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Gays

Un viernes por la noche… Tío no estas durmiendo nada

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
No recuerdo porque no fui al colegio ese día. Tampoco había ido Joel, mi vecino de al lado. Por la misma calle, una muchacha joven limpiaba la casa, cantando junto a la radio, uno de esos vallenatos, música colombiana.
Me le escape a mi madre, sin que ella se diera cuenta. Joel estaba ya en la calle, y juntos nos fuimos caminando a la quebrada, que está más allá de la casa en ruinas y abandonada.
Sabía yo, a lo que íbamos, otras veces lo hemos hecho.

La quebrada era ancha y bastante honda. Solo se llenaba a tope, cuando llovía demasiado, pero siempre en los tiempos secos, corría un poco de agua nada más. Al bajar, había monte, y otros lados estaban pelados. Y cuando llegábamos cerca de un puentecito, ahí la cosa se hacía más privada, pero con mucho cuidado, otras veces, los marihuaneros se juntaban ahí, para fumar la hierba.

En la poca agua que corría, había pececitos, que en realidad no lo eran; eran guasarapitos de los sapos, pero nosotros creíamos que eran pececitos. Y bastante que cogíamos del agua, y los guardábamos en los frasco de compotas vacías.
Me entretenía en eso, pero Joel, estaba inquieto. Me hace seña, se mordía los labios, y se sobaba la entrepierna. Me levante y deje el frasco de compota en la tierra. Me coloco contra las piedras que había en el lugar, más metidos a los lados del canal; Joel me baja el short tan rápido como pudo, me coloco su pene en mi rajita, y comenzó el folleo, como si de eso ya supiéramos.

Joel era un año mayor que yo. La tenía más grande y se le veía mucho más pelos que yo. Me gustaba mucho esa frotadura que hacía en mi culo, sentía un cosquilleo en mi verga, y en el culo una comezón intensa. Chillaba muy bajito cuando Joel jadeaba como un hombrecito. Me dejo desconcertado, cuando se quedó pegado a mi culo, y chillaba como si lo hubiesen privado. Lo otro fue, que creía, que Joel me había orinado el culo. Me lleve la mano al trasero y el líquido era viscoso. Deje de levantar el culo, y me puse recto, llevando una y otra vez mi mano al culo, veía lo que Joel había acabado en mí. Joel me veía con vergüenza, y yo a atine en solo decir; – ¡a ti ya te sale! –.
Ya he probado el semen, el primero fue el de mi tío y el otro…
El semen de Joel, aún era cristalino, casi no tenía cuerpo, más bien era, como un salivazo. Joel me dijo que si, y me pregunto si ya a mí también me salía… –no lo he intentado – fue lo que le respondí.

UNO
La señora flor, era la abuela de Joel. La madre de Joel no sé, porque razón no lo tenía ella. En casa de la señora flor, vivía un chamo, alto muy él, y delgado, los pantalones siempre le caía mas debajo de la cintura. Junior, que así se llama, era un morenazo, con rasgo de indígenas. El chamo era una mezcla de las mil leches, tenía labios sutilmente hinchados y sus ojos achinados.

…Vuelve quiero estar contigo
Ven y calma esta ansiedad
Vuelve y sálvame que muero
En esta soledad que roba el valor a mi vivir…

Aquella ranchera sonaba a lo lejos. Mi piel se crispo, cuando él me dijo; –Yo te vi, cuando te estaban culiando–.
Junior estaba a mi espalda, escupió al suelo, y pensé yo; este ya me viene amenazar >>.
Fue algo así, con un tono burlón en su voz, me dijo si estaba esperando yo, a Joel. También me dijo, que su “primo” no me estaba cogiendo de verdad y, en un santiamén se bajó la bragueta y me la enseñó.
– ¿quieres saber, lo que es una verga de verdad? –

Mi gusto por un güebo, me dejaba al descubierto porque no lograba disimular, quedar viendo embelesado, un mástil erecto.
La de mi tío, me ha gustado. Pero esta verga de junior, no solo era sabrosa, cuando la estuve probando; era bella, un güebo hermoso. No era tan larga, era corta, pero bastante gorda, y el glande bastante Inchon y rojo oscuro.

Me coloco la mano, por la nuca, de bajo de mi cabello. Con la otra mano, sujetaba su verga, se acercó el, y empujo mi cabeza hacia él; rápido abrí la boca, cuando ese glande húmedo, me toco en los labios. Le chupe la cabecita nada más, saboreando ese líquido viscoso que brotaba.
El me miraba a los ojos, y chistaba entre dietes, viendo y sintiendo como mi lengua caliente, le arropaba la cabeza del güebo. Hizo presión en mi cabeza, y no tuve más que otra, abrir bien la boca, todo ese machete entro sin complicación; claro que me ahogaba, pero era tan perfecto su tamaño y grosor, que en ese momento, me desinhibí, chupando muy goloso, y admirando como salía de mi boca y como solito me ahogaba con ella.
Al pegarme mucho a su ingle, el olor de su hombría, me enloquecía. Junior me decía muchas cosas, todo lo que salía de su boca me excitaba mucho más.
– ¡quieres probar mi leche mariquita! –.

Con una mirada de drogado o borracho, moví la cabeza diciendo que sí.
Me jalo del cabello, echo mi cabeza hacia atrás, y dijo con mucha autoridad; saca la lengua –. Abrí la boca, y con la lengua afuera, veía como él se pajeaba. Estaba empinado, con el cuerpo tensado, dándose duro con la mano. Ponía su glande en mi lengua, y también a veces me golpeaba con el güebo templado.
El lechazo salió disparado, cruzo mi rostro. Me la metió en la boca, y moviendo su cintura me cogía la garganta, y en eso terminaba de acabar. Cada expulsada de semen, me lo tragaba como un elixir de macho, que no debía desperdiciar.
Mi lengua y garganta se sintió seca y a la vez pegajosa. El semen que tenía en la cara, junior, con su dedo, delgado y largo, me limpio y lo puso en mi las labios, le limpie su dedo, hasta chuparlo… lo que me diría, me haría sentir muy avergonzado; – te va a gustar un güebo que jode –.
Sacudí el sucio de mis rodillas, no sabía hacia donde él iba, pero le di la espalda, y cuando ya estaba para subir y salir de la quebrada, él me dijo, que no fuera a decirle nada a Joel, asentí y cuando estuve arriba me fui corriendo a la casa.

DOS
Un domingo, como aquellos que eran muy aburridos. En pleno medio día, estaba en el suelo, hojeando la notitas que traía la revista del domingo, mi verga me dolía de tanto apoyarla al piso. Imagine un montón de cosas; Joel no estaba en su casa. Le cogí un miedo a junior desde aquella vez, y mi tío no estaba.
Papá y mamá estaban acostados. Me fui chiritico al patio, por los lados del garaje había un pipote, de eso, que antes o aun usan para transportar todo lo que era cosas de farmacias. Eran de esos pipotes, hechos de cartón comprimidos, creo. En fin, ahí me apoye, afincando mis brazos en el filo, afincaba mi entrepierna en el pipote, imaginando que ahora mismo se la mamaba a Joel, junior y mi tío. Cuando sentía un cosquilleo que ya conocía, lo que imaginaba era el güebo de junior. De todas las veces que lo hacía en el pipote – lo llamaba hacer fuerza – esta vez, el cosquilleo se vino con otra cosa.
Acabe, aún recuerdo como fue; sentir como se viene, sin poderlo retener, y luego descubrir, como era ese líquido que ya decía: ¡ya soy un hombre!

Mi tío Apolinar de vez en cuando iba a la casa. Él no era de la misma ciudad, por eso se quedaba aquí, por el trabajo. El no viene siendo un tío como tal. Tío por la costumbre de pedirle la bendición y el respeto que debía tenerle, pero Apolinar en realidad era un primo hermano de mi mamá.
Sería como las doces de la tarde, y el había llegado muy temprano ese día, cansado y agitado se fue y se acoto en la cama de mi habitación. Mamá salió esa tarde y me dejo con mi tío Apolinar.
Estaba haciendo sol, pero luego se puso el cielo gris. Yo estaba en el patio de la casa, sentado sobre el tanque subterráneo. Aunque no me creas, estaba tranquilo, ni una pizca de ociosidad, solo esperando que lloviera de verdad.
Cuando comenzó a lloviznar, me metí para dentro, y adentro de la casa estaba oscuro. Desde chico siempre, me he sentido en la oscuridad de la casa cuando era de día – era una cosa que me gustaba y no sé porque –. Pensé irme a bañar, y fui a mi habitación, iba a buscar ropa, y el paño para secarme. Como el tío, estaba con las almohadas encima no me di cuenta que estaba medio despierto.

– sobrino… Veni y me la mamas de nuevo –. Yo estaba de espalda, buscando ropa en el escaparte, cuando me dice eso, quede helado en el sitio.
– Voltea, y ve como la tengo dura – de su voz, salió como un susurro ronco. La piel se me puso de gallina, y quise voltear de inmediato, pero había un montón de razones para sentir miedo en ese momento.
– ¡Veni! Que tu mamá salió ¿no? –.
El miedo me apabullo. Salí de mi habitación volado, y solo alcance oír como mi tío se reía sin ganas. Llegue hasta la cocina y ahí estaba que me daba algo, creía que él venía detrás de mí, pero no fue así.
No fue mucho lo que me aguante, pero lo recuerdo como una eternidad. Si el miedo me había apabullado, luego la excitación fue más fuerte. Fue un montón de cosas lo que pensaba; y si era una prueba de mi tío, o si era verdad >>. No sé cómo, fue que tuve el valor de lo que iba hacer, pero ahora lo que temía, era perder el tiempo, antes que llegara mamá, era ahora o nunca.

Empuje la puerta con mucho cuidado, lance la mirada a la cara de mi tío y parecía dormido. Cuando estuve adentro, sentía que mi corazón se iba reventar, pero todo aquel miedo, frio y demás cosas que sentía, era lo que me empujaba hacerlo. Me arrodille al piso, cerca de mi cama. Si ponía mi mano en su sexo, él ya me había dicho que lo hiciera >> era mi justificación.
Como lo arropaba la sabana, no sabía que estaba desnudo. Mi tío estaba muy peludo, pecho, barriga y la ingle también. Puse mi mano en su miembro aguado, el rápido abrió los ojos. Sostuve su mirada con la mía, por un momento, hasta que él dijo; – seguí, que ya ahorita se pone dura de nuevo–.

Creció en mano, la apretaba y palpitaba. Chúpala –me dijo. Me subí a la cama, y como un becerrito me puse a lamerla. El de mi tío, era un vergón, empinada como una curva que obligaba a estar pegada a su cuerpo. Erecto, ese güebo casi le llegaba al ombligo, y de gruesa, con solo apretarla en mi mano, sabía que esto debía doler, si me la quería meter por el culo.
Me atragantaba solito, el chistaba su placer. Me trataba con cariño, no jalaba de mi cabello, sino que sutil, me presionaba la cabeza, para ver hasta dónde podía tragarme todo su falo erguido.

– ¿A qué hora llega tu mamá? –
– no se – le respondo.
Cuando me la había tragado todo, y le veía los ojo, el me vio, y sabía que a mí esto me gustaba mucho.
– ¿te la pongo en el culo? – me pregunta y solo le respondo subiendo los hombros.
– voltéate pues… ¡no! No, mejor acóstate tú, que yo me monto encima ¿sí? –.

Temblaba de la pura excitación, me acote a lo largo en la cama. Mi tío se movió, y me bajo el short hasta los tobillos con todo y ropa interior. Sus manos callosas y gruesas, me apretaba todo mis piernas y mi nalgas; las abrió y tocaba mi upite. Levante mi cola, e hizo intento de meter un dedo, pero yo apreté y el dejo de hacerlo.
Pesaba mucho, sobre mí, yo era una boronita de gente. Todo su pecho y barriga peluda, me cosquillaba la espalda, eso me gustaba, que me revolcaba para sentirlo como sus pelos en piel lampiña se frotaba. El había colocado su verga en mi raja, movía su cintura, como si ya me estuviera penetrando; susurraba a mi oído, y lamia el lóbulo de mi oreja. Tenía ese aliento de bebedor, caliente y evaporado.
Cada movida de su cintura, sentía que me tallaba más en mi raja su güebo parado. Ensalivo toda mi espalda, y me daba pequeño mordisco. Me apretujo contra la cama, y de nuevo sentía lo que era, que me acabaran en las nalgas. Pero su semen era grueso, espeso y abúndate, no solo mi raja se llenó de su leche, sino también mi espalda. Cuando mi tío, estaba acabando, jadeaba como si algo le estuviera dando.

Yo no acabe, pero lo que sentía, era mágico; mi piel se crispo, con esa apretujada que él me daba. Sentía que en ese momento me había enamorado. Mi tío era mi macho, y yo era su hembra, aunque nunca me había sentido mujer, en ese momento lo sentía de esa manera.

El olor de semen, abundaba en mi cuarto. Mi tío apolinar, se había puesto de pie, y ahora veía a ese hombre, desnudo completamente; su verga estaba roja y llena de leche, al igual que sus pelos también. Con las manos en la cintura me dice; – anda a bañarte rápido, que yo, limpio aquí –.
Me bañe y el siguió durmiendo como si nada hubiésemos hecho algo.

Le dije a Joel, que ya me salía la leche a mí también.
Nos fuimos a la quebrada ahí abajo, empine mi culo, y le pedía a Joel, que me cogiera. Que hiciera el intento por metérmela que yo aguantaba. – después de hacerlo con mi tío, quería saber que era un güebo, metido en el culo –.
Joel se afanaba por hacerlo, con ambas mano en su pene, intentaba metérmelo. En eso…
Ah pues, no se la sabes meter ¿Cómo te dije que lo hicieras? – lo decía junior, viéndonos desde arriba lo que nosotros dos intentábamos hacer…

Continuara…

3471 Lecturas/1 octubre, 2018/0 Comentarios/por sexosintabues
Etiquetas: colegio, hermano, madre, mayor, vecino
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