Un vuelo inesperado

Gregg y Richard se conocen en un vuelo inesperado .
Un vuelo inesperado.

 

Gregg es un hombre dedicado a los negocios, vive en la ciudad de Nueva York en los Estados Unidos , pero a menudo viaja a los países dónde él es inversionista.

Antes de las fechas decembrinas viajó a Rusia y se dedicó a reajustar sus bienes que poseía en dicho lugar.

Gregg sabía que no podía quedarse más tiempo en el país, pues debería de regresar antes de noche buena a NY, se despidió de algunos amigos en la ciudad de Irkutsk, fue al aeropuerto para tomar un viaje a Moscú y después hacía América, pero debido a la intensa nieve todos los vuelos estaban demorados, así transcurrieron dos días y no había vuelos.

Gregg toma su celular y marca a su esposa.

 

(Gregg)… Amor no hay vuelos disponibles, me temo que llegaré demasiado tarde

( Esposa )… Casi no te escucho

(Gregg)… Hola, amor, vaya se cortó la comunicación. 

 

Gregg se acerca a la recepción de la aerolínea a seguir preguntando e insistiendo, pero la respuesta era NO HAY VUELOS DISPONIBLES. 

En eso se acerca un joven de aproximadamente 26 años a preguntar.

 

(Richard )… ¡Hola señorita debo viajar con urgencia a Moscú! 

(Recepción )… Lo siento mucho, pero debido a la tormenta de nieve los vuelos están cancelados.

(Gregg)… ¿También te dirijas al aeropuerto de Moscú? 

(Richard )… Efectivamente, mi padre está muy grave en el hospital y necesito ir a verlo.

(Gregg )…Yo debo ir a Nueva York, mi hija se casa, un día después de Noche Buena y al parecer no podré asistir a su boda.

(Richard )… ¡Pero solo faltan dos días! 

(Gregg )… Así es, pues desde hace dos días no he podido tomar ningún vuelo.

 

Nuevamente los dos caballeros fueron a preguntar y la respuesta era la misma y lo peor era que las carreteras estaban bloqueadas y no había acceso.

Las quejas y preocupaciones de los dos eran escuchadas sigilosamente por un hombre anciano, el cuál se les acercó. 

 

()… Buenas tardes caballeros, me presento soy el señor Dmitri, expiloto de la fuerza de aviación. ¡Veo que tienen urgencia por salir! Si así lo desean podría llevarlos al aeropuerto más cercano.

(Gregg )… Creo que no tengo otra opción señor Dmitri. Me urge llegar a Moscú.

(Dmitri )… ¿Y usted joven? 

(Richard )… ¡En ese caso también voy yo!

 

El expiloto los encaminó directo a un pequeño hangar, Gregg y Richard abordaron y en cuestión de segundos tomaron ruta, pero las torres de control exigían al piloto regresar, pues la tormenta no aminoraba  y podría ser catastrófico. 

Ya en pleno vuelo los tripulantes sentían un tanto de alegría combinada con miedo e incertidumbre.

El vuelo de la pequeña avioneta surcada por los cielos, en momentos perdía altura, pero debido a la experiencia del señor Dmitri nuevamente recuperaba el control del aeronave. Algunas horas de haber despegado la avioneta volaba sobre las Montes Sayanes, cuando nuevamente se perdía altura y comenzó la aeronave a descender, el señor Gregg y el joven Richard empezaron a gritar del miedo. De pronto un fuerte ruido ensordecedor se escuchó al mismo tiempo que la avioneta se deslizaba con mucho trabajo.

Al día siguiente Gregg despertó y observó la tragedia que había sucedido, corrió hacia el fuselaje, movió al joven y este despertó con una pierna lastimada,  pero el señor Dmitri no resistió al impacto.

Debido a la altura donde se había caído la avioneta el lugar estaba cubierto en su totalidad de nieve.

 

(Gregg )… ¿Ahora qué va a suceder con nosotros?

(Richard )… ¡No lo sé! 

(Gregg)… Trataremos de pedir ayuda por la radio, esperemos que nos escuche alguien.

 

Buscaron dentro del fuselaje, pero no había respuesta, pronto caería la noche y no había donde protegerse del frío. Cavaron una tumba con la poca herramientas que había y sepultaron el cuerpo del piloto. 

Dentro de la aeronave acomodaron los asientos y se acostaron tapándose con unas mantas, buscaron sus equipajes y sacaron abrigos que llevaban.

 

(Gregg )… Esperemos aguantar el frío. Mañana veremos qué podemos hacer.

(Richard )… Suena ridículo lo que voy a decir, pero descanse señor Gregg.

(Gregg)… Sí, gracias, tú también descansa, aquí tienes unas aspirinas para que calmen el dolor de tu pierna.

(Richard )… Gracias amigo, pero ya no tengo casi dolor, al parecer solo se me torció. 

 

Dos días y no había señal de rescate, sus provisiones se estaban agotando y lo peor la tormenta seguía fortaleciéndose. El crudo aire helado que descendía por las noches no los dejaba descansar, el joven temblaba demasiado. Así que el señor Gregg se acercó a él joven, lo abrazó y frotaba con sus palmas el cuerpo del joven Richard, algo empezaba a ocurrir, pues Richard también abrazó a Gregg, así amanecieron abrazados.

Al despertar Gregg sentía vergüenza por haber abrazado a otro hombre, pero Richard le decía que no había ningún problema, pues gracias al calor de los dos pudieron resistir las bajas temperaturas. 

Las reservas de alimentos  eran pocas entre ellas estaban algunos chocolates, cacahuetes y una botella de vodka que habían encontrado en las pertenencias del señor Dmitri, el frío era insoportable y nuevamente la noche cayó,  Gregg y Richard se recostaron y bebieron casi el total de la botella, ya mareados se acurrucaron en posición de cuchara, Gregg abrazo fuertemente al joven y debido al frío, a la soledad, al efecto del alcohol y al calor de ambos.  Gregg besó en la boca al joven Richard y él a su vez le correspondía, no se sabe cuál fue la causa real de ese acontecimiento, probablemente sería que imaginaron que nunca serían rescatados. Unos segundos más y tanto Gregg como Richard se habían despojado en su totalidad de sus ropas.

Gregg escupió saliva en la palma de la mano para untarla en el culo del chico y otra poca para ensalivar su verga, la cuál apuntó hacía el  orto de Richard. 

 

(Gregg)… Nunca lo he hecho con un hombre y no sé si vaya a dolerte. 

 

Gregg insertó poco a poco la punta de la polla en el culo de Richard y trataba de meter un poco más,  Richard por su parte gemía y respiraba pausadamente. El joven movía su cintura hacía atrás tratando de ayudar a Gregg a poder penetrarlo completo.

Gregg por su parte comenzaba a realizar un vaivén lento, pues aún no podía meter toda la verga en el culo, debido a la inexperiencia de ambos en esa posición de cuchara les resultaba demasiado complicado.

 

(Gregg)… Es complicado, es complicado…

 

El joven se levantó pues tenía un dolor punzante en el ano, pero deseaba ser penetrado por el señor Gregg,  se colocó en posición de perrito, escupió la palma de su mano y se embarro el fluido para facilitar la entrada de esa verga a su culo.

 

(Richard )… Hágalo con cuidado, pues tampoco yo he tenido relaciones con un hombre.

(Gregg )… Sí sientes que te estoy lastimando ¡dímelo! 

 

Nuevamente Gregg escupió sobre su falo erecto y comenzó a penetrar al joven, probablemente la saliva ayudó como un lubricante, la cual proporcionó que la verga gruesa de Gregg resbalara y entrara más fácil en el recto del muchacho.

Las palpitaciones de ambos parecían retumbar al unísono, sus cuerpos se fundían en uno solo, las caricias y besos eran como de una pareja que se ama demasiado.

Gregg entresacaba su verga por la mitad y la metía suavemente,  al parecer ambos estaban disfrutando de su primer relación sexual con alguien del mismo sexo.

Los movimientos del vaivén de Gregg se moldeaban con los movimientos de la cadera de Richard. Cuando Gregg creyó que se iba a correr sus movimientos fueron más bruscos y profundos, las nalgas del joven rebotaban a cada embestida que le daba el hombre.

Pronto el jadeo y los movimientos bruscos se convirtieron en una calma total.

Gregg se recostó al lado de Richard y se abrazaron fuerte.

Cuánto tiempo pasó no supieron, pero ambos permanecieron abrazados y desnudos hasta que una luz tenue que salía del sol los despertó.

Ese día no se dirigieron la palabra, no se podían ver a la cara por la vergüenza que les daba lo que habían hecho la noche anterior. Comieron los últimos cacahuetes y sólo esperaron a que su momento les llegará. 

Una luz de la esperanza fue el oír un ruido semejante a un helicóptero, afortunadamente los habían encontrado, después de una búsqueda por toda la montaña.

Al ver el helicóptero sus ojos se llenaron de alegría,  brincaron y saltaron de la conmoción, ambos corrieron y se dieron un abrazo, el último abrazo que se darían.

Tiempo después Gregg ya estando en Nueva York se comunicó con el joven Richard.

 

(Gregg )… Hola Richard,  se que juramos no hablar, ni mencionar nada de lo que ocurrió en las montañas,  pero necesitaba agradecerte, sin tu apoyo y compañía, imagino que hubiera muerto junto con el piloto.

(Richard )… Al contrario Gregg, tú fuiste quien me salvó,  tú me protegiste con tu calor y eso no tiene ningún precio.

(Gregg )… Es muy inusual esto que te voy a decir,  pero no he podido sacar de la mente eso que hicimos.

(Richard )… Creo que hasta en eso estamos conectados Gregg, yo tampoco lo he superado. 

(Gregg )… Habrá la posibilidad, la remota posibilidad de algún día poder vernos otra vez.

(Richard )… Espero volver a encontrarme con usted, claro no en las mismas circunstancias. Por el momento estoy en Reino Unido y es probable que en esos meses vaya a California o en su caso a Nueva York. 

(Gregg )… Sí es así, te estaré esperando.