Vecinos desahogados 1
Jaime era su nombre, mi vecino de al lado, casado, con una hija y de aprox 40 años….
Jaime era su nombre, mi vecino de al lado, casado, con una hija y de aprox 40 años, era físico terapeuta en un hospital según le había contado a mi papa en alguna reunión vecinal en la que coincidieron.
Personas educadas, amables y discretas, aunque siempre con aires de grandeza y superioridad que con comentarios cortos y sarcásticos lo denotaban.
No teníamos más que una relación cordial y amigable para llevar “la fiesta en paz”, pero todo empezó un viernes, yo llegaba muy temprano de trabajar y me percate que este señor grandote estaba regando su jardín, pase por el frente de su casa y tras un saludo corto entre a mi vivienda.
Estaba solo, mi hermano y padres seguían en sus trabajos por lo que, apenas cerre la puerta, avance hasta la ventana de al lado y apartando un poco la cortina empece a disfrutar.
Mi vecino era un hombre grande y musculoso, de piel blanca y sin mucho vello lucia unos muy ajustados shorts deportivos y una camiseta sin mangas donde se apreciaban sin mucho esfuerzo sus pectorales enormes y sus brazotes gruesos a juego, tenia panza, de toda la vida que lo recuerdo siempre ha sido gordito pero eso nunca me ha molestado para calentarme a niveles asombrosos.
Es verlo manipular la manguera, las perlas de sudor que recorren desde su fuerte y ancho cuello, hombros, pectorales y que terminan perdiéndose en la playera, la estreches que manejan sus shorts a la altura de la cadera y que saca a relucir su potente y bien acomodado bulto gordo y yo ya estoy erecto con necesidad de polla.
Ya me encontraba con los pantalones y truza en los suelos, mi mano derecha masturbando mi corto pero grueso pene ya lubricado y con la izquierda seguía sosteniendo la cortina, mi mirada viajaba desde los labios carnosos de mi vecino casado, a las venas que se le marcaban en ese par de brazos enormes con los que quisiera me sostuviera… De un momento para otro todo empezó a derrumbarse, vi como mi vecino camino hacia el frente de su jardín delantero, paso por los arbustos que dividen nuestras casas y sin que pudiera reaccionar con rapidez se aproximaba a la puerta de mi casa… No sabía que hacer pero tenía que reaccionar… Metí mi pene embarrando de precum mi ropa interior, intente acomodar mi pantalón para que se viera lo más discreto posible mi bulto duro y me aproxime a abrir lo antes posible, temblaba en extremo y estaba sudando mucho cuando por fin le di cara a mi delicioso vecino.
– Sr Jaime buena tarde, que… En qué puedo ayudarle?
– hola Alex, oye quería ver si me pudieras prestar tus tijeras para jardinería?
– oh si, no hay problema, solo las buscaré en nuestro cuartito…
El cuartito al que me refería era una pequeña bodeguita que se encontraba en la esquina de la casa, por fuera y que era tan pequeña que solo servía para guardar cosas de limpieza, herramientas, repuestos de algunos materiales, etc.
Pidiéndole permiso para que me diera espacio para pasar por su lado, me dirigí todavía tembloroso a esa puertita, abrí el seguro y abriéndola me agache con la intención de buscar esas tijeras…
Sentía su mirada atrás de mi, debía estar apenas a un par de metros…
– si quieres te ayudo a mover esa caja… -el machote casado y sudado de mi vecino estaba apenas a 30 CM de distancia, y no precisamente a mi altura, yo estaba agachado así que lo primero que me tope cuando voltee a verlo fue el área de su cadera, pelvis y bulto ajustado en esos shorts deportivos… Mi mirada no se despegaba de ese delicioso y ansiado objetivo, mi calentura subía y no quería despegarme de ahí, al contrario, necesitaba acariciarlo, lamerlo, desnudarlo y terminar con su vergon bien alojado en mi apretado ano.
– Alex si te ayudo?- preguntaba el señor desde arriba con cara de confusión..
– si claro, perdone, me distraje un segundo.
Jaime me miró con las cejas encontradas cómo pensando en algo y después, siguiendo con lo que me ofreció, paso sus brazos por arriba de mi y tomando las esquinas de una larga y gran caja de herramientas la empujó hasta el fondo dejando un lado del muro descubierto, ahí estaban las tijeras.
-Genial, te las traigo en unos minutos, solo quiero rejabar un arbusto de flores que tengo..
– descuida, claro…
Apenas cerré la puerta de mi casa casi grito del nervio, no entendía todo lo que habia pasado, no sabía si había sido muy obvio todo o solo fue mi imaginación, no sabía si el señor Jaime contaría algo a alguien.
Espere un rato aún en el marco de la puerta y minutos después intenté seguir con mi día, en mi cabeza no dejaba de rondar todo lo que había vivido. Ya eran muchas las veces que me había tocado viendo a mi vecino por la ventana, una vez tuve la suerte de verlo hacer ejercicio sin camisa, su buena panza era como proporcional a su musculatura enorme, no es que fuera fisicoculturista pero al parecer su cuerpo por naturaleza tenía esa constitución grande, engordaba pero también así de fácil le era generarse esos brazos y troncos hechos piernas.
En mi cabeza empezó a generarseme un plan para lograr cogermelo, sería genial tener un macho así de bueno y guapo abajo de mi mientras yo reboto en su pene, mi mente jugo con los escenarios y después de un rato tenía un plan armado.
Corrí a mi cuarto y después de ducharme rápidamente quedé a la espera de que mi vecino volviera a mi casa…
Observaba desde la ventana del cuarto de mis padres y entonces el plan empezó a marchar…
El venía hacia acá y yo corrí por el último toque: atarme la toalla a la cadera, únicamente con un suspensorio rojo como prenda y si, atinaron… Mi plan era el más obvio y arriesgado, tirar por accidente mi toalla enfrente de ese macho apenas le abriese la puerta para ver qué cara ponía y que tanto podía aprovechar, era demasiado arriesgado y peligroso pero la excitación era tanta que no estaba razonando correctamente.
– Alex perdona que te moleste, ya veo que estabas a mitad de tu ducha… Solo pasaba a dejarte esto…
– descuida Jaime, no molestas, al contrario… Crees que pudieras ayudarme en la cocina? Quiero sacar un control que tontamente deje caer y termino abajo de mi estufa, solo requiero que me ayudes a levantarla un poco mientras yo retiro el control desde abajo…
Jaime asintió un poco confundido… Me siguió hasta el fondo e indicándole mi plan me agache debajo de el para seguir lo dicho… Y ahí empezó todo…
Sentí como la estufa que estaba enfrente de mi se levantaba desde el frente dejándome cómo 10 CM de abertura, por mi lado y estando en cuatro y bien empinado solo tuve que remover un poco el nudo y mi toalla se deslizo por mi cuerpo hasta caer dejando mi culito bien dispuesto y desnudo ante el señor casado que desde arriba me observaba, el no decía nada pero escuchaba su respiración empezar a agitarse. Yo fingí que nada ocurria e inclinándome más estire mi brazo derecho para tomar el control que intencionalmente había tirado ahí unos segundos antes.
– aquí está!- voltee en la misma posición solo para comprobar que mi plan surtía efecto… El macho arrogante de mi vecino estaba todavía mirando nervioso mi par de nalgas abiertas que bien empinado yo le ofrecía enmarcadas en este bonito suspensorio, segundos después y volteando su cabeza al frente mi vecino acomodo la estufa y se alejo unos centímetros para que yo me levantara del suelo…
Un silencio tenso permanecía, nadie sabia que decir, yo estaba sin respiración… Cuando estaba por moverme, ya por fin a punto de recoger la toalla del suelo, vi la oportunidad matadora…
Fingiendo resbalar por los pies descalzos me impulse hacia adelante y me agarre de su fuerte y duro hombro y brazos derechos, seguian un poco húmedos de todo el sudor que habían transpirado esa tarde, mi nariz termino pegada a su clavícula y no pude evitar aspirar fuerte, recibiendo todo ese olor un poco de colonia y mucho mucho olor a hombre y a sudor… El ano me palpitaba, me quedé quieto y tembloroso y entonces todo sucedió en dos segundos…
Jaime me tomo con sus manos gruesas de la cintura y jalandome hacía su cuerpo me envolvió el cuerpo con sus brazotes, sentía en mi mejilla su pectoral húmedo, en mi nariz rosaba su bicep y al instante un buen golpe, una de sus manotas me regaló una nalgada fuerte y sonora en mi nalga izquierda, una que me agito y me hizo gemir alto por la sorpresa….
– mi vecinito es una puta bien hecha…- me dio otra nalgada, ahora en la otra pompi y después empezó a abrirme las nalgas y estrujarlas entre sus dedos…
– no me pude contener, lo siento.. – le susurré sin moverme, dejando que me tocará.
– Las putitas como tú nunca puedes evitarlo, ven un buen macho y necesitan su verga haciéndolas gemir, siempre me pasa… Pinches nalgotas te cargas cabron!!- me dijo con energía mientras me seguía magreando enteras las nalgas, pasando sus dedos por mi ano.- pídeme que te dé leche, que te coja como nunca te han cogido y quizá lo piense.
– papi, por favor ten piedad y regálame un poco de tu verga, usame y ábreme como se te antoje.
Apenas lo dije, observé una sonrisa complacida y después me soltó, aparto sus manos y me dejó a unos centímetros de su caluroso cuerpo.
– que esperas para bajar a comerte mi verga gorda??- me dijo con una mirada irritada mientras se agarraba el paquete en completa erección.
Me inque ante sus piernas anchas, olí una vez más su aroma a macho y me pegue a su short cómo si de un imán se tratara, restriegue mi cara por toda su entrepierna… Seguia temblando y sudando sin control por los nervios y la excitación tan desbordante que me llenaba, ahí estaba de rodillas ante el hombre de mis fantasías.. mi morboso y rico vecino casado.
Cuando baje su short deportivo a sus rodillas me encantó la estampa que tenía enfrente, un boxer corto de licra que le ajustaba demasiado gracias a su duro cipote que además ya se notaba demasiado húmedo y en constante lubricación a juzgar por la gran mancha y brillo que recorría la parte superior izquierda de la prenda y en la cual se adivinaba su ancha y cabezona punta.
Con manos temblorosas retire ese boxer hasta dejar al descubierto un pedazo que aunque no muy largo, lo compensaba con un grosor de locos, un vergon un tono más moreno a comparación con todo su cuerpo, gordo, con una gran vena surcando el lado derecho del tronco y un glande igual grande aunque con una forma un tanto cónica medio cubierto de tono rosado.
Y si, desde la punta y hasta perderse entre el prepucio el líquido preseminal no dejaba de salir.
No me di cuenta de cuánto tiempo había transcurrido hasta que Jaime dijo divertido…
– dale un beso pues… la pedias a gritos y resulta que ahora te quedas congelado…
No pude evitar ponerme sonrojado con la situación, pero al instante ya tenía su deliciosa y gorda polla entrando entre mis labios, sintiendo la suave y mojada piel rosándome, automáticamente hice hueco en mi boca para evitar tocarlo con los dientes y moví la lengua… me urgía probarlo entero, saborear todos sus líquidos y guardarlos para siempre en mi mente…
Ya tenia el glande y unos dos centímetros adentro cuando escuche un resoplido desde arriba.
– mi putita la mama muy rico pero muy lento, yo te ayudo perrita, necesito enseñarte a comer vergon grueso como se debe…- termino diciendo en un susurro mientras me tomaba con sus manazas por la quijada y la nuca y sin avisar apenas empleo su fuerza bruta.
Primero enterró a tope su tronco hasta que topo con mi campanilla, sentir toda esa carne en mi boca fue excitante pero a la vez desesperante, fue muy rápido y sentía que me ahogaba…
– respira por última vez porque ya necesito usarte…
Y entonces sentí como con sus manos me torció la cabeza unos grados hacia la izquierda y sacando apenas un centímetro de verga de mi boca para tomar impulso me la empujo con una fuerza continua hasta que sentí como su glande traspasaba mi campanilla y comenzaba un rápido pero potente vaivén…
Yo no alcanzaba a respirar, sentía que mis ojos lagrimeaban y las gotas saladas se unían a los hilos de saliva que derramaba por mi boca atorada, atorada con ese glorioso, pero demasiado grueso vergon de mi vecino, lograba saborear una mezcla deliciosa de fluidos entre mi saliva espesa y el presemen de mi macho. Solo saco su verga en dos ocasiones… la primera a los minutos de haber empezado a follarme la boca como estaba haciendo, para restregarme sus huevos y toda su carne por la cara, desde los ojos, donde me daba golpecitos con el glande mojadisimo, para pasarme todo su tronco repartiendome todas las babas que habían quedado en su pene a lo largo de mi piel; mi nariz, mejillas y frente tenían rastros de todos esos líquidos… y al final también saco su vergon, para empezar con un fuerte y casi insoportable vaivén que iba desde afuera, con solo la mitad de su glande entre mis labios y dos segundos después y haciendo resistencia con sus manos para evitar que me apartara, me introducía su trabuco entero, ya su glande rebasaba mi boca y se metía en mi garganta… yo no podía aguantar ese ritmo, ya ni podía controlar mis dientes, entre los espasmos por el atragantamiento y la velocidad con la que me violaban la boca apenas era consciente de mi alrededor… hasta que de sopetón fui liberado… el pollon de Jaime se alejo unos centímetros y entonces pude relajarme dos minutos… calme mi respiración y por fin eleve la vista del suelo…
– que paso mi becerrito tragón? …- dijo mi nuevo macho mirándome con una mueca entre divertida y alegre.
Mi vecino tenía su sudada playera ya levantada sobre el cuello, revelando su impresionante cuerpo sudado, desde sus abultados y deliciosos pectorales coronados con sus duros y rosados pezones, bajando por su panza tersa y dura, donde se adivinaban formados varios músculos y abdominales que sobresalían mas con la capa de sudor que tenían encima.
Eran la constitución del hombre perfecto, daría todo por tener un macho así siempre, gordito, con músculos enormes adornando todo su sudado cuerpo, un cipote gordo, rosado y jugoso que no perdía dureza y yo de rodillas a punto de recibir su leche…
– Alexito todo listo? – era extraño como mi vecino pasaba de la dominación y vulgaridad mas excitante a la ironía y cinismo más morboso, justo se encontraba masturbando su vergon, pasando una de sus manos a lo largo de su aparato mientras la otra la pasaba desde su rica panza, hasta sus gordos y colgantes huevos. Estaba a unos 15 centímetros de mí, y aunque quería acercarme mi energía ya no daba para más, me encontraba aturdido todavía por tan salvaje cogida bucal y todavía sentía la respiración a tope…
Entonces noté a Jaime respirar más entrecortado, sus brazos se tensaban, cerro sus ojos, su cuerpo empezó a moverse y en dos segundos vi como un chorro abundante y espeso de lefa era lanzado desde su rojo glande expuesto hacia mi mejilla….
– Ahhh! … uff, seeee….- decía mi macho mientras yo con hambre me aventaba al frente y metía la punta de su verga entre mis labios, no pensaba quedarme sin mi premio, los siguientes chorros fueron igual de espesos y potentes, sentía como su duro miembro palpitaba y en cada palpitación un chorro de leche dulce seguía rellenando mis cachetes… tuve que tragar mientras seguía mamando, era demasiado lo que estaba recibiendo y ya no lo aguantaba en la boca… y entonces mi hombre termino con la cereza del pastel, sin verlo venir me enterró por última vez su trabuco grueso, y fue sentir su glande otra vez traspasarme y sin evitarlo su lefa termino siendo derramada.
Después de reponerme de esa arcada y dándome dos segundos de pausa, Jaime concluyo su clímax con una buena embarrada por toda mi cara con su pene aun duro, esparciendo la saliva y semen que todavía quedaban en su tronco.
– Ya debe estar por llegar Casandra, debo irme antes de que se dé cuenta que ya tengo mi perrita particular a un lado de donde vivimos…- dijo concluyendo esa sesión de sexo mi vecino casado, a la par que recogía se acomodaba su ropa…
Yo permanecí quieto y lentamente con mis dedos recogía borbotones de leche de mi mentón y cuello para regresarlos a mi boca, era tan deliciosa que necesitaba tomarme toda.
– haber ven, te ayudo. – me extendió la mano y yo la tome sonrojado…
Entonces hizo otra cosa que me tomo por sorprendido, con la otra mano, recogió lo último que me quedaba de nuestros fluidos del cuello y dejando dos de sus gruesos dedos mojadisimos me acerco por completo a él, me hizo apoyar mi peso en su hombro y pecho y deslizando su mano por mi ropa, atravesó mi ropa interior y de una me metió esos dedos lubricados con nuestros jugos hasta el fondo, perforando mi ano con sorpresa…
– ayyy! Papi!- le grite mientras lo tomaba por los brazos y me paraba de puntitas, tenía mi cabeza en su cuello y pude oler y sentir su sudor…
– delicioso mi Alexito…
Y así como me los metió, los retiro, me aparto de sopetón y salió casi corriendo de casa, dejándome con el ano pulsándome, el pene duro y chorreado, la cara hecha un desastre y mi mente fuera del planeta… acababa de cogerme mi vecino hetero y casado….
Gracias por leer, es el primer relato que publico, espero sus críticas y consejos :).
Si eres tapatío, activo y bien macho, contacta!.
Que relato tan delicioso!