Un viaje inusual
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por morochouruguayo.
Lo conocí en el puerto de Buenos Aires mientras hacíamos la fila para el control de seguridad. Lo observaba mientras nos movíamos. Era un chico de unos 1,75 de alto, tez blanca, pelo corto negro, flaco, llevaba unos jeans, zapatillas, una remera ajustada y se le veía la parte superior de sus boxers Diesel. Al parecer viajaba solo. Aparentaba unos 20 años y se notaba que ejercitaba su cuerpo. En resumen un chico apuesto y atractivo. Nuestras miradas se cruzaron algunas veces, y nos mirábamos directo a los ojos pero luego alguno de los dos rompía la visión. Lo observe que se dirigía a una de las tiendas y luego lo perdí de vista.
Pasaron algunos minutos, yo fui a comer algo y luego me dirigí al baño. Ahí me lo encontré mientras se lavaba sus manos. Sentí una pequeña satisfacción al volver a verlo. Fui directo a los inodoros y saque mi verga para mear. Mientras lo hacia, mire al chico quien se estaba arreglando sus cabellos con las manos para luego inmediatamente girarse, cerrarme un ojo, dar media vuelta y salir del baño. En ese segundo de sorpresa sentí un calor que me recorrió el cuerpo entero, un escalofrío de calentura que se vio reflejado en la erección instantánea de mi verga. Como pude me la guarde dura dentro de mis boxers. Era difícil disimular.
Una vez en la cola del embarque aún pensaba en el chico aquel y en lo caliente que me había puesto. Quería llegar pronto a mi casa de Montevideo para hacerme una paja feroz. Mientras mis pensamientos me llevaban a desvestir a aquel chico, a manosearle sus bóxer por delante y atrás, a besarlo, a acariciarlo y que el también me desviste y me besa y me toca, aparece caminando y se pone a conversar con un chico unos 4 o 5 pasajeros mas allá.
Viajaba también a Montevideo. Bueno, no viajaba solo. El otro chico parecía un poco mayor y hablaban en italiano. Las miradas entre nosotros continuaron cada vez que el chico se giraba. Él ahora incluso me sonreía. Yo le devolví un gesto de buen cristiano.
Una vez a bordo estábamos sentados bien distanciados. Yo hacia atrás, él en las primeras filas. De pronto lo vi pararse y caminar hacia el lavabo posterior. Al pasar a mi lado se subió su remera y pude notar otra vez la parte superior de sus boxers diesel y también su estomago y una excitante hilera de pelos castaños que descendían hacia donde mis manos y mi boca querían ir.
Al cabo de unos minutos vi que se acercaba desde el baño superior hasta su asiento. Esta vez pude notar claramente que ya no se veían sus boxer. Esto me puso aún mas caliente. Pero lo que realmente provoco en mí unas ganas enormes de cojerme y acabar litros de semen caliente fue lo que sucedió a continuación: el chico antes de sentarse se dio media vuelta y volvió a caminar hacia atrás. Se detuvo frente a mí, que estaba sentado en el pasillo, y dejo caer una pequeña bolsa transparente en mi falda. Luego se fue a su asiento.
No lo podía creer, lo que había en el interior de la bolsa era su boxer. De inmediato me fui al baño para poder ver sus boxer con cierta privacidad y de seguro para hacerme una paja pues a este punto la sangre que generaba mi erección era tanta que incluso dolía. Una vez adentro, al abrir la bolsa, saque del interior los boxers que estaban doblados, y al tratar de observarlos note que estaban mojados, pegajosos. No daba más! El hijo puta se había hecho una paja! Ahí mismo me baje mis pantalones y comencé a frotarme su leche aun tibia sobre mi pene duro y erecto a más no poder. No tarde en descargar en sus mismos boxers, mi semen acumulado durante las últimas horas pensando en ese chico tan guarro y caliente. Fue una de las mejores pajas de mi vida. Delicioso placer con desenfreno que aun no terminaba, pues lo mejor estaba por venir.
Una vez recobrada la conciencia después de la exquisita paja no sabia que hacer con los boxers del chico. Yo me acomode mis pantalones me lave las manos y volví a doblar el boxer cuidando de que no cayeran gotas de semen en el piso o en mi ropa. Abrí la puerta y ahí lo vi, esperando con una malvada y excitante sonrisa en su rostro. Acabaste, me pregunto. Si, y no sabes cuanto!
Me arrebato la bolsita con sus boxer llenos de su semen y del mío, e hizo un gesto con la lengua como diciendo: esto me lo trago todo. Yo otra vez estaba con mi verga dura y erecta. Sono Paolo, me dijo. Yo Roberto, le conteste. Bene Roberto, ecco il mio numero, y me dio un papel con su teléfono. Llámame si quieres pasarlo bien. Y luego entro al baño.
Yo estaba caliente a más no poder. La paja solo me había calentado más. Me senté en mi asiento y cerré los ojos. Creo que caí en un cierto tipo de hipnosis de tanta calentura. Al cabo de un rato vi pasar de vuelta a Paolo, y otra vez se le notaban sus boxers puestos. El muy hijo de puta, era una puta ardiente. Estaba disfrutando de mi semen sobre su verga y culo en este momento. Yo no lo podía creer. Me puse colorado, y una sensación de completa excitación recorrió todo mi cuerpo. En ese momento anunciaron que pronto aterrizaríamos en Barajas.
Una vez en tierra, mientras esperaba las balijas no me aguanté y llame desde mi celular al número que me había dado Paolo. Me contesto: Ciao! Sabía que me llamarías. Me estoy quedando donde un amigo en su casa, pero si quieres me voy contigo. Claro cabrón, me tienes a 1000, le respondí. En eso siento que alguien me toca el culo, evidentemente era él. Luego salio me equipaje y le dije a Paolo que me acompañara al coche que tenia estacionado.
Una vez en el coche nos besamos apasionadamente, Paolo me tocaba mi verga dura y yo hacia lo mismo. Sabrosamente le metía la mano debajo de su jeans y sentía debajo de sus boxers húmedos de nuestro semen su rica verga que también estaba erecta y dura. Me gusta tener tu semen en mi cazzo (verga) mientras nos besamos, me susurraba.
Comenzó a acariciarme y a tocarme los botones de mi jeans. Empezó a abrirlos y saco mi verga dura desde mis boxers. Acto seguido se agacho y comenzó a lamerla. Un escalofrío y una excitación total me atravesaron desde la punta de los pies hasta mi cabeza. Se metió mi verga en su boca y empezó a chuparla y a gemir como una puta. Yo le tomaba su cabeza y con fuerza se la agarraba. Puta italiana! Eres una puta italiana, le decía entre mis quejidos de placer. Con una mano comencé a sobarle el culo, al principio sobre sus boxer, pero luego metí la mano bajos sus mojados diesel y empecé a jugar con mis dedos en su ano. Estaba consumido por un placer intenso. Al cabo de unos minutos sentí una exquisita sensación que me indicaba mi inminente acabada en la boca de Paolo. Lo agarre fuertemente de sus cabellos, cerré mis ojos, y con furia le obligue a mantenerse con mi verga dura dentro suyo hasta que solté mi semen caliente, quejándome del placer, mientras sentía como la putita italiana gemía y se tragaba mi leche…
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