Una única experiencia sin igual (real)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por capo01.
Os quiero contar algo que me ocurrió hace ya unos años y que nunca he contado. Es un caso real 100 x 100. Primero de todo deciros que yo soy un hombre ya entrado en años y que no soy gay, aunque esta experiencia fue con un chaval muy jovencito.
Era una época que empezaban los chats por internet y yo rápidamente me enganché. Me parecía un sexo rápido, fácil y con gente que no conocía, algo que me excitaba mucho.
El caso que una de las veces contacté con una chica que era muy caliente. Me dijo que prefería hablar por teléfono y me lo dio. Estábamos en ciudades distintas (no voy a dar datos) y rápidamente la llamé. Me contó que era una chica que vivía con sus padres y con un hermano, que era muy caliente y que follaba con su hermano. Las conversaciones eran muy largas y muy calientes y al final siempre nos masturbábamos juntos. También me dijo que tenía fijación con la polla de su padre y que le encantaría que se la metiera por el culo.
Hablamos varios días y, la verdad, era genial porque siempre llegábamos al orgasmo juntos después de horas contándonos toda clase de cosas guarras.
Un día, no lo olvidaré, me dijo:
– Tengo que decirte una cosa
– ¿El qué?, le pregunté
– La verdad es que no soy una chica
– ¿Cómo?, yo creía que me estaba vacilando
– No, soy un chico
Tenía una voz de chica que me hacía creer que era imposible.
– Sí, soy un chico, tengo 13 años y me llamo Paco
Yo me quedé callado y no sabía que decir o si colgar. Él continuó y me dijo :”No te enfades, por favor, porque la verdad es que me gustaría que me la metieras”. Me lo dijo de una forma que inmediatamente me empalmé y ese día nos hicimos la mejor paja juntos.
Cuando colgué, me quede totalmente confuso porque, como digo, yo no soy gay y no entendía nada, pero había sido tantas tardes juntos y tanto sexo telefónico que no pude parar.
A partir ese momento, el chico se convirtió en una obsesión. En cuanto tenía un momento le llamaba y teníamos unas sesiones de sexo telefónico fabulosas. El siempre me decía que tenía un novio gitano que al que iba a ver siempre después de hablar conmigo para que se la metiera.
Un día me dijo que no quería más teléfono y que fuera a verle. Él vivía en un pueblo de la costa, no muy lejos de mi ciudad. Yo por entonces tenía novia y no era fácil montarme un viaje de fin de semana sin excusa.
Después de un tiempo encontré la forma de irme un fin de semana. Cogí un apartamento en ese pueblo que, como es fundamentalmente de veraneo, pues no había problema con el sitio ni con que nadie nos pudiera ver.
Llegué al pueblo el sábado a mediodía. Ya había quedado con Paco a las cinco en el apartamento. Por suerte no había prácticamente nadie en estos apartamentos de playa por lo que m daba tranquilidad. Yo no hacía nada más que mirar por la ventana, nerviosísimo, tanto que ni comí casi, solo un sándwich y una coca-cola que había comprado de camino.
A las cinco en punto llamaron a la puerta y a mí me dio un vuelco el corazón. Casi no m atrevía a abrir porque no sabía que me iba a encontrar, o a él o su padre o la guardia civil, ya que era un menor.
El caso que al fin abrí la puerta y allí estaba él con una sonrisa de oreja a oreja. Era un chaval guapísimo, con el pelo casi cortado al cero, con una camiseta sin mangas, pantalón corto y chanclas. Hacía buen tiempo. Era el mes de mayo.
Podría decir que me “enamoré” nada más verle. Le abrí la puerta para que pasara y lo primero que le pregunté es que si le había seguido alguien. Me dijo que no y me quedé más tranquilo. Le ofrecí una coca-cola y se la di. Yo no sabía cómo actuar, pero él sí. Se sentó a mi lado en el sofá, muy juntos, y me miraba fijamente si parar de sonreir.
– Eres muy guapo, me dijo
– Gracias, le contesté
– Qué bien que has venido…., me dijo poniendo una cara pícara que me desarmó.
– Yo también me alegro de estar aquí , le dije
– ¿Sabes lo que más me gusta?, me preguntó. Me di cuenta que estaba excitado y que quería ir “la grano”
– No, le dije
– Besar, me encanta besar, me estaría horas morreando.
No lo pensé dos veces, le cogí del cuello, le acerqué a mí y puedo decir que en mi vida he besado a alguien ni he sido besado con tanta pasión. Después de un rato largo besándonos empezamos a sobarnos los dos y me dijo que estaba deseando ver mi polla. Le ofrecí irnos al dormitorio y allí nos desnudamos. Paco era pequeñito, no tenía pelos casi todavía y tenía un cuerpo medio niño-medio mujer perfecto.
Lo que ocurrió a partir de ahí fue una tarde de sexo bestial. Nos chupamos la polla mutuamente durante mucho rato, y yo se la metí tres veces y otras tantas me corrí. Después yo estaba agotado y nos quedamos adormilados abrazados. A las diez de la noche se fue.
Desde el momento que se fue por la puerta yo ya le echaba de menos. Quedamos al día siguiente por la mañana para despedirnos.
A las 9:30 en punto estaba otra vez llamando a mi puerta y según cerré, y me estaba bajando los pantalones y chupándome la polla. Yo no tardé ni un minuto en hacer lo mismo y así estuvimos casi una hora. A mí me dolía ya a rabiar, pero me daba igual. Otra vez lo follé y acabé de verdad agotado.
Después, nos despedimos con una serie de besos apasionados y se fue. Yo me cogí el coche y me volví.
Nunca le pude volver a ver por diversas circunstancias, aunque hablamos alguna vez más por teléfono. No sé que ha sido de él.
Nunca he vuelto a tener una experiencia semejante, ni ninguna otra homosexual, pero debo decir que fue la experiencia más apasionante que he tenido en mi vida.
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