Una razon para estar quieto
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Una sola razón para estar quieto
Corrían los años de mi niñez, y ya había tenido experiencias, que en ese momento no se le decía gay, sino que sin mayor morbo, me permitía disfrutar de mi cuerpo y dar placer al mismo.
Por lo que voy a relatar, un momento de mi vida en la que, mi excitación infantil, era más grande que la razón, y mi gusto era mayor al complacerme.
Me gustaba sentir mi penecito erecto, que por mis 9 años ya era de regular tamaño, tal vez por genética, o por masturbarme desde muy chico.
Recuerdo, que siempre me la pasaba en trusita y en cualquier sitio de la casa me agarraba mi pilin y lo jalaba, hasta erectarlo y me daba un gusto, tanto que terminaba sudando y agotado.
Otro de mis grandes placeres, siempre fue introducirme el dedo, los dedos y alguno que otro objeto parecido a un pito, como lápices, roll on o hasta pepinos de regular tamaño… todo esto no fue de la noche a la mañana, sino, que fue un descubrimiento al estar haciendo mis necesidades, y apretar antes que defecara, me di cuenta que podía reintroducir lo que salía, dándome más placer que masturbarme el pilin.
Mis escasos años, me fascinaba jugar con los chicos más grandes que yo, juegos rudos por supuesto, luchitas, burro castigado, touchito, etc.
, y es que ellos, con edades de 13 a 16 años siempre andaban con las hormonas a flor de piel, y pequeños roces o arrimones de mi parte o por el juego rudo, levantaban carpas en sus shorts que les obligaban a meterse la mano por la cintura y acomodársela, o simplemente disimular y salir corriendo a sentarse por ahí, para que nadie se diera cuenta.
En una ocasión, y es la anécdota que contare.
Habíamos tenido una primavera mucho muy calurosa, y asistíamos a bañarnos en un pequeño riachuelo de mi ciudad, cercano a mi colonia, y donde en días como esos, se llenaba de niños, jóvenes y adultos a disfrutar de sus corrientes frías de agua, y donde existían varias pocitas que se formaban con pequeñas cascadas, que venían desde lo más alto de un monte… así que teníamos todo un parque de diversiones para nosotros.
Cierto es que, en ocasiones, era usado, generalmente por las tardes noches, para parejitas de enamorados o mayores, para encuentros amorosos, con la sola complicidad de las estrellas.
Acudimos en Tropel, casi todos los chiquillos de la cuadra, aproximadamente 10, que rondábamos la misma edad, 6 años el menor llamado Luis, 7 Ángel, 8 Manuel, 9 Miguel, 9 Adrián, 10 Alfonso y 13 Stefan, de los que me acuerdo, y yo Juanma.
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Imagínense la escena: 10 chiquillos retozando en short o en trusitas tipo biquini, bajo los rayos del sol, en un pequeño riachuelo, risas, alegría que contagiaba a todos entre juegos.
Jugamos desde clavados de lo alto de la cascada hacia la pocita, a los hoyitos quemados, y después de varias horas, descansábamos tirados en el pasto bajo los árboles, comiendo alguna fruta que encontrábamos por ahí, ya que los árboles eran frutales, Mango, Guayaba, Tamarindo, etc.
Imagínense la escena: 10 chiquillos retozando en short o en trusitas tipo biquini, bajo los rayos del sol, en un pequeño riachuelo, risas, alegría que contagiaba a todos entre juegos.
Ante todo esto, yo fui el último en salir del agua, y me fui como arrastrando hacia el pasto, así literalmente, no fui gateando, sino como, jugando pecho a tierra… y conforme me encontraba a un “soldado enemigo” lo ensartaba con mi bayoneta, porque la mayoría estaba boca bajo… y estos se reían y decían: -Estate quieto, we
Dejaba al “soldado herido” y me iba sobre otro, y lo mismo, lo ensartaba, en una clara alusión de penetración, pero con la ropa puesta… Casi todos contestaban los mismo: -Estate quieto we
Cuando estaba pasando del 8 chico llamado Alfonso, este solo se sonrió, pero no dijo nada, al contrario, levanto más su carnudo trasero… le dos estocadas más y estaba por pasar a las armas a Stefan, quien con sus 13 años, ya pintaba para ser todo un galán, delgado pero fibrado, con sus musculo en ciernes, un cabello totalmente negro, de piel clara, ojos cafés claros y unos labios carnosísimos… pero lo más importante: Un arma que se antojaba amenazante por su tamaño.
Entonces, estaba yo embobado con la respuesta de Alfonso, que intuí que le había gustado mi acción, que ni voltee a ver qué Stefan se había puesto boca arriba, y cuando me puse encima de él, para dar mi primera estocada, lo que sentí fue una espada desenvainada, de lo erecta y gruesa que estaba, que parecía que el bikini fuese su propia piel.
Mi cuerpo, a través de mis genitales, se electrizó y recorrió toda mi espalda hasta llegar a mi culito…
Cerré mis ojos y di más estocadas a ese maldito soldado… imposible, estaba en pie de guerra… entonces de la nada, él se empezó a reír, y haciéndome a un lado, rodó a estar boca bajo para ocultar a los demás su erección… y yo quede pasmado por lo ocurrido… parecía que por fin alguien podría tenerme quieto.
Total que nos quedamos viendo los rayos del sol pasar por el follaje de los árboles, las formaciones de las nubes y hasta escuchando el trinar de los pájaros… pero mi cabeza estaba dislocada porque, ese chico, al que nunca le había tomado atención, había demostrado que tenía un excelente motivo para despertar mi interés.
Después de largo rato, los chicos querían irse, y yo, les dije que me quedaría un rato a remojarme bajo la primera cascada, allá arriba del cerrito, y es que el calor, a pesar de haber bajado el sol, el calor continuaba siendo extremo.
Los chicos empezaron a caminar y apenas avanzados unos pasos, Stefan me pregunto qué no tardara mucho porque iba a oscurecer pronto.
Le conteste que no… camine cerro arriba y por la ladera del riachuelo, llegue hasta la cascada y bajo ella, estuve recibiendo agua fría y rica… que perdí la noción de tiempo, lugar y sonidos, ya que el estruendo constante del correr del río y la cascada al caer, me bloqueaba toda distracción.
Por lo que no pude oír, cuando unas voces me llamaban desde abajo, y creo dio por sentado que ya me había retirado…
Cuando decidí salirme, recogí mi camiseta mi short y con sandalias en mano, empecé a bajar, pero, unos ruidos me alertaron, se oían como de chupeteo o gemidos… acompañados de golpeteo como cachetadas… me agache y decidí observar la cogida que algún muchacho de la región le estaría dando seguramente a su enamorada… sorpresa, a través de la hierba, pude observar, a un chico esplendorosamente bien dotado, boca arriba, con sus manos bajo su cabeza, y una cabecita que se movía rítmicamente no chupando, no mamando, sino literalmente devorando un trozo de verga, que si lo comparo con lo que se hoy en día debían ser 18cms… gemidos suaves del chico, al que aún no le veía el rostro, y gemidos de perra en celo del chiquillo que tenía la cara enterrada en sus genitales, me pusieron a volar.
Así que me fui quitando mi trusita o biquini, y boca abajo, pecho tierra, observaba la escena… era increíble, la garganta tan profunda que tenía el chico, y el aguante de la respiración para soportar semejante herramienta en su boca… en esas estaba, y no escuche que se me acercaba alguien tras de mí, hasta que sentí unas manos separando mis nalgas e introduciendo una húmeda lengua en lo profundo de mi culito… solo gemí, pero fue tan fuerte que el chico que estaba siendo mamado y el otro, voltearon hacia donde estaba, y… era Juan Carlos, el hermano mayor de Stefan, quien obviamente tenia mayor contextura, unos rizos negros hermosos, pero sus ojos parecían refulgir fuego de tan profundamente negros que eran, él contaba con 17 años, y casi nunca se juntaba con los chicos de la cuadra ni los muchachos de su edad, porque, era un chico muy estudioso y responsable…
O al menos eso creían todos…
Por la sorpresa, ya no pude voltear a ver quién era, sino que cerré mis ojos y me dedique a disfrutar de la lengua tan hambrienta que tenía horadando mi anito… su lengua, cual serpiente, parecía recorrer todos los pliegues y recovecos de mi ano, que se abría y cerraba como si latiera o pidiera algo más que eso.
Fue hasta que arañaba el pasto, que el sujeto subió sobre mí, y sentí, una verga de dimensiones normales, que tal vez por mi relajado ano, lo acogió y succiono en el acto, y al sentir que era totalmente tragado, suspiro y me dijo al oído: – Esto es en venganza por tratar de enterrarme tu bayoneta….
Sí, Stefan, suspirando y gimiendo, empezó a lamerme las orejas, besar y morderme el cuello suavemente, pero con sus caderas, imprimiendo un ritmo cadencioso y suave por ratos, y fuerte y rápido en otros, estaba en el paroxismo de un placer indescriptible.
Este chico sí que sabía moverse, una batidora humana por movimientos y un taladro de herramienta que rozaba los 15 o 16 cms, pero gruesa y cabezona, circunciso y unos huevos enormes, comparados con los míos.
Entregados estábamos los dos, que entre gemidos, ayes y besos, no sentimos cuando, alguien levanto de un brazo a Stefan y me dejo con el culo abierto, pompas al aire y abrí los ojos… me encontré con la mirada fija de Alfonso y supe al instante que Juan Carlos, había sido quien me quito ese placer que sentía minutos antes…
Le dijo:- Así que, mi hermanito por fin se ha rebelado de mi yugo y busca su propia putita para coger?.
-Stefan, solo se quedó callado, estático, con miedo y a punto de huir…
Haciendo un movimiento rápido, tal vez movido por la excitación que me hizo sentir Stefan, o por el miembro amenazantemente erecto (no entendí por qué) de Juan Carlos, estire mi mano, tome su miembro y me lo metí entero a la boca… succione hasta casi dislocar mi mandíbula, y al pobre se le doblaron las rodillas, cayendo al pasto, y por espacio de 5 minutos gloriosos, le proporcione todo el placer que una boca golosa, garganta tragona y labios húmedos pueden ofrecer… solo gemía, gritaba quedamente, me sujetaba de los cabellos y sentía mis labios al ras de la raíz de su tronco, quería tragarme hasta sus bolas, que eran grandes, peludas, llenas de venas como el gran trozo de verga que disfrutaba…
Que paso con Stefan y Alfonso?.
aun no salían de su estupor, pero, yo tome de la mano a Alfonso y se la puse sobre el miembro de Stefan, le gusto el gesto, por que se agacho inmediatamente a devorar esa verga… Juan Carlos, abrió los ojos y sonriendo a su hermano le beso los labios, y le dijo:
-Está bien Stefan, puedes comerte estos culitos míos, pero recuerda, que nadie más puede tocarte, porque eres mío….
Casi me atraganto, de lo que había escuchado, ellos seguían besándose y cuando menos sentí, Juan Carlos se acuclillo sobre sus talones, y me volteo, cual si fuese marioneta, metió sus manos bajo mis nalgas, y fue acomodando su miembro, que estaba duro, fuerte, grueso y caliente… sentí, como cada una de sus venas, sus centímetros horadaban mi culito, y sentí que me abría por completo al placer, a medio camino, rozo mi próstata y explote en una eyaculación imaginaria, que me mareo y creí desfallecer, pero una estocada final hasta el fondo, me hizo abrir los ojos y sentir, como ese hermoso chico tomaba posesión de mi último pliegue.
Se detuvo unos instantes y me pregunto, si estaba bien… no le respondí, pero sí que empecé a moverme circularmente sobre su verga, y supo, que estaba más que dispuesto a todo… empezó a darme estocadas suaves y lentas, luego rápidas y fuertes – creo saber por qué también así lo hacía Stefan- fueron motivo suficiente, para que Stefan empujara a Alfonso y levantando sus piernas, poniéndola sobre sus hombros, empujo en un solo envión la verga por el culo , aun virgen, ya que, Juan Carlos estaba trabajándolo aún… el pobre Alfonso, lanzo un alarido que inmediatamente fue acallado con su boca, y sin moverse acaso, esperó a que diera una señal de continuar, ojos apretados, lagrimas gruesas surcando sus mejillas, pero fue más rápido de lo que esperaba, ya que el culito de Alfonso latía y parecía apretar y aflojar sobre la verga de Stefan, como queriendo aún más… Claro producto de la excitación y el morbo del momento… Finalmente, Stefan había logrado un culito virgen que no pudo lograr Juan Carlos, pero a cambio, Juan Carlos, había encontrado en mí, un complaciente culito y una boca que satisficiera sus más ardientes erecciones…
Al unísono, entraba y salían de nuestros culitos, solo se oían el correr del agua, el golpeteo de nuestras nalgas y gemidos de nuestros machos, enterrando sus vergas…
Habrán transcurrido 30 o 40 minutos, y como si estuvieran sincronizados, los dos eyacularon dentro de nuestro orificio, Juan Carlos se puso de pie y conmigo ensartado y me dejo inundado el culo con su elixir, que de abundante y caliente, escurría por mis piernas… fueron tal vez 4 o 5 dardos líquidos, que ardientes llegaban hasta el fondo de mi… me sujeto firmemente y con una estocada final, me recostó sobre su pecho y me beso por primera vez la boca.
Su lengua, quería devorar mi boca, su lengua luchar con la mía y su saliva ahogarme de su excitación.
Stefan saco la verga de Alfonso lo baño de pies a cabeza, con disparos largos y aguados de un incipiente semen… había logrado por primera vez una eyaculación, se tiró satisfecho al pasto y desmadejado Alfonso pasaba sus dedos por su cuerpo, para tragar el semen que lo había herido…
Está de más decir, que nunca visitamos el sitio a solas, esto es entre dos, sino que siempre nos ingeniábamos para compartir esos momentos los cuatro, algunas ocasiones en el riachuelo, otras en su casa o en la mía, cuando salían mis padres a trabajar y mi hermano al futbol los sábados.
Ellos fueron una razón para estar quieto, por algunas horas.
Fue la mejor temporada de primavera que tuve, y duro casi tres largos años, hasta que Juan Carlos se casó, y Stefan decidió estudiar un semestre en el extranjero.
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