Un reencuentro
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Juan, tengo 35 años, casado, con hijos, vivo en Buenos Aires, Capital.
Todo esto empezó cuando yo tenía unos diez u once años.
En ese entonces vivía en la casa de mis padres, que siguen viviendo en la provincia, en la localidad de Morón.
Ahí vivía un chico mayor que nosotros, que eramos siempre dos los que andábamos juntos para todos lados, el Tito, de unos 16 años.
Era el malo del barrio, y tanto Luis como yo lo admirabamos, lo seguíamos a todas partes y queríamos ser como él.
Siempre que íbamos a la estación del tren, habían unos galpones de depositos de mercadería abandonados, y ese era nuestro lugar de encuentro.
Una tarde llegamos y estaba tomando una cerveza, para nosotros ver eso, era como ver a un lider, que lo seguíamos ciegamente.
Cuando llegamos lo saludamos y él con la voz pastosa nos responde el saludo y se pone en pie y nos toca las colas, «como estan mis mariquitas?», nos dijo y nos siguió sobando las nalgas por sobre nuestros pantalones.
Nosotros nos quedamos fríos por lo que Tito nos había dicho y nos estaba haciendo, pero era el Tito, nuestro ídolo.
Nos dijo que nos quería coger, que quería que fueramos sus mujeres.
Nosotros le dijimos que no, entonces nos dijo que nos fueramos, que ya no éramos más amigos, y que no nos iba a defender más con nadie.
Nosotros nos miramos entre sorprendidos y asustados, ya que Tito siempre nos defendía y nadie se metía con nosotros.
Nos hizo bajar los pantalones y ya nos acariciaba directamente las nalgas.
Secó su pija que estaba dura y mientras nos acariciaba la cola a Luis y a mí, nosotros le acariciabamos la pija.
Nos hizo dar la vuelta y que nos agachemos abriendo nuestras nalgas, y ahí estábamos Luis y yo esperando que el Tito nos coja.
Al primero que se la metio en la cola fue a mí, me estuvo cogiendo un rato mientras Luis esperaba su turno de ser cogido.
Recuerdo que me había dolido un poco cuando Tito me rompió la cola, y después se la rompe a Luis.
Asi nos cogía o hacía que le chupemos la pija todos los días.
Luis y yo habíamos asimilado el papel de ser las mujeres de Tito.
Así fueron pasando los años, hasta que un buen día Tito desaparece, nadie sabía donde estaba, Luis y yo seguimos siendo amigos, hasta que nos casamos y cada uno tomó el rumbo de su vida.
Un día paseando con mi familia por la peatonal de Lavalle, escucho a alguien cantando y tocando la guitarra, y esa voz me resultó conocida, nos acercamos y mi corazón empezó a latir a mil, estaba seguro de que el que estaba ahi tocando y cantando era el Tito, el que cuando era chico me había roto la cola y se la había chupado incontables veces, hasta le había tragado la leche mas de una vez.
Me acerqué a él casi temblando de los nervios, nos reconocimos y nos estrechamos en un fuerte abrazo.
Le presenté a mi familia, lo invité a comer con nostros, ya que por sus ropas me di cuenta que sus cosas no le iban muy bien.
Hacía 20 años que no nos veíamos, me dijo que vivía en una pensión, y hablamos de cuando eramos chicos, sin mencionar que él me tenía como su mujer, ni que me estuvo cogiendo durante un par o tres años.
Así estuvimos toda la tarde hablando, el reencuentro con el Tito fue increíble.
Mi esposa me dijo que se iba con los chicos a casa, y que yo me quede tomando unas cervezas más con mi amigo.
Cuando mi mujer se fue, simplemente pagué la cuenta y le dije de ir a su habitación, necesitaba volver a ser la mujer de Tito, sentir toda su pija bien adentro de mi cola, arrodillarme frente a él y chupar su pija como cuando era chico, tragar su leche.
Creo que en el fondo estaba enamorado de Tito.
Compre varias latas de cerveza y nos fuimos a su habitación.
«Estas contento de haber encontrado de nuevo a tú mujer?», le dije de rodillas frente a él, desabrochando su pantalón, sacando su pija y metiéndola en mi boca y chupando con mucho placer la pija del Tito.
Sentía como se ponía dura en mi boca, le chupaba solo la cabeza, porque sabía que a él le.
gustaba eso, se la lamia toda, la volvía a meter en la boca y la chupaba casi con desesperación.
Me puse en pie, me bajé el pantalón hasta las rodillas, agarré la pija del Tito y yo solo me la acomodaba, apoyando su pija contra mi ojete, «empuja Tito, meteme toda la pija, cogeme como cuando eramos chicos», le dije gimiendo cuando Tito dio el primer empujón y su pija empezó a entrar en mi cola.
Yo me agachaba cada vez más y me abría lo mas que podía mis nalgas, disfrutando como Tito volvía a meter toda su pija en mi cola, como volvía a ser la mujer de Tito.
Nos fuimos acercando a la cama, como pude, tratando de evitar que se salga la pija de mi cola, me fui poniendo en cuatro patas, en el borde, abriendo bien mis nalgas y gimiendo de placer cuando Tito hace entrar y salir su pija de mi cola.
«Nunca se cogieron entre ustedes con Luis?», me preguntó Tito moviendo su pija en círculos y sacándola casi toda, y me la volvía a clavar bien fuerte.
«No, nunca, yo siempre fui tú mujer y quiero seguir siendo tú mujer», le dije dejando que me abra bien el ojete con su pija divina.
Siento que saca la pija, y así como estaba me empezó a meter los dedos, yo creo que poco le faltó para meter su mano dentro de mi cola, y otra vez me clavó su pija bien adentro de mi cola.
Que buena cogida me estaba dando, recordaba cuando nos cogía a Luis y a mi juntos, como nos clavaba bien fuerte su pija en nuestras colas.
Así me estaba cogiendo, fuerte, a lo bruto como es él.
Mi pija estaba durísima.
«Tito, mi amor, llenale la colita de leche a tú mujer», decía gimiendo, disfrutando como Tito me cogía.
Que placer sentir como Tito me la clava bien adentro, sentir su pija palpitando dentro de mi cola, como la sentí tantas y tantas veces cuando Tito nos llenaba las colas de leche cuando eramos chicos.
El placer que sentí fue tremendo, no quería que Tito la saque, quería que me siga cogiendo.
«Sigueme cogiendo, por favor, sigue cogiendo mi cola, la colita de tú mujer», le rogaba disfrutando a tope de su pija.
Tito me la sacó de la cola y me agarra de los pelos, haciendo que me arrodille frente a él, y mete su pija en mi boca, mojada de leche.
Ha, que placer, desesperado le chupaba la pija, queria ahora que se acabe en mi boca, mientras la chupaba, sentia salir su leche de mi ojete.
Chupaba y chupaba como loco, Tito gemia de placer, hasta que siento unos chorros debiles de leche en mi boca.
Que delicia de leche, aunque era poca, pero era una delicia.
La tragué, limpié bien su pija con mi lengua.
Estaba tan feliz con el reencuentro.
Nos dimos los números de celular, y sigo llendo a su habitación, sigo siendo la mujer de Tito.
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