Una buena amistad
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Daniel es de esas personas que tiene una especie de aura o algo así, que donde llegan, su presencia se hace notar.
Quizá no por su aspecto físico, o por su forma de actuar.
La verdad no sé que es eso, pero cuando vi por primera vez a Daniel aquel día en el auditorio de la universidad fue bastante interesante.
Me encontraba hablando con unos amigos sobre cuestiones de la universidad, cómo sería, cuál sería nuestro horario y todas esas cosas que te preguntas al iniciar la universidad.
Sinceramente nadie estaba prestan atención a lo que decía el decano en el escenario, todos hablaban.
Sin embargo, yo abstraje de todo eso y me quede mirando fijamente al otro lado del auditorio.
Un chico alto iba bajando por las escaleras hacia un puesto libre en las primeras hileras de sillas.
Su aspecto era bastante genial, no era el típico que va vestido a la moda como todos, tampoco el desarreglado, llevaba una sudadera gris que iba con su jean oscuro y unas zapatillas azules.
Su mochila colgando de un hombro y en su otra mano iba revisando el celular.
Parecía entretenido en lo que veía, pero no puede evitar notar que solo lo hacia para distraerse de los nervios, seguramente no conocía nadie pensé.
Al sentarse, levantó la cabeza y pude ver sus ojos oscuros, su cabello un poco largo era castaño; sus labios y nariz eran normales, nada especiales.
Sencillamente se veía bien.
Se parecía un poco a mi de hecho, lo que me llamo mucho la atención, sinceramente si tuviese un tipo predefinido de chico, sería ese.
Por un momento mi mirada se cruzó con la de él, automáticamente, volteé a ver a otro lado.
De alguna forma, me sentí un poco intimidado y me dio vergüenza.
Ese día transcurrió bastante lento, solo pensaba en quién sería ese chico, qué iba a estudiar y si íbamos a estar juntos.
Cómo siempre, pensé que no iba a suceder nada no sé por qué me emocionaba si de todas formas no era capaz de hablar a un chico, mucho menos en un en quién me fije.
Para sorpresa mía, al siguiente día, en mi segunda clase estaba él ahí.
Sí, Daniel estaba ahí, en el mismo salón que yo.
Se sentó un par de puesto adelante de mi, no sé que dijo la profesora en toda la clase introductoria, solo me fije en él.
Al terminar la hora, tenía un rato libre y fui a tomar algo al cafetín, me encontré con una amiga que había hecho el día anterior y nos sentamos a hablar.
-¡Hey! Danieeeeel -.
Gritó ella.
– ¡Ven acá!-.
Volteé a ver y era él, al parecer ya se conocían.
Se acerco a la mesa y saludó.
-Hola Gaby, ¿Cómo estás-.
me miro.
– ¿Qué tal bro.
– le devolví el saludo.
– No te vi ayer en el auditorio, Gaby
-Llegué temprano, y no te vi tampoco, me senté con David-.
Dijo ella y me señaló.
-¿No estás en la clase de la Prf.
Aura?-.
Me preguntó
– Sí, lo estoy.
Te vi allí, estabas delante de mi
-¿Qué clase tienes en un rato
-Introducción a la carrera -.
Dije.
– ¡Vaya! Tenemos el mismo horario, al parecer.
Pasamos el rato discutiendo nuestros horarios, Daniel tenía el mismo que el mio, por desgracia Gaby no.
Terminamos de pasar el rato, nos conocimos un poco más los tres.
Nos despedimos de Gaby y nos fuimos a clases.
La verdad, Daniel es alguien bastante interesante, nunca dejas de hablar con él.
Puede notar que de cerca es más alto de lo que parecía, tiene un tono bastante grave pero agradable.
Creo que esa tarde fue como empezó nuestra amistad, empezamos a pasar mucho tiempo juntos, y más gracias que teníamos todas las clases juntos.
Empezamos a sentarnos juntos, hacer los trabajos y actividades en grupo.
Resulto ser alguien bastante aplicado al estudio, como yo.
Y juntos, salíamos bien en todo.
No hizo falta mucho tiempo para hacernos buenos amigos, ya se que eso no sucede rápido.
Pero cómo ambos eramos de otras ciudades, y no conocíamos a nadie en esta, salvo por algunos compañeros de la universidad, fue una casualidad que mejoró nuestro nexo.
Ambos nos dimos cuenta que teníamos mucho más en común de lo que pensábamos.
Cuando no estábamos en alguna actividad extracurricular de la universidad, estábamos en algún bar bebiendo con los del grupo de la universidad, o dando vueltas por la ciudad con Gaby, incluso en casa jugando en la consola o viendo películas en netflix o en la web para luego debatirlas con algunos amigos que les encanta el cine.
Un fin de semana, decidimos no salir de fiesta y terminar un trabajo que incluía exposición y la presentación de un proyecto para una materia que ambos odiábamos.
Cómo se acercaba periodo de parciales, significaba que vendría unas semanas escasas de tiempo, e iba a ser más fácil si finalizábamos esa tarea antes de esos días.
A la final, él la terminó pasando en mi piso ese fin de semana, se llevó ropa y todo lo necesario para esos días.
Desde temprano ese viernes, estuvimos trabajando todo el día.
Apenas parábamos para comer o ir al baño, buscar algo en Internet o llamar al profesor para preguntarle algunas dudas.
Algo que había notado es que siempre que estábamos solos existía cierta tensión entre él y yo.
Pensé que era solo de mi parte, pero no, también venía de la suya.
De esas tensiones que hay cuando dos personas tienen algún sentimiento encontrado.
Obviamente, ninguno iba a decir nada.
Esa noche, luego de comer y descansar un rato, ya era algo tarde y decidimos irnos a dormir, a pesar de que donde vivo hay dos habitaciones, le invité a mi cuarto que ahí está la tv y podría ver una peli o simplemente hablar.
Yo no tenía problema en compartir una cama con él, sé que tampoco él pondría alguna objeción.
Y dicho y hecho, terminamos fue hablando.
-Estoy cansado, David -.
dijo mientras bostezaba.
– Si terminamos temprano el domingo, salimos por ahí un rato
-Yo también, pero así es mejor.
No tendremos preocupaciones luego de la otra semana-.
Dije con cansancio.
– Oye, David.
¿Puedo comentarte algo?
-¡Por supuesto, Dani!
-Prométeme que lo escucharas con la mente abierta y sin ningún prejuicio-.
Yo sabía ya por donde iba la cuestión, me emociono saber que iba a decirlo él, trate de no aparentar nada.
-Obvio, no me asustes-.
dije y le baje volumen al tv.
-Creo que me gustas-.
Lo dijo mientras veía sus manos, las cuales se acariciaba entre sí, él estaba nervioso.
Trate de hacer que todo pareciera calmado y normal.
Deje que pasaran unos segundos en silencio.
-Desde el primer día que te vi, allá en el auditorio-.
Me acerqué un poco más a él.
– Llamaste mi atención, amigo.
Sé que todo puede ser extraño, créeme, tengo muchas dudas, preguntas y todo eso.
-¿Me lo dices en serio?-.
Me miro fijo a los ojos.
– ¿No me estas jodiendo?
-Para nada, ¿crees que es malo?-.
Pregunté
– La verdad David, no es algo que sea malo, al menos no para mi-.
Volvió a sus manos.
–Solo sé que, aprovechando la situación.
no habría nada de malo en que lo intentáramos.
-¿El qué?-.
Obvio quería, solo no quería parecer desesperado.
-Estar juntos, más allá de nuestra amistad.
Sin ningún tapujo ni tontería de esas.
Solo espero que podamos mantenerlo entre los dos y que nadie más lo sepa.
-Esperaba que dijeras eso, Dani.
– No sé en que momento estábamos pegados el uno al otro, podía sentir su cuerpo junto al mio, nos recostamos y charlamos un rato más.
Comentamos todo lo que sentíamos, desde cuando estábamos así, qué queríamos y que nos gustaría hacer.
Fue bastante genial encontrar alguien así.
Todo el rato pensé en besarle, después de todo él empezó, quizá yo debería seguir.
Y así fue.
- Me levante y me coloqué encima de él, acerqué mi rostro al suyo, con timidez, pero lo hice.
Poco a poco me fui acercando hasta que sus labios se encontraron con los míos.
Era suaves y deseosos, ya había besado antes y había sentido otros labios, pero estos me volvían loco.
Besaba lo mejor que podía, trataba de que fuera apasionado, y no algo de solo un momento.
Esta vez, me senté en su abdomen y empecé a acariciar su cuello y cara mientras lo besaba.
El de vez en cuando me rosaba con sus manos por encima de mi camiseta, tocaba mi abdomen y pecho de una forma que me hacía excitar.
Me bajé de la cama y me quité la camiseta, no pude evitar como me veía, me deseaba y yo a él.
Enseguida me separe un poco y le ayude a quitarse la ropa a él.
Su camiseta fue a parar al piso con la mía, tenia un abdomen algo marcado, sus pectorales también y unos brazos hermosos.
Casi nunca se los había visto, pues siempre estaba con algún suéter, sudadera o alguna prenda de mangas largas.
Empecé a besar su cuello poco a poco, descendiendo por su esternón y besando parte de su abdomen y la zona aledaña al ombligo.
No solo me producía placer a mi, podía ver como el cerraba los ojos y soltaba algún ligero gemido.
podía sentir también su pene creciendo.
Otra vez me levanté y me quité mi short.
Deje solo a la vista mi calzoncillo el cuál parecía una tienda de campaña con mi pene ya erecto.
Daniel se levantó y me siguió los pasos.
Al quitarse su short de pijama, mi vista no se separó de su boxer, tallado a su cuerpo marcando ese trozo de carne de unos 16cm, era la primera vez que vería un pene en directo y con el podría interactuar.
Creo que el tamaño no era algo que me importaba, empezó a bajarse lentamente ese boxer, sabía que eso me excitaría más.
Podía ver como quedaba la marca entre su piel ligeramente bronceada y su zona intima más clara.
Se encontraba bastante aseado, sin vellos en su pene.
Me provocaba tanto poder tocarlo.
Daniel se acercó a mi y me besó, se agacho y me empezó a bajar mi calzoncillo.
Lo hecho a un lado y me invito a recostarme en la cama.
Se echo a un lado y me beso un por el cuello (algo que me excita mucho) luego bajo besando poco a poco mi pecho y abdomen hasta encontrarse con mi pene.
Juego con el un rato, lo tocaba con sus manos, lo masturbaba un poco y luego, sin aviso, lo engulló.
El placer que sentía era inmensurable, su cálida boca su saliva, TODO.
Su lengua se movía alrededor del glande, por ratos succionaba un poco.
Movía su cabeza de arriba a bajo, me besaba el escroto y así se mantuvo un rato.
Yo apenas podía moverme, sentía muchas cosas, soltaba uno que otro gemido.
Me quité y le dije que se acostará él.
Ahora yo le devolvería la mamada.
Al igual que él, juegue primero un poco con su pene.
Me excitaba tener eso entre mis manos, poder masturbarlo y acariciarle las bolas, no sé a cuál de los dos lo ponía más.
Con un poco de temor, me lo metía la boca.
Era sabor era extraño, tampoco algo exagerado.
Podía sentir con mi lengua el liquido pre-seminal en su glande.
Mi cabeza subía y bajaba, lamia por ratos o si no lo besaba.
Me detuve luego de unos minutos, no quería que acabará ya mucho menos en mi boca.
Una vez hecho eso, otra vez me coloqué encima de él y nos seguimos besando.
Rosábamos nuestros cuerpos, uno con el otro.
Sus manos cogían mis nalgas y las apretaba delicadamente, mi pene se rozaba con el de él, yo tocaba sus pezones y lo besaba por el cuello.
No estábamos preparando para lo mejor.
No había condón, y no íbamos a salir a comprar uno.
Previamente habíamos hablado, y pues estábamos consientes de eso, lo único que si tenía era algo de lubricante.
Estaba en la gaveta de la mesita de noche, sin levantarme, lo saqué.
Sinceramente yo tenía ganas de cogerlo a él, me estallaba el pene por hacerlo, pero termine cediendo y dejándolo a él.
Cogí y unté mi ano de lubricante, también su pene.
El primero juego un poco con sus dedos, metía y sacaba uno o dos.
A mi me dolía un poco, y a la vez me encantaba, luego tocaba mi ano con su glande, hacía círculos con el buscando dilatar un poco.
y sin más, ¡Puff! me penetró, no lo hizo ni muy forzado peo tampoco delicado, al principio me dolió como nunca pero luego se transformó en un sensación de placer.
Sacaba y metía su pene de mi ano para que me acostumbrara un poco.
Luego ya solo se movía sin sacarlo y yo también me movía, nos costó sincronizarnos, peor una vez hecho fue puro placer del bueno, era la primera vez que lo hacíamos, ambos lo sabíamos, nos teníamos ganas desde hace tiempo y lo estábamos disfrutando como nunca antes.
Por momentos me acercaba y le besaba la boca, por otros, él lo hacía.
Gemidos se escapaban de ambas bocas.
pasamos así un buen rato cuando el empezó a masturbarme mientras me cogía.
Sentía hasta entumecimientos del placer, mientras su pene me penetraba una y otra vez y me masturbaba también, mi cuerpo estaba lleno de sensaciones únicas del sexo, y sin más acabé.
Unos chorros salieron sin control, manchandolo a él, un poco a mi y en la cama.
La verdad me sentía ya realizado pero faltaba un poco, no paso mucho tiempo cuando sentía algo liquido y caliente en mi ano, su semen.
Algunos chorros también, esa sensación era la más nueva creo, fue genial.
Daniel apenas se movía del placer que estaba sintiendo, lo deje que acabará y lo bese.
Luego, al levantarme unas gotas de semen escurriendo por mi pierna y otras cayeron a la cama por ahí, me acosté a su lado.
Seguimos besándonos, nos abrazamos un rato y charlamos incluso.
No sé cuanto tiempo pasamos haciéndolo, peor ya era bastante tarde, sentía la necesidad de bañarme y lo invite a hacerlo conmigo, supuse que también querría.
Nos bañamos, terminamos de alistarnos para dormir y nos acostamos abrazados como dos personas que más allá del sexo, se quería y que estaban cómodos estando juntos sin importar absolutamente nada.
Comenten que tal les pareció, y si quieren seguir leyendo sobre Daniel y yo en una segunda parte.
¡Saludos!
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