Un reemplazo para mi hermano…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por shillycat.
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Ensalivé mi dedo medio lo más que pude para intentar introducirlo.
A pesar de estar solo en mi cuarto, sentía algo de vergüenza de estar así.
Recostado en mi cama, desnudo, abierto de piernas jugando con mi entrada.
Si mi hermano se enterase probablemente se burlaría de mí.
Antes de que se fuera a la universidad él me cogía casi todos los días.
Nuestra relación fue así cerca de dos años, la mayoría de las veces me molestaba que lo hiciera.
Pero ya no, ya no lo odiaba por hacerlo.
Ahora lo deseaba, lo daría todo por volver a sentir su pene duro latiendo dentro de mí y que todo fuese como antes.
La idea me excitaba bastante, ensalivé y metí un segundo dedo, comencé a moverlos de adentro hacia afuera más rápido y lo más profundo que podía, dolía un poco pero no me importaba, a él tampoco le importaba mucho si me llegaba a lastimar o no.
Había pasado unos tres meses desde que mi hermano se fue, desde la última vez que tuve sexo y yo quería más.
Sentía mi cuerpo caliente, empecé a pellizcar mis pezones con la otra mano, el placer agudo que me provocaba esto junto con el roce constante en mi esfínter me hacía querer más que solo mis dedos, quería ser cogido de nuevo, era en lo que más pensaba últimamente.
Estaba muy excitado, llevaba unos minutos masturbándome de esa manera –la única que conocía- cuando escuche la puerta.
Probablemente mi mamá o mi tía.
Debía parar.
Me puse la toalla y me metí a ducharme.
Odiaba no poder seguir, Me habían interrumpido todas las veces que me había intentado masturbar, –el apartamento donde vivíamos solo tenía dos cuartos; uno para mi tía y el otro para mi mamá y yo- odiaba no poder tener el lugar para mí solo.
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Salí, me vestí y pasé a la sala a usar el computador.
Mi tía estaba allí viendo televisión.
Normalmente el ducharme me bajaba la calentura, pero esta vez no fue así -A pesar que mi tía se podía levantar del sillón y ver que hacía en el computador, no me importo- Decidí entrar a un chat gay por primera vez, cosa que llevaba pensando desde hacía un tiempo pero no me animaba por miedo.
Pero esta vez mi calentura pudo más que el miedo.
Santi_11 fue mi Nick, no sabía muy bien que esperar o que decir, pero no tardaron en lloverme los mensajes.
A pesar que me excitaba muchas de las cosas que me decían, comencé a ignorar a todos los que no fuesen de mi ciudad, ya estaba firme en mi decisión: quería conocer a alguien que me pudiera coger.
Agregue a unos cuantos a Skype y video-chateé con uno de ellos, Andrés, de unos veintiocho años.
Mientras hablábamos el no dejaba de decirme lo lindo que le parecía y lo femenino que me veía con el flequillo castaño hacia un lado -yo solo reía y me sonrojaba-.
De todos, con él fue con quien más me sentí cómodo y quien más me calentaba.
Tranquilo bebé yo te voy a follar hasta dejarte satisfecho y rogando por una segunda vez.
Me pidió que me desnudara en cam, obviamente yo no podía con mi tía a unos metros de mí.
Él lo entendió y aun así procedió a quitarse la camisa de forma lenta pero natural.
Pude ver su abdomen marcado y sus pectorales firmes bajo sus clavículas –era delgado y algo musculoso-.
Se levantó de la silla y pude ver que estaba en ropa interior, pude ver su pene marcándose por sobre el bóxer, mientras lo agarraba me preguntó si quería verlo.
Asentí suavemente a través de la cámara mientras saboreaba mis labios.
Voy a hacer algo más que mostrártela, cuando nos veamos te voy a dar mi verga entera para ti solito, tu solo dime cuando.
Escogimos la fecha más próxima que pudimos.
Poco menos de quince días.
Ese viernes no podía venir lo suficientemente rápido.
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Tenía la excusa perfecta para verme con Andrés.
El cuatro de abril cumplía años mi tía, con el pretexto de buscarle un regalo pedí permiso y dinero para salir el viernes.
Andrés y yo estuvimos hablando por teléfono o chateando desde que nos conocimos.
Él era bastante dominante pero –a diferencia de mi hermano- no era nada agresivo.
Por el contrario, siempre que hablábamos me hacía sentir seguro, ganoso y deseado.
Confiaba que no me haría daño.
Habíamos quedado en un parque cerca a su casa a las tres de la tarde.
Yo llegué del colegio a las dos, me duche, me arregle y Salí.
El viaje en autobús era de unos treinta minutos.
Desde que lo conocí había estado deseando que llegara la hora, la noche anterior casi no podía dormir de las ganas que le tenía.
Desde que decidimos que íbamos a tener sexo el me pidió que no me masturbara, que me quería tan caliente y desesperado como fuese posible, para así disfrutar más de su verga, me calentaba la idea de solo pensarlo, pero en ese momento, en el autobús, estaba más nervioso que otra cosa.
Baje del bus y lo vi sentado en una banqueta del parque.
El me vio y me sonrió.
Eres mucho más bajito de lo que te imaginaba.
No supe cómo reaccionar.
Pero también mucho más lindo.
Sonreí, el me acaricio el pelo y entablamos conversación rumbo a su casa.
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En el momento que entramos a su apartamento me volvieron los nervios, habíamos estado hablando muy casualmente y me había olvidado de lo demás, pero ya era hora.
A lo que veníamos… y yo no sabía qué hacer.
Andrés cerró la puerta y se sentó en el espacioso sofacama de su sala.
Tranquilo –sonrió- no pasa nada.
Ven -hizo espacio para que me recostara a su lado- mejor ponte cómodo.
Respire profundo tratando de no parecer tan nervioso y me hice a su lado.
El empezó a jugar con mi cabello delicadamente.
Calma bebe no te tienes que preocupar de nada.
Me relajaba mucho la forma en la que me trataba.
Acerco su rostro al mío, yo le correspondí, cerré los ojos, y comenzamos a besarnos.
Era mi primer beso pero no me cohibí, sabía que solo debía seguir su ritmo, dejar que él guiará la situación.
Podría seguir besándolo todo el día, me encantó la sensación de sus labios sobre los míos, el sutil tacto de su lengua contra la mía.
El empezó a tocarme el abdomen, metió su mano bajo la tela y subió hasta mi pecho, separó sus labios de los míos y me quito la camiseta.
Yo acerqué mi rostro al suyo continuando el beso.
Él me tocaba delicadamente la parte baja de la espalda con la yema de sus dedos -enviando una sensación eléctrica y placentera por toda mi espina.
– y seguía así, Lentamente hacia arriba y hacia abajo nuevamente, mientras yo desabotonaba y le quitaba su camisa.
Al sentir la piel de su pecho desnuda contra la mía mi corazón se empezó a acelerar.
Con su brazo izquierdo rodeo mis hombros, me agarró firmemente y me acostó en el sofacama.
Dejo de besarme y con su mano derecha desabotono mi pantalón, se sentó y me lo quito sin problemas.
Recogió y abrió mis piernas, metió su cabeza entre ellas y empezó a besar mis muslos, acercándose cada vez más a mi entrada.
Se detuvo cuando sintió la tela de mi bóxer.
Se recostó al otro extremo del sofacama, se desabotonó y bajo su pantalón, de inmediato entendí lo que debía hacer.
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Me arrodillé a su izquierda, usando mi mano derecha como apoyo con la izquierda comencé a tocar su pene sobre su bóxer, era mucho más grande de lo que esperaba, pero eso solo me hacía desearlo más.
Podía ver el punto de humedad que empezaba a dejar su preseminal.
Así me tienes bebe, -comencé a bajar su bóxer y su pene salto, completamente erecto, frene a mis labios- Así de excitado me has tenido toda la semana, solo de pensar en ti, en tu boca y en tu culito- interrumpió la frase a la mitad cuando metí su pene tan profundo en mi boca como me fue posible y aun así no pude tragarlo todo, él solo soltó un suspiro.
Quería tener toda su hombría en mi boca.
Sostuvé la base de su pene fuertemente con mi mano izquierda, continúe metiendo su pene hasta el fondo de mi garganta y sacándolo nuevamente -esto me dificultaba un poco respirar, pero no me importaba- estuve así durante unos segundos hasta que Andrés me tomo suavemente de las mejillas sacando su pene de mi boca -aun conectados por unos hilos de líquido mezcla entre mi saliva y su preseminal- Respira bebe, No hay prisa tómalo con calma, hazlo más lento y usa tú la lengua.
No querrás que esto acabe pronto, ¿o sí?
Estaba tan acostumbrado a hacer las cosas solo para hacer terminar a mi hermano que no me daba cuenta que esto no se trataba de hacerle terminar, se trataba de darle placer.
Tragué saliva.
Y noté por primera vez el sabor de su espeso preseminal, era un tanto ácido pero me gusto el sabor.
Andrés me vio más calmado y sonrió.
Gire mi cabeza hacia la izquierda y con mi lengua recorrí su pene desde la punta hasta la base, aun viscosa por mi intento anterior.
-Con su mano izquierda comenzó a acariciar mi espalda y a bajar hasta mi cola.
Agarrando fuertemente una nalga y después la otra.
Me dio una palmada y bajo un poco mi bóxer para seguir acariciándome desde la espalda hasta el coxis.
– volví a subir con mi lengua y me detuve en su frenillo dándole rápidos y enérgicos lengüetazos.
Así bebe, así está mucho mejor -comenzó a acariciar mi cabeza con su mano derecha- saborea mi verga todo lo que quieras, yo sé que te encanta, y te va a encantar más.
Introduje su glande en mi boca, estuve jugando con mi lengua en él y volví a meterlo hasta el fondo de mi garganta.
Lo aguante ahí lo más que pude y lo saque nuevamente, volví a usar mi boca para masturbar su pene, pero esta vez de una forma menos torpe y más dedicada.
Andrés lo noto y me sostuvo de la nuca.
Comenzó a follar mi boca.
Me encantaba la sensación, lo aguante lo más que pude pero cuando me sentía ahogado hice un poco de fuerza para zafarme de su agarre, él lo notó y paro de inmediato.
Lo hiciste perfecto bebe, casi me corro en tu boca.
Ven, ahora te toca a ti.
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Andrés me pidió que me hiciera de perrito, obedecí.
Él estaba tras de mí, no podía verle pero quería excitarlo lo más posible así que arqueé mi espalda y saque la cola.
Sentía mi bóxer bajado hasta la mitad, no estaba seguro si él podía ver mi entrada o no.
pasaron unos segundos mientras él se quitaba su pantalón y bóxer.
Me empezó a entrar vergüenza de la pose en la que estaba, pero no me importaba, quería ser el centro de su deseo, quería que él me viese y no pudiese aguantar sus ganas de follarme.
En ese momento sentí su mano bajando mi bóxer hasta las rodillas.
Que delicia de manjar tienes ahí, mi bebito, todo tierno y rosadito.
Mi cuerpo se tensó con anticipación.
Iba a penetrarme.
Giré la cabeza para verle.
Pero no era su pene, era su boca la que se acercaba a mi entrada.
Nos vimos directo a los ojos antes de sentir por primera vez una lengua en mi orificio.
Empezó a lamer mi cola y a puntear con su lengua mi esfínter.
Era una sensación intensa pero discreta.
Me calentaba mucho.
Empecé a respirar profundamente.
Cuando me empecé a acostumbrar a este nuevo placer él se detuvo.
Lo volteé a mirar.
-Que culito más sabroso tienes mi amor –me dijo.
-más… -susurré
-¿dime?
-quiero más… de eso –Andrés sonrió de forma lasciva y yo rápidamente agaché la cabeza, el no perdió el impulso, me tomo de la cintura y el costado.
Me sentó de tal manera que quedamos frente a frente.
-Dime que quieres y te lo haré –dijo mientras me sonreía lujuriosamente, yo desvié la mirada- ¿quieres que te coma el culo? ¿Es eso?
-Um hum –afirme débilmente.
-dilo o no lo haré –me indicó cortantemente.
Suspiré profundamente mientras me llenaba de valor, me sentía humillado por tener que usar esas palabras, pero me calentaba la idea de que el continuara.
Mi hermano ya no estaba y por primera vez se trataba de placer, de mi placer.
Apreté los ojos e inhale.
-¡Quiero que me comas el culo!- dije con los hombros tensos en un hilo de voz Quizá a más volumen del debido.
-como gustes, mi bebito- Andrés sonrió mientras me recostaba sobre mi espalda.
Instintivamente abrí mis piernas y él se relamió los labios para continuar su tarea.
Comenzó lamiendo gradualmente el borde de mi entrada hasta el centro, cada vez con más ímpetu, con lengüetazos más profundos.
Se detuvo y con su lengua en punta comenzó a recorrer los pliegues de afuera hacia dentro.
Y cuando estaba en el centro me punteaba con su lengua.
Cada vez lograba abrirlo más, hacia un círculo con su lengua, la metía.
La sacaba y lo lamia.
Todo esto con gran intensidad y a un ritmo acelerado.
Comencé a gemir suavemente.
Intente acariciar su cabeza con mi mano y él solo volteo a verme.
Mientras metía su lengua.
No supe por cuento tiempo estuvimos así, pero eso para mí era el paraíso.
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-¿ya te cansaste? Pero si recién comienza lo bueno –Se burló pícaramente al verme tan agitado.
-ya –suspire- dale –respiraba un poco entre cortado- Si quieres seguir ya, dale.
Se acomodó entre mis piernas.
Cerré los ojos y sentí su pene haciendo presión contra mi esfínter, mientras se abría paso en mis paredes anales.
No dolió, un poco de molestia a penas, tenía sentido después de aquel beso negro.
Conforme su pene entraba casi en su totalidad empecé a sentir algo de dolor de allí donde su lengua no llegaba.
Pero podía soportarlo.
El comenzó a bombear suavemente con cuidado de no lastimarme, al no encontrar resistencia alguna por mi parte, aumento el ritmo gradualmente.
Mi corazón latía con mucha fuerza.
Nunca había sentido tanto placer; mi orificio estaba completamente dilatado, abriendo paso para su caliente, dura y húmeda verga, con cada empuje de su pene él aumentaba el ritmo y yo recibía aun más placer.
Abracé con mis piernas su cadera y con mis brazos su torso, cada tanto besaba su cuello y le susurraba lo mucho que me encantaba sentirlo dentro y lo rico que me hacía sentir.
Su cuerpo desnudo sobre el mío, me sentía protegido, me sentía a salvo.
Me sentía suyo.
Me preguntó si quería saltar sobre su verga, –algo que nunca había hecho pero- accedí sin pensarlo.
Al sacar su pene, me sentí vacío.
Había pasado tanto tiempo deseándolo que no quería dejarlo ir.
Al moverme sentía el culo completamente húmedo y abierto, sentía las piernas temblorosas, era una sensación extraña pero muy erótica.
Andrés se acostó y me senté encima.
Volviendo a introducir su pene en mí sin el menor problema, me sentía completo de nuevo, él comenzó a acariciarme el torso, a jugar con mis pezones mientras yo empezaba a mover la cadera en círculos y luego de arriba hacia abajo.
Ahora era yo quien estaba a cargo y pronto encontré el punto donde sentía más placer.
Me recosté hacia atrás y apoye mis manos en sus muslos y comencé a subir y a bajar con tanta velocidad y fuerza como pude, era como si intentase tocar mi ombligo con su pene –desde adentro- ese era el punto más placentero.
Empecé a tener una sensación creciente de un placer desconocido.
Andrés respiraba agitadamente.
Me tomo de los costados del pecho y me trajo hacia adelante, puse mis manos en su pecho, me tomo de la cadera con sus manos y comenzó a bombear intensa y frenéticamente, aumentando la fricción de su verga en mi culo, estábamos bañados en sudor.
Y aquel fuego creciente en mi interior se apodero de mi cuerpo dándome el placer máximo, empecé a sentir contracciones en mi interior, en mi esfínter y en mi pene; este empezó a eyacular por primera vez mientras Andrés hundía su verga palpitante en lo más profundo de mí ser, él también había terminado.
Respirábamos cansados, yo aún estaba sobre él y el aún estaba dentro mío.
El sonrió y yo empecé a reír suavemente.
El perdió su erección y saco su pene.
Yo sentía su semen salir de mi cola pero estaba muy cansado para hacer algo al respecto.
Me temblaban las piernas.
Mi cuerpo había experimentado mi primero orgasmo; y había sido uno muy intenso, duramos tirados ahí un buen rato hablando pequeñeces y alegándonos el uno al otro por lo que acabábamos de hacer.
Esperando que yo recuperaba la fuerza en mis piernas para caminar, no quería volver a casa.
Al final él tenía razón.
Termine satisfecho y pidiéndole una segunda vez.
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