Una cogida espontánea: EL MILITAR
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando tenía 17 años y estaba en el segundo semestre de la universidad estudiaba de noche porque esa carrera sólo la dictaban en el turno nocturno, y como la universidad queda bastante lejos de mi residencia (en otra ciudad) me tardaba mucho en llegar. Cuando llegaba a mi ciudad (pueblo sería más adecuado) todavía me quedaba un trecho por recorrer hasta mi casa, que perfectamente podría realizar caminando, pero debido a la hora (11:00pm aprox.) y a la inseguridad, resultaba muy peligroso, pues en el camino no habían casas, sólo instalaciones deportivas, escuelas y una zona militar prácticamente aislada, por lo que a esa hora no había nadie.
Esa noche decidí no tomar un taxi, porque confieso que soy bastante mezquino, así que me dispuse a comenzar la caminata, y caminé tan rápido como me lo permitieron las piernas. Debo agregar que desde que desde que venía en el camino tenía ganas de orinar, pero por la premura y el miedo no me detuve en ningún sitio hasta que estaba relativamente cerca de la entrada a la zona militar y alcanzaba a ver a los guardias que allí estaban (y ellos a mí). Me arrimé a un árbol, algo que me parece asqueroso pero ni modo, ya no me aguantaba, así que descargué todas mis ganas de orinar (¡qué placer!), me subí el cierre y seguí.
Pero al parecer no me acomodé bien el paquete, quizás por el apuro, y el interior me estaba presionando las bolas y comencé a tratar de acomodarme agarrándome las bolas, pero sin darme cuenta de que los dos guardias me estaban viendo, que por cierto estaban ya no tan lejos pues me dirigía hacia ellos porque debía pasar a un costado de la entrada que custodiaban. Voy caminando por la acera del frente cuando uno de los guardias sale a la calle, se acerca a mí y me pregunta si tenía un cigarro, a lo que respondí que no e intenté seguir, pero ahora me preguntó si tenía chicle y le dije que no, pero esta vez hizo el gesto de agarrarse el paquete y manoseárselo descaradamente mientras me hacía señas con la mirada como invitándome a que hiciera o dijera algo.
Nunca he sido bueno para comprender las señas, no entiendo la simbología gay para conseguir sexo, y en ese entonces con 17 años menos. Pero esta era muy evidente, sin embargo yo no sabía cómo reaccionar, ni siquiera sabía si quería o no pues estaba cansado. Así que para mantenerme allí le dije que lo único que tenía para darle era una dona, y se alegró mucho al parecer, pero me dijo que también tenía otra cosa para darle, le recordé que no tenía cigarros y que lo único que llevaba era la dona (por un momento pensé que me iba a robar) y comenzó a reírse. Me preguntó si estaba apurado y le dije que no; invitó a pasar a su caseta de vigilancia y me presentó al otro soldado que estaba afuera. El otro soldado era un moreno como de 1,80 y se veía bastante fuerte/musculoso, todo lo que uno esperaría en un militar, y el que me invitó era trigueño bastante bronceado, como todos los militares de la zona, de 1,75 creo también fornido aunque más delgado que el otro. Ambos con corte de cabello al ras.
No pasaron ni tres minutos de charla y el trigueño se comenzó a agarrar la verga de nuevo como la vez anterior y le dijo al moreno que saliera a vigilar por si llegaba un carro y necesitaba entrar, y el moreno se salió. El trigueño me dijo que era muy lindo, me preguntó la edad, y cuando le dije 17 me dijo que parecía de 15 y que era peligroso que anduviera por allí a esas horas de la noche, me dijo que le gustaba mi piel blanca y se acercó y me rozó la mejilla con el dorso de la mano. Me quedé helado, me preguntó si tenía novio, me sorprendió bastante su pregunta pero a esas alturas ya era obvio que me gustan los tipos, de lo contrario no me hubiese quedado allí. Luego me dijo ¿para qué estás aquí? Puedes comenzar, y me agarró la mano y se la puso en el paquete, estaba durísimo. Como vio que me quedé inmóvil me recordó que fui yo quien estaba “buscando fiesta” pues fui quien comenzó con las insinuaciones, le dije que no, que fue él, y dijo que cuando me acercaba comencé a agarrarme el paquete y a mirarlo. Todo fue un malentendido por lo visto, pero hasta ahora no sabía cómo iba a resultar.
Se levantó, se desabrochó la correo y me dijo, sácamelo y mamamelo. Le desabroché el pantalón y se lo bajé hasta las rodillas, y wowwwwwwww que hombre que tenía al frente, sus muslos estaban perfectamente torneados y durísimos, me recordó a Brad Pitt en Troya o a cualquiera de los actores de la película 300.
Me tomó de la cabeza y me pegó de su paquete aún con un slip puesto y yo seguía absorto con lo que estaba pasando. Su olor era fortísimo, no diría que desagradable porque no lo era, o por lo menos no para mí. Cuando me despegó me dijo de nuevo que se lo sacara y lo mamara. Lentamente (porque no quería perder ni un detalle y quería recordarlo perfectamente) le bajé el slip por la parte de atrás, de modo que la última parte cubierta fue la verga que estaba por salir y DIOSSSSSSS casi me desmayo cuando lo terminé de bajar y su palo brincó, me golpeó en la nariz. Me lo metí en la boca y estaba muy salado, fue un poco asqueroso porque quién sabe cuánto tiempo tenía allí de guardia y cuanto había sudado, pero creo que eso formaba parte de la excitación de estar con un tipo tan masculino, medio neanderthal. Su palo mediría unos 17cm, grueso, mucho más grueso en la base que en la cabeza, y bastante peludo.
Me levantó y me besó, nunca había besado a un hombre, a pesar de que ya me lo había metido un vecino un año mayor que yo. Fue el beso más apasionado que he recibido en mi vida, parecía que tuviera hambre de mí, que me quisiera comer, me decía que estaba como a él le gustaban, blancos, delgados y más bajos que él. Mientras me besaba metió sus manos por mi pantalón y me agarró las nalgas, lo desabrochó para hacerlo más fácil y siguió, y cuando me di cuenta ya me había metido un dedo y me pegaba a su cuerpo mientras lo empujba en mi culo, era muy rústico, pero no me molestaba, sino que me excitaba más.
Sin despegarse de mí me llevó a una especie de catre (porque eso no puede llamarse cama) y allí me recostó y él encima de mí, me dijo que me quitara los zapatos y el pantalón, como pude lo hice pues no dejaba de besarme y manosearme. Siguió metiéndome el dedo y me preguntó si tenía preservativo porque él no tenía, le dije que no y me dijo que estaba loco por metérmelo allí mismo que no se aguantaba que tenía que cogerme porque le gustaba. Por más clases de educación sexual que recibí en mi vida y aunque me considero inteligente, las ganas me nublaron, pensé en que jamás iba a tener otra experiencia como esa, así de espontánea y excitante y ni quiera me dio tiempo de responderle (aunque la respuesta iba a ser métemelo) cuando sentí que colocó la punta de su verga en la entrada de mi culo, ya me tenía con las piernas abiertas y él sobre mí besándome, sólo pude gemir porque entró la cabeza sin problema. Siempre he dicho que la mejor parte de cuando a uno le meten la verga es cuando entra la cabeza pues ahí comienza el verdadero placer, y ciertamente. Este palo como dice se iba haciendo más grueso de la cabeza hacia la base, así que fue entrando sin problemas hasta que sentí los vellos de ese tipo en mis nalgas. Pasó sus manos debajo de mis brazos y se enganchó de mis hombros, como si me estuviera inmovilizando y me lo metió hasta el fondo, después que pensaba que no podía entrar más. Sentí que salí de mi cuerpo, no podía concebir tanto placer, de un hombre tan hermoso, tan masculino, tan aparentemente heterosexual, militar y en esa situación.
Siguió con su mete y saca brutal, y con cada embestida me levantaba, aplicaba toda su fuerza para que entrara cada vez más. Después sin sacármelo me volteó, me dijo que quería cogerme en otra posición y esta vez se acostó sobre mi espalda y siguió con la cogida. Me metía los dedos de su mano derecha en la boca mientras con la otra se aferraba en mi hombro para pegarme más a él. Luego comenzó a lamerme el cuello, después a morderme y pasó ambas manos por el frente, una por mi pecho y la otra por mi cintura y me abrazó tan fuerte que no pude respirar durante unos segundos. Me dijo “te voy a llenar el culo de leche” me puso en cuatro, me tomó de las caderas y siguió hasta que se lanzó sobre mí casi como si estuviera convulsionando. Me besó y me dijo que estaba riquísimo, que quería volver a cogerme, que le diera mi número de teléfono….
Llegué a mi casa exhausto, me bañé y caí rendido en mi cama. Al levantarme tenía 5 mensajes y algunas llamadas perdidas del militar.
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