Un poco de alcohol para lubricar
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
En general, cuento cómo tuve mi primera experiencia con un primo tres años mayor que yo, Alan, quien vivía con mi familia. Bastante guapo, estudiando la preparatoria, muy delgado pero con un cuerpo rico, alto, cabello negro y largo, ojos cafés claros y vello facial, le hacían ver como un adolescente hermoso y lleno de energía. Sólo le di sexo oral y besos profundos en todas partes.
Me confesó que le gustaba mucho y yo empecé a quererlo a él de esa manera sexual. Luego de nuestro primer encuentro, tuvimos sexo varias veces durante ese cuatrimestre, pero les contaré sólo cuando me desvirgó el trasero, porque fue la experiencia más increíble de esos momentos (luego de ello no le di mi culo a nadie en mucho tiempo). Como mencioné en el anterior relato, yo ya tenía un cuerpo levemente definido, atlético pero con las facciones de un chico. Estaba bronceado y tengo los ojos negros, soy blanco y en esos momentos tenía el cabello corto. Por lo que me decía mi primito Alan, tenía unas hermosas nalgas que llenaban bastante bien mis bañadores.
La segunda vez que me quedé solo y sabía que no vendría nadie en un buen rato, me volví a poner una trusa, esta vez compré una blanca. Cuando lo fui a buscar, mi primo no estaba. Le llamé a su teléfono móvil (aquí le decimos celular) y a pesar de que me contestaba, parecía estar en una fiesta porque nunca me escuchó. Llegó como a las siete, y me di cuenta porque azotaron la puerta, cuando salí a abrirle, vi que estaba muy tomado, y venía con un amigo. Entró y fue directamente a su cuarto, muy feliz por cierto y yo le ayudé a llegar. Su amigo se tumbó en el sillón de su cuarto y se quedó dormido. Él no me soltó y caímos en su cama, él encima de mí, empezó a besarme como sólo él sabía hacerlo. Pronto bajó y me quitó el pantalón deportivo muy rápido, notó mi erección en la nueva trusa. La frotó y la lamió, salivándome el traje de baño. Sentía increíble. Empezó a chupármela, lo hacía increíble, me lamía desde los testículos hasta mi glande fuertemente, y después me lengüeteaba el frenillo y el meato muy rápidamente mientras me veía a los ojos, esos ojos hermosos. Después me levantó y me bajó la trusa, pero no me la quitó, mis nalgas resaltaban más y empezó a meter sus dedos en mi ano.
Empezó con dos, los sacó y me echó lubricante, la sensación al volverlos a meter con eso era para mí tan placentera, más cuando siguió tragándose mi verga y cada vez más rápido, más profundo. No aguanté más y me corrí, pero no le avisé, parece que mi jadeo le indicó lo que iba a ocurrir, porque se retiró para que le cayeran mis chorros calientes en su pecho. Me tomó de la nuca y me acercó a él, yo empecé a lamerle toda mi leche. Honestamente no me gustó, el sabor era algo fuerte, por lo que sólo me embarré los labios y las mejillas. Luego de que me limpié en su baño, regresé y estaba totalmente desnudo y se estaba masturbando. ¡Su delgadez me confundía, porque su pene realmente parecía enorme, pero no era totalmente ya un hombre! Lo impresionante también era su amigo, quien estaba profundamente dormido ahí en el mismo cuarto. Mi primo seguía alcoholizado, porque encendió su aparato de sonido y empezó a sonar su música electrónica (creo que era Livin’ my Life de Sylver, luego me burlaba de que tenía un disco de esa música siendo un chico skater). Bastante fuerte como para que su amigo despertara, aun así me lamió la boca, repitiéndome que le encantaba mi boca, mis labios.
Estaba tan excitado con sus increíbles lamidas, tuve nuevamente otra erección, de pronto me le trepé, me abracé a él con mis brazos y mis piernas, él dio vuelta y me echó a la cama, me abrió las piernas y me quitó la trusa para poder lamerme ahora el ano. Estaba otra vez en el cielo, porque metía su lengua a lo más recóndito de mi cuerpo. Se detuvo un momento y me miró con una amplia sonrisa, -tienes un culo muy limpio, muy rico, primito-, me dijo. Claramente, hacía unos días que había checado en Internet lo necesario para prepararme para tener sexo anal, ¡gracias a Dios que vivo en la era de la Información! Luego empezó a meterme sus dedos con mucho lubricante, pero esta vez metía y sacaba sus dedos cada vez más rápidamente, tenía una sensación de que me correría otra vez, pero no sucedía. Yo estaba boca arriba y me puso mis piernas sobre sus hombros, estaba listo. Por la fuerte frotada en el ano con sus dedos, mi hoyo estaba ligeramente adormecido, por lo que no me dolió que me penetrara ligeramente y él al lograr meter gran parte de su verga erecta, tenía una cara y un semblante inolvidable. Se sentía muy raro, incómodo en verdad, pero parecía que mi primo tenía más experiencia de la que me imaginaba porque empecé a sentirme totalmente orgasmeado.
Empezó a darme más duro, cada vez más rápido y más feroz. Su cabello era muestra clara de la fuerza y velocidad de la vibración y sincronía que nuestros cuerpos estaban experimentando. Empecé a sentir cierto dolor y me salieron algunos quejidos, pero también sentía placer y más aún cuando veía el rostro del chico que me estaba dando bien fuerte, tan perfecto. Bajó su velocidad y ahora me daba lentamente, pero cada vez más profundo y me la dejaba adentro más tiempo, realmente sentía un fuerte dolor, pero mi cara le ha de haber excitado tanto que sacó su verga, se quitó el condón y se vino totalmente en mí, sus chorros llegaron hasta la cabecera de su cama, lo demás quedó en mi pecho y barriga. Yo seguía con una gran erección, me empezó a masturbar ahí tirado y me metió nuevamente su lengua en mi boca, con lo que no pude más y me vine, nuestro semen se combinó y él al acostarse sobre mí se llenó de semen también.
Me dijo que me trepara a él como lo había hecho antes, y me llevó hasta su baño. Ahí me bañó, y yo lo bañé. Lo hicimos lentamente para disfrutar de nuestros cuerpos. Me fijé de su vellosidad que cubrían sus piernas y sus brazos, no hice otra cosa que besar sus brazos y tomarme el agua que caía de la regadera y acariciaba su velluda piel.
Terminamos y me fui a mi recámara. Me quedé totalmente dormido. Me alegré de haber hecho añicos el tabú de mi primo.
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