Una Historia (II)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por nacho-o.
Pasaron días en los que yo estuve mal, confundido y a la vez me sentía como si no fuera yo, pero necesitaba desahogarme con alguien, no podían ser mis padres, y tampoco tenía algún amigo confiable y no sé porque recordé a Lucía, dude mucho pero al final le pregunte si podía hablar con ella, de inmediato me dijo que si, seguramente me veía muy mal.
Nos fuimos después de la escuela a una cafetería, y entonces le confesé todo lo que me había estado ocurriendo y lo que sentía por Víctor, ella en lugar de sorprenderse o juzgarme me dijo que ya se lo imaginaba y por eso me había preguntado tan directamente sobre el tema días antes y me dijo que porqué no le confesaba a Víctor todo, pero yo le conteste que no me atrevía, en primer lugar no sabía si él era gay o no, y en caso de que lo fuera como saber si me correspondería, en segundo no estaba bien, sentía como si me estuviera traicionando a mí mismo y a mi familia y en tercero no sabría como mantener una relación así.
Pero muy sabiamente me contesto que solo sabría si Víctor me correspondería cuando se lo confesara, y sí no lo hacía entonces sí me estaría traicionando. Estuve meditando toda la noche sobre lo que hable con Lucía, y si tenía razón y yo debía armarme de valor y decirle todo a Víctor, pero ¿y si él no quería nada de eso y me mandaba al carajo?, pero a la vez pensaba que en efecto, nunca sabría la respuesta si no formulaba la pregunta. Y entonces tome lo que sería una de las decisiones más difíciles de mi vida, sino es que la más difícil.
Aproveche que al día siguiente sería viernes, me dirigí a la universidad como todos los días, las clases pasaron eternas, pero yo seguía firme en mi decisión, cuando fue el cambio a la tercera clase le hable a Víctor cuando ya casi todos se habían salido del salón y le dije si nos podíamos ver al final de clases para hablar, él dudo un poco pero al final acepto y nos fuimos a la última clase.
Al final de la clase me despedí de un amigo y espere a Víctor, quien salió con Lucía y sus otros dos amigos, se despidió de ellos y vi como Lucía, entendiendo lo que pasaría, se llevo a los otros dos.
Le pedí que fuéramos a caminar fuera de la facultad, caminamos alrededor de 20 minutos, mientras tanto le pregunte como había estado y le pedí disculpas por mi actitud, él me dijo que no me preocupara y que también lo disculpara pues él también se alejo cuando debió insistir en ayudarme si algo me estaba pasando. Cuando llegamos a un parque y aprovechando que no había mucha gente nos sentamos en una de las bancas, yo estaba muy nervioso, me temblaban y sudaban las manos y el corazón me palpitaba muy fuerte, él se dio cuenta y me pregunto si estaba bien, pero yo me arme de valor y le dije que le confesaría lo que me pasaba, pero que me prometiera que me dejaría terminar de explicarle y después me diría lo que quisiera, él acepto y entonces comencé a confesarle todo, desde como había empezado a sentir las cosas desde ese sábado en mi casa y como se fueron dando las cosas posteriormente con nuestra amistad, la culpa que tenía por ello y concluí confesándole lo que sentía por él, pasaron unos segundos en completo silencio, segundos que me parecieron horas, hasta que de nuevo hable yo, preguntándole si me había escuchado todo lo que le dije, él me contesto que sí, pero que a pesar de que él también sentía algo por mí no podía hacer nada, pues yo mismo le acababa de decir que me sentía mal por amarlo, y que de esa forma jamás podríamos tener nada; yo no sabía que contestarle, no tenía ningún argumento para defenderme, hasta que él me dijo, que también se había sentido muy confundido por sentir eso, pero que no acostumbraba a negar lo que siente y le gustaba sentirlo, pero no era suficiente hasta que yo no dejara de negármelo, duramos otros instantes en silencio, yo me sentía aún peor, pues Víctor tenía razón, hasta que yo no asumiera mis sentimientos no podríamos comenzar una relación y de pronto él se puso de pie y me dijo que no me obligaría a nada y que tampoco me preocupara pues no le diría nadie sobre esa situación, paso su mano por mi hombro e intento sonreírme, pero solo se le hizo una mueca en la boca y se marcho.
Yo aún me quede en aquella banca del parque, viendo como se marchaba Víctor, sentí el impulso de salir corriendo tras él, pero me rehusé a obedecer mis sentimientos una vez más. Me fui a mi casa y en el camino iba pensando en todo, en Víctor, en mi familia, en mi ex novia, pensaba en todos menos en mí, y me pregunte ¿qué quería yo? ¿Qué sentía yo? Y de nuevo las respuestas eran muy simples, yo quería estar con Víctor, lo amaba y no podía negarlo, porque solo sufriríamos los dos, todo el día estuve dando vueltas en cómo decirle a Víctor, como proponerle comenzar una relación, ¿me aceptaría o no?; pero todo era tan sencillo, solo debía decírselo y ya, sin planearlo, sin darle tantas vueltas.
El sábado por la mañana le envíe un mail, citándolo por la tarde en algún lugar del centro de la ciudad, espere durante más de una hora y por fin respondió, aceptando vernos. La hora pactada llego, estuve esperando varios minutos pues había llegado con mucha anticipación y por fin él llego, yo traía el coche de mi papá, se subió y fuimos a un lugar donde pudiéramos hablar tranquilos, sin todo el tumulto de la ciudad. Cuando pare el coche me volteé a donde estaba Víctor, lo mire a los ojos, pero ahora era diferente, ya no lo veía con miedo o culpa, por fin pude expresar con una simple mirada todo lo que sentía por él, y él se dio cuenta, pues su mirada me lo dijo, trate de hablar, creí que debía decir muchas cosas, pero al tenerlo tan cerca, su mirada junto a la mía, solo acerté en poner una de mis manos sobre su mejilla, y sin darme cuenta nuestras bocas comenzaron a acercarse, pronto deje de ver sus ojos, pues ahora eran nuestros labios quienes se comunicaron, fundiéndose en el beso más increíble de mi vida, una mezcla de amor, pasión, ternura y deseo, no sé cuanto duro ese primer beso, lo único que sé es que al volver a abrir los ojos ahí estaba él, todo había sido real, nos sonreímos y al fin pude ver de nuevo esa sonrisa, no una mueca, sino esa sonrisa que me hace feliz por el simple hecho de verla; y entonces le propuse comenzar una relación, él acepto, y me propuso también que fuéramos lento, dándonos la oportunidad de conocernos y conocer esta nueva etapa de nuestras vidas que había traído tantos cambios, yo acepte gustoso, me sentía extasiado y por primera vez en mucho tiempo me sentí tranquilo, feliz y en paz conmigo mismo.
Pasaron los días, ambos decidimos no revelar nuestra relación en la universidad, pues no queríamos críticas negativas que pudieran alterar el orden que llevábamos, la única que estaba al tanto de todo era Lucía, quien desde que se entero nos apoyo en todo incondicionalmente. Los días se hicieron semanas y después meses, los primeros 4 meses que pasábamos juntos, y aunque quisiera decir que todo fue miel sobre hojuelas, pues no fue así, el hecho de tampoco revelarles nuestra relación a nuestras familias también provocaba ciertos conflictos, pues no siempre podíamos vernos, aún así yo me sentía feliz, lo amaba y sabía que él también a mí, pues cada que nos dábamos un beso o un abrazo me lo decía, con palabras y sin ellas, su mirada también me lo confirmaba, en cada momento que pasábamos juntos y yo me aferraba a él como temiendo perderlo, pero ese miedo se fue disipando poco a poco.
Llego el final de semestre y con él los exámenes finales, los que pasamos sin problemas, en cuanto salimos de vacaciones nos podíamos ver con más frecuencia, pues ya no teníamos la presión de la universidad y comenzamos a hablar sobre el sexo, a pesar de saber la teoría, ambos éramos novatos en esos temas, pero lo cierto es que ambos nos deseábamos.
Le propuse ir a mi casa, pero él lo rechazo y su casa tampoco era una opción, así pasaron los días, ya solo faltaban un par de semanas para regresar a clases y una tarde salíamos del cine, subimos al coche y en cierto momento comenzamos a besarnos apasionadamente, yo besaba su cuello y el pasaba sus manos por debajo de mi playera, y fue como si de pronto se nos ocurriera a ambos la idea, un hotel podría ser la mejor opción que teníamos, así fuimos a comprar condones y lubricante y anduvimos por varios lugares buscando un hotel discreto pero cómodo, y llegamos a una villa, nos recibió un señor amable, no pareció sorprenderse mucho al ver a dos hombres entrando a un hotel, lo que me hizo ir más confiado, era un autohotel, así que no pasamos a recepción, nos asignaron una habitación, muy limpia, cómoda y espaciosa, estaba muy bien el lugar.
Cuando cerramos la puerta los dos estábamos nerviosos, nuestros cuerpos temblaban y nuestra respiración era agitada, nos quedamos de pie en medio de la habitación, puse los condones y el lubricante sobre uno de los buros, y después lo abrace y él me correspondió nervioso, sentí su cuerpo temblante, lo intente tranquilizar dándole un beso y pronto toda la calentura que teníamos en el coche comenzó de nuevo, pero no era calentura como las que había experimentado antes, ahora era una mezcla de pasión y romance, algo que no había sentido antes, comencé a besar su cuello, sus orejas, sus ojos, todo lo que se me ponía enfrente de él, Víctor por su parte comenzó a acariciar mi espalda y a quitar mi playera, yo torpemente le ayude a quitármela y cuando lo logramos la tire al suelo, volviéndonos a besar ahora con más pasión que antes y empecé a desabrochar su camisa hasta quitársela por completo, el contraste de nuestros cuerpos era notorio, el mío robusto y con mucho vello y el de él más delgado y casi sin vello, eso me excito a sobremanera, estábamos como locos, Víctor comenzó a besar mis pezones, tal y como lo había imaginado en aquella masturbada que me había hecho en su nombre, aunque lo hacía de forma inexperta, yo solo lo abrazaba y hacia chocar nuestros cuerpos desnudos, comencé a meter mis manos debajo de su pantalón, acariciando esas hermosas nalgas, desabroche su pantalón, pero no se lo quite, solo quería poder meter más mis manos, sentir la piel de su culito, mientras tanto no dejaba de besarlo, de mirarlo, ya no necesitábamos de las palabras para expresar todo lo que sentíamos en ese momento.
Seguimos disfrutando de nuestros cuerpos, jugando con ellos, nuestros penes estaban a punto de estallar, Víctor desabrocho mi pantalón y acaricio sobre el bóxer mi pene, lo sentía duro, caliente y deseoso de él, bajo el bóxer y comenzó a acariciar mi miembro, se veía algo preocupado por el tamaño, 18cm y grueso, pero después comenzó a besarlo, primero la cabeza, lento y sensual, hasta que termino por empezar a metérselo en la boca, lentamente lo fue metiendo haciéndome estremecer del placer, gemía y le pedía que no parara, acariciaba su cabello y lo tomaba de la cabeza dirigiéndolo hacia mi pene, estuvimos así por un buen rato, se notaba su inexperiencia, pero eso me hacia disfrutar más, los dos aprenderíamos a disfrutarnos. Lo levante y lo volví a besar, ese sabor característico me inundo mi boca y lejos de disgustarme me excito todavía más, nos quitamos los pantalones, zapatos y calcetines, quedando los dos solo en bóxer, lo cargue y lo eche sobre la cama, comenzando otra vez el cachondeo, besos, caricias, masturbándonos y hurgando por cada rincón de nuestros cuerpos hasta que terminamos quitándonos los bóxer, así totalmente desnudos comenzamos un delicioso 69, Víctor me chupaba mi pene y huevos, acariciaba mis piernas y mis nalgas velludas y yo hacía lo mismo, pero yo me concentraba más en esas hermosas nalgas, paradas y sin vello, redondas y carnosas, y encontré su rosado y pequeño ano, no me dio asco, al contrario me encanto, era delicioso y sin pensarlo comencé a chuparlo y besarlo, haciendo mi primer beso negro, metía mi lengua o al menos hacía el intento, pues estaba completamente cerrado, cuando pasaba mi lengua por su ano o alguno de mis dedos Víctor se estremecía y dejaba escapar pequeños gemidos. Tome el lubricante del buro puse un poco en mi dedo índice y comencé a hacer círculos alrededor de su ano, el se volvió a estremecer con más fuerza al sentir el frío del lubricante y entonces metí el dedo en su pequeño culito virgen, me costó trabajo pues estaba totalmente cerrado y él no sabía como relajarse para poder facilitar la penetración, le pedí que se relajara y le dio un par de besos en las piernas y en su nalguitas, poco a poco el comenzó a relajarse y mi dedo comenzó a penetrarlo, cabe mencionar que mis dedos son grandes y gruesos, por lo cual era normal que le doliera un poco cuando se lo fui metiendo, en cuanto se acostumbro empecé con el mete y saca, mientras con la otra mano lo masturbaba, estuvimos así por unos minutos hasta que puse más lubricante ahora también en el dedo medio y comencé a introducirle los dos dedos, era difícil metérselos, él se relajaba lo más que podía.
Pero ya no aguantaba más quería penetrarlo, quería desvirgarlo, le dije al oído si quería que me lo cogiera, asintió con la cabeza y con un débil Sí, abrió sus piernas, me coloque el condón y puse un poco de lubricante en mi pene y en la entrada de su culito, dirigí la punta en su entrada y comencé a empujar, empezó a entrar, pero conforme iba metiendo más Víctor hizo una mueca de dolor y me detuvo con sus manos, yo de inmediato me quede inmóvil, lo abrace y le pregunte si quería que siguiera, él solo me tomo de la cara y me dio un tierno beso indicándome que continuara, cuando por fin entro todo, me quede dentro de él esperando a que se acostumbrara a mi pene, y cuando considere oportuno comencé a meter y sacar, primero lento haciendo que sintiera cada centímetro, para después ir aumentando el ritmo, conforme pasaba el dolor Víctor comenzó a empujar mis nalgas para que yo lo penetrara más profundo, mis embestidas ya eran fuertes, solo oía el chocar de mis huevos contra él, entonces cambiamos de posición, sin salirme de él me recosté boca arriba y el quedo encima de mí, comenzó a cabalgarme, primero torpemente, en alguna ocasión se salió mi pene de su culito, pero después volvió a meterlo, ahora con más facilidad, y ahora comenzó a controlar el ritmo, se lo metía hasta el fondo y su culo apretaba mi pene delicioso, mientras tanto yo lo masturbaba y de vez en cuando nos besábamos o él besaba mi cuello o mis pezones, me pasaba sus manos por todo mi cuerpo, haciéndome gozar como nunca.
Estuvimos así por un buen tiempo, después me salí de él, me cambie el condón, que a pesar de no estar sucio preferí hacerlo, nos pusimos de lado, yo a espaldas de él, le introduje mi pene, sentí como le iba entrando y vaya sentí que casi me venía por lo que tuve que detenerme un poco, cuando me recupere seguí con el mete y saca, volteaba su cara para poder besarlo y con una mano levante una de sus piernas para sentir las penetraciones más profundas, de vez en cuando con la otra mano lo masturbaba, pero tampoco quería que él se viniera aún, él solo me decía que no parara, me suplicaba que siguiera y que no me saliera de él, cambiamos y lo puse en cuatro, me encantaba sentir esa posición, verle su culito en todo su esplendor y ver como entraba y salía mi pene, lo volteé de nuevo para que quedáramos frente a frente, lo levante y le indique que me rodeara con sus brazos, y lo levante de la cama, quedando yo de pie y el sobre mí, yo lo abrazaba y así lo subía y bajaba para penetrarlo, mientras los dos no dejábamos de besarnos, los jadeos de Víctor me excitaban a mil, pero debido a todo el tiempo que llevamos cogiendo me temblaban ya las piernas, así que sin salirme de él me senté en la cama, él se acomodo de forma que seguimos quedando de frente, pero ahora me rodeaba con sus piernas y estaba sentado sobre mi pene y yo de igual forma lo rodeé con mis piernas quedando abrazados tanto por los brazos como por las piernas, las embestidas no cesaban, hasta el punto de no poder aguantar más, primero se vino Víctor, pues al subir y bajar su pene rozaba con mi pecho y ya estaba excitadísimo, yo no tarde más que unos pocos minutos después para venirme, solté un grito ahogado y un gran jadeo, seguido de una risa de satisfacción de ambos, nos vimos a los ojos y volvimos a besarnos, con pasión y amor, sentía la leche de Víctor sobre mi pecho, me tire sobre la cama y Víctor sobre mí, nos quedamos así por varios minutos, acariciándonos y besándonos, recuperando fuerzas, por fin me salí de él cuidadosamente evitando regar mi leche del condón, pues la erección ya casi había bajado por completo, nos dirigimos al baño, tire los condones y nos dimos una ducha, llena de cachondeo. No queríamos volver a nuestras casas, así que llamamos para avisar que nos quedaríamos a dormir fuera y nos quedamos toda la noche haciendo el amor, charlando de banalidades hasta la madrugada, y por fin pudimos estar él y yo solos, sin nada que nos perturbara, nada que nos preocupara, salvo amarnos y disfrutarnos.
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