VECINOS INESPERADOS (Serie de cuatro relatos)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
CUATRO RELATOS ERÓTICOS GAY. Autor: ADRIANO
1) VECINOS INESPERADOS I : PASIÓN SILENCIOSA EN VIAJE NOCTURNO
Ya se acercaba el fin del verano, yo tenía unos días de vacaciones por delante, y decidí conocer aquella ciudad de la que me habían comentado bellezas. Compré un pasaje de ómnibus para el viaje de la medianoche, en coche cama, así dormiría durante el viaje y llegaría relativamente descansado, como para salir a recorrer la ciudad y visitar sus lugares de mayor interés.
Llegué temprano a la terminal de ómnibus, tomé un café y luego me dediqué a estudiar el planito de la ciudad que visitaría -que había copiado de Internet-, sentado en un banco próximo al lugar de partida de mi coche.
En cierto momento interrumpo mi lectura del plano y miro distraído alrededor, cuando mis ojos dan con las piernas de un hombre parado a unos pocos metros de mí y, casi sin quererlo, subo la mirada lentamente hasta su entrepierna, donde una bragueta considerablemente abultada no pudo dejar de llamar poderosamente mi atención.
Cuando miro rápidamente el rostro del hombre, veo que él me estaba observando, había visto perfectamente mi mirada anterior, y me sonrió con expresión sugestiva…
Le devuelvo una sonrisa nerviosa, un poco sorprendido y confundido, y vuelvo rápidamente a mi plano (no por timorato, que creo no serlo, sino porque realmente la situación me había tomado de sorpresa, desprevenido). Pero aunque fingía mirar el plano, no miraba nada, sino más bien evocaba su bulto marcado en un jean claro, ceñido, y el robusto y atractivo aspecto de su propietario… Incitante, sin duda…
Pero ya llamaban para ascender al coche, de modo que tomé mi bolso de mano y fui a ocupar mi lugar. Busco mi número de asiento, lo localizo, ubico mi bolso en el portaequipajes y me siento en una de las dos butacas aún vacías, mientras abro un libro que había llevado para leer… Estaba en la lectura de la segunda línea cuando escucho una voz grave y jovial que pregunta: -Perdona, tu asiento es el 7? Yo tengo el 8…
Era él…! Superando mi sorpresa le digo: -Sí, el mío es el 7, así que el 8 debe ser éste de al lado… Le sonreí y agregué: así que nos tocará viajar juntos… -Ah, qué bien!, me responde sonriendo, mientras se ubica a mi lado, y de ahí en adelante continúa una charla en voz baja -mientras los demás pasajeros se terminaban de ubicar y el coche partía-, y en que nos fuimos enterando de a dónde iba cada uno, si por paseo o trabajo, qué estás leyendo, y demás comentarios propios de dos desconocidos que tratan de buscar un tema de conversación. Todo matizado con sonrisas, miradas sugerentes y veladas alusiones. Pronto interrumpió el guarda solicitando los pasajes, y luego otra vez para alcanzarnos una pequeña almohada y una manta de viaje a cada pasajero… (Aunque la temperatura interna del coche era agradable, ignoro por qué razón esa empresa distribuía mantas a los viajeros, como en los aviones, por si en la noche sentíamos frío.) Dejé la mía sobre las rodillas, acomodé mi almohada bajo la nuca, recliné el respaldo de mi butaca y me dispuse a continuar mi lectura… Pero pronto se apagaron las luces, y debí cerrar mi libro. Cerré entonces los ojos, aunque no tenía sueño…Al contrario, el episodio anterior al ascenso al ómnibus y la proximidad de ese hombre a mi lado, me habían dejado en un estado de excitación y nerviosismo que no me permitiría dormir… Tratando de aparentar que me disponía a dormir plácidamente, bajo mis párpados engañosamente cerrados discurrían imágenes sexuales e imaginaba el cuerpo de mi vecino desnudo. El había hecho otro tanto, se había quitado el pullover que llevaba puesto, quedando solo con camisa entreabierta, y se estiró en su sillón-lecho bajando el respaldo hasta dejarlo tan reclinado como fue posible. Antes de terminar de acomodarse para dormir, se cubrió con la manta y se abrió un poco de piernas, que eran largas y musculosas, con lo cual su muslo derecho quedó rozando el mio…
Yo percibía todos estos movimientos y acomodos con los ojos entrecerrados, como si estuviera por dormirme, pero sentía ya su calor que parecía quemarme la pierna, y mi excitación fue en aumento… Trataba –y creo que él también- de mantenerme lo más quieto posible para no llamar la atención de los demás pasajeros mientras no estuvieran completamente dormidos, aunque no era fácil soportarlo…Tácitamente, había quedado flotando en el ambiente tenso y expectante, la sensación de que algo pasaba –y pasaría- entre nosotros… Sus bellos ojos oscuros, de mirada intensa, fogosa e intencionada, no dejaban duda respecto a que la atracción que había encendido en mi, era mutua.
En medio de esa tensión excitada, empiezo a sentir que él comienza a mover su pierna en forma ascendente y descendente, a la vez que aumentaba su presión contra la mía… Era parte de mis fantasías o realmente estaba ocurriendo?
Por las dudas, y para estar seguro, entreabro los ojos y espío hacia su lado, encontrándome con sus ojos fijos en mí, y sonriendo, en la penumbra difusa del coche en viaje… Yo también le sonrío, y le correspondo yendo un poco más allá: coloco mi mano sobre su pierna y comienzo a acariciársela… Tras breves minutos de esta agradable y cada vez más intensa actividad, él coloca su mano sobre la mía, me la acaricia un poco, pero ya me la lleva hacia su verga que estaba, enorme y tiesa, toda afuera de su pantalón, bajo la manta bienhechora.
No sé cómo lo hizo, pues yo no había percibido movimientos en esa zona, ni escuchado ruido de zipper alguno… Pero allí estaba, libre y espléndida, y superaba lo imaginado a partir de la visión fugaz de su bragueta. Se la acaricio largo rato, pellizco suavemente el glande, bajo hacia sus enormes bolas, también fuera de la bragueta… Su temperatura, tamaño y tensión parecían ir en aumento, como mi propia calentura… Suspendo momentáneamente mis actividades manuales y tratando de moverme con el mayor cuidado y sin hacer ruido, también desdoblé mi manta y me cubrí (aunque el calor cada vez era mayor y ya sudaba), bajé el cierre de mi pantalón y liberé también mi propia pija, que ya explotaba, tiesa y apretada… Aproveché para dar una mirada en derredor, en la penumbra, y confirmar que ya todos aparentemente dormían… Mi compañero de asiento parecía haber aprovechado para hacer lo mismo, y acomodar las almohadas de ambos entre los respaldos de los dos asientos, cubriendo de ese modo la pequeña hendija entre ambas butacas, e impidiendo que los pasajeros de atrás pudieran ver algo, si no dormían, o si despertaran… Reacomodados en nuestros sitios y ya más holgados de ropas, nos bajamos todo lo posible, nos volvimos el uno hacia el otro y empezamos a besarnos silenciosa y desesperadamente, en tanto ambos acariciábamos y frotábamos el pene del otro. Tratando de hacerlo sin ruido y con movimientos lo más disimulados posible, lo que era difícil, la excitación nos fue invadiendo cada vez más, y ora nos mordisqueábamos la boca como nos lamíamos el cuello o los vericuetos de las orejas, o me mordisqueaba el lóbulo, que es una de las cosas que más me calientan…Su aliento era cálido y dulce, como si hubiera mascado un chicle o chupado una pastilla de menta…; era un placer adicional sentir el sabor y el aroma fresco de su saliva.
Intuitivamente íbamos explorando al otro y sus zonas erógenas, y registrando estremecimientos de placer que nos indicaban rutas a seguir o zonas a insistir…
En cierto momento en que le entreabro la camisa , le acaricio el pecho peludo y musculoso, le pellizco suavemente las tetillas, y me inclino a chupárselas… él aprovecha para desprender el botón de la cintura de mi pantalón, me pasa la mano por atrás y la introduce entre mis nalgas, comenzando a acariciarme el culo con suavidad pero presión creciente… A la vez, con la otra mano y un movimiento muy cuidadoso pero firme, fue llevando mi cabeza hacia abajo, hasta lograr su objetivo: que mi boca y mi lengua se toparan con su enorme verga ya humedecida por gotas que la excitación no lograba contener… Ahhhh qué placer sentir aquella enorme cabeza ardiente dentro de mi boca mojada y tibia, sobre la que ya se aplicaba mi lengua en lambetazos y chupones, descendiendo cada vez más abajo, hacia la base de esa columna que no terminaba de hundirse en mi garganta… Succiones y movimientos de arriba a abajo, apretando cada vez más mi boca, cual ventosa, a aquel falo prodigioso…
Y cuanto más estimulaba él mi culo y acariciaba mis nalgas, mayor era mi excitación, que con una mano me masturbaba y con la otra le acariciaba las bolas…
El calor era intenso, la excitación insoportable, y yo ya me ahogaba de calor y asfixia bajo la manta encubridora, por lo que a cada tanto sacaba la cabeza afuera, miraba su rostro brilloso y excitado, nos volvíamos a besar en la boca, introduciendo nuestras lenguas que se enroscaban, mojadas y calientes, chupándonos a fondo, succionándonos como si quisiéramos absorber enteramente al otro…
Recuperado un poco el aliento, volvía yo a meterme bajo la manta y a recorrer con mis labios y mi lengua aquella enormidad latente y ardiente, que no cabía enteramente en la boca, mientras mi saliva copiosamente segregada la mojaba y lubricaba completamente, y ya me aplicaba a sus pelotas gloriosas, que tampoco lograba engullir del todo… Olían bien, así como su abundante pelambre, con una mezcla de olor animal y un vestigio de jabón de lavanda o algo así, una combinación que se me hacía absolutamente excitante y embriagadora… Que le chupara y lamiera las bolas parecía llevarlo al éxtasis, porque su cuerpo se estremecía a cada beso o lamida.
Vuelvo a su glande, en el que mi lengua juguetea movediza y ágil, engullo todo el falo de golpe, reiniciado la succión desde la punta hasta la base, y ya imaginaba que acabaría en cualquier momento en mi boca, porque la tensión era máxima, cuando siento que él me sube la cabeza, me da un profundo beso en la boca y con señas discretas, me indica que me gire hacia el pasillo…
Sin poder creer lo que me estaba imaginando, hago lo que me indica y aprovecho a reacomodar las mantas y cerciorarme de que todo está calmo alrededor, y que nadie ha percibido nuestra silenciosa pero agitada actividad… Por suerte las dos señoras que viajaban en los asientos de enfrente dormían profundamente, y una hasta roncaba…
Apenas me acuesto de lado y me cubro con la manta, siento que él, manipulando con habilidad me baja pantalón y bóxer juntos, dejando desnudas mis nalgas palpitantes orientadas hacia su ariete… Ser poseído en la oscuridad por un desconocido y fingiéndome dormido siempre había sido una de mis fantasías sexuales, pero que eso ocurriera en un viaje en ómnibus, rodeados de gente (que por suerte parecían dormir profundamente luego de una jornada cansadora, tal vez) era algo que superaba lo que nunca hubiera imaginado. La audacia de las intenciones de mi compañero superaba mis deseos ocultos y mi inconsciencia… pero a esa altura de nuestra calentura, ya todo estaba librado a lo que fuera… Mientras mi mente se debatía entre duda, temor y deseo, siento que él introduce sus dedos mojados en abundante y espesa saliva entre mis nalgas… frotando el culito que ya se habría, anhelante… Y en seguida, el calor de su cabeza ardiente empujando, moviéndose suave y habilidosamente para forzar la entrada de mi orificio que se distendía y se aprestaba a recibir el falo impaciente.
Su habilidad era tanta para estimular el esfínter con movimientos giratorios de su glande ensalivado, y mi excitación era tal, que creí que acabaría antes de que me la metiera, tanto era el placer y el cosquilleo que aquella enorme cabeza me estaba causando… Tratando de mantener la mayor calma y quietud aparente, yo empino mi cola hacia atrás, mientras –siempre fingiéndome dormido- muerdo una punta de la manta para evitar que se me escaparan quejidos de placer, que me costaba reprimir…
Justo a tiempo, porque ahora sí se deja de juegos introductorios y, aprovechando el movimiento favorable de mi trasero, ya me la mete… Primero fue toda la cabeza, que dolió bastante, y me hizo morder la manta. A pesar de todo el trabajo de estimulación y humedecimiento previo, su glande era tan grande, que su entrada provocó dolor y que yo me contrajera un poco… pero él se quedó un instante quieto, dejando que mi dolorido esfínter se adaptara y relajara poco a poco, mientras llevaba su mano a mi pene, y comenzaba a frotarlo… Con esa nueva estimulación que concentra mi placer en otro punto, logra que me afloje y disfrute, y ya totalmente abierto y anhelante de verga, yo mismo inicio movimientos hacia atrás y hacia adelante, permitiendo que la gruesa pija fuera entrando, dura, caliente, mojada por su saliva, abriéndome, penetrándome, pero dándome un goce inexpresable…
Estaba empezando a gozar verdaderamente esa penetración intensa y habilidosa, cuando un pensamiento me aterroriza: el condón! Yo no podía arriesgarme de esa forma insensata, por caliente que estuviera… Pero antes de zafarme y sacármela de adentro tuve el buen tino de llevar mi mano hacia atrás y agarrar el buen pedazo de pija que quedaba aún afuera, como si se la acariciara…y para mi enorme alivio me encontré con que este hombre maravilloso había tenido el cuidado de ponerse uno…
Se ve que mientras yo me giraba cuidadosamente y reacomodaba todo, él tuvo tiempo y habilidad para colocarse uno que seguramente llevaba en un bolsillo de su jean.
Ahh , ahí sí me relajé por completo y empecé a colaborar activamente para que continuara su penetración que me estaba dando tanto gusto… y con suaves movimientos que se acompasaban con los míos, penetró, penetró, hasta que sentí sus bolas rozando mi culito abierto al máximo, y sentía su cabeza presionando contra mi ombligo, parecería… Una vez totalmente introducida, me tomó las caderas con ambas manos y empezó un sabio y sostenido ritmo de avance y retroceso, de fricción cada vez más intensa, mientras su boca caliente besaba y mordisqueaba mi nuca, o su lengua se introducía en mi oreja, llevándome al paroxismo…
El ritmo fue intensificándose más y más, en tanto mi mano libre masturbaba cada vez más enérgicamente mi pija, hasta que el gozo fue incontenible y sentí –por el movimiento estremecido y convulso de su pene dentro de mí-, que se estaba acabando, apretando su boca contra mi cuello, y yo me corría interminable y placenteramente, en una catarata de semen y sensaciones indescriptibles que nos dejaron sin aliento a los dos… Yo transpiraba abundantemente, sentía su sudor correr por mi nuca, y tratamos de tomar aire y normalizar el ritmo de nuestra respiración agitada y casi jadeante, aunque evitando todo ruidos… Pero aún permanecimos un rato así, en que él aún se movía suavemente dentro de mí, y yo sentía en toda su intensidad el final de mi largo orgasmo, y la plenitud de su verga incrustada en mí, aún tiesa, pero empezando ambos a experimentar esa deliciosa sensación de relajamiento que va invadiendo los cuerpos gozosos y satisfechos. Nos fuimos aflojando, distendiendo poco a poco, hasta que él inicia la retirada suave y lenta de su poderoso instrumento…
Una vez desacoplados, cada uno fue haciendo suaves movimientos de reacomodación de ropas, de doblado de la manta llena de semen, en mi caso, de recuperación gradual de nuestro aspecto más o menos normal de personas respetables que viajan en un ómnibus. El condón retirado y lechoso desapareció en un pequeño bolso de mano que yo ni había visto, bajo sus piernas…Cuando estuvimos más o menos reubicados en nuestras posiciones normales, y ya sin las mantas que nos habían hecho morir de calor en medio de aquella hoguera desatada, -cosa que me costó, porque mi pobre culito aún ardía-, nos miramos intensamente, nos dimos un largo beso sonriente, como premiándonos por una faena bien hecha, y nos dispusimos a dormir, finalmente.
Creo que me dormí de inmediato, tan intenso y agotador había sido todo: lo físico y la tensión psíquica del disparate que habíamos hecho… Pero una vez acabado todo –en todo sentido- sin accidentes ni efectos periféricos, la tensión y la excitación cedieron paso al necesario y reclamado descanso de nuestros cuerpos y mentes agotados.
Tan profundamente me dormí, que no me di cuenta cuando se levantó, seguramente pasó sobre mi, y descendió en una ciudad anterior a la de mi destino… Solo sé que ya amaneciendo, al despertar veo su asiento vacío, con la manta cuidadosamente doblada y la almohadita que había usado. Aún medio dormido, en esa especie como de estado de gracia en que quedan el cuerpo y la psiquis que han gozado intensamente, veo la punta de la tarjetita que asoma entre la manta y la almohada. La tomo, la miro: Gonzalo X (recién ahí caigo en la cuenta de que ni nuestros nombres habíamos llegado a intercambiar), una dirección, una ciudad, un teléfono, un correo electrónico.
Gonzalo … Guardo cuidadosamente la tarjeta en un bolsillo de mi camisa. Quién sabe?
Tal vez un día…
La siguiente media hora de viaje –que fue lo que tardó el ómnibus en llegar a la ciudad a la que me dirigía, y a la que llegamos ya con pleno sol-, transcurrió entre una sensación de somnolencia y encantamiento, evocación de los acontecimientos intensos de la noche, y la reflexión asombrada acerca de cómo puede darse una experiencia tan íntima e intensa como fue la que vivimos quienes hasta unas horas antes, éramos dos perfectos desconocidos. Y lo seguíamos siendo, sin dudas…, aunque hubiéramos compartido lo más íntimo y revelador de nosotros mismos que dos seres puedan compartir.
2) VECINOS INESPERADOS II : VECINOS DE CUARTO
Aunque cansado y aún somnoliento, la primera impresión de la nueva ciudad que conocería fue muy agradable, una vez que salí de la terminal de ómnibus. Yo estaba de muy buen ánimo, luego de la noche sorprendente y gratificante que acababa de dejar atrás, y el día lucía espléndido. No me fue difícil averiguar sobre un hotelito conveniente bastante próximo y bien ubicado, con vista a un río hermoso. Me registré y tuve suerte de que me adjudicaran una habitación bien agradable, con cama grande y terraza hacia el río. Ubiqué algunas cosas en un armario, y me fui a dar una larga y necesaria ducha caliente, que me reconfortó. (Estaba todo transpirado y ensalivado, con el bóxer todo pegoteado de semen, después de la aventura del ómnibus, y realmente necesitaba un buen baño.)
Ya limpio y vestido con ropas limpias, me fui a desayunar al bar del hotel, (tenía un hambre de lobo, después de la agitada noche) y a planificar lo que haría en la primera jornada. En la recepción del hotel me habían dado unos cuantos folletos sobre lugares de interés de la ciudad, y mientras me alimentaba, me dediqué a estudiarlos. Pero el cansancio de la noche movida y mal dormida pudo más, y decidí dormir unas horas. Así que volví a mi cuarto, me desnudé y me metí en la cama. Me dormí en seguida y profundamente, y desperté cerca del mediodía.
Entonces sí, ya recuperadas mis energías, salí a buscar un lugar para almorzar, estudié planitos y folletos, y dediqué la tarde a pasear por esa linda ciudad, visitando algunos parques, edificios históricos, calles residenciales bonitas… Miraba a la gente con la curiosidad del turista que observa una población que no conoce, pero no presté atención especial a nadie, ni se me cruzó ningún pensamiento sexual, tan satisfecho y pleno había quedado. En todo caso, a ratos volvían, recurrentes, imágenes y sensaciones de la noche pasada, el recuerdo intenso de Gonzalo X…
Ya caída la noche, comí un sándwich liviano con un jugo de naranja, y me volví al hotel para acostarme temprano… Ya habría otros días y noches por delante para conocer mejor aquel lugar. Pero aún necesitaba descansar (notaba que la tensión nerviosa, y la sensación de peligro latente, me habían agotado.)
Me acosté y miré algo en televisión, sin mayor interés, pero pronto el sueño me vencía, así que apagué todo y me dormí poco después, recordando a mi compañero de viaje.
Me desperté ya de día, con unos ruidos, voces y risas en el cuarto de al lado… Se ve que habían llegado pasajeros nuevos a ocupar la habitación lindera. Aunque aún era muy temprano, tras unos minutos, me di cuenta de que ya no volvería a dormirme (porque las voces y bromas continuaban entre esos vecinos medio ruidosos) de modo que encendí un cigarrillo y salí a la terraza a fumar y observar el río. Salí tal como estaba, solo en bóxer, y me dediqué a disfrutar del lindo paisaje del río y la arboleda ribereña, mientras fumaba mi cigarrillo. Me incliné hacia adelante y apoyé los antebrazos en la baranda de la terraza, para observar la calle costanera y su tránsito aún escaso en esa hora temprana de la mañana, cuando de pronto siento que los muchachos de al lado salen, entre risas, al balcón de su cuarto, contiguo al mío. Quedaron un poco sorprendidos y callaron al verme, pero luego me saludaron con un buen día que correspondí, sonriendo. Eran tres, de entre 25 y 30 años, tal vez, y entre ellos se destacaba uno moreno y más alto, que fue el que me saludó con una amplia sonrisa. Arrojé mi cigarrillo ya consumido, les deseé un buen día, hasta luego, y me fui al baño… Un rato más tarde los reconocí en el bar del hotel mientras desayunábamos, y me saludaron con un gesto de cabeza. Los tres muy prolijitos y formalmente vestidos. Terminaron rápido y salieron apresuradamente.
Una vez terminado mi desayuno, salí a hacer el recorrido que había planificado para la mañana, que fue extenso y disfrutable. Como había caminado mucho y el sol estaba fuerte, resolví volver al hotel después del almuerzo, y tirarme un rato en la cama antes de volver a salir a mi paseo de la tarde.
Estaba semidormido, cuando me sorprenden unos golpecitos discretos en la puerta, y me levanto a abrir suponiendo que se trataría de una mucama, tal vez, aunque el cuarto ya había sido arreglado después de mi salida, en la mañana. No, era el morochón alto del cuarto vecino, que con muchos pedidos de disculpas y medio avergonzado, me pregunta si la ducha de mi baño funciona y en ese caso si no sería un atrevimiento de su parte pedirme que le permitiera darse un baño, pues la de su habitación no funcionaba… Le abrí la puerta totalmente y le hice pasar, diciéndole: – Pero no, por favor, no es ninguna molestia… Sí, mi ducha funciona perfecto, o por lo menos funcionaba hoy de mañana cuando me bañé… Qué pasó con la ducha de tu cuarto?
Entonces me explica que eran tres compañeros de trabajo que venían a un congreso de su gremio, como delegados, y que en la mañana sus otros dos compañeros se habían bañado, pero cuando él fue a hacerlo, no sabía qué pasó que el agua dejó de salir y no había podido bañarse… Ya se hacía la hora de irnos, de modo que me tuve que aguantar sin bañarme, y allá fuimos.
-Y –me dice-, como en este momento el congreso está súper pesado y aburrido, y en el local hace mucho calor… yo aproveché para hacerme una escapada a ver si ya había vuelto el agua y podía darme el baño que no pude hoy de mañana… Pero resulta que seguimos sin agua, y el funcionario de la recepción dice que es un problema que hubo en esa línea de habitaciones, que tienen un ramal diferente en el que hubo un desperfecto… Que están tratando de arreglarlo, pero hasta ahora, nada… Así que tú tienes agua?
-Creo que sí, le dije, pero voy a ver… fui hasta el baño, abrí la llave, y constaté que el agua salía normal y abundantemente.
-No hay problema, le digo. Báñate tranquilo, hombre. Si quieres, sácate la ropa aquí y la dejas sobre esa silla, porque en el baño no hay dónde colgarlas… Siéntete en total libertad de acción, como si fuera tu cuarto…
-Ah, bueno, muchas gracias… y disculpa la molestia –mientras empezaba a sacarse la ropa-. No sabes qué bien me vendrá un buen baño…
Yo había vuelto a sentarme en la cama, mientras él se desnudaba, y no pude evitar apreciar su estupendo físico, con un tórax robusto, bien desarrollado, musculoso, su piel morena y tersa, su vello oscuro, sus piernas largas y bien formadas, como de atleta… Su rostro, además, tenía rasgos muy atractivos, un mentón fuerte, una boca carnosa y sensual, unos ojos negros y expresivos…
Solo se dejó el slip, que se sacó en el baño luego de abrir la ducha… Como –quién sabe por qué – había dejado la puerta abierta, pude ver un trasero musculoso y bien formado, que iba completando un cuadro que cada vez me resultaba más interesante…
Ya bajo la fuerte ducha, se enjabonaba, pero permaneciendo de espaldas a mi, y me comentaba algunas formalidades aburridas del congreso, cuando yo me acuerdo de las toallas…
Las tomo de sobre la cama y entro al baño: -Disculpa, pero no te había alcanzado las toallas… Estas están limpias, sin uso, porque ya cambiaron las de la mañana… Mira, te las cuelgo aquí en este gancho…
Cuando lo hacía, él se volvió ligeramente hacia mí, mientras se enjabonaba un falo negro que me dejó sin aliento, y a cuya visión no me pude sustraer… Creo que él percibió mi mirada admirativa y complacida, porque cuando yo vuelvo a mi puesto en el borde de la cama, un poco nervioso…, él ya no tuvo empacho en mostrarse de frente en todo el poderío y plenitud de su hermoso cuerpo… Se enjabonó varias veces, de frente a mí, mientras hablaba no sé de qué… pero yo no prestaba atención ni mi importaba, porque estaba extasiado en la contemplación de su cuerpo, y de su verga de ébano, que había aumentado de tamaño con las enjabonadas…
A pesar de mi reciente y plena relación, sentí que mi sexualidad empezaba a alborotarse de nuevo ante semejante espectáculo, y se lo manifesté sin tapujos:
– Estoy admirando fascinado la perfección de tu cuerpo… qué físico…! Haces deportes? (Y, ya decidido a todo) : y qué miembro!
– Te gusta? me pregunta él, sonriendo, y ya enarbolándolo descaradamente, tieso, mientras el agua corría sobre su cuerpo brilloso…
– Me encanta!
– Pues, a disfrutarlo, entonces, -dice mientras cierra el grifo y se seca un poco…
Yo me había levantado y fui hasta el armario, donde rápidamente ubico condones y gel lubricante (que lo iba a precisar, por lo visto!), mientras él se me acercaba y comenzaba a acariciarme el cuello, la espalda, las nalgas…
Ya encendido por completo, me vuelvo hacia él, mientras empiezo a sacarme la ropa y a besar su cuello, sus hombros estatuarios, sus tetillas oscuras con puntas voluminosas y salientes… A todo esto su pene ya estaba en todo su apogeo y era realmente excepcional, por su tamaño, sí, pero sobre todo por la proporción perfecta de su forma, y ya lo frotaba contra mi cuerpo y lo introducía entre mis piernas… Estando yo ya totalmente desnudo, el me toma entre sus brazos, me lleva a la cama y echándose sobre mí con su falo entre mis piernas, empieza a besarme con esos labios carnosos y una lengua rosada y enorme, que empiezan a volverme loco… (Yo no había querido tomar la iniciativa de besarlo en la boca, por temor al rechazo que muchas veces se da con gente que tiene prejuicios en ese plano –que me chupes la pija está buenísimo, pero eso de andar besándose en la boca entre hombres, de ninguna manera-)
Por suerte éste no era así, y lo demostraba con una prodigalidad y sapiencia que me estaba haciendo sentir en la gloria… (Gonzalo besaba estupendamente, no le niego méritos, y tenía una boca linda, sensual, sí, pero más común…pero este mulato tenía una boca enorme, y con unos labios tan gruesos y bien formados, que provocaba sensaciones poco comunes.) Su sonrisa fácil, además, con unos dientes perfectos y de una blancura deslumbrante, se intercalaba a menudo entre succiones que me dejaban sin aliento, introducciones de lengua –también enorme- que me llegaba hasta la garganta y jugueteaba dentro de la mía con una habilidad de serpiente erótica, y mordiscos suaves pero intensos en las zonas en que yo alucinaba…
Antes de alucinar del todo y que me ocurriera como con el otro, le pregunto: -Cómo te llamas? – Alejandro, me dice – Y tú? Se lo digo. –Ay, Alejandro… qué manera de besar…! No sabes cómo estoy disfrutando estos besos y chupones que me das… Sonrió, mientras me dice: – me alegro que goces, mi amor, pero todavía los hay mejores… Y así diciendo, me da vuelta en la cama y empieza a besar, lamer y chupar toda mi espalda, bajando, bajando, y adhiriéndose como una lapa a mis nalgas… que fue recorriendo entre lamidas, succiones y mordidas, hasta llegar al centro del placer… Yo nunca había experimentado con nadie el gozo que me daba aquella lengua poderosa y hábil lamiendo mi culo y penetrándolo con su punta…
Ese fue otro dato sorprendente y admirable de este nuevo compañero sexual que estaba descubriendo: no solo le encantaba besar y besaba como los dioses, sino que tal vez por primera vez, era él quien iniciaba la etapa oral, y a favor de mi pleno goce, y no del suyo… (La mayoría de los hombres que había conocido generalmente lo primero que querían era que yo se la chupara, o en el mejor de los casos, hacer un sesenta y nueve y chuparnos mutuamente… ) Pero Alejandro se estaba revelando distinto… de una apertura mental y una disposición para provocar placer al otro antes que a sí mismo, que me tenía gratamente sorprendido…
Pero a pesar de lo caliente que estaba y de lo que estaba disfrutando, mi conciencia prevaleció esta vez por un momento y dándome vuelta de lado le digo: – Pero Alejandro… Y tu congreso? Y tus compañeros, qué van a decir de que no vuelvas? Yo estoy gozando como loco, pero no quiero complicar tus planes, tus obligaciones…
-Ah, mi vida, no te compliques con eso…(mientras continúa acariciándome todo) El congreso es un plomo en este momento, y a nadie le va a importar mucho que un delegado no esté por un par de horas… Además, quedaron mis compañeros…, y con ellos no hay problema, no hay ningún misterio entre nosotros, y me conocen…-agrega sonriendo- Te parece que valga la pena cambiar este rato de goce, de placer intenso, por un informe aburrido de la Comisión de Finanzas de la Federación? Nooo, sigamos en esto, que está mucho mejor…
Y vuelve a apretarse contra mi y a regalarme con una serie de besos cada vez más intensos, mientras frota su pene contra el mío e introduce un dedo enorme en mi ya muy mojado culito… Como me dolió un poquito, zafo, y me propongo retribuirle la fantástica sesión de lengua que él me había tributado…
Bajo yo, esta vez, y le hago un trabajo esmeradísimo de chupado de su cetro de emperador negro, pero también le chupo y le lamo las pelotas (mayores que las de Gonzalo, si eso es posible, pero lo eran), las lleno de saliva, las froto contra mi cara, mientras también exploro tímidamente su ano con mis dedos y, al no recibir objeciones, comienzo el trabajo de cunnilingus con el suyo, intentando retribuir el placer anal que me había dado, pero seguramente sin la misma habilidad ni atributos…
Sus gemidos de placer, sin embargo, me demostraron que no andaba tan desencaminado en mis intentos y, al acariciarle toda la pija, siento en la punta una gota que era evidencia de excitación intensa… Estimulado, redoblo mi trabajo lingual en su ano, que se distendía, rosado, y donde procuraba meter la punta de mi lengüita…
Bueno, volvimos a las bocas, al cuello, a las orejas, a las mordidas y los chupones, a las tetillas, que él me chupaba y lengüeteaba con una intensidad inigualable, mientras no dejaba de sobar mi cola, mi pene, frotar su verga contra mi vientre, entre mis piernas…hasta que el grado de excitación fue tal que necesitamos darle una conclusión a este recalentamiento ya desesperante…
Eché mano a un condón sobre la mesita de noche, desgarré el sobre con los dientes, y procedí a colocárselo cuidadosamente, previa nueva chupada de su falo… Mientras él terminaba de acomodárselo y estirarlo bien –quedó tenso y reluciente sobre aquella magnitud negra- yo ya recurría al tubo de gel con el que embadurné totalmente el falo, de arriba abajo, así como introducía con dos dedos un buen poco en mi culito… Y poniéndome boca abajo, lo invito a montarme y penetrarme…
-Despacito, por favor… que me va a doler… -No te preocupes, negrito, que te la pongo con suavidad… Y empezó a introducirla… Dolía, porque mi culo aún estaba muy sensible por la penetración de unas horas atrás… Pero poco a poco, por su habilidad y paciencia, y gracias al abundante gel, el deslizamiento completo de su pija dentro de mí fue bien soportable, y pronto empezó a provocarme un placer tan grande como su propio tamaño…
Una vez que la sintió plenamente dentro de mí, empezó el verdadero trabajo de Alejandro como amante experto: llevando su mano derecha bajo mi cuerpo, me lo elevó un poco, como para empinarme la cola, y a la vez agarró mi pija y empezó a sobarla, mientras intensificaba el ritmo de mete y saca de su propia verga, que empezó a sacudirme como un pistón que golpeteaba cada vez más rápido… Pero no quedó ahí, sino que soltando mi pene, me tomó con ambas manos por las caderas , me alzó y me jaló hacia atrás, dejándome de rodillas, de cuatro… Y en esa posición, sí, la penetración fue completa y a fondo, y ya estaba sintiendo yo sus pelotas golpeteando con ritmo frenético mi culo, en tanto el ariete negro entraba y salía con una fricción alucinante.
Su falo era enorme, y tendría que dolerme mucho, pero era tan proporcionado y su forma parecía adaptarse tan perfectamente a mis propias dimensiones que, ayudado por el lubrificante generoso y la dilatación previa que había experimentado un día atrás, no solo ya no dolía, sino que me provocaba un placer impresionante, pocas veces experimentado.
La fuerza ardiente que invadía y ocupaba por completo mis entrañas parecía provocar ondas expansivas –electrizantes y calientes- que propagándose a todo mi cuerpo, lo hacían estremecer de placer. Todo era intensidad sensorial y gozo, que yo completaba con mis propios movimientos ondulatorios y masturbándome a la vez…
Alejandro tampoco descuidaba lo que para mí era una fuente importante de placer: las mordiditas en la nuca y orejas, las lamidas en cuello y orejas, y de vez en cuando un beso profundo de lengua, que me hacía girar todo lo posible la cabeza, mientras continuaba cada vez más rápido, cada vez más a fondo… hasta que de pronto fue una arremetida que me tiró aplastado sobre la cama, y creí que me partía en dos, mientras él gemía un orgasmo glorioso y yo me acababa irremediablemente sobre la colcha impecable de la cama del hotel…
Nos quedamos así estirados, yo semi-aplastado bajo su físico poderoso, sintiendo su corazón latiendo a mil contra mi piel, su sudor que corria por mi espalda, su olor excitante; él moviéndose lenta, deliciosamente dentro de mí, haciéndome sentir todo el esplendor de su pija poderosa antes de que empezara a menguar… (aunque esto demoraba y no parecía ceder…, yo la seguía sintiendo grande, dura, suave, deliciosa).
Nos volvimos de lado, pero sin soltarnos, un brazo suyo bajo mi cuello y la mano acariciándome las tetillas –que estaban enrojecidas y ardían-, mientras la otra acariciaba mi pene que ya se ablandaba, y frotaba mi vientre con el semen que aún goteaba…, besándonos suavemente, dejándonos disolver en una sensación de gozo y laxitud maravillosa…
Su sensualidad, su ternura y delicadeza eran tales, que si en ese momento me lo hubiera preguntado, yo no hubiera dudado en decirle que lo amaba… porque efectivamente así lo sentía en ese instante perfecto, en que nos habíamos entregado completamente y nos hacíamos tan felices…
Pero me dijo, sensatamente: -Te gustó, mi vida? Te hice gozar?
-Como loco- le respondí con una sonrisa… Creo que nunca he gozado tanto en mi vida… Me gustas mucho, Ale, y esta cogida fue gloriosa…
Permanecimos un tiempo más en ese disfrute tranquilo y relajado, hasta que Alejandro me dice: Bueno, ahora sí voy a tener que irme y volver al congreso, si no aquellos me van a matar… -Sí, pero claro…, concuerdo.
Suavemente fue saliendo de mí, hasta que nos separamos, y nos fuimos a meter bajo la ducha… Hasta éso: bañarnos juntos, enjabonarnos y acariciarnos mutuamente, hacernos mimos y cosquillas bajo el agua, entre risas y bromas, fue un placer que no olvidaría con facilidad, seguramente…
Una vez vestido y recompuesto, nos despedimos (-No sabes con qué ganas me quedaría jugando contigo, desnudos en la cama, en vez de tener que volver al desgraciado congreso- me dijo entre besos) y se fue a sus asuntos.
Ya eran más de las cinco de la tarde, yo estaba –una vez más- agotado, exhausto, pero feliz… así que desistí de mi salida vespertina y me quedé a descansar, luego de haberme hecho una higiene íntima más cuidadosa, y limpiado prolijamente con una toalla mojada el enchastre de semen que había dejado sobre la colcha… (esperaba que no quedara una mancha delatora.) La puse a secar en el balcón, y me extendí en la cama a ver algo en TV.
3) VECINOS INESPERADOS III. CONOCIÉNDONOS UN POCO MÁS
Serían como las siete de la tarde, y yo acababa de entrar la colcha ya seca por el sol de y la brisa del río –por suerte sin rastros de mancha alguna-, cuando los siento llegar al cuarto vecino… Y no habrían pasado cinco minutos cuando siento los nudillos golpeando suavemente a la puerta. Eran los tres, en short, y toallas en mano. Alejandro me los presenta, y me dice: – Amigo, disculpa que te molestemos de nuevo, pero nuestra ducha sigue sin funcionar… No te importa si Eduardo y Luis se duchan en tu baño…?
-No, por favor… Pasen y dispongan de lo que necesiten- les respondo… Cierro la puerta y les invito a tomar asiento, mientras ellos me explican que el conserje ya les había avisado –pidiendo mil disculpas- que el problema continuaba y radicaba en una válvula de había que cambiar, y cuyo repuesto solo se conseguiría para el día siguiente… Que en compensación, les había propuesto cambiarlos a otra habitación que se había liberado al mediodía, en otro sector del hotel, donde había agua normalmente.
-Y yo – me dijo Alejandro- tomé la iniciativa y le dije que no, que por un día nos arreglaríamos, y que preferíamos seguir en esa habitación que tenía terraza al exterior, ya que algunos compañeros fumaban y en la noche calurosa podríamos disfrutar de la brisa fresca del río…
Pero pensando –agregó, sonriendo con picardía- en que prefiero estar al lado de tu cuarto, y que como ya vi que eres un buen vecino, generoso, tal vez no tengas inconveniente en que mis amigos por hoy se bañen aquí… Perdona el atrevimiento, espero que no te moleste…
-No, para nada… Hiciste muy bien. Báñense todo lo que quieran, muchachos, que no me molesta en absoluto, y siéntanse completamente a gusto…
Alejandro entonces explicó que al regresar al congreso, y durante una pausa para un café, cuando los compañeros le preguntaron qué había pasado con la ducha y por qué había demorado tanto en regresar, había tenido que contarles que recurrió a la colaboración de un vecino de cuarto, y que la cosa había tenido derivaciones…
-Disculpa que se lo haya dicho –agregó de inmediato- pero es que tenemos mucha confianza, ellos están en lo mismo, y no vi motivos para ocultarles algo que me había hecho muy feliz…No te molesta, espero?
– No, en absoluto… Al contrario –dije riendo- me tranquiliza que en otras oportunidades no tengas que andar escondiéndote y pasando clandestinamente por el balcón para venir a mi cuarto…
Él retribuyó mi broma con un beso, y se sentó muy junto a mí, pasándome el brazo sobre el hombro.
Eduardo, entonces, le da una suave palmada en el muslo a su otro amigo y le dice: – vamos a bañarnos entonces, compañero? Y levantándose ambos a la vez, se van al baño, donde se quitan sus shorts y se meten juntos bajo la ducha…
Mientras tanto, yo fui hasta el frigo-bar, saqué un par de cervezas heladas y unos vasos, y le ofrecí a Alejandro, que la aceptó encantado, poniéndonos a beber la fresca y reconfortante bebida mientas nos hacíamos unas caricias, tendidos en la cama…
Como sus amigos también se bañaban con la puerta abierta (a esta altura, no había que ser muy listo para darse cuenta de que no era casual, y que lo hacían con clara intención) y ésta estaba exactamente frente a la gran cama y a la ducha, desde donde estábamos los veíamos perfectamente… Y como pronto me percaté que ellos también estaban de jugueteos sexuales, entre bromas y risas, y se enjabonaban mutuamente y se frotaban uno contra el otro… lo miro a Alejandro con expresión inquisitiva, y él me cuenta, mientras me acaricia: – Mira, en realidad somos un trío bastante atípico en nuestro gremio, que es bastante machista y conservador… Todos cuadraditos y pro “comportamientos convencionalmente correctos”… Pero con Eduardo y con Luis se ha dado una afinidad muy especial, y justamente creo que lo que nos aproxima es ser tipos muy abiertos, liberales, sin prejuicios… Eduardo es casado, pero también se permite de vez en cuando alguna travesura extramatrimonial, homosexual, … Y lo vive con mucha naturalidad, como dos aspectos complementarios de su personalidad, y lo asume sin problemas… Y a medida que tuvimos más confianza y yo le comenté algún detalle que había percibido, tampoco tuvo problemas en admitir que tenía una relación paralela con Luis, que aunque no lo parece, es gay asumido… Así que hemos formado un trío sindicaloso-libertario que funciona muy bien, y entre nosotros la sexualidad de cualquier tipo no tiene tabúes…
Ya estaba yo por preguntarle –un poquito celoso- si él había tenido sexo con alguno de los dos, cuando ya salen los dos compañeros, envueltos en sendas toallas, y exclamando a la vez: Ahh! Hay cerveza…! Qué bueno…! Nos hacen un lugarcito en la cama?
Mientras Alejandro se corre para hacerles lugar, y ellos se reclinan de lado, uno hacia arriba y el otro hacia los pies de la cama, yo voy a buscar más vasos y cerveza, y a reponer las que ya habíamos terminado…
Y así, en “cama redonda” –por suerte la cama era enorme y fuerte-, bebiendo cerveza helada, nos enfrascamos en una conversación muy amena y animada, que no excluía eventuales caricias, besitos, que Luis metiera un pie bajo la toalla de Eduardo, que en cierto momento se soltó, dejándolo totalmente desnudo, pero a él no le importó y así se quedó…, todo en un clima de espontaneidad muy natural, y muy agradable…
Aunque yo estaba plenamente saciado de sexo, y muy a gusto con los mimoseos inocentes con mi magnífico compañero, no dejé de apreciar los buenos atributos físicos de los otros dos contertulios, que tenían buenos cuerpos y –por lo menos Eduardo, que lo tenía a la vista- un muy buen miembro, también… Era robusto, aunque bastante más bajo que Alejandro, muy blanco, y con el cuerpo muy velludo. Luis, en cambio, era más menudo, delgado, -aunque muy bien proporcionado- y tenía una piel tersa, casi sin pelos, con un hermoso bronceado solar… Un rostro muy atractivo, enmarcado en un pelo oscuro y lacio que tendía a caer sobre su frente ahora que ya estaba casi seco… Un trío muy atractivo, y que además lograba tener una conversación interesante sobre variados asuntos.
Tras servir varias veces cerveza, vi que ya no quedaba más, y se lo comenté con pena, porque el ambiente estaba como para seguir la charla y la bebida…
Alejandro, entonces, se levanta decidido y dice: Yo me pongo una camisa y voy a buscar más… Recogió todos los envases y allá marchó…
Los tres restantes continuamos una charla convencional, pero de pronto Eduardo se me acerca y atrayéndome hacia él, me dice: – Carlos: ya que la cosa se está dando tan bien, no te gustaría que hagamos sexo entre los cuatro…? Comentamos con Luis –me dice mientras me acariciaba el pecho y las tetillas- que a los dos nos has gustado, y ya sabemos que con Alejandro se han entendido de maravillas… Se le notaba la satisfacción cuando nos contó que había pasado algo…
-Pasó mucho! – le digo yo, riendo… Pero mira, no lo tomes a mal… Ustedes me resultan de lo más agradables y atractivos (Luis también se había acercado y me acariciaba las piernas), pero lo de hoy con Alejandro fue tan intenso… que realmente estoy agotado… Mira, ni logro excitarme aún, y no porque ustedes no sean deseables… Pero hoy por lo menos, no… Además… les diré que fue tan bueno lo de Alejandro… que no sé si tengo ganas de estropear esto que hemos iniciado hoy, haciendo sexo grupal… Ojo! Miren que no tengo ningún problema en que ustedes lo hagan acá, si les gusta… pero por ahora, no cuenten conmigo… Por otra parte me gustaría conversarlo con Ale, a ver qué piensa él… No sé, no me juzguen ridículo… pero siento que por ahora lo quiero un poco más para mi solo…, me entienden?
Ambos me dieron un beso intenso, y alejándose me dijo Luis, esta vez:- Te entendemos perfectamente, Carlos, tienes razón y –riendo con risa franca- a disfrutar un poco más esa maravilla que parece haber resultado nuestro amigo…
Está todo bien… Ya veremos cómo corren las cosas en los días siguientes… Y agregó Eduardo: – Por suerte aún hay tres días de congreso, y ya volveremos a vernos y a conversarlo…
Y tirando de Luis hacia sí, se ponen a besarse, acariciarse, frotando sus cuerpos, mientras le saca la toalla a su compañero, revelando un culito bellísimo, redondo, firme y perfecto… (Yo pensé que era otra estrategia para calentarme y ver si lograban convencerme de que me incorporara a sus juegos sexuales, lo confieso)
-Nosotros hace bastante tiempo que no teníamos oportunidad de estar solos y tener sexo, – me aclara Eduardo en una pausa-, y andábamos los dos con muchas ganas… El congreso éste nos ha venido de perillas…
-Pues…adelante! Aprovechen la oportunidad, que yo no seré un obstáculo para que se saquen las ganas- le respondí, justo en el momento en que regresaba Alejandro con unas cuantas cervezas…
-Caramba! Parece que la cosa se está poniendo caliente por aquí…! Uno no puede salir un minuto que estos dos degenerados ya se ponen a hacer porquerías…, dice riendo, mientras procede a destapar botellas y servir más cervezas para todos…
Los otros dos interrumpen momentáneamente sus actividades amatorias para tomar los vasos, brindar y beber, en tanto Alejandro se saca la camisa, se extiende a mi lado, tras de mí (yo estaba extendido de costado, a un lado de la cama) y se me acopla cuerpo a cuerpo… La separación momentánea de Eduardo y Luis, que buscaron una posición más cómoda para beber, mostró sus penes considerables y aún rígidamente erectos… Pero seguimos bebiendo y retomamos conversaciones, mientras ellos continuaban acariciándose y Alejandro se apretaba contra mi cuerpo, me besaba el cuello, me frotaba su barba bien afeitada en la mañana…
Ya me estaba excitando de nuevo, y sintiendo su erección contra mi culo, pero realmente me desanimaba la idea de emprender tan pronto una nueva maratón sexual que, además, corría el alto riesgo de volverse cuatripartita, en estas circunstancias… Por lo que propuse:
– Gente: yo sé que aquí hay algunos que están que arden… pero ya son como las 9, yo estoy cansado –y le sonrío significativamente a Ale- y con hambre… Qué les parece si suspendemos, dejamos la sesión sexual para más tarde, terminamos la cerveza y nos vamos a cenar…?
Se consultaron con la mirada y al fin Eduardo –poniendo cara de desgraciado muy cómicamente- dice: Ahhh! Justo ahora que yo estaba a punto… Pero está bien… yo también tengo hambre y la jornada fue larga… así que apoyo la idea de Carlos…
Vámonos a la calle…
Todos nos levantamos, nos recompusimos un poco, y cada cual fue a vestirse para cenar… Nos reunimos en el pasillo, y salimos juntos a buscar un lugar para comer.
Encontramos cerca un barcito muy agradable, donde en primera instancia pedimos unas “caipiroskas” para beber como aperitivo… Ordenamos pastas y vino, y seguimos conversando animadamente…
Terminada la cena, compramos unas botellas de vino (en la charla surgió la coincidencia de que a los cuatro nos gustaba el vino tinto) y nos volvimos charlando y riendo hacia el hotel. Cada cual retiró sus llaves y los tres delegados pidieron que los llamaran a las 7, por las dudas… Al subir al ascensor, ya comenzaron los apretones , roces y besuqueos, pues habiendo recuperado energías con la buena cena, y con cierto mareíto alegre provocado por los aperitivos y el vino, el ambiente estaba empezando a ponerse erótico y caldeado…
Al llegar a nuestras habitaciones, de puertas contiguas… una duda fugaz que se resolvió con breves miradas definitorias: Alejandro y yo a mi cuarto, Eduardo y Luis al suyo…. Nos despedimos y les deseamos –con sonrisas pícaras- una muy buena noche…
Ya solos, Ale y yo nos pusimos a besarnos desaforadamente y a sacarnos la ropa…
Interrumpí un instante para ir a destapar la botella de vino que nos habíamos traído y serví dos vasos, mientras Alejandro se quitaba la sunga blanca –que le quedaba de maravillas, sobre su piel oscura-, y se tendía desnudo sobre las sábanas.
Yo puse una luz muy tenue, encendiendo la del baño y entornando la puerta, de modo que solo se filtraba un resplandor que dejaba el dormitorio en semi-penumbra y nos permitía vernos…( y traje una toalla para prevenir enchastres)
Y me extendí junto al dios negro, alcanzándole su vaso de vino…
Bebíamos y conversábamos, acariciándonos: las impresiones de la jornada, de la charla en la cena, mi impresión sobre sus amigos, lo que pensábamos cada uno del otro, los planes para los días restantes, bromas, alusiones intencionadas…
Pero, con unos vinos más –además de lo que ya habíamos bebido antes-, el clima se fue poniendo sensual y alegre, y más propicio para lo corporal que para la charla… (A esa altura, ya habiendo tenido nuestra primera experiencia sexual –fantástica-, con mayor conocimiento y confianza, y mediando unos buenos vinos que nos inspiraban, el ambiente era de total desinhibición y soltura, ya sin pudores de ninguna especie…) Y la visión excitante de nuestros cuerpos desnudos en la penumbra, más las caricias que no habíamos dejado de hacernos, habían puesto el asunto a punto de incendio…
Yo sorbí un trago de vino que no tragué, y buscando la boca de Alejandro, se lo vertí en la suya… Tampoco lo tragó, y nuestras lenguas se mezclaron con el vino, en una conjunción excitante y deliciosa… La idea le gustó, y estuvimos un rato más intercambiando tragos de boca a boca… También vertí gotas sobre sus tetillas, dentro de su ombligo, sobre su pene y sus bolas –provocándole cada vez estremecimientos-, que luego sorbía con fruición pasando mi boca y mi lengua calientes…y chupando todo lo que encontraba al alcance… El tamaño y la dureza del falo de Alejandro era imponente en la penumbra ardiente de nuestra cama, y yo me decidí a hacer un experimento: dejando el vaso vacío al lado, me coloco sobre su cuerpo, introduciendo mi pija entre sus piernas, y empiezo a moverme, frotando su pene entre ambos vientres y el mío entre sus piernas, mientras lo besaba ardorosamente… Ora se lo refregaba contra sus bolas, ora lo bajaba y frotaba la cabeza contra su culito…
Era evidente que Alejandro estaba disfrutando mucho esa sensación, por sus sonrisas de gozo, sus mordidas sobre los labios, los quejidos de placer que se le escapaban… Entonces echo mano al gel y empiezo a untarle el culito, lo que le gustó –ya había percibido mis intenciones-, y se lo voy sobando y adentrando suavecito, mientras él toma un condón y comienza a colocármelo… Así, en la posición en que estaba, boca arriba, le levanto las piernas, que coloco sobre mis hombros, y comienzo la penetración suavemente… Se contrajo, dolorido… Espero. A pesar de que mi pene era incomparablemente menor que el suyo, su culito era muy estrecho, y me quedó claro que no era una vía muy frecuentada en las actividades sexuales de mi compañero (luego me lo confirmó, y me contó una única historia anterior)… Con infinita paciencia y ternura, lo fui moviendo, rotando, empujando, hasta que la sensación placentera y excitante lo fue distendiendo, aflojando, y poco a poco mi pija lo fue penetrando… Una vez vencido el esfínter, mi verguita se alojó completamente adentro sin sufrimiento para él, y percibí su disfrute a través de los movimientos de colaboración que él mismo inició entonces, los besos calientes, sus uñas clavándose en mi espalda… Y fui acentuando el ritmo y la profundidad de los embates, mientras lo masturbaba y él se retorcía y gemía de placer…
Ahhh Carlos, cómo me está gustando lo que me haces… aunque creo que eres el único al que le dejaré hacerlo…eh? Si, mi negrito, me encanta cómo me coges…! Pero yo también te quiero coger a ti…
-Siii, mi amor, no te preocupes que yo también lo quiero… Déjame calentarte un poquito más y después haces conmigo lo que quieras…
– Calentarme más? Pero si estoy que exploto de calentura… E incorporándose hizo que se la sacara y ya se pone él un condón… Lo chupeteo por encima del forro y luego agrego gel, y así en la misma posición en que permanecía, recostado en las almohadas y boca arriba, soy yo el que se le sienta encima y va ensartándose poco a poco en aquella vara de ébano que me dejaba loco… Al principio dolió un poco y fui bajando y subiendo muy lentamente, pero luego que me la enterré hasta las bolas, empecé a jinetearlo más rápidamente, mientras mi pija golpeteaba frenética sobre su vientre ya todo mojado de su primer semen… Ahhh ahora que ya reconocía su poderío y dominio, mi culito se relajó completamente y yo gozaba desaforadamente…Me movía hacia arriba y hacia abajo, pero también hacia adelante y hacia atrás, y movimientos rotatorios, provocando una fricción que lo enloquecía, y la de mi propio pene sobre su vientre musculoso… Suaves pellizcones en las tetillas, caricias, besos, mordiscos y apretones complementaban el gozo extremado de mi cabalgata gloriosa… Y lo sentía enloquecer de placer bajo mi cola, con su gran cetro vapuleado hasta el fondo dentro de mí…
De pronto, deteniéndome, me toma entre sus brazos de tal forma que logra girarme –con su fuerza atlética- y me pone abajo (sin salir de mi) y ahora es él quien continúa el bombeo a toda máquina entre mis piernas al aire… Hábilmente colocó una de las almohadas bajo mi cola, para dejar mi culito más alto y más expuesto a sus embates… y no le daba tregua…
En esa postura –estando yo boca arriba, de piernas abiertas, tipo “pollo al espiedo”, su penetración era mucho más profunda aún, y me dejaba sin aliento el entra y sale frenético de su ariete prodigioso… Sudábamos, nos chupábamos, jadeábamos como bestias en celo…hasta que sentí que explotaba en convulsiones dentro de mí, y yo me acababa a chorros dentro del condón que aún tenía puesto… Ahhhh…. Qué de temblores convulsivos, de estremecimientos agónicos, de gemidos desfallecientes coronaron aquella cogida impresionante…, hasta que se desplomó, sudoroso y jadeante, sobre mi cuerpo exhausto, empalado, desgarrado, feliz…
Permanecimos así unos instantes, tratando de recuperar el aliento, y luego nos volvimos lentamente de lado, pero sin salir él de dentro de mí, mientras yo saco la almohada, la coloco bajo mi nuca y así yacemos, mirándonos intensamente, un largo tiempo en que la pasión dejó lugar al beso tierno, a la sonrisa realizada, a las caricias lentas y suaves, al frotar de los sudores, a soplarnos las caras sudorosas, a concentrarnos en silencio en el placer inexpresable de esa hora de pasiones satisfechas, de cuerpos rendidos, y de personas en paz, alegría y gozo de darse…
A medida que nuestros cuerpos se fueron distendiendo y aflojando, el placer mutuamente dado expresado en palabras murmuradas casi en secreto y sonrisas cómplices, y sentimos que el cansancio y el sueño ya nos iban venciendo, nos separamos suavemente, hicimos un gran esfuerzo para ir a ducharnos, y nos dispusimos a dormir, frescos, relajados, felices, con la brisa del río moviendo suavemente la cortina del ventanal abierto…
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