Veintitrés!
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por alexico.zar.
Hola, me llamo Alexis, y el relato que les contaré sucedió cuando tenía veintitrés años.
Una tarde común, me encontraba en el parque platicando con un amigo; ambos nos teníamos mucha confianza para platicar de cualquier cosa, y el tema sexual no era la excepción.
Por alguna razón le pregunté a Julián cuantos encuentros sexuales había tenido, en ese instante hizo memoria y me sorprendió la cantidad en la que concluyó, por lo que la siguiente pregunta fue: ¿Qué verga fue la más grande que te comiste?, a lo que me dijo que la de su ex…
Él también me cuestionó respecto a ese tema, realmente parecía una plática más y que, como en otras ocasiones no le daríamos trascendencia; sin embargo, al paso de los días me vino a la mente dicha conversación, y me pregunté ¿qué tan grande tendrá el pene ese tipo?.
Cabe señalar que a Ramiro (el ex de Julián) yo ya lo conocía, pues nos había presentado mi amigo, y si bien no teníamos una amistad entablada, tampoco nos caíamos mal.
Así pasó cierto tiempo, de mi mente se fue borrando el recuerdo de aquella plática hasta que recibí la solicitud de amistad de Ramiro en facebook, la que sin duda acepte y al paso de los días ya teníamos nuestros números.
Nos contamos nuestras vidas y quedamos en salir, así fue, quedamos de vernos en una plaza para ir al cine y ya dentro de la sala me abrazó, pero con cierto cariño como si se tratara de dos grandes amigos.
Al finalizar la película optamos por ir por unos tragos, platicamos de cosas sin sentido y debido a que era ya bastante tarde, me ofreció quedarme en su casa.
Por mi mente pasaron muchas ideas, principalmente que se trataba de el ex de Julián, pero era más fuerte el deseo por saber que tan grande era el miembro de Ramiro, porque obviamente algo pasaría si decidía aceptar su invitación a casa.
Terminé accediendo, de inmediato agarramos camino a su casa y al llegar me hizo pasar, me ofreció un vaso de agua y nos dirigimos a su habitación para “descansar”; una vez ahí, se quitó la camisa dejándome ver parte de su cuerpo, el cual era lampiño, noté que su pantalón era bastante amplio, mismo que despojó de inmediato quedando únicamente en bóxer, y yo admiré unas piernas claras con un bello muy delgado y escaso, tal como me gustan.
Realicé la misma rutina, quedándome también en ropa interior y me acosté, él de inmediato fue a mi lado y me abrazó, haciéndome caricias con su otra mano, lo que provocó rápidamente mi erección y por consiguiente comencé a responder a sus tocamientos, comencé por su pecho, buscando sus pezones mientras nuestras bocas se unieron, fue en ese momento en el que llegué con mi mano a su pene…
¡¡¡Vaya!!! Realmente tenía un gran pene, grueso en su base y poco angosto en la punta, con una pequeña curva y largo (aproximadamente 20 cm), tal como lo había descrito Julián.
Debo admitir que me sentí temeroso con tremenda verga, pues sabía que me lastimaría, aún cuando él tuviera mucho cuidado.
Nos fundimos en besos y caricias de todo tipo, hasta que, inducido por él, fui bajando poco a poco hasta llegar a su pene, lo introduje lentamente en mi boca, sentí su glande que ya tenía líquido pre seminal, y empecé a succionar, pues era un sabor indescriptible, realmente era agradable.
Luego, fui introduciendo ese pedazo de carne en mi boca tratando de llegar hasta la base, pero no conseguía mantenerlo ahí, así que opte por subir y bajar mis labios totalmente húmedos, eso le producía placer, pues me tomó por la nuca y gimió cada vez más fuerte, así que fui aumentando la velocidad con que lo hacía.
Me detuve por un momento, pues advertí que quería cambiar de posición y así fue, hicimos un 69 maravilloso, y mientras nos comíamos el uno al otro, comenzó a introducir sus dedos en mi ano, uno a uno fue metiéndolos, logró introducir tres dedos y noté que quería introducir uno más, o la mano… Pero no podía, pues me dolía, era demasiado tener cuatro dedos dentro, aunque sabía que eso, solo era el inicio de lo que venía, sabía que él estaba preparando mi culito para su vergota.
En ese momento se acostó boca arriba, dejando ver en su esplendor ese cuerpo desnudo con un gran sexo, así que me fui nuevamente a lamer ese delicioso pene, con la intención de dejarlo lo suficientemente húmedo para lo que venía, y me monté sobre él, poniendo un poco de saliva en mi entrada para evitar el daño innecesario y comencé a introducir su verga en mí.
Esa sensación es inigualable, sentir como se va abriendo paso dentro de mí ese pene enorme, y lo mejor, que yo llevo el ritmo con que me lo introduzco.
Al llegar a la mitad, me sentía en la gloria, pues tenía ya en ese momento mucho placer, pero quería más, a eso iba, a probar por completo ese trozo de carne, así que fui dejando caer mi peso sobre su pene, el que poco a poco iba resbalando más, y para ayudar a ello, con ambas manos abrí mis nalgas para que se introdujera totalmente.
Había cierto dolor, pues nunca me había penetrado una verga de ese tamaño, pero a la vez existía un placer inigualable, sobre todo al lograr sentirlo por completo dentro de mí.
En ese momento no había marcha atrás, ya estaba todo dentro y Ramiro colocó ambas manos en mis nalgas, haciendo que lo cabalgara, a su ritmo, con cierta delicadeza.
Por mi parte, yo tenía bien arqueada mi espalda, de modo que sintiera a la perfección mis nalgas, las que se movían al ritmo que él dispuso.
Yo subía y bajaba en ese pene, apoyando mis manos en su pecho y de vez en cuando besándolo, de tal manera que le dejaba total libertad para que me cogiera como él quisiera, así que abrió mis glúteos y comenzó una embestida bastante fuerte y con un gran ritmo.
Entonces, me puso boca abajo, abrió mis piernas, se colocó detrás de mí y colocó su pene en mi entrada; sentí lo caliente de su cabeza que nuevamente entraría en mi culito, y empujó.
De un solo golpe introdujo todo aquello, sentí su pelvis.
El dolor se hizo presente, y por si fuera poco, abrió mis nalgas nuevamente para llegar lo más profundo posible, sentí que me partía, traté de relajarme nuevamente, volteé la cara para ver su expresión mientras me follaba, y eso me excitó mas que nunca pues estaba concentrado fallándome, con una mano en la cama para sostenerse y con la otra abriendo más mi culo, mientras me daba verga con toda su fuerza, sacándola casi por completo, ahí se detenía para jugar un poco con su glande en mi ano, a lo que yo respondía haciéndole presión y a su vez me la dejaba ir por completo nuevamente, repitió eso en varias ocasiones hasta que se desplomó nuevamente en la cama boca arriba, haciendo que me montara en él, pero ahora lo hice dándole la espalda.
Me lo metí por completo, esa era una sensación distinta, pues de esa forma rozaba su miembro con las paredes de mi interior y me provocaba aún más placer; como antes, arqueé mi espalda para que pudiera contemplar aquello que se estaba comiendo, y lo logré, pues de inmediato me tomo de la cintura y me jalaba hacia su pene mientras me decía “me encanta tu culo”; “cométela toda”; “eres mi putita”; “sácame toda la leche”.
Luego, como vio que no me molestaba en lo absoluto lo que me decía, comenzó a hacerme preguntas mientras hacía que me dejara caer desde la punta de su pene hasta la base, diciéndome: — ¿Te gusta cómo te cojo perrita?: Me encanta, dame más.
— ¿Alguien ya te había cogido así?: Nadie, solo tú Ramiro.
— ¿Te gusta mi verga putita?: Me encanta tu vergota, dame más, rómpeme el culo papi.
Era tal la excitación que ambos sudábamos muchísimo, estaba fascinado, me giró tirándome a la cama y sin sacarla se puso detrás de mí para darme con mucha fuerza mientras me jalaba del cabello y me decía cosas obscenas.
Ya no había dolor y yo solo hacía movimientos de cadera hacia atrás, cosa que le gustaba pues lo notaba en su respiración cada que lo hacía, yo tenía los brazos hacia el frente, dejando que él hiciera lo que quisiera conmigo.
Sentí que aumentó el ritmo aún más, cogiéndome como un toro, por lo que comencé a hacer más pronunciados los movimientos de cadera y le decía que no parara, que me rompiera el culo con esa vergota que tenía, todo en conjunto y la presión que hacía en su pene hizo que llegara el orgasmo; solo sentí como su semen invadió mi interior mientras él daba las últimas embestidas, para luego caer en mi espalda besándome y diciéndome que le ha encantado.
Hice que se acostara nuevamente, me monté sobre él y comencé a masturbarme, ese pene realmente es de un semental, seguía exageradamente duro y ayudó de forma inigualable para que yo eyaculara sobre el pecho de mi hombre.
Nos besamos, y luego de ello, nos limpiamos y dormimos abrazados.
Al amanecer lo hicimos dos veces más, y cada quien continuó con su vida como antes de eso.
Pero a partir de esa experiencia, cada cierto tiempo lo repetíamos.
Como hoy, gracias a que lo escribí, ya lo contacté para que repitamos.
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