VEINTE AÑOS NO ES NADA I
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Mariano99.
Esta historia comienza en octubre del ´98, cuando yo tenía 37 años y quien cambia mi vida y mi manera de encararla, solo tenía 17 años, recién cumplidos. Yo trabajando en educación en un pequeño pueblo del interior de una provincia patagónica. El terminando su secundario en la capital de esa provincia, a 200 km de distancia. Nos conocimos en un evento de formación que duró tres días, a fines de octubre del ´98. Nos caímos muy bien, y le gustaba mi forma de hacerlo divertir, así que durante ese encuentro éramos parte de un grupo de trabajo de más de 10 personas. Al finalizar el mismo, un domingo al mediodía, yo me volvía a mi pueblo donde trabajaba, y como él no tenía clases ese lunes y martes, lo invité a conocer donde yo vivía. Estuvo de acuerdo su familia, a la que conocí y también les caí bien, así que a la noche ya estábamos instalado en mi casa, cada uno en su pieza. Nos gustaba hablar sobre todos los temas, especialmente de la vida misma, descansamos y todo normal. Pero yo sentía una fuerte atracción por él, y no sabía que podía pasar, pues sabía que el me respetaba como autoridad y por mayor, y me admiraba (por decirlo de alguna manera).
Ese lunes, salimos a recorrer la zona y nos quedamos a comer en un restaurant de la ruta. Por la noche fue a la sala de la tele, y lo encontré mirando no sé qué película, donde se insinuaba una especie de orgía (obvio que no se veía nada porno), y lo vi entusiasmado con las escenas, sin que se diera cuenta que yo estaba detrás de su sillón. Ahí le dije: “que estás mirando, ojo!” Se rió y dijo que le llamaba la atención. Le dije si quería ir a un pueblo cercano (30 km) pues un amigo mío me había dejado su casa para que la cuide y no había ido en todo el día, y que dormiríamos allí. Todo ok. Salimos, preparamos nuestras cosas y él con su bolso porque al otro día tomaba unos de los buses para volver a su ciudad. Llegamos a la casa, muy bonita, confortable, y ahí se da cuenta que mi amigo solo tenía un dormitorio con una cama de dos plazas. Le dije si no había problemas con que durmamos los dos juntos, y dijo que no. Se nos hizo tarde con la charla, y yo buscaba la manera de poder insinuarme, pues no quería arruinar a un pibe ni lo que me iba imaginando que podía pasar. Nos dispusimos a bañarnos; él fue primero y luego yo. Ya estaba acostado y yo me puse a su costado. Le dije que a mí, cuando dormía con alguien, me gustaba abrazarlo, y dijo que no había problema. Se apaga la luz, y “buenas noches”.
Ambos, cuerpos limpios, perfumados. Él cuerpo delgado, joven, huesos, carne delicada, manos grandes, y de un 1,80 m. Yo, todavía apreciable, sin panza, más bajo que él y con algo de experiencia, desde hacía 10 años, bisexual. Este tema jamás lo habíamos tocado. Tampoco nos habíamos visto desnudos, así que, debajo de las sábanas, todo era nuevo: tema sexo (en silencio) y toque de cuerpos acariciando con disimulo. Vámonos haciéndonos los dormidos, y él se pone en cucharita: aviso!!! Parece que esto resultó. Dejo pasar los minutos y me voy arrimando más y cruzando las piernas. Lo empiezo a tocar: sus piernas, cintura, abdomen, y llego al elástico de su slip. Sigue el silencio, pero con fuerza de pasión que viene. Toco una nalga, paso la mano suavemente, y se escucha un suspiro de aprobación. Sigo, y empiezo a acercar mi paquete (normal) a sus nalgas. Roce va, roce viene, le bajo un poco el slip…Pero sigue el silencio, sabiendo ambos que estamos despiertos. Me saco el mío, y lo acaricio mas fuerte, besándole su cuello y detrás de las orejas.
Sigue de costado, mojo mi pene, y mojo su entrada. Un pequeño gemido y aprobación, cuando saca más afuera sus nalgas y yo introduzco todo mi pedazo de carne. Lindísimo como me sentía, sin sospechar que algo tan bueno viviría, este pibe estaba dándome un placer único, pues era mi primera vez con alguien tantas veces menor, y con tiempo de quedarnos toda una noche juntos… Estuve bombeando un buen rato, siempre de costado; él como si nada, se dejaba, disfrutaba. Yo acariciaba, yo hacía “el gasto”, y su piel joven me mataba, mientras mis brazos lo aprisionaban. Ahora con movimientos mutuos, haciendo un acople de ruidos y encuentros de nalgas, pubis, pelos, bolas. Vino ese escalofrío de la acabada inminente, y lo apreté bien, para no movernos más y dejar descansar mi verga dentro suyo. Uf!!! El cielo ahí mismo, en medio de luces apagadas, de un silencio mudo. Se da vuelta la cara, me da un beso, y se levanta al baño.
Vuelve, se mete en la cama y sigue como si nada hubiera pasado. Yo me voy al baño y, correspondiendo, vuelvo, me meto a la cama, lo abrazo, ya con slip los dos, y nos dormimos. A media mañana lo despierto, ya pasaba el colectivo que lo llevaba a la capital. Ni una palabra de lo que nos pasó esa noche. Un adiós con sonrisas, y un nudo en mi interior sin saber si arruinaba algo maravilloso y largamente esperado como fantasía de tener una historia seria con un pibe. Pasaron tres largos días, y un día donde ya anochecía me llama por teléfono y yo con miedo le pregunto: ¿Cómo estás? “Bien, bien. Le quería decir que lo del otro día fue fabuloso. No sabe lo bien que me hace sentir esto por usted”. “No se sienta mal, porque a mí me gustó, aunque me sorprendió” Espero que pronto podamos vernos…(después de 5 años me tuteó…cosas de él)
Así comienza una historia de amor, de perdones, de intrigas, que ya lleva 15 años en este 2013. Yo ya tengo 52; él, veinte menos, 32. Pasó mucha agua bajo el puente. Siempre vivimos en pueblos o ciudades distintas. Siempre nos encontramos, y esto sigue…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!