Un viaje inesperado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
El autobús llegó hasta el terminal y al bajarme miré con desaliento, que se encontraba casi desierto, acababa de hacer un viaje de 5 horas, venia molido y debía tomar otro carro y viajar 3 horas mas, pero debido a una alcabala en la carretera que nos detuvo como 40 minutos, había llegado después que el ultimo autobús para mi pueblo saliera, aquello pintaba un panorama nada alentador, si buscaba un taxi me cobrarían hasta el culo, cosa que no me desagradaría del todo, tomé mi morral y me dirigí al baño, estaba desierto, eché una meada y luego me lavé la cara, me miré en el espejo, a pesar del viaje me veía bien, en eso me fijo que un pavito que no llegaría a 20 años entró y se dirigió a los urinarios, bueno por lo menos vería un huevo y eso me alegraría la tarde.
Me paré a su lado, y clavé mi mirada, lo que vi me agradó, el pavo notó la situación enseguida y me siguió el juego pues durante varios minutos jugó con su pene, luego lo guardó y salió del baño, yo volví a lavarme las manos y regresé a ver como solucionaba mi problema. Y ahí vi una buseta de pasajeros de las que viajan a mi pueblo, uno de los vigilantes me dijo que conversara con ellos que debían regresarse y de repente aceptaban llegar.
Me acerque al carro y sorpresa, el pavito del baño estaba dentro, el al verme miró al chofer e intercambiaron una sonrisa que pillé de inmediato, les planteé mi problema y ellos me dijeron que estaba bien, que ellos podían ayudarme pero que debía esperarlos fuera del terminal pues ya no podían tomar pasajeros, me indicaron donde esperar y salí del terminal dándole gracias a Dios porque podría llegar a casa.
Parado en la acera esperé como 15 minutos, hasta que vi la buseta acercarse por la calle, me embarqué, agradeciéndoles por ayudarme, al sentarme en la tercera fila detallé a mis compañeros de viaje, el tipo cuarentón con algo de panza pero no mal parecido, el chamo, ni gordo ni flaco, no bonito pero tenía lo suyo, el chamo se sentó sobre el motor y cuchicheaban entre ellos, el chofer me miraba sonriente, yo le devolví la sonrisa y en eso el pavito se acercó hasta donde yo estaba y comenzamos a conversar, que para que parte iba, que porque se me había hecho tarde yo contesté sus preguntas y mientras hablábamos el pavito se tocaba el huevo a cada rato. El me dijo que si quería me pasara a los últimos puestos y yo intuyendo lo que pasaría me cambié de lugar de una. El fue y se sentó a mi lado y de una, coloque mi mano sobre mi huevo sobándoselo, el se desabrochó la correa, se abrió el pantalón bajo su bóxer y solo dijo. –Mámalo. Fue glorioso sentir como aquel huevo crecía en mi boca, hasta alcanzar unos hermosos 17 centímetros, mamé rico, le mame las bolas, le recorría con la lengua, me lo metía todo, de pronto el comenzó a gemir y un chorro de leche llenó mi boca, luego otro y otro, los cuales me tragué sin desperdiciar. Hasta que no quedó completamente flácido no lo dejé quieto. El acomodó su ropa y volvió al lado del chofer, volvieron a hablar en voz baja. Yo me quedé en mi asiento pensando en lo que acababa de pasar.
Entramos a una estación de servicio y el chamo me dijo que aprovechara de ir al baño pues de ahí en adelante solo habría las montañas y no habría más paradas. Cuando el carro salió de la estación de servicio, el chamito era el que conducía el autobús. El chofer se dirigió a mi asiento y me preguntó que si quería volver a los últimos puestos. Con una sonrisa de oreja a oreja me levanté y lo seguí como un corderito. Me senté con el hombre parado frente a mí, yo mismo le quité la correa le bajé el pantalón y el bóxer, quede frente a frente con un huevo negro y grande, comencé a chupetearlo lentamente, hasta que se puso duro como una piedra, lo recorrí lentamente solo con la boca sin usar mis manos para nada, de repente el me agarro la cabeza con ambas manos y comenzó un mete y saca delicioso, fue aumentando la velocidad hasta que parecía que me cogía por la boca, en ocasiones me lo metía todo hasta que casi me ahogaba.
-Quítate el pantalón me dijo el tipo. Voy a comerme tu culito.
El se sentó a mi lado y yo lo obedecí, me colocó en 4 patas sobre las butacas, primero acarició mis nalgas luego comenzó a azotarme, y a jugar con mi culito, metió su dedo índice en mi boca, yo lo chupé por un rato y luego me lo metió por el culo, me metió dos dedos en la boca yo los ensalivé y me penetró con ambos, lo hacía sin ninguna consideración, un mete y saca demasiado rico. Metía juntos los dedos y adentro los separaba aquello me puso a mil y comencé a pedirle huevo. El sacó un condón del bolsillo del pantalón se lo colocó, me sentó encima de él y durante un rato restregó su huevo contra mis nalgas, cuando me lo puso en el culo, este ya estaba más que preparado, y al segundo intento medio huevo estaba dentro de mí, sentado de espaldas sobre el tipo me movía como una perra. El me lo sacó y me obligó a sentarme de frente y metérmelo de nuevo, me lo sacaba hasta la cabeza y me dejaba caer hasta que se enterraba todo dentro de mí.
Luego me colocó en 4 patas y allí si me dio la castigada, yo gemía, me meneaba, pedía más, hasta que me anunció que estaba acabando pero no redujo el ritmo de la cogida. Cuando me lo sacó, el condón me quedó en el culo, me lo sacó y me puso a mamar nuevamente. Ahí tirados sobre los asientos del carro permanecimos largo rato el cual yo aproveché para masturbarme.
Cuando llegamos a mi pueblo, eran las 9 de la noche, me llevaron hasta la puerta de mi casa, claro antes habíamos intercambiado números telefónicos y quedamos comprometidos de volver a vernos.
Espero les guste mi relato.
Luego contaré otras cositas
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