por eso tienes suerte que sea yo quien te desvirgue, soy un experto abriendo culitos primerizos, no te preocupes por el tamaño de mi verga, seré paciente y dilataré tu culito hasta que te entre, chillarás de placer cuando mi verga te recorra por dentro.
– Me levantó del brazo y me llevó a su dormitorio, casi a la fuerza, mis piernas temblaban de miedo, al llegar me quitó mi playera y el también se quitó la suya, quedando completamente desnudos, se sentó en la cama y me hizo dar vuelta.
– Madre mía, tienes unas nalguitas muy lindas, definitivamente no son de hombre, tan redonditas y suaves, no me equivoqué, naciste con culo de mujer, un culo para dar placer a los hombres, y que te dará mucho placer.
Apretó cada una de mis nalgas palpando la firmeza y suavidad de mi piel y luego dio una suave mordida a cada una de ellas, mentiría si dijera que no fue excitante, expresó:
– Vamos a ver tu tesorito, nene.
Sentí que abrió mis nalgas y se quedó contemplando mi rincón más secreto.
– Ufff, tienes un lindo culo, tu agujerito se ve tan rico, cerradito, tierno y sin ningún pelo, ya me la pusiste bien dura, definitivamente un culito que hasta una hembra quisiera.
De pronto sentí la punta de su lengua y todo mi cuerpo se estremeció, mi esfínter se contrajo involuntariamente y no pude evitar dar un suspiro.
– Vaya, te gustó, te dije que tu culito te va dar un placer que no puedes imaginar, ven vamos a prepararlo- me dijo al momento que tomaba una almohada y tomándome de la cintura me acomodaba en la cama boca abajo con la almohada, bajo mi cintura.
Me sentía extraño en esa posición, jamás hubiera imaginado estar así con un macho a mi espalda, temblaba de miedo, pero al mismo tiempo deseoso por todo lo que me decía, palabras que derrumbaban mi resistencia, pensé que en ese momento me iba a empalar, pero en lugar de eso sentí un nuevo lengüetazo que me sacó otro gemido de placer, seguido de otro y otro más, me estuvo lamiendo el hoyito como 10 minutos y era delicioso, jamás pensé que mi culito pudiera darme tanto placer, después empezó a empujar la punta de su lengua contra mi cerrado agujerito, sentí que mi esfínter se abría y la punta de su lengua se introducía dentro de mí, mis gemidos se intensificaron, el acabose ocurrió cuando me abrió las nalgas y metiendo su cara entre ellas empezó a lamer con mucha rapidez mi anito y dar chupetones succionando mi orificio, todo mi cuerpo empezó a temblar y dando un fuerte gemido me corrí entre las sábanas en forma inesperada, espasmos recorrían mi cuerpo, nunca pensé que mi cola me pudiera dar tal placer, sentía mi esfínter contraerse y palpitar.
– Te corriste cabrón, te corriste como una hembra, te lo dije, naciste con un culo para gozar y ser gozado
Quedé recostado y Rubén se levantó, vi que sacaba un frasco de un cajón, volteé a ver qué pretendía hacer con ese frasco y al ver mi dubitativa mirada me explicó.
– Es lubricante, ayudará a ponerte la colita más suave y que mi verga entre mejor en tu culito.
Sentí que nuevamente me abría las nalgas y un líquido frío cayendo en medio, cerré los ojos pensando que ahora sí me empalaría, pero en lugar de eso, sentí sus dedos masajeando la entrada de mi orificio, y empujó la punta de uno de ellos, sentí raro y apreté las nalgas.
– Tranquilo, relájate, solamente es la punta de mi dedo, no aprietes, te tengo que dilatar la colita para que pueda entrar mi verga.- me explicó
Intenté relajarme y entró la mitad de su dedo índice.
– Ufff, que apretado y suave tienes el culito, aprietas rico mi dedo, en verdad tienes cerradito el culito, va a costar abrirlo, pero seré paciente, solo relájate y disfruta.
Empezó a mover su dedo en forma circular y luego lo sacaba y ponía más lubricante, me empezó a gustar sentir sus caricias, hasta que sentí que su dedo entraba completamente y empezó a meterlo y sacarlo y moverlo circularmente, me fui relajando, la sensación de su dedo acariciándome por dentro me daba un inmenso placer, después de unos minutos metiendo y sacando su dedo intentó meter otro, pero me dolió y nuevamente apreté la cola, fue paciente y volvió a dedearme con un dedo y ponerme más lubricante, intentó varias veces meterme un segundo dedo, pero cuando notaba que me dolía desistía y volvía a intentar, hasta que por fin, entraron los dos dedos y solamente sentí un poco de incomodidad, no precisamente dolor, poco a poco mi culito se iba abriendo, después de un rato ya entraban y salían con facilidad sus dedos, los abría como en tijera añadiendo más lubricante que resbalaba por sus dedos y entraba directamente en mi culo, sentía mi culito bien flojito y abierto, era un experto, sacó sus dedos y deduje que la hora de la verdad había llegado, perdería la virginidad con ese hombre, y estaba deseoso que así fuera.
Se echó lubricante en la verga y empezó a recorrer mi rajita, de arriba abajo, me decía:
– Relájate, relájate y pon la colita flojita- empujaba ligeramente con la punta de su verga sobre mi hoyito, sin introducirlo, el contacto de la tersa cabeza con mis pliegues anales era delicioso, suspiraba de placer, aflojé el cuerpo y me puse a disfrutar
Cuando me vio completamente entregado y relajado, abrió mas mis piernas y haciendo presión en mi espalda hizo que empinara más la cola, se recostó sobre mi cuerpo y me susurró al oído:
– Lista para dejar de ser virgen y convertirte en mi hembra.
Afirmé con la cabeza y realizó el primer intento por introducirse en mí, mi culo se resistía, en el primer intento su verga salió disparada hacia arriba, volvió a intentar y nada, estuvo intentando como cinco minutos vencer la resistencia de mi cerrado agujerito, sin éxito, a pesar de que trataba de cooperar relajando mi cuerpo lo más posible.
Se levantó y trajo otra almohada que puso bajo mi vientre y volvió a ponerme más lubricante y a dedearme con dos dedos, ya chorreaba lubricante entre mis piernas, puso más lubricante en la verga y nuevamente se recostó sobre mí, tomando una de mis piernas y alzándola hacia adelante.
– En esta posición estarás más abiertito.
Nuevamente empezó a empujar y ahora sí sentí que la cabeza de su verga vencía la resistencia de mi esfínter y empezaba a entrar, era enorme, me dolía e intenté zafarme, pero él me tenía bien sujeto y me seguía susurrando al oído:.
– Quieto, quieto, Relájate, no aprietes y aunque duela un poco, sigue flojito, confía en mí.
Así lo hice, no podía hacer otra cosa y siguió empujando, pronto sentí que mi esfínter se agrandaba hasta coincidir con el diámetro de su enorme hongo y lo dejaba pasar, cerrándose sobre el tronco, el dolor era muy fuerte, grité y gruesas lágrimas rodaron por mis mejillas, con su mano tapó mi boca y me susurró al oído.
– Tranquilo, ya lo peor pasó, la cabeza es lo mas grueso y lo más difícil que entre, sé que te duele, no me voy a mover hasta que pase el dolor, confía en mí y relaja el cuerpo.
Todo me daba vueltas, el dolor en mi culito era tremendo, pensé que de un momento a otro me desmayaría, era imposible zafarme, me tenía completamente dominado, así que lo único que podía hacer era confiar y relajarme con la esperanza de que el dolor disminuyera, efectivamente el dolor fue disminuyendo poco a poco, sentía la cabeza de su verga palpitar en mi interior completamente abrochada a mi culo, mientras el largo tronco esperaba con paciencia su turno para perforarme, después de un rato el dolor disminuyó y mis gritos fueron perdiendo intensidad, mi culito ardía pero era soportable, me preguntó al oído.
– ¿Todavía duele‽
– Si, duele, pero ya no tanto.
– ¿Puedo avanzar?.
– Si, muy despacio por favor.-Afirmé
Soltó mi pierna levantada hacia adelante y empezó a pellizcarme suavemente los pezones, su boca se apoderó del lóbulo de mi oreja y empezó a moverse muy lentamente, apenas avanzaba dos milímetros y retrocedía uno, poco a poco iba entrando esa enorme verga en mi interior, sentía como los pliegues internos de las paredes de mi culo iban cediendo, conquistando mi culo para siempre.
– Tu culo es delicioso, es tan caliente, suave y apretado, el mejor culo que haya cogido en mi vida, ya tienes media verga dentro, ¿La sientes?
Claro que la sentía, pero lo que me alarmó fue que dijera que solamente la mitad de su verga había entrado en mi culo, sentía mi culo completamente lleno de carne, a punto de explotar, a partir de este momento los embistes se fueron haciendo más largos, hasta dejar solamente la cabeza dentro y embestirme avanzando un poco más en cada embiste, con suavidad y lentitud, el roce de su verga contra mis paredes internas me daba placer y empecé a gemir, así me fue penetrando hasta que sentí que había llegado al fondo de mi culo y no podía avanzar más.
Me asusté cuando me susurró al oído.
– Ya casi entra toda, falta un poquito.
De pronto, dando un golpe de cadera, me la enterró hasta los huevos y sentí que algo se abrió muy dentro de mi cuerpo, di un grito de dolor.
– Tranquilo, ya entró toda, ya eres mi hembra, tu virgo me pertenece, relájate, voy a esperar a que tu culito se amolde a la longitud de mi verga para empezar la cogida.
Empezar la cogida, pensé, entonces que había sito todo lo anterior.
Cuando sintió que ya mi culito se aflojaba, nuevamente empezó a moverse, me culeaba con embestidas lentas, suaves y profundas, que me hacían delirar de placer, ahora sabía lo que quiso decir con iniciar la cogida.
Cada que me ensartaba la verga, sentía que la cabeza de su verga estimulaba algo dentro de mí, que me hacía retorcer y gemir de placer, después supe que estaba estimulando mi próstata, ya no me importó el dolor, el placer era infinitamente superior, quería sentir ese placer siempre, estar siempre ensartado por su verga.
– ¿Te gusta? – me interrogó
– Sí, aghhhhh, me gusta aghhhh – respondí con la voz entrecortada por mis gemidos.
– Gracias por entregarme tu virginidad, soy tu primer macho y eso nunca se olvida, te aseguro que tampoco olvidaré esta cogida, ningún culo ha sido tan tierno, suave, caliente y apretado, el placer que me da tu culito es riquísimo, que rico aprietas mi verga, ¿Puedo cogerte un poquito más rápido?
– Siiiiiiiiiii, aghhhhh, – respondí, entre gemidos.
Así lo hizo, empezó a acelerar poco a poco el ritmo, siempre con gentileza, me apretaba contra su cuerpo y me susurraba palabras al oído que me excitaban al máximo, succionaba mi oreja y besaba mi cuello, el golpeteo en mi próstata se hizo más constante y cerré los ojos, estaba en otro mundo, sus huevos chocaban con mis nalgas en cada embestida, sentía cada centímetro de carne dura y caliente entrar y salir de mi culo, abriéndo mis carnes en una forma suave y continua, por primera vez en mi vida me sentí mujer y me dí cuenta que el placer que sienten las mujeres es infinitamente superior al de los hombres.
De pronto, me la sacó completamente y se arrodilló detrás de mí.
– Wauuuuu, que cogida más rica, date vuelta amor que te quiero coger como hembra, boca arriba, viéndote a la cara.
Parecía haber adivinado mis pensamientos de sentirme mujer, di media vuelta y alzando mi pelvis puso una almohada bajo mi cintura, abrió mis piernas y se colocó entre ellas, alzó una de mis piernas y la empujó contra mi pecho y buscó con su verga la entrada de mi culo, mirándome directamente a los ojos, empezó a presionar, nuevamente sentí como mi esfínter se abría y entraba la cabeza de su verga, con mínimo esfuerzo, ardió un poco, pero no me quejé, al contrario, disfruté ese rico ardorcito de mis carnes estirándose y abriéndose para dar paso a su grueso cilindro de carne, disfrutando cada centímetro que entraba de su verga, hasta que sus huevos chocaron con mis nalgas y un gemido escapó de mi boca, un cúmulo de sensaciones me invadía y cerré los ojos, dando un suspiro.
– Lindo, anda, abre los ojitos, quiero que me veas a la cara mientras te cojo.- Me recriminó
Abrí los ojos, su cara reflejaba deseo y lujuria, tenía una sonrisa de triunfo, me miraba a la cara detenidamente, estudiando mis reacciones cada vez que me penetraba, me la sacaba y empalaba profundamente con maestría, arremetiendo contra mi próstata y sacándome intensos gemidos de placer, me sentía en el cielo y sin querer mi voz se volvió más fina:
– Ay Rubén, así, ay, sigue, cógeme.
Mi cara reflejaba el intenso placer que sentía y Rubén sonriendo expresó.
– Me encantan las muecas de placer que haces,
– Tienes un culito tan rico que me gustaría cogerte todo el día y toda la noche, aprietas tan rico mi verga, no quiero cogerte más rápido porque me vas a hacer correr y no quiero, quiero disfrutarte todo lo que pueda, aguanta.
Yo tampoco quería que parara nunca, me encantaba sentirlo moverse encima mío, mi verga estaba aprisionada entre su cuerpo y el mío y era estimulada cada que me embestía.
Me estuvo dando por el culo un largo rato, en forma pausada y sin acelerar el ritmo, su cara se ponía cada vez más roja y el sudor escurría por su frente, se inclinó y acercó su boca a la mía y me dio un beso muy cachondo en los labios, me sorprendió y no supe cómo corresponder, solamente abrí la boca y sentí como su lengua se deslizaba dentro de mi boca, hurgando y recorriendo mi lengua y paladar, eso me puso más caliente todavía y correspondí a su beso, besando sus labios con pasión, nunca pensé que un beso de hombre pudiera ser tan excitante.
El peso de su cuerpo sobre el mío me hacía sentir dominado y sometido, pero me encantaba sentirlo, su boca no paraba de besarme suavemente mordiendo mis labios, sin dejar de empalarme, su lengua se fundía con la mía, ambos sudábamos y lo escuchaba jadear, su cara frente a la mía, no dejaba de halagarme y halagar mi culo, me gustaba todo lo que me decía , pero tenía claro que el maestro era él, ya tenía como media hora cogiéndome boca arriba, cuando me dijo.
– Ya no puedo aguantar más, me voy a correr princesa, voy a preñar tu rico culito.
Fue acelerando el ritmo, las penetraciones se hicieron más rápidas y profundas y el golpeteo en mi próstata se intensificó aumentando el placer que sentía y tampoco pude aguantar, empecé a temblar y mis ojos se pusieron en blanco, mi verga empezó a lanzar chorros de semen entre nuestros cuerpos sudorosos, espasmos recorrían mi cuerpo, fue un orgasmo muy intenso, mi segundo orgasmo como nena.
– ¿Te corriste?- preguntó como si no hubiera sido evidente y le contesté afirmativamente.
– Siento tu leche tibia entre nuestros cuerpos y se siente rico, prepárate porque ahora voy yo y te voy a llenar de mi leche.
Me empezó a taladrar a un ritmo infernal, hasta que lanzando un gruñido, me la enterró hasta el fondo y lanzó su primer trallazo de semen, muy caliente, su cara estaba desencajada, parecía un rictus de dolor, pero sabía que era todo lo contrario, sacó su verga hasta dejar solo la cabeza dentro y lanzó otro chorro de leche calientita, seguido de otro, y otro, fue una sensación increíble sentir su leche caliente llenándome por dentro, sentí como si el calor de su semen se extendiera por todo mi cuerpo, después me empaló profundamente para lanzar su chorro final, tenía mi culo lleno de leche, me dio un beso sin sacar su verga de mi interior y me agradeció nuevamente, así estuvimos unos minutos, aunque había terminado de correrse, seguía embistiéndome, sentía las pulsaciones de su verga moviéndose dentro de mí, abrazados y exhaustos, diciéndome lo mucho que había gozado y que había sido la mejor cogida de su vida, que nunca, ni con ninguna mujer había gozado, poco a poco su verga fue perdiendo dureza y tamaño en mi interior hasta que salió de mi culo, haciendo un plop al pasar la cabeza por mi esfínter, seguido de un chorrito del líquido tibio que escapó de mi culito y escurrió entre mis nalgas, se echó a un lado mío y expresó:
– Ha sido maravilloso, quiero seguir cogiéndote, ¿podríamos echarnos otro palo? – preguntó.
– No, la verdad me arde mucho el culo y ya es tarde.
– Cierto, perdóname por hacerte perder tu compromiso.
– Lo del compromiso era mentira, lo dije porque tenía miedo de estar contigo y no quería tardar mucho, pero ya es tarde y mis padres deben estar preocupados- confesé
Intenté levantarme pero al ponerme de pie mi cara reflejó un rictus de dolor, tenía el culo muy irritado y me ardía al moverme, amablemente me tomó del brazo y me ayudó a llegar al baño, sentía las nalgas pegajosas y su semen escurría por mis piernas, me senté en la taza y descargué la leche depositada en mi interior.
Me veía a la cara y me dijo.
– Se que te duele, pero es porque fue tu primera vez, a la siguiente ya no te dolerá tanto y podrás aguantar dos palos y más.
– Prometiste que no me iba a doler- le recriminé
– Nunca dije eso, te prometí que te iba a gustar y te volvería loco de placer -respondió
– Pero me dijiste que eras un experto en abrir culos vírgenes, no pensé que me fuera a doler tanto- agregué
– Lo soy, fui muy paciente contigo a pesar de ser tan estrecho, cualquier otro macho te hubiera reventado el culo y tu desvirgue hubiera sido muy doloroso, incluso podrías haber ido al hospital con una hemorragia interna, es mentira que cuando se desvirga un culo de hombre tiene que sangrar igual que el virgo de una mujer-expresó
Era verdad, al terminar de descargar su leche me limpié con papel higiénico y no había rastros de sangre.
– Me ayudó a bañarme como a un bebé pero le pedí no mojar mi pelo, no podría llegar con el pelo mojado, no podría dar una explicación, salimos de bañar y me ayudó a secarme, muy caballeroso, antes de salir del baño, volví a lavarme la cara y la boca, sentía la sensación de tener el aroma y sabor de su verga en mi cara y boca.
Salimos del baño y antes de ir por mi ropa, me pidió revisar el culo, me pidió acostar y sacó una pomada de un cajón, abrió mis nalgas y exploró mi maltrecho agujero.
– Ufff, lo tienes al rojo vivo y un poco inflamado, pero no parece un daño mayor, te pondré una pomada que te ayudará con el dolor y en un par de días estarás como nuevo, bueno, casi nuevo- expresó sonriendo.
Empezó a aplicar la pomada y sentí que fue un bálsamo refrescante, al tiempo que me adormecía mi agujero y disminuía el dolor.
Me ayudó a vestirme y antes de salir me dio el botecito de pomada.
– Póntelo hoy en la noche y mañana al levantarte después de bañarte.
La guardé rápidamente en el bolsillo y salí a la calle.
– Espero que no sea la última vez que nos veamos. – dijo al momento de salir
No respondí, tampoco sabría si habría alguna otra vez, pasé por el centro de la ciudad, a esa hora con mucha más gente que en la mañana, caminaba a paso lento, debido al ardor en mi culo, intentando caminar en forma normal, me imaginaba que todos se me quedaban viendo, adivinando que me acababan de romper el culo, sentía un flujo que escapaba de mi anito y dejaba pegajosas mis nalgas.
Llegué a casa y mis padres me reprendieron por llegar tarde, les expliqué que después del partido me habían invitado a comer y se me había hecho tarde, nuevamente me recriminaron por no avisar y porque habían preparado mi comida y la tenían en el micro, les di las gracias, pero que no tenía hambre y que me iba al mi cuarto a descansar, no me insistieron y me encerré en mi cuarto.
Tenía sentimientos encontrados, por un lado me sentía culpable por haberme dejado coger, no deseaba ser puto y ser el escarnio de la sociedad, por otro recordaba la rica cogida que me habían dado y quería volver a sentirla, así me fui quedando dormido.
Al otro día amanecí mejor, al quitarme el bóxer para bañarme, descubrí que tenía una mancha de semen endurecido justo en la zona en medio de mis nalgas, señal de que todavía quedaban restos del semen de Rubén en mi interior, así que lavé el bóxer a conciencia y lo escondí para que se secara y no lo descubriera mi madre, el ardor y la inflamación en mi culo había disminuido, todavía sentía la sensación de mis pliegues internos adormecidos y unas ligeras punzadas que me recordaban la enorme barra de carne de Rubén, la sensación duró algunos días más, hasta que me recuperé completamente.
Me juré a mi mismo no ir nunca más con Rubén, pero al final pudo más mi deseo de ser nuevamente su puta.
Habían pasado unas semanas cuando llegué nuevamente a su local, me recibió con una gran sonrisa y expresó.
– Hola, Carlos, que gusto volver a verte, te he extrañado mucho.
Me sentía nervioso y no me salían las palabras, no es fácil decirle a un extraño que has ido para entregarte y ser su putito, pero no hizo falta, adivinó a qué iba y sonriendo me dice.
– ¿Entonces que? ¿El domingo en mi departamento a la misma hora‽
Afirmé con mi cabeza y solamente sonrió. La cita estaba sellada.
Fue mi amante por dos años, a partir de entonces fui su puta los domingos hasta que me tuve que ir a estudiar a la ciudad de México.
Con el tiempo me di cuenta que había caído en las garras de un depravado sexual que le encantaba coger y desvirgar jovencitos, pero al mismo tiempo di gracias a que así haya sido, ya que era un experto en las artes amatorias y había sido la persona ideal para desvirgarme, aprendí mucho con él y me enseñó a gozar con mi cuerpo al máximo.
También aprendí que no era realmente gay, si no bisexual, algo que en aquel entonces no sabía que existía, me enamoré de una mujer y me casé, pero nunca he dejado de tener encuentros con otros hombres.
Relato basado en experiencia enviada por un lector.
Para comentarios o si me quieren contar sus experiencias y fantasías, me pueden escribir a [email protected].
Como sigue?
Uufff… que delicia de relato.. Me encanta como ha iniciado esta historia.
Joder como me has puesto, excelente relato, bien escrito y bien contado. Me recordó mi desvirgación y mis primeras veces, esa sensación cuando vas caminando de que todo el mundo te mira y saben que te acaban de romper el culito, y luego viene la aceptación y vuelves para que ese macho te siga haciendo su putita. gracias por el relato.