Un viernes por la noche… El tío que llega borracho
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Era uno de esos viernes, alegres y llenos de gente dispuesta a beber toda la noche. En la casa no era la excepción; papá desde temprano, al llegar del trabajo con unos compadres, se pusieron a beber.
Llegue a la casa, entrando por el portón. Me acomode el short y venía con un miedo terrible. Me obligue apretar mis dientes en los labios, para colorarlos y dejar lo pálido que estaba.
Escabullí a mi madre y me fui directo a mi habitación.
…Me gustas mucho, me gustas mucho tú
Tarde o temprano seré tuyo y mío tú serás
Me gustas mucho, me gustas mucho tú
Tarde o temprano seré tuyo y mío tú serás…
Como no podía conciliar el sueño, tarareaba las rancheras que ponía mi padre en el reproductor, aun bebiendo con los compadres, cuando ya era la media noche.
Me levante de la cama, y fui por un vaso de agua. Después de beber el vaso de agua, fui a orinar. Tenía una mala costumbre – la cual mi madre trabajo mucho por quitármela– no iba directo a orinar al baño, sino que tenía la maña de salir al patio e ir a orinar en la tierra, cerca de los escombros que dan al garaje.
No pensé ver aquello, ¡pero lo vi!
Mi tío es de esos hombres, muy grandote. No era camionero, pero se le parecía mucho. Alto, de piel morena, de frente cuadrada, ojos marrones y un bigote recortado a línea del labio superior.
Se sacudió el morcillón, ese trozo de carne, salto hacia arriba y bajo. Estaba tan ebrio, que no percato mi presencia. Lo último que vi de aquello, fue esa mata de pelos que tenía en el güebo.
Ahora menos podía dormir, esa imagen de un güebo grande, me dejo caliente y con las perversiones en la mente tan grande, que reprimía un poco, para no sentirme mal por ello.
Me quede dormido y no supe cómo. Cuando desperté, era de madrugada – ¿qué hora? no sé–. Lo que me sorprendió fue, que estaba lloviendo a cantaros; una noche tan clara y de cielo despejado, ahora el sábado amanecería mojado.
Lo otro fue, que la puerta de mi habitación estaba abierta y cuando fui a poner un pie en el suelo, sentí lo acolchado del colchón en el suelo, y roncaba alguien.
En el aire, se apreciaba un olor de hombre; fragancia con alcohol y cigarros. Despeje un poco la cortina, y vi por la ventana; el cielo era un color naranja, y resplandecía como un flash de cámara.
Baje la mirada, estaba ahí acostado en el colchón, mi tío Apolinar. Vestido con una camisa de cuadros rojos, un jean de la compañía donde trabaja, y seguro aun debía tener las medias puestas.
Mamá decía; que un hombre borracho no recuerda lo que hace y lo que habla. Esto decía cada vez, que papá se iba a beber por ahí, fuera de casa.
¿Sería eso cierto? >> lo pensé y aun no me alejaba de la ventana. Solté la cortina, y todo quedo oscuro, tan oscuro que ahora me sentía perdido sin saber dónde iba a pisar.
Me temblaba mucho la mano, cuando ya estuve acostado a su lado, poner mi mano sobre la entrepierna de él, me costaba mucho. Tenía miedo fuera a despertar, pero las ganas que traía por dentro, me hacían titiritar de frio, con una fiebre en mi piel, y ya no me quedaría quieto si no lo hacía de una vez.
Fue muy gruesa la tela del jean, no me dejaba sentir bien el bulto de mi tío. Cuando me calme un poco, invente muy rápido en hacer otra cosa. Me acerque mucho más a él, me coloque en posición de cucharita bajo su brazo, y subí una pierna, quedando encima de su paquete flácido.
Me pareció que se puso un poco duro, y me puse muy caliente, a tal punto que titirite de nuevo. Saque el botón, como pude lo hice; baje el cierre y abrí lo que más pude para que quedara su bulto descubierto. La palma de mi mano, aprecio ese bojote que formaba el interior, sus bolas estaban húmedas, y cuando pase mis dedos por ellas, me los lleve a la nariz, y era un puro olor de macho cabrío.
Me alborote mucho, no estaba midiendo lo que hacía. Pegue mi nariz al paquete de mi tío, aspire su olor de verga sudada de todo el día, abrí la boca y comía su tronco, aun estando dentro del slip que lleva puesto. Sentí rabia, que aún no estuviera erecto. Pero ahora mis ganas, era sentir la piel de ese güebo grueso. Despegue la tira del slip, y debe ser que me traje unos pelos, él se movió y, aunque no despertó, puso su mano sobre el bulto, no pudiendo hacer más nada. Quede de espalda a la cama mía, con el pulso muy rápido y muy asustado.
Acostado en mi cama, pensaba, que lo mejor, es lo que pasa. Por algo no pude continuar, de seguro él iba a despertar.
Temía que amaneciera, deseaba que, así no lo fuera. Cuando la lluvia dejo de caer, mis temores también dejaron de acosarme. Sin poder sacar de mi mente lo que ya había hecho; me puse duro tan rápido como hace rato. Baje de nuevo al colchón, me fui muy lento hasta estar de nuevo a su lado muy cerca. Seguía los mismo movimientos de hace un rato, pero aún seguía su mano en su bulto.
Los dedos eran gruesos y callosos. Le aparte las manos y vaya sorpresa que he agarrado.
El güebo lo tenía muy duro, palpitaba, y al sentir mi mano, creo que su verga brinco más seguido. No perdí tanto el tiempo, rápido y con cuidado baje su interior. Su verga desprendió un olor único; a semen, orín, sudor de bolas, el vello púbico, todo desprendía olor. Aquello me desinhibió tanto, que de una cogí ese güebo con mi mano, tan erguido estaba, que hice un poco de presión para ponerlo recto. Hambriento abrí la boca y sentí en mi paladar el sabor de una verga salada, que tan rápido con mi lengua fui bajando su sabor. Era como un caramelo en mi boca, tan sabroso que se me hizo agua la boca. Chupaba tan intenso que no media el riesgo que corría. Lamia sus bolas, pegaba mi nariz a su vello púbico, y cuando creía haber hecho todo…
El primer lechazo, se vino en mis labios, marcando una tira de semen en toda mi cara. Hice morritos con mis labios, pero abriendo un poco, para tragar su acabada, espesa y abundante.
¿Estaba dormido? ¿O despierto? >> Me preguntaba. Solo sentí que su cuerpo se había relajado, como soltando un suspiro muy profundo. Cuando me puse de pie, en medio de la oscuridad veía un poco, que tenía la cabeza de lado, como si no hubiese sentido nada.
Papá me llevo con él, a donde un compadre, que le ha ofrecido un trabajo. Papá es albañil, y el compadre deseaba continuar la construcción del piso de arriba. El compadre tenía un local en la parte de abajo, ahí se quedó con mi padre para hablar del negocio, mientras que yo, cuando vi el chance me fui alejado y estaba en el patio.
La señora de la casa era una negra, y le decían la negra. La negra estaba en la cocina, me saludo y hable por un momento con ella. Cuando estuvo bastante ocupada. Salí de nuevo al patio, donde había montones de arena para el trabajo. El piso de arriba, que estaba a medio construir, ya tenía paredes de bloques rojos alzados, y la escalera estaba afuera de la casa. Subí, simplemente para ir a ver a la calle desde arriba.
Había un pasillo, en el cual donde irían las puerta de cada habitación, estaba todo escueto. Al final del pasillo seria el balcón, cuando iba caminando hacia allá, donde sería la última habitación había dentro de ella, bloques apilados unos sobre otros. Iba seguir de largo, me atrajo la atención ver, el pie de alguien, como si estuviera sentado, moviéndose. Entre muy cuidadoso, pero no había motivo de caminar lento, me llegue detrás de esos bloques apilados, y me quede impactado…
El dejo de mover su mano, y se quedó atónito cuando me vio ahí parado. No sabía qué hacer, no quería irme, quería seguir viendo como su verga aún seguía gruesa, y de inmediato estaba excitado.
Me toque mi verga, el vio cuando lo hacía. Extendió la mano, y me fui acercando. Se puso de pie, y aun cogiendo su güebo con una mano, empezó hacerse una paja lenta. Mi mano sustituyo la de él. Era muy grande, pesada y gruesa, pero no tan olorosa como la de mi tío.
Me arrodille, cerré los ojos y lleve mi boca a esa verga; me la trague en un instante. El muchacho, se desabrochó el pantalón, y la dejo más afuera para mí, sacando las bolas del interior, al verlas, lleve mi nariz a ella. Me estaba tragando ese machete de ese muchacho, él estaba muy nervioso, veía a los lados, y quería hacerlo todo muy rápido.
Se pajeaba, habiendo puesto el glande en mi boca; me había dicho que dejara la boca abierta. Cuando vi, que el chico se puso tenso, y hacia expresiones raras en su cara, se vino un lechazo a mi boca; igual de espesa, a la de mi tío. Acabo muy intenso, cerró los ojos, y respiraba muy rápido. Una vez terminado de exprimir su semen en mi lengua, subió la bragueta e inmediato me dijo que bajara de nuevo.
Esperaba abajo, sentado en un banquito. Cuando salió papá de adentro, hablando con el compadre, tragaba varias veces, porque sentía el olor de semen en mi boca. Estaba nervioso; –“como dicen, después de haber matado el tigre, le tenía miedo a la piel”–. Y yo temía que José, el hijo del compadre de mi padre fuese hablar… –si alguien me hubiese dicho, que era a José, al que más le importaba, que no se supiera, no me hubiese asustado yo– pero hasta ahora no lo sabía.
–Yo te vi, cuando te estaban culiando– me dijo alguien detrás de mí.
Me escondí detrás del muro de una casa arruinada. Era un martes y ya la tarde oscurecía. Cuando oí la voz detrás de mí y voltee para ver quién era ese, que me ha dejado en el sitio pálido, no imagine quien iba ser…
Continuara…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!