UNA HISTORIA DE AMOR
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por totochapin.
Permítanme presentarme, me llamo Javier, de 40 años, vivo en ciudad Guatemala, cuerpo normal, soy varonil. Hace ya 8 años que falleció mi esposa, en un trágico accidente, esto causó en mí una enorme depresión. Nunca probé nuevamente mujer después de su fallecimiento y no es que no tuviera oportunidades, simplemente mis gustos cambiaron. Todo empezó cuando, ya viudo, buscado una información en google, me topé con una página de osos gay, me llamó la atención, empecé a curiosear, ver esos ejemplares de machos desnudos me excitaban mucho. Esta misma página me llevó a un chat gay, empecé a conversar con señores, que son los que me atraen, pero no pasaba de solo charlas de sexo. Hasta que un día conocí en persona ya a un señor, atractivo y de buenos sentimientos, con él si tuvimos experiencias bonitas, sexo oral, sexo anal, pero más besos, caricias y masturbadas mutuas. Luego conocí a muy pocas personas del ambiente, con algunos pues solo mamadas y masturbaciones llegamos.
Ya metido en este rollo, hace poco más de cuatro años, empecé a trabajar en una agencia bancaria de mi país, donde llegaba la persona protagonista de mi relato. Un señor hermoso, de 1.80 de alto, 45 años, blanco, barriga hermosa, siempre vestía de vaquero, jeans que en hermosas piernas mostraban un bulto excitante, con su sombrero de vaquero, pistola en la cintura, camisa que dejaba ver que tenía un pecho y brazos velludos, bigote y barba bien recortados, todo un ejemplar de macho de los que me gustan. Era dueño de una hacienda ganadera en la costa sur de mi país. Cada que llegaba, se le veía serio, solo hablaba lo necesario para saludar y explicar a que iba a la agencia. Cuando yo lo veía me ponía nervioso, lo veía de tal manera que me daba pena que mis compañeros de trabajo se enteraran de mi gusto por los machos.
Cierto día, llega a la agencia con un problema con su tarjeta de crédito que, según él, no hallaba solución, amable, pero nervioso por su presencia, le atendí y le ayudé a solucionarlo. Quedó muy agradecido y de allí empezó una amistad que más parecía romance. Ahora, cada que llegaba, solo quería que yo le atendiera, aunque eso lo hiciera esperar mucho, o cuando yo no estaba, él esperaba a que llegara o regresaba en otro tiempo para que yo personalmente le atendiera, según él, porque yo si le solucionaba sus problemas con su tarjeta de crédito. Pero había algo que disfrutaba de él o me ponía en que pensar, pues cada que llegaba me llevaba frutas, helados o comida. ¿Será que querrá algo más? Me preguntaba yo. Luego empezó a invitarme a que lo acompañara a su hacienda, pero yo por temor a ser descubierto mi gusto por él, me negaba inventando cualquier excusa, pero su insistencia fue tanta que acepté ir un sábado con él.
Ese día pasó el por mi casa temprano para irnos juntos, cuando lo vi en su camioneta, llevaba una sonrisa en su cara, que sentí mariposas en el estómago. En el camino de la capital a la costa sur de mi país, un trayecto como de dos horas, me contó que su esposa e hijos no les gusta acompañarle a él, no les gusta el campo, prefieren la ciudad, pero él es de campo. Al llegar a la hacienda, nos fuimos a las oficinas y allí estuvo casi toda la mañana tratando asuntos de la hacienda y el ganado, luego pidió que nos prepararan comida, un delicioso banquete natural. Luego de comer, me dijo que saliéramos a caminar en caballo para que conociera la hacienda, y que pasaríamos por un río a darnos un baño, yo le aclaré que no llevaba bañador, él dio una carcajada y dijo que éramos hombres que no hacía falta el bañador. Yo iba emocionadísimo, por fin vería a ese ejemplar de macho totalmente desnudo, era tanta mi emoción que no escuchaba lo que me decía mientras me enseñaba la hacienda.
Al llegar al río, el empezó inmediatamente a quitarse la ropa, sus botas, el sombrero, la camisa, pude ver que era muy peludo, hasta en la espalda, yo quedé congelado viendo semejante especie de oso, no podía dejar de verlo, cuando se quitó el pantalón, vi esas enormes piernas velludas, y verlo en bóxer flojo, mostrando así lo dotado que estaba, me vino rápido una erección, el cual traté de esconder. El vio que no me había quitado nada y me dice que no tuviera vergüenza que estábamos en confianza, se lanzó al río animándome a que hiciera lo mismo. En mis adentros pensé que estaba mal que no se quitara el bóxer, yo como pude me quedé en bóxer, solo que los míos ajustados, se me notaba mucho mi erección que me metí inmediatamente al agua y no salí de allí para no ser descubierto. Charlamos un poco mientras nadábamos, hasta que ya para el atardecer él salió del agua para ir por la camioneta, y así nos marcharíamos. Al salir del agua, vi como se le marcaba el paquete, que aunque estaba flácida se le veía de buen tamaño, dándome la espalda se baja el bóxer, cuando vi la belleza de culo peludo que tenía, así redondito, apetecible. Dejó el bóxer en un árbol cercano, cuando se agachó para ponerse el pantalón pude verle sus enormes bolas peludas, todo un manjar. Yo esperé a que él se fuera para salir del agua y cambiarme y así esperar a que pasara por mí, tomé su bóxer mojado que había dejado en el árbol, lo olí y lo acaricié, olía a macho, a sudor, a delicia, me hice una paja oliendo su calzoncillo, como estaba tan exitado terminé rápìdo. Luego llegó él y nos regresamos a casa. Así terminó aquel momento muy excitante para mí.
Desde ese entonces, nuestra amistad fue más profunda, siempre llegaba a la agencia cuando ya iba a salir, para ir a cenar, ir al cine, teatro, o simplemente a dar una vuelta en su coche. Llegaba tan seguido que los compañeros y compañeras bromeaban que era mi novio, y más cuando veían que ya no solo me saludaba de manos sino con un abrazo de oso. Cuando salíamos me contaba muchas cosas y yo le contaba también a él algunas cosas de mi vida, siempre alardeaba de ser muy cogelon, pero que su mujer no le gustaba mucho, por lo que terminaba pajeandose o pagando a una chica de servicios. Pero lo que me intrigaba era su actitud aberrante hacia al homosexualismo, él llamaba maricones, huecos de mierda y de muchas maneras.
En una ocasión fuimos a una barbería, el joven que le atendió a él se le notaba sus gestos de homosexual, y mientras lo rasuraba pasó la mano por su pecho, y le indignó tanto que lo empieza a golpear, tuvimos que detenerlo, porque se encolerizó mucho. Sin embargo, cuando conversábamos me colocaba su enorme mano en mi pierna, el cual me gustaba mucho, a veces hasta me colocaba su brazo en mi hombro, incluso andando por la calle, todo eso me tenía confuso, pues no sabía si realmente buscaba algo con migo. Su esposa hasta me decía que ya me estaba celando de tantas salideras con su marido, aunque lo decía en broma, yo si quería que se hiciera realidad. En una ocasión me dijo que andaba caliente y que nos fuéramos a un hotel y contratáramos una chica para cogérnosla los dos juntos, no era tan grata la idea para mí, pero con tal de verlo desnudo con su vergota erecta, le dije que lo hiciéramos, lamentablemente, no encontramos chica que se animara, así que solo fuimos al cine y nos regresamos al hotel que ya habíamos pagado una habitación de dos camas. Allí mientras dormía, me acerqué a su cama, y pude verlo solo en bóxer, le sobé la pierna con tanto miedo a que despertara, como no despertó, me acerqué a olerle la entrepierna, que rico olía, a macho ardiente, le acaricié la verga por encima del bóxer, no tomó erección, así que decidí sacarla y por lo menos lamerla un poco, pero después de mucho pensarlo, al intentar hacerlo, el se movió y yo muerto de miedo me fui hacia mi cama, luego fui al baño yme eche una paja en su honor, al día siguiente ya se había levantado, se duchaba, cuando sale, solo en toalla, tube una erección y lo escondí y me fui luego al baño, cuando llegué pude ver manchas de semen recientes, al parecer el se habia pajeado, eso me éxito más y me volví a masturbar.
Así transcurrieron los meses, y siempre salíamos a algún lugar, según decía él, a conversar temas de machos. El me decía que era su único amigo, que no le gustaba hacer amistad, pues muchos solo lo buscaban por interés a su dinero, y otros decían que él era muy enojón y antisocial, introvertido. En cambio me decía que yo era diferente, muy sincero, y que le gustaba andar con migo, sobre todo porque no me emborrachaba ni fumaba, hasta me dijo que ya había aprendido a no decir palabrotas obscenas, porque yo no las decía. Sin embargo, yo me encontraba muy confundido, no sabía que pensar, porque él me gustaba más que como amigo, pero no podía decírselo, me daba miedo, y sentía que él también sentía lo mismo, pero cuando hablaba en tono despectivo de los homosexuales me confundía, me desconcertaba. Uno de esos días que me llevaba a su hacienda, el cual siempre terminábamos bañándonos en el río en calzones, quise indagar un poco más, él siempre mencionaba que su mujer no le daba sexo, que hasta la tenía que forzar, yo le pregunté que porque no buscaba alguna chica para desahogarse, me dijo muy serio: “Para que quiero mujer si lo tengo a usted”, yo me quedé mudo con lo que dijo, el se dio una carcajada, diciendo que eran bromas, que no necesitaba mujer, si mi compañía era más agradable que cualquier mujer. Eso me confundía aún más.
Así pasaron los meses, salidas por allí, a la hacienda, risas, bromas, me contaba sus problemas, sus labores, me enseñaba a como trabajar en la hacienda. Hasta que dije que tenía que tomar yo la iniciativa. Ya lo había decidido, tenía que hacer algo yo, pero tenía mucho miedo, mientras nos tomábamos el baño respectivo en el río, volvió a contarme que ya tenía dos semanas que su mujer no le daba placer, me dijo que se quejaba porque él tenía el miembro muy grande. Yo me reí y le dije que solo habladas era, así que lo reté a que me la enseñara, el se quedó callado, y me preguntó si deberas quería verla, yo le dije que sí, no se decidía pero en mi insistencia, se baja el bóxer y me la enseña, una verga flácida de unos 15 cm, morenita con cabeza rosadita, alrededor un manto de pelos, algunos ya canosos, le dije que así aguada no se veía grande, me acerqué y se la toqué, jalando el prepucio hacia atrás, el se quedó congelado por un momento y luego me empujó lejos, se puso colorado y empezó a ofenderme, me trató muy mal, me dijo que no sabía que yo era un maricon de mierda, que era hueco cerote y hasta a mi mamacita mencionó, me dijo que saliera de la hacienda antes de que me matara, se fue hacia donde tenía la camioneta diciendo un montón de groserías, yo trataba de explicarle que era una broma, que no lo tomara en serio, que era una equivocación, pero no escuchaba solo me decía que me fuera de allí, que por respeto a nuestra amistad, que allí terminaba, no me golpeaba. Yo como pude me vestí y salí corriendo de allí, tenía miedo que él me siguiera y me matara, estaba asustadísimo.
Al día siguiente le llamé pero no contestó, le escribí pidiendo disculpas y diciendo que habláramos para aclarar las cosas, pero nunca respondió. Cambió su número de celular, fue a otra agencia a cancelar sus cuentas y tarjetas de crédito, pues pude verlo en el sistema del banco. En una ocasión encontré a la esposa de él en el centro comercial donde estaba la agencia donde trabajaba yo, pero al verme me vio con ojos de odio, al acercarme yo a saludarla, solo me dio un saludo muy cortante y se fue de mi vista, entonces supe que le había contado a ella.
Así pasaron los meses, cuando recibo una llamada en el teléfono de la agencia, era él, diciendo que quería hablar con migo, le dije que llegara a la agencia, me dijo que lo que quería hablar con migo no lo podían escuchar los compañeros, así que con miedo le dije que nos viéramos en el área de restaurantes del centro comercial. Lo esperé allí a la hora de almuerzo, cuando le vi llegar, sentí un miedo enorme, pero venía con el rostro triste. Empezó a pedir disculpas, que lo perdonara por la acción que tomó, pero que se encontraba confundido, que quería que siguiéramos siendo amigos, le dije que no tenía nada que perdonar, pero que ya no contaba con mi amistad, pues tenía miedo que en otro enojo me hiciera daño. Vi como sus ojos se llenaban de lágrimas y alargando la mano, tomó la mía, el cual inmediatamente la quité yo de allí pues era un lugar público, me dijo que lo perdonara, que la razón por la que reaccionó así es que estaba confundido, que empezó a encariñarse mucho con migo y que fue tanto el cariño que estaba en un mar de confusión pues se había enamorado de mi, pero no quería aceptarlo. Yo quedé congelado con lo que me dijo, no supe que decir.
Me dijo que pasó noches dándole vueltas de como se estaba enamorando de un hombre, no lo podía él creer y aunque intentaba alejarse de mí para no sentirse así, no podía, y que ahora lo acepta y que él estaba seguro que yo también sentía lo mismo por él. Fue allí cuando abrí la boca, y le dije que disculpara pero que yo no era hueco maricón, que él estaba confundiendo las cosas y lo que pasó en el rio era solo broma. El se sonrió y me dijo, que fuera sincero con él, que no lo dañara mas, que él sentía que yo si lo amaba también. Le dije que me perdonara, que lo entendía si él era maricon, pero que yo no, que a mí me gustaban las mujeres, y que solo lo había visto como amigo. El levantó la voz y me dice,
“Por la gran puta mano, yo no soy maricon”
me asusté pues podían oírlo, se quedó unos segundos callado y me dice quedito
“no soy hueco, no es que me gustan los hombres, solo me enamoré de usted”.
Yo solo me limité en volver a aseverar que lo sentía pero que yo no quería ya ni amistad con él.
El me dijo:
“No chingue mano, vamos a un hotel y le demostraré cuanto lo amo cabron”.
Allí me dio más miedo, pensé en que quizá me quería hacer daño, así que le dije que ya no había más que hablar, que ya no me intentara hablar…. me retiré de allí, con muchos pensamientos en la cabeza, el solo se quedó, viéndome con ojos tristes.
No se por que tomé esa decisión, quizá por miedo, o por orgullo, o por venganza, no lo podrìa explicar, pero estaba más confundido que nunca, le dí vueltas un monton de veces, pero ya había tomado mi decisión.
No supe más de él hasta unos meses después que vuelve a llamarme a la agencia, me dijo que quería hablar por última vez conmigo, que no fuera malo, que solo le diera esa oportunidad y que ya no me volvería a molestar, accedí vernos en un restaurante en donde frecuentábamos mucho con él. Cuando llegué ya estaba él allí, y ya había pedido lo que nos gustaba, chao min, me dijo, que lo disculpara, pero me conoce tan bien que ya sabía lo que pediría y por eso ya lo había solicitado él. Mientras comíamos me dijo que se iría a vivir a los Estados Unidos, que había tenido problemas con extorciones, hasta me contó que habían secuestrado a su hija y tuvo que pagar la liberación. Mientras me contaba lloraba de todo lo que le había pasado.
Luego me dijo que le hice mucha falta en esos momentos, lloraba de angustia por su hija y porque yo no estaba a su lado dándole fortaleza, que yo era su único consuelo, pero que me había perdido por una pendejada. Aunque le dije que ya no tocara el tema de eso, insistió en decir que si estaba enamorado de mi, que no entendía que pasó, pero que mi ausencia le confirmó que ya estaba en su corazón. Lloraba mientras me decía que su vida cambió cuando terminó nuestra amistad, ya no era el mismo, ya no disfrutaba de nada, ni siquiera del sexo, que solo pensaba en sentir mis brazos acariciándolo. Me dijo que soñaba con migo, que dormiamos abrazados en la cama desnudos, que anhelaba un beso mio, pero le daba miedo.
Después de contarme como sucedió lo del secuestro de su hija y lo mucho que le hice falta, me dijo que envió a su familia a los Estados Unidos y él solo se quedó para vender sus propiedades, pero que al día siguiente se iría para siempre. Pagó la cuenta del restaurante.
Me dijo: “Solo quiero pedirle un favor, déjeme darle un abrazo de despedida. “
Nos paramos los dos, yo con un nudo en la garganta, sin poder decir nada, nos abrazamos, no sé cuánto tiempo, no nos importó la gente que nos veían, el lloró muy profundamente, me dio un beso en la mejía que mojó con sus lágrimas, yo también lloré al verlo así, ver a ese macho totalmente destrozado.
Me susurró al oído:
“Nunca creí decirle esto a un hombre, pero lo amo como a nadie he amado”.
Sacó una cajita de su chaqueta, me la colocó en las manos y salió del restaurante, yo al ver como se alejaba en su camioneta allí parado, sin saber que decir o hacer, abrí la cajita para ver que había en su interior, era esa cadena con un dique de águila que él llevaba siempre, y que yo bromeando le decía que cuando se muriera que me dejara de recuerdo aunque sea esa cadena.
Nunca más supe de él, ya hace poco mas de dos años que no lo veo, aunque lo he buscado en las redes sociales, no lo encuentro, parece que tuvo que cambiarse de nombre o algo así.
No sé si llegara a leer esto, pero quiero decirle don Roberto, que también me enamoré de usted y cada vez que veo la cadena me rodan las lagrimas al recordarlo con mucho cariño.
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