Una puta no se hace….. Se nace IV
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Evaristo: Quieres jugar peque…?
Esa frase retumbo en mis oídos, estábamos solos y podría disfrutar de esa vega el tiempo que yo quisiera.
Evaristo se fue acercando a mi mientras se quitaba el pantalón, la camisa y la trusa, se quedó solo con su bbd blanco, que dejaba ver algo de los vellos de su pecho y axilas.
Yo arrodillado en la cama miraba todo aquello con locura, ese pene que era riquísimo y que horas antes había saboreado en el auto ahora sería mío por más tiempo y por mucho tiempo.
Una vez al borde lateral de mi cama Evaristo me acarició el rostro, me alzo y me beso en la boca, era mi primer beso real, saboreo mis labios y abrió mi boca e introdujo su lengua, era áspera pero deliciosa, pasaba por toda mi boca y trataba de introducirse en lo más hondo de ella.
Era deliciosa esa experiencia, sus manos recorrían mi espalda, mi nuca, apretaban cada tanto mis nalgas y no dejaba de recorrer cada parte de mi cuerpo.
Sin darme cuenta ya me había desnudado, solo me dejo con mi trusa puesta.
Y ahí estaba yo un niño que estaba a punto de cumplir los 6 entregado a la pasión y al placer.
Evaristo era una máquina de dar caricias, era un pulpo, parecían 4 manos y no 2; dejo de besarme y empezó a besar y dar mordiscos por mi cuello, mis orejas, mis manos, mis tetillas y ombligo.
Evaristo: Ven peque chúpame la verga
Yo me arrodille nuevamente en la cama y me metí su pinga en mi boca, ya sabía lo que tenía que hacer, me la empecé a meter poco a poco, tenía una baba transparente que salía de dentro, era media amarga pero me gustaba, dejé de chupar su cabeza y me la introduje más y más.
Chupaba el tronco, me la sacaba para poder respirar, me la volvía a meter, por momentos lo más profundo que podía y en otros instantes era Evaristo quien me guiaba el compás de la succionada.
Paso mucho rato desde que comencé a chupar esa verga recta, dura y venosa; cambiamos de posición.
Me echo en la cama dejando mi cabeza colgando como si me fuese a caer de la cama Evaristo se arrodillo y metió su pichula dentro de mi boca, me estaba cachando la boca, esta posición me causo más arcadas, la penetración bucal fue más ruda y casi no me dejaba respirar, sin embargo Evaristo estaba disfrutando como un chancho, gemía muy fuerte y por momentos hasta temblaba.
Yo me agarraba de sus piernas macizas para no caer al suelo, el hacía lo mismo tomándome de los tobillos para aférrame a la cama, me pasaba la lengua por mi ombligo, me mordía los muslos y la sensación era exquisita.
De repente por entre las piernas de Evaristo veo una sombra, no habíamos cerrado la puerta y me di el susto de mi vida, casi muerdo la verga de Evaristo y hasta él se asustó por mi reacción.
Me acomode sobre la cama y señale la puerta, ambos sudamos frio porque pensé que la empleada o mi madrina nos habían visto.
Evaristo salió despacio del cuarto y por unos minutos desapareció.
Yo estaba sobre la cama semidesnudo a punto de llora de nervios, de miedo y confusión.
De pronto ingresa Evaristo con un joven como de unos 14 años, alto casi del tamaño de Evaristo, delgado, cara bonita, sin nada de vello corporal, estaba sin medias, solo con calzoncillo blanco dentro del cual se veía un bulto que perecía rico y sabroso, Evaristo lo traía con su brazo sobre sus hombros; resulto ser su hijo.
Nos presentó, se llamaba Mario, estaba en casa porque a veces se quedaba con su papa cuando estaba de vacaciones; mi madrina era una mujer muy generosa y no le molestaba la presencia de Mario en casa.
Mientras nos presentaba el rostro de Mario decía muchas cosas, estaba excitado obviamente, y quería disfrutar tanto como el padre de mí.
Yo comprendí que la fiesta seria de las mejores, volvía a la pinga de Evaristo, me la volvía a meter a la boca mientras Mario se sentó a mi lado y se metió su mano dentro de su trusa y se agarraba el bulto.
El pare se desnudó totalmente y se subió a la cama se tumbó a un lado y me acomodo para que se la chupara bien; al otro costado se echó Mario aun con trusa, yo a lo mío, chupando bolas y tronco, recibiendo golpecillos con esa verga en mi lengua y mi rostro, me la tragaba toda, a pesar que me dolía la mandíbula, pero lo disfrutaba; Mario empezó a acariciarme la espalda, el cabello y después de un rato mis nalgas.
Evaristo: Chúpasela a Mario
Yo: Está bien
Gire y vi como Mario había bajado el elástico de la trusa hasta debajo de sus huevos, estaban lampiños se veían más ricos y grandes que los de su papa y su pinga era más gruesa.
Me la metí a la boca y este jovencito se empezó a arquear de placer, me agarraba de los cabellos y me hundía su verga hasta el fondo de la garganta.
Era más rudo y tosco que su papa pero igual lo estaba disfrutando.
De pronto una sensación rara experimento mi cuerpo, sentí algo húmedo en mi hoyito virgen, gire con asombro y era Evaristo que se había metido debajo de mí y me estaba metiendo la lengua en mis nalgas, me las amasaba, me las lamia, me las chupaba y las saboreaba.
Por momentos metía su nariz y absorbía el olor y meneaba el rostro completo dentro de mí; era la gloria.
Entre tanto yo seguía dándole la mamada que se merecía Mario quien ya estaba totalmente desnudo.
De repente me empieza a violar la boca, casi no me dejaba respirar, gemía muy fuerte, intentaba clavarme toda esa verga dentro de mi garganta, yo intentaba frenarlo pero era inútil.
Tenso las piernas me clavo la verga hasta más allá de la campanilla y se empezó a hinchar ese trozo de carne, comenzó a llenarme la boca de semen el cual me estaba asfixiando y atorando.
Sus gritos eran fuertes y se retorcía de gusto, me dejo salir y casi estaba colorado de cómo casi me dejo sin respiración, como pude me limpie lo que quedo por mis labios y el intentaba que termine de chupar la última gota.
No pude mi terminar de tragarme lo último de leche que tenía por la comisura de los labios cuando Evaristo me giro haciendo un 69 casi perfecto, el seguía comiéndome el culo mientras ahora era el turno de la pinga de Evaristo, con él era más fácil, yo ponía mi ritmo y mis tiempo.
Sentía como Evaristo intentaba introducir un dedo dentro de mi ano virgen, Mario no daba tregua, se puso entre las piernas del padre intentando que chupara las dos vergas a la vez, mientras se estiraba y abría mis nalgas para que su padre hiciera bien su trabajo.
Por momentos Mario se escupía la mano y me ponía ese escupitajo en mi anito para que su papa siga intentando lograr meter un dedo en mi culito.
Las caricias y las chupadas no paraban, lo estaba pasando bomba.
Hubo un momento en que me detuve, sentí como el dedo medio de Evaristo hurgaba en mi culito, logro entrar y ya entraba con más facilidad.
Evaristo lo giraba y hurgaba mi hoyito, la sensación era extraña pero placentera, seguí chupando una y otra verga, de pronto sentí como otro dedo acompañaba al primero, yo gemía de placer y de dolor, no podía decir nada porque mi boca estaba ocupada por uno y por momentos por dos trozos de carne.
Finalmente me giraron de tal manera que quede bajo el cuerpo pesado y varonil de Evaristo, me clavo su verga hasta lo más hondo de mi garganta y me follo la boca de una manera brutal, quería gritar para zafarme pero comprendí que me llegaba mi néctar favorito, el semen de Evaristo.
Agitaba la pelvis y aceleraba el movimiento de los dedos dentro de mi culo.
Mario se había parado masturbándose delante de mi culo, levantando mis piernas de los tobillos.
Ahí estaba yo con las piernas elevadas bajo el cuerpo de Evaristo que me hurgaba el ano con dos dedos y clavándome la pinga hasta la garganta y Mario masturbándose.
De pronto pude sentir como la pichula de Evaristo se hinchaba y me llenaba de semen desde la boca hasta el estómago, tosí mucho porque me estaba atorando pero eso no les importo en lo más mínimo y casi en simultáneo el semen de Mario caía sobre mi culo mientras su padre lo recolectaba y lo introducía dentro de mí.
Fue agotador, quedamos los tres tirados sobre la cama borrachos de placer.
Creo que hasta dormitamos un poco, hasta que un bocinazo nos hizo despertar del letargo amoroso, me asome por la ventana de mi cuarto y note que era mi madrina que regresaba de su reunión.
Apresuradamente Mario y Evaristo recogieron su ropa y se fueron de mi cuarto.
Yo cerré la puerta de mi dormitorio y me metí al abaño y luego a mi cama a elucubrar lo que seguiría durante la semana, tenía a la mano dos vergas solo para mi…
CONTINUARA…
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