Un tributo a mi primer gran amor VICTORINO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuánto tiempo ha pasado ya desde el día que tú y yo nos conocimos, cuando descubrimos por primera vez la ilusión de aquel primer amor, todo fue alegría, cuando tus ojos en los míos se posaron. Así nace mi historia en un barrio de mi querido Ecuador, rodeado de bosques y vegetación, bordeaba yo los 15 años de edad, cuando comencé a sentir un sentimiento muy agradable por uno de mis amigos del grupo, cómplices de tantas travesuras y juegos, es mas nos conocíamos de toda vida.
Pero mis ojos se posaron precisamente en ti “Victorino”, al principio me daba miedo, este sentimiento, tenia miedo al rechazo y al que dirián de la gente, imagínense que iba decir doña Bertha madre de mi amado, sentimientos encontrados me invadían, pero sabia en el fondo que mi Victorino también sentía algo por mi, siempre cuando solíamos jugar al futbol, me gustaba verlo, de reojo miraba los atributos de mi chico, sobre todo cuando se iba a orinar sentía mucha curiosidad, pero tenia que aguantar, para que el resto de los chicos no se diera cuenta de mis sentimiento y mucho menos de mis gustos.
Cierta ocasión, luego de haber jugado, invite a mis amigos y en especial a Victorino, a pasar una velada en mi casa, ya que mis padres se habían ido a trabajar y demorarían. Muy ameno la pasamos entre bromas y bocaditos, hasta que cada unos de ellos se comenzó a retirar a sus respectivos hogares. Yo rogaba que mi Victorino se quedara hasta el final, y así fue, me ayudo arreglar y acomodar el desorden que habíamos armado. Una vez que acabamos de arreglar todo, le pedí que se quedara, en mi casa por que ya era demasiado tarde, a lo que el accedió con una sonrisa picara, ya en la habitación nos echamos sobre la cama y nos arropamos, nos quedamos quietitos, sin saber que hacer, hasta que yo agarre valor y le comencé a acariciar, yo era un novato, era virgen nunca había tenido algo con nadie ni con hombres ni con mujeres, todo era nuevo para mi, el empezó también a besarme, acaríciame, me sentía en las nubes, era un sueño el ser correspondido, pero también me sentía confundido, me sentía pecador, pero mas pudo el deseo y el amor.
Luego de unos minutos de caricias y besos desenfrenados, fui bajando y besando cada centímetro de su cuerpo hasta llegar a la parte que tanta curiosidad me había ocasionado. Agarre baje sus pantalones, y saque muy suavemente su pequeño y delgado pene no era muy grande pero yo con ojos de amor, sentía que era lo máximo.
Victorino se levanto acabo de sacarse su cosita, sentía como se puso dura enseguida y me la metió en la boca . Me metí su capullo en la boca y con la mano le iba masturbando, para mi todo era nuevo y no sabia que hacer, pero así aprendimos los dos.
Estuvimos así un buen rato hasta que me dijo que quitase la mano. En ese momento me cogió la cabeza y la empujo para que tragase mas poya. Me estaba follando la boca, cada vez más rápido, era una sensación indescriptible, sus líquidos y mi saliva se mezclaban y yo sentía ese sabor entre asco y dulzura. De pronto la sacó de la boca me dijo que se la sacara un poquito, lo hice y se corrió en mi cara y pelo. Yo me sentí muy sucio pero también supervaliente. Y desde ese día no he parado de comer esa pollita jajaja.
De allí en adelante buscamos cualquier pretexto y cualquier sitio, para comerme su pollita. Recuerdo que doña Bertha, tenía un local donde vendía cerveza, era la parte delantera de su casa, improvisado para el expendio de licor, y en dicho lugar dormía mi Victorino haciendo de guardián, yo sabia que doña Bertha serraba tarde, así, es que cierto día me escape de mi casa alrededor de las dos de la mañana y me fui en buscar a mi amor, espere que doña Bertha serrara y se fuese a dormir.
Una vez los dos solos, tendimos una colchoneta en el piso y a partir de ese momento ese fue nuestro nidito de amor, lugar lucio y mal oliente donde perdí mi virginidad con el hombre que tanto había amado, era el momento que tanto había esperado, tan solo me deje llevar, nos acariciamos nos besamos, yo pensé que solo era cuestión de tener sexo oral, pero Él se separo de mí y se puso detrás. Me empinó y mis brazos quedaron sostenidos. Él me abrió las nalgas y me dijo.
-Te estoy viendo tu huequito, ¡y me encanta!.
Me empezó a besar y chupar mi hoyito. Yo estaba sorprendido. Esa nueva sensación era sorprendente, exquisita, deliciosa, maravillosa. Yo movía mi culo de placer. Y después, me imaginé, que el solo echo de que me culeara me ponía ardiente. Mi hoyo estaba completamente dilatado, así lo sentí por las lamidas de Victorino.
De repente, sentí algo. Y después, un dolor profundo. Victorino me había penetrado. La sensación era dolorosa, pero me puso a mil. Él empezó a culearme, por detrás, yo gemía de gusto. Él me tapó la boca para que su madre no nos escuchara. Nuestras ropas estaban tiradas en el suelo, nuestros cuerpos desnudos y mi culito penetrado profundamente.
Después de unos minutos, sentí como su pene se llenaba de leche y al fin su lechita entró por mi adolorido culo. Victorino cayó al suelo desnudo, yo caí junto a él. Estábamos exhaustos y así nos quedamos dormidos.
Así es, como fue mi primera vez, yo prácticamente a partir de ese momento me convertí en su mujer, no había sitio ni lugar donde no lo habríamos hecho.
Así fueron pasando los años, en nuestro nidito de amor, hasta que llego el principio del fin de nuestra separación, mis padres decidieron mudarse de colonia, me sentía morir, hice todo lo posible, por impedir, pero mi suerte ya estaba echada. Al principio yo siempre regresaba al pueblo a buscar a mi hombre a mi macho. Pero al final más peso la distancia y el tiempo que produjeron nuestra separación.
Hoy en día estoy felizmente casado con una gran mujer que amo y tengo dos niñas hermosas, pero a pesar de todo, un sentimiento profundo no se modifica sino que madura según las circunstancias, se fortalece en el recuerdo y se aviva ante la esperanza de un reencuentro.
Cualquier comentario o detalle adicional por favor escribir al correo : rubenamado2004@hotmail.com
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