Vacaciones con el abuelo Part. I
El estaba desnudo de cintura para abajo, su camisa de cuadros desabrochada dejando ver su torso velludo y canoso, subido en el banquito para ordeñar y le estaba empujando a la vaca por detrás mientras con una mano levantaba su rabo. Veía el culo velludo de mi abuelo como se contraía una y otra vez…
Yo tenía 8 años, mi abuelo de 66, vivía en una granja a unos 9 Km. de la ciudad, era una casa de dos plantas. En la parte baja, estaba el establo, tenía 2 cerdos, 4 vacas y un caballo percherón. La planta de arriba era la vivienda y frente a la casa, se alzaba el pajar.
Era mi primer verano solo con mi abuelo. Mis otros dos hermanos mayores estaban en un campamento y mis padres se tomaron un mes de vacaciones para descansar de nosotros.
El establo tenía una gran puerta construida de grandes maderos de roble, ya muy vieja, con rendijas entre los tablones que la formaban y si te acercabas lo bastante, podías ver claramente el interior.
Mi abuelo ordeñaba una o dos vacas cada día y entre juegos, intentaba enseñarme a hacerlo y cuando me acercaba a él, tiraba de la teta de la vaca y me lanzaba un chorro de leche a la cara y siempre se reía con la misma broma.
Cuando terminaba, me mandaba subir a la casa a esperar porque él tenía que limpiar el establo y no quería que me manchara.
Una tarde, mi abuelo tardaba en subir y decidí bajar a buscarlo. La puerta estaba cerrada, me acerqué a una de las rendijas de la puerta y, ¡no entendía qué estaba pasando!.
El estaba desnudo de cintura para abajo, solo llevaba puesta su camisa de cuadros desabrochada dejando ver su torso velludo y canoso. Estaba subido en el banquito para ordeñar y le estaba empujando a la vaca por detrás mientras con una mano levantaba su rabo y él le daba golpes con su pelvis. Veía como el culo velludo de mi abuelo se contraía una y otra vez, era una puta delicia verle medio desnudo.
De repente, empezó a gemir como un animal y los empujones eran aún más fuertes y rápidos hasta que se quedó pegado al culo de la vaca totalmente inmóvil.
Yo estaba temblando porque, algo me decía que eso era algo que yo no debía ver.
Entonces, al separarse de la vaca lentamente, vi claramente que sacaba del coño de esta, su gran polla dura y empinada como una piedra, nunca había visto el pene de un hombre adulto y aún menos empalmado y no sé por qué, empecé a sentir que mi pollita se ponía dura y me hacía daño en el short. Ufff, era la primera vez que me excitaba y no sabía que me pasaba.
Mi abuelo se baja del taburete, era una imagen deslumbrante y veo claramente como se tira la piel del prepucio hacia atrás y se lo limpia con la mano y esta, a su muslo.
Yo me eché a correr escaleras arriba, me temblaban las piernas, y a la vez, quería volver a ver el rabo de mi abuelo metiéndosela a otra vaca.
Durante 3 días bajaba a mirar como mi abuelo, además de meterle su rabo a la vaca, antes de hacerlo, metía su cara en su coño y metía su lengua chupándola hasta el agujero del culo, uffff, ¡no sabía si yo quería hacer lo mismo junto al abuelo o hacérselo a mi abuelo!
¡Lo quería todo!.
Ese tercer día, en vez de follársela por el coño, se la metió por el culo y de vez en cuando la sacaba completamente sucia y se restregaba la mierda de la vaca por su rabo para volvérsela a meter. Mientras, yo me tocaba mi polla y por instinto me la agarraba, moviéndola arriba y abajo con la mano como si fuera el culo de la vaca y de repente, era tanta mi excitación que comencé a sentir una corriente eléctrica por todo el cuerpo que pensaba que me estaba pasando algo, tal vez un infarto, estaba hecho un lío. Paré y volví corriendo a la casa con el corazón golpeando mi pecho como si también quisiera huir de mi cuerpo.
La noche transcurrió tranquila excepto por el momento que mi abuelo me dice:
– ¿Qué te pasa hoy? Parece que te ha comido la lengua el gato.
Y no había sido el gato precisamente el que me había dejado mudo y encantado a la vez.
Y llegó el cuarto día, el que creo, decidió para siempre mi rumbo sexual hasta hoy.
Ya eran las 9 de la noche, bajé de nuevo a mirar a mi abuelo gozando medio desnudo en el establo y cuando me asomé por la rendija de la puerta, ¡jamás pude imaginar lo que vi!
Estaba sentado en el banquito de ordeñar acariciando la panza del caballo hasta que su mano enorme de piel cuarteada, agarró el bulto del caballo donde yo suponía tenía la polla guardada. No paraba de frotar arriba y abajo hasta que ante mis propios ojos, ese bulto ¡empezó a crecer como nunca hubiera podido imaginar!…
…continuará
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