Una noche muy azul… (R.E) series
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
La noche era tenuemente oscura. La luna resplandecía y era como una moneda de plata; redonda y brillante, sobrepuesta en un terciopelo azul estrellado. La brisa era caliente y soplaba a todos lados; se filtraba entres los tejados y láminas de aluminio, haciendo que todo en su paso: chillara y resonara, interrumpiendo el silencio de aquella noche tranquila, en la que dormía Toño.
Me encontraba fuera de casa, era de noche, solo los reflectores de la carretera era lo que alumbraba. La luz amarilla, hacia ver opaco el monte verde de ambos lado de la calle. Temía a la noche, y veía a todos lados, la brisa crispaba toda mi piel, y silbaba en mis oídos, iba caminando, sentía que iba rápido, pero en realidad no era tan rápido que movía los pies. Llegue a un caserío y las casa eran viejas, todas estaban cerradas, sabía que sí, seguía caminando y al llegar a la esquina de aquella calle, iba a llegar a mí a mi hogar. Aun no sabía por qué; estaba a tan alta hora fuera de casa, me preguntaba: –si mamá estará preocupada–. Caminaba y sentía que la brisa me llevaba, el miedo se agudizo en mi interior, y oí el rugir el sonido de dos motocicletas detrás de mí, dos faro de luz alumbraron mi espalda, (o al menos eso imagine yo). Salí corriendo y ya me encontraba en la calle donde vivo, veo mi casa; la reja de la entrada estaba abierta, pero creía que no iba poder llegar a ella, al sentir que no tenía tiempo, brinque la pared, por la ventana, de la casa del vecino de al lado y me escondí en la oscuridad del porche, ocultándome de aquellas dos motocicletas. No dejaba de pensar, que la reja del frente de mi casa estaba abierta. Con angustia, sentado en el piso, me tumbe desesperado sin dejar de imaginar que podían entrar a la casa y yo ahí sin poder hacer nada.
Tratando de hablar, desperté acostado en la cama de mi habitación, el sudor corría por mi frente, y como si recuperara mi cuerpo, empecé a moverme y a estirarme, me alegre saber que todo era una pesadilla, aun el corazón latía moviendo mi pecho, me puse una mano y sonreí por mi estado en ese momento.
Un grillo sonaba ruidosamente en lo oscuro, las láminas de zinc, sonaban por la brisa, y destellos de luz azul atravesaban la cortina de la ventana que hay en la sala, alumbraba tenuemente hacia al cuarto, que estaba con la puerta abierta. Me afinque de los codos y levante la cabeza, mire hacia la sala, y vi como los cuadros de los vidrios se reflejaban con la sombra en el piso. No recordaba en que momento, me vine a la cama a dormir, solo recordaba estar sentado en la sala viendo la televisión, supuse que a lo mejor me quede dormido sin darme cuenta. Espantado de sueño, mi mente vagaba y yo bostezaba, empecé a cantar en mi mente la canción donde Matilda empezaba a dominar sus poderes –claro que, en realidad lo que hacía era tararear–. En eso me doy cuenta, que alguien a lado mío, suspiraba hasta casi roncar, y hasta no percatarme no le había tomado en cuenta. Me afinque de nuevo de los codos, y levante la cabeza para ver mejor; al que estaba al lado mío. Una barriga casi redonda me hizo saber de quién era; –un primo que no era primo– pensé: << ah… llego hoy >> volví a mis pensamientos, pero ahora que lo sentía, no dejaba de ver hacia la sala, y viendo a la sala, por el reflejo azul de la noche, visualice mucho más su cuerpo; sin tanto atención, acostado yo de lado, veía su figura de perfil. Su estómago redondo descendía en cada suspiro que daba, un ronquido leve empezaba a oírse de su boca. Mi vista acostumbrada ya, a la oscuridad y con ayuda de los reflejos azules que se filtraban por la ventana; visualice a Reinaldo mucho mejor, y me di cuenta que se había acostado, solamente en slips, la abultada zona de la entrepierna llamo mi atención, trague grueso y quite la mirada de ahí, para ver hacia la ventana de la sala.
El calor comenzó hacerme sudar, y un frio en los pies me hizo encogerlos, como si una repentina fiebre, se prendiera en mi cuerpo; comencé a titiritar de pie a cabeza, tome el cobertor y me arrope, acostado de lado. Quería evitar la mirada hacia la entrepierna de mi primo, pero seguía llamando mi atención. La azulada noche deslumbro a su punto máximo, y creía yo, que ya iba amanecer, veía completo el cuerpo de Reinaldo, y los corrientosos espasmos cruzaban mi cuerpo, los ronquidos de él, se hizo música para mis oídos, los labios se me secaron, y pasaba mi lengua para humedecerlos, el ventilador sonaba esa aspas con lentitud en cada giro que daba, y el aire que soplaba; hacia que mi pies se pusieran frio como hielo. Levanto medio cuerpo y quedo sentado en la cama, la respiración la tenía agitada, y el corazón acelerado, sentí ganas de orinar, pero me quede viendo el slip blanco que lleva puesto Reinaldo, mi mano se movió (como si tuviese sentido propio) y llegue hasta la cintura de él, mis dedos tocaron la piel suave y lisa, tocando también la tira del slip, mordí mis labios y me acosté de nuevo, el escalofrío que sentía, me hizo estremecer, y me di cuenta que también mi entrepierna estaba dura como una roca, me toque por encima de la tela de la bermuda, y casi siento como si fuese acabar. Me preguntaba << ¿Qué me pasa? >> Me lleve las monos a la cara y de nuevo mi mirada se posó en el slip de Reinaldo; estaba totalmente abultado, tenía el guebo de lado, el tronco del machete se veía gordo, y en mi mente la imagine, morena y con el glande rojo oscuro, trague grueso de nuevo y temblé al pensar en eso. Dejando a un lado los prejuicios de mi mente, deje que mi morbo condujera mi mano hasta el prensado bulto del slips, mis dedos llegaron primero sintiendo la textura de algodón y la aguades del miembro viril, me detuve y cerré los ojos, atrape con mis dedos el tronco, y apreté levemente, como si fuese una masa o una bomba de agua, quite mi mano rápido y controle la tembladera que cruzaba mi cuerpo, suspire hondo y abrir los ojos para ver la zona del slip blanco –no parecía cambiar nada– me lleve la mano a la nariz por instinto, y mi piel se crispo toda, con seguridad en mi mano la acerque de nuevo al slip, toque con los dedos y abrí la mano para posarla completamente en su guebo flácido, apreté y un escalofrío me hizo titiritar, respire hondo y me puse de lado hacia él, regrese mi mano y sobaba desde el glande hasta llegar a las bolas, cuando toque por la línea de la pretina del slip, sentí rollitos de pelos, la ñemas de mis dedos acaricio con suavidad y el despertar sexual en mí se desbocó sin yo poder detenerlo.
Me detuve, me puse a pensar lo que estaba haciendo. No podía creer que tuviese tocando a Reinaldo, pero luego ignore y me dedique a tocar de nuevo, mire de nuevo y toque directamente agarrando todo el trozo de carne de lado, lo sentí duro y le mire a la cara; estaba aún roncando, me quede viendo el candado de su barba y me sentí atraído acercarme a sus labios, me puse pegado a él, y note lo grande que se veía al lado mío. Pegando todo mi cuerpo a el de Reinaldo, sentí lo frio que estaba, su barriga redonda estaba cubierta por unos finos vellos hasta llegar a la ingle, –estaba gordo pero divino– mi mano acaricio todo su pecho y barriga, cuando llego mis dedo a su entrepierna; toque por la pretina del slip sobando los rollitos de pelos, note, que su glande había casi salido de lo dura que la tenía. Me dedo índice toco la abertura de su glande, estaba hinchado y prensado, botando liquido viscoso hasta mojar su barriga y mis dedos, recordé: –las paja que me hago, y las veces que he tragado mi propio semen– y pensé; << ¿Cómo sabrá la leche de otro hombre? >> Con el líquido seminal en mis dedos, los lleve a mis labios hasta probarlo con la lengua: el sabor era agridulce, y al secarse en mis labios, fue como una capa fina adherida a ellos.
Me gusto y lo volví a repetir, pero esta vez cuando sobe el glande, ese dio una palpitada, me asombre y lo vi de nuevo a la cara; seguía dormido, y roncando. Inducido por la excitación, en confianza, pose mi cabeza en su pecho, sintiendo los latidos de su corazón y la respiración, con más confianza, lo abrace, y mi pierna la subí por encima de la entrepierna; con mi muslo, sobaba la dura erección, y al estar moviéndola con la rodilla, termine de descubrir el glande, sacando todo su guebo del slip, la sentí en mi rodilla, como pulsaba hacia arriba, la presione, y no aguante. Baje mi mano y la toque –era el primer contacto que tenía con un pene, que no fuese el mío– al sentir la textura suave y caliente, un espasmo en mi cintura se contrajo haciéndome temblar al estar abrazando a Reinaldo. Titirite y gemí muy quedito, con el dedo índice, toque todo su pene, desde el glande hasta las bolas, entre mis dedos, la viscosidad que brotaba, se untaba en toda mi mano, apreté el tronco, y baje el capullo hasta abajo, la luz filtrada desde la ventana; vi como el glande hinchado brillaba en esa noche azulada. La boca la sentía seca, trague grueso, y el olor que emanaba aquel miembro viril, me condujo, hasta ir bajando mi cabeza por todo el medio del cuerpo de mi primo, cuando estuve cerca en mi mejilla sentí la aspereza de sus vellos, el olor lo tenía tan cerca de la punta de mi nariz, hasta al punto de tocarla y quedar mi nariz pegajosa por la lubricación, aspire profundo, hasta sentir que ese olor (a sexo) llego a mis pupilas gustativas de mi lengua, me saboree, abrí los ojos para verla de nuevo, y cerré los ojos al abrir la boca e ir moviendo mi cabeza, hasta sentir; por la fisura de mis labios: el grosor, la lubricación, y lo caliente que estaba, mi boca estiro lo que más pudo, mi mandíbula hizo esfuerzo, al tener en mi garganta aquel intruso guebo dentro de mí. Mi lengua, descubrió los distintos sabores, en la parte baja del tronco de verga, –fue la primera vez, y me gusto–. Poseído por la excitación y el morbo, levante mi cabeza, agarre con mi mano derecha, el guebo de Reinaldo lo apunte hacia arriba y abrir la boca para tragarlo completamente, hasta hacer arcada, me detuve en el glande y con la lengua, saboree, hasta dejarlo limpio, con la puntica de la lengua, la metí dentro de la boquita del glande, y sentí que el alzo la cintura, ya no le oía roncar, si no; suspirar muy hondo. Me la saque de la boca y lo vi, seguía con la cabeza de lado y con los ojos cerrado.
Para verle a la cara, me moví, y me ubique entre el medio de las piernas de él, baje hasta los muslo, su slip blanco, dejando descubiertas las bolas, el olor de esa zona, embriagó mi olfato, e inmediato pegue mi nariz de un lado del escroto, y aspiré hondo; temblé ahí en medio de sus pierna y le vi, pero igual seguía con su rostro de lado, aparentemente durmiendo. Empine la lengua, y dando lengüetazos en la arrugada piel y peluda de las bolas, fui mamando, hasta lengüetear todo el tronco, llegando hasta al glande, al que succione y luego abriendo la boca trague por completo, ese fiero de carne caliente, alojándolo en el fondo garganta, y hasta no sentir que me ahogaba, presionando con los labios fui sacándola dentro de mi boca, lo último que chupe, sin medir la intensidad en el glande. Al sacarla completamente de mi boca; su verga brinco y soltó un trallazo de leche espesa y tibia, pego en mi mejilla, hasta casi entrar en mi ojo. Sorprendido, intentando verle a la cara, veo como él se contrae alzando la cintura y soltando un quejido suave, pero sin mover su cabeza de lado, cerró los ojos, hasta apurruñar el rostro, mientras terminaba de brotar el semen espeso, que brillo ante la luz azul de la noche, veía como caía por el tronco llegando a mi dedos que la presionaban. Temblando de miedo, excitación y adrenalina, el morbo en mi interior, olio el olor del semen, baje con lentitud sin dejarle de ver a la cara, saque la lengua y fui saboreando el semen que había caído por mis dedos, recogí con la lengua todo lo que había caído en las bola, y hasta ir subiendo por el tronco, y estrujar ya lo último de su glande aguado, chupando suavemente, afinque mi dura erección al colchón y en menos de dos segundo oliendo el semen, empecé acabar dando dos presionada y mojando mi ropa interior a igual que también la bermuda, al terminar, estando en el medio de sus piernas, me fui moviendo lentamente hasta salir, me pare en el piso, y quedando de frente a él, lo mire; el reflejo de la madrugada clara, lo bañaba, dejando de lado izquierdo un contraste de sombra.
Toque mi bermuda y la sentí húmeda, vi hacia la puerta, y pensaba ir al baño a lavarme la cara, y quitarme la bermuda, pero en eso; veo que han prendido la luz de la cocina, supuse que ya era de las 4 de la mañana: –hora en la que se para mi madre– rápido pero con suavidad me acosté en la cama, al lado de Reinaldo, vi su verga flácida fuera del slip, temblando de miedo, me acerque al medio de su entrepierna y fui subiendo torpemente el slip enrollado en su muslo, no lo cubrí como estaba, pero al menos lo tape, busque el cobertor y lo arropé, yo agarre la sabana y también me tape, sentía la espesa línea cruzar mi cachete derecho, con el dedo la removí, y al no saber qué hacer, sin pensarlo lo lleve dentro de mi boca y saboree con delicia el semen de mi primo Reinaldo.
La luz de la cocina volvió a quedar apagada. Toño se acostó pensando las consecuencias de su acto, y sin dejar de pensar en lo que había hecho y saber con qué; cara iba ver a Reinaldo a la mañana… preocupado se quedó dormido volviendo a soñar.
La habitación estaba medio clara, por el amanecer, la puerta estaba cerrada, y el sonido del ventilador al girar, era lo único que se oía, Toño despertó; y sintió una presión arriba de él, en medio de sus nalgas, una textura y grosor, conocido, rozaba la raja del culo.
Reinaldo presionado fuertemente, gimoteando acabo, dejando lleno de semen todo el trasero de Toño, se levantó y le subió la bermuda y el slip.
Toño, impactado y con el corazón acelerado, mirando con los ojos abierto hacia la pared, oyó cuando su primo Reinaldo salía de la habitación, cerrando la puerta a su espalda.
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