Verano 2017 (Final)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por angelmatsson.
Esa mañana rellenamos a Isaí nuevamente, y luego nos levantamos con una enorme sonrisa.
Isaí tardó un poco más en llegar al desayuno (por obvias razones).
Esa semana fue bastante intensa, y creo que el culo de nuestro primo menor jamás pensó que recibiría tanta verga.
Pese a todo, aún mis ojos estaban deseoso de profanar el agujero de Bryan.
Y era bastante entendible, considerando que lo lucía muy bien.
Literal eran dos rocas adornando su espalda baja, para continuar con unas contorneadas piernas.
Estilizaban perfectamente su cuerpo, y provocaba la sensación de que de un apretón podría rebanar mi pene.
Excitante.
Más aún cuando salía del agua y la tela del short dibujaba perfectamente su silueta.
Anteriormente sólo había logrado disfrutar de su tacto, y sentir esas nalgas cubierta de terciopelo.
Pero no lograba avanzar de ahí, porque Isaí nos absorbía a ambos.
Jamás volví a conocer a un chico tan entusiasta.
Era impresionante lo bien que lograba seducirnos, y lo mucho que aguantaba mientras ambos lo sodomizábamos.
Y era muy confuso verlo durante el día siendo tan niño y luciendo tan inocente.
Simplemente me encantaba.
Pero con el correr de los días, y luego de una salida a la isla con nuestras primas, noté que Bryan se comportaba demasiado sugerente.
No necesité un calambre mental para entender que me estaba tentando con su culito.
Estaba muy coqueto.
Y creo que entendía por qué en ese momento se comportaba así, pues ya quedaba solo un día antes de que nos devolviéramos.
Y, como bien lo pensé yo, estaba rehusado a irse sin antes haberme entregado el culo.
Además, ambos sabíamos que lo mejor sería que fuera mientras estuviésemos los 2 solos, ya que sería un proceso lento y complicado, y era mejor que estuviese tranquilo.
Mientras jugábamos a lanzarnos clavados desde las rocas, Bryan se me acercó aprovechando que los demás saltaban.
-Primo, ¿me acompañas a la cabaña? Creo que necesito ir al baño, y me da pereza ir solo.
-¿Y no puedes ir con Isaí? –le pregunté, fingiendo que no había entendido la doble intención.
Pues sabía que la cabaña estaría sola, debido a que nuestros padres habían ido a comprar cosas para hacer una gran comida de despedida en la noche.
-Preferiría que no –dijo mordiendo sus labios y abriendo sus ojos de forma intensa, casi como queriendo decir telepáticamente “ven a follarme el puto culo”.
-Está bien –respondí, aun fingiendo inocencia.
Bryan se levantó y comenzó a caminar.
Amaba la forma en que sus oblicuos se marcaban en su piel ahora más tostada.
Y los hoyuelos que se le formaba en la espalda, al comienzo de sus nalgas, invitaban a ser besados.
Avisé a mi prima que iríamos a la cabaña, y que estuviera atenta a los chicos que jugaban en el agua.
Le guiñé un ojo a Isaí y seguí a Bryan a través de los senderos de regreso.
El camino hacia la cabaña estuvo marcado por una fuerte tensión sexual oculta tras una inocente conversación.
No podía apartar la vista de su pequeño pero firme culo, y él se encargaba de que esa conexión continuara cuando, cada cierto espacio de tiempo, subía su short provocando que este se introdujera entre sus nalgas.
Apuré la marcha.
Entre mis piernas el “titán” estaba comenzando a despertar.
Una vez entramos a la cabaña, Bryan pasó al baño.
Me di una pequeña vuelta por alrededor para comprobar que estábamos solos, cuando escuché un grito proveniente de dentro.
Entré a la cabaña y corrí hasta el baño.
Abrí la puerta y me encontré con la sorpresa de que Bryan estaba completamente desnudo esperándome.
Su pene apuntaba al cielo, rudo e intimidante.
Sus testículos colgaban marcando su presencia.
Su mano izquierda estaba tomada a su cadera y la derecha despeinaba su cabello de forma casualmente sexy.
Los músculos de su torso, tostados por el sol, provocaban ser lamidos, centímetro a centímetro.
Me miró y se mordió el labio inferior.
Hizo un movimiento de cadera, y quedó ligeramente de costado.
Su nalga izquierda me saludó, dura y ligeramente cubierta de vellos castaños, de un color blanco que resaltaba del resto de su cuerpo.
-No quería más rodeos –dijo.
Y lo agradecí.
Entré y lo tomé de su estrecha cintura.
Éramos casi del mismo tamaño, por lo que sus labios fueron fácil de capturar.
Su pene duro rozaba contra mi bulto palpitante, y mis brazos recorrían su espalda, amando la prominente curvatura que se apreciaba al llegar a su culo.
Capturé cada nalga y las apreté hasta que gimió mientras lo besaba.
Se apartó con los ojos entreabiertos y se saboreó.
Lo tomé de la mano y lo llevé hasta la habitación más cercana.
Desnudo se recostó y esperó a que me quitara la ropa.
Mi verga salió dura y húmeda producto del roce y del beso.
Me senté al borde de la cama y lo llamé.
Tenía unas ganas enormes de hacer lo que sucedería a continuación: Lo tomé de la nuca y lo empujé hacia abajo, de tal manera que su vientre quedara sobre mis rodillas.
Su culo quedó frente a mí y lo toqué.
-Haz sido un niño malo –le dije.
Un azote cortó el aire como si de un cuchillo afilado se tratara.
-¡Ah! –gimió.
Volví a azotar, pero esta vez fue en la otra nalga.
Luego las acaricié a ambas.
Repetí el proceso-.
¡Oh!.
¡Dios!
-¿Me detengo? –pregunté con voz cargada de morbo.
-No –respondió, y ocultó su cara de mi vista.
Noté que sus mejillas se enrojecían.
Cada vez que lo azotaba, sus piernas se removían inquietas.
Chillaba, pero no me pedía detener.
Poco a poco, pasaron de un blanco lechoso a un intenso color rosa rojizo.
Acaricié su espalda y su nuca, para luego bajar hasta su culo.
Ardía como el infierno cuando lo toqué.
Continué bajando hasta sus testículos y pene, el cual tenía un charco de pre semen sobre mis muslos.
Tomé un poco de ese líquido y separé sus nalgas.
Cuando divisé ese pequeño orificio, le unté su viscoso pre semen.
La situación me estaba llenando de morbo, pero pronto comprendí que teníamos los minutos contados.
Le pedí que se levantara.
Me recosté en la cama y le ordené que hiciéramos un 69.
Inmediatamente su boca capturó mi pene, el cual a la primera succión liberó una cantidad alucinante de líquido pre seminal.
Aspiré su aroma cuando lo tuve cerca de mí.
Olía a macho en formación, a hormonas, a sexo y lujuria, y una gota de inocencia.
Relamí mis labios y enterré mi cara entre esas montañas de carne.
Bryan gimió con mi verga metida en su boca.
Su culo sabía ligeramente salado, tanto por el pre semen que le había impregnado como por el sudor de su cuerpo.
Simplemente excitante.
No quería perder más tiempo, por lo que rápidamente comencé a explorar con un dedo.
¡Dios! Ese ano era una compuerta de caja fuerte del banco.
-Relájate –le pedí.
Respiró.
Mi dedo entró.
Automáticamente apretó.
Su ano se cerró alrededor de mi dedo y lo succionó.
¡Dios! Se sentía genial.
Ya me imaginaba cómo apretaría mi pene.
Jugué en su interior, frotando sus paredes y disfrutando que por fin había logrado mi cometido.
Luego lo saqué y lamí para mantener la zona húmeda y lubricada.
El segundo y tercer dedo fue una lucha lograr introducirlos, pero con un poco de esfuerzo se logró.
-Ahora –le dije.
El momento había llegado.
Se levantó y avanzó hacia adelante, para luego girarse y descender.
Quería él mismo sentarse sobre mi verga.
Su pene estaba babeando, y usó el mismo líquido para lubricarse.
Me provocó un morbo enorme verlo introducir sus dedos en su ano, colocando una expresión de curiosidad/emoción en su rostro.
Se arrodilló y comencé a sentir mi glande rozando entre sus nalgas.
Me estaba mirando a los ojos cuando mi glande comenzó a entrar.
Mordió sus labios y no se detuvo.
Jamás.
Siguió bajando, incluso cuando sentía la resistencia de su interior contra mi miembro.
Cerró sus ojos y apretó su mandíbula, y no paró hasta que todo mi pene lo empaló.
Gemí.
Gruñó.
Lo abracé.
Su cabeza descansó en mi hombro, mientras que mi brazo lo envolvía.
Si interior estaba caliente y estrecho, y cuando apretaba sentía que mi pene sería cercenado.
-¿Por qué lo hiciste así? –le pregunté.
En el fondo me sentía culpable porque en ningún momento lo detuve.
No me contestó.
En lugar de eso, acarició mi mejilla.
Sentí un delicioso calor en el pecho, y apreté su cuerpo contra el mío.
Levanté su carita y lo besé, mientras le acariciaba el pelo y comenzaba a mover la cadera.
Sentía que mi pene estaba sellado al vacío, y cada vez que lo movía Bryan gemía.
Nos movimos lentamente, sin interrumpir el beso, hasta que sentí que era necesario lubricar más, ya que comenzaba a sentir dolor yo.
Lentamente saqué mi pene de su interior, y se escuchó un “plop” cuando estuve afuera.
Rápidamente le pedí que apoyara su pecho en la cama y levantara ese precioso culo.
Separé sus nalgas y vi su ano, muy irritado y boqueando en una pequeña “o”.
Lamí, e intenté de llenar el máximo con saliva.
Escupí en mi pene y volví a entrar.
Comenzó a gemir débilmente mientras lo penetraba.
Lograba ver la mitad de su rostro, con los ojos cerrados, las mejillas enrojecidas y sus labios húmedos.
Se veía tan angelical de esa forma.
Como que si se le hubiesen aflorado todos sus rasgos juveniles.
Lo nalgueé.
Aumenté las embestidas.
Se sintió la gloria.
Cada vez que lo azotaba su ano apretaba mi pene.
¡Zas! ¡Zas! Sonaba en la habitación, junto con el ruido de aplausos que se producía cuando mi pelvis golpeaba sus nalgas.
De fondo se sentía el gemido ahogado de Bryan, quién en ningún momento me pidió bajar la velocidad.
¡Cielos! Definitivamente tenía primos bastante salidos.
Me encantaba.
Hubo un momento en que en realidad comencé a sentir dolor en mi verga.
Su interior era tan cerrado que la fricción era asesina.
Pero no me importó, ya estaba el orgasmo a la vuelta de la esquina.
Y cuando pensaba en eso, noté que Bryan hacía contracciones en su cuerpo pero sin emitir ningún sonido.
Su rostro estaba en algún otro mundo, por lo que solo lo veía jadear y mover la boca como intentando decir algo.
Sus ojos se fueron a blanco y luego sentí que algo goteaba en las sabanas.
Se estaba corriendo.
Un orgasmo bastante peculiar, a decir verdad.
Pero fue tan intenso que lo dejó atontado.
Aceleré las embestidas moviendo su cuerpo como si fuera solo un muñeco de trapo, y llené de semen sus tripas.
No dejé de moverme hasta que mi pene gritó por auxilio.
Y por fin salí de su cuerpo.
Su ano estaba irreconocible.
Se veía tan morbosamente sexy en esa posición que me dieron ganas de volverlo a follar.
Pero mi pene estaba exhausto.
Un hilo de semen con sangre salió y se escurrió por su muslo.
Mucha sangre, la cual también cubría mi pene.
Le había destrozado el ano.
-¿Estás bien? –le pregunté.
No había dado señales de vida en todo ese rato.
-S…Su… Súper –respondió, apenas audible-.
Fue… genial.
No… puedo moverme.
Sonrió.
Me tranquilicé.
Me levanté y fui a buscar su ropa y algo para asearlo.
Lo dejé limpio y reluciente, y lo vestí.
Se abrazó a mi como si fuera su oso de peluche favorito.
Lo acaricié.
Dijo que le dolía su vientre, desde dentro.
Sobé su abdomen y lo besé.
Me di cuenta que me había pasado bastante.
Al ser mayor que Isaí, desahogué toda mi fuerza con Bryan.
Sus nalgas aún estaban enrojecidas cuando sentimos a nuestros primos llegando a lo lejos.
Bryan aún estaba débil, por lo que le sugerí que durmiera una siesta, y salí para decirle a los demás que no hicieran mucho ruido.
-¿Todo bien? –preguntó suspicaz Isaí.
-Mejor que nunca –le respondí.
En mis ojos leyó lo sucedido y solo se rio morbosamente.
-Lo dejaste destrozado –dijo.
-Y creo que él a mi igual –respondí.
-¿Cómo? –preguntó extrañado.
Y, en efecto, yo también había salido herido de esa batalla.
Su estrechez, el exceso de roce y de intensidad, había provocado que me hiciera una herida por fricción en el costado de mi pene, bajo el glande.
Y ardía como los mil infiernos.
Pero, para mí, era una medalla de guerra.
La fotografié y la guardé para el recuerdo (Y sí, esa foto está aún).
La tarde pasó y en la noche hicimos una fogata donde cantamos y comimos.
Bryan aún continuaba con molestias, pero lograba disimularlas muy bien.
Todos estábamos tristes porque sería la última noche allí, por lo que nos quedamos hasta muy tarde jugando.
Una vez nos fuimos a dormir, la idea de follar por última vez de Isaí, quedó en la nada, debido a que tanto Bryan como yo estábamos “lesionados”.
-¿Ves lo que provocas? –le decía indignado Isaí a Bryan-.
Estropeaste mi juguete favorito.
-Oye, pequeña basura inservible –dijo amablemente Bryan-, por si no te diste cuenta yo estoy roto por dentro.
-No es mi culpa.
Habemos quienes nacimos para recibir verga, y otros que, simplemente, no pueden aguantarlo.
-¡Dios! Eres tan humilde –dije mientras me reía.
-Tú no te rías tanto –intervino Bryan-, por culpa tuya estoy así.
-Oh, perdón señor “victima”, no te vi oponerte mientras te habría el ojete –ironicé.
-Me poseyó una fuerza maligna, no era yo –bromeó.
-Sí, claro –dijo Isaí de forma sarcástica-.
Y a mí también.
Toda esta semana, de hecho.
Explotamos en risas.
Luego comenzamos a hablar cosas que no tenían absolutamente nada que ver, y nos quedamos dormidos los tres abrazados.
El viaje a casa fue levemente triste.
Creo que los tres recordaríamos ese verano por siempre.
Lo más entristecedor, fue que cuando llegáramos los 3 nos separaríamos.
Bryan tendría que irse al campo, con la familia de su madre, e Isaí viajaría más al sur por unos cuantos días.
Cuando llegamos estuvimos charlando todos los primos, riéndonos de las fotos que habíamos tomado, y aproveché de capturar una en donde salían muy bien Isaí y Bryan (La cual estará en las historias de Instagram mañana).
Posterior a eso, mi tío, el padre de Isaí, nos comunicó que viajarían al día siguiente, para poder reponerse bien de este viaje.
Automáticamente, Bryan pidió irse al día siguiente, para poder pasar la última noche nosotros 3 juntos.
-Mm, no lo sé –dudó el padre de Bryan-.
Creo que ya han abusado mucho de la paciencia de su primo.
-Me sacarán canas estos chicos –dije fingiendo que me tenían harto-.
Pero puedo controlarlos ¿verdad?
-Sí, señor –contestó Isaí.
Rio.
-Pues sí –asintió Bryan.
-Bueno, está bien.
Mañana te vendré a buscar –dijo nuestro tío.
Los 3 gritamos de emoción.
Hicimos una maratón de películas los 5 (Bryan, Isaí y sus dos hermanas, y yo).
A las 2 de la madrugada nos fuimos a la habitación.
Era momento de la “despedida”, pero ni Bryan ni yo estábamos aptos para algo.
De todas formas, nuestra atención se enfocó en Isaí, que estaba en perfecto estado.
Entre los dos lo sodomizamos, olvidándonos que sólo era un púber.
Nuestros dedos exploraron su cuerpo preparándolo para lo que se venía.
Bryan sostuvo sus rodillas desde atrás para dejar su ano al descubierto, y yo enterré mi cara en ese agujero.
Lamí y humedecí, para luego ensartar mis dedos.
Era genial la manera en que su cuerpo me recibía, sería envidia de cualquier power bottom.
Bryan tuvo que maniobrar para conseguir sostener sus piernas y, además, cubrirle la boca.
Mordí sus nalgas, muslos, vientre y tetillas, disfrutando cómo su piel dorada cambiaba de color.
Posteriormente, intercambiamos lugar con Bryan, y fue él quien se adueñó de ese majestuoso culo.
Besé a Isaí justo en el instante en que Bryan introducía su verga, consiguiendo acallar sus placenteros quejidos.
Lentamente comenzó el vaivén, y fui privilegiado en ver la escena en primera fila.
Era fascinante la manera en que el ano de Isaí se adaptaba al grosor del pene de nuestro primo como si estuviese entrenado para ello, pero siendo estrecho de todas formas.
En definitiva, este chico sería un grandioso pasivo en unos años más, si no es que en ese momento ya lo era.
Besaba su cuello y pellizcaba sus tetillas, aumentando los estímulos placenteros.
Lo que causó que pronto me avisara que se correría.
Coloqué sus piernas alrededor del cuello de Bryan, y procedí a cambiarme de posición para conseguir recibir la leche fresca, directo desde la fuente.
No tuve que esperar mucho, a los segundos después disparó 3 juveniles chorros de semen caliente que pasaron directo a mi garganta.
En ese instante noté que el pétreo abdomen de Bryan comenzaba a contraerse, y supe que él también estaba listo para largar su carga.
Subió la velocidad, y de pronto sacó su pene palpitante y lleno de jugos internos, para comenzar a correrse sobre el cuerpo de Isaí.
Disparos, como de metralleta, fueron tiñendo de blanco la piel bronceada de nuestro primo menor.
Dándole el toque final a esa maravillosa velada.
Bryan sonrió completamente satisfecho al ver acaba su obra maestra.
Dejó de jugar con el irritado ano de Isaí, y se recostó en la cama con una brillante sonrisa.
Me enorgullecí al verlos ahí.
Ambos felizmente complacidos, haciendo cosas que a otros les toma mucho tiempo descubrir a causa de sus propias inhibiciones.
Al finalizar la sesión, Isaí tenía marcas rojas entre sus piernas, sus nalgas, su espalda y sus tetillas.
Su ano estaba más dilatado que nunca debido al juego con mis dedos, y su pene de un rojo intenso.
Todo su cuerpo cubierto de sudor y semen.
Fue el primero en dormirse, luego Bryan y al final yo.
A la mañana siguiente, Isaí tuvo que correr para meterse a la ducha antes de que alguien lo viera.
Aunque él lucía sus marcas de guerra con orgullo.
¡Dios! Me encantaba que fuera tan guarro.
Finalmente llegó la hora de la despedida.
Me despedí de mis primas, que se iban muy tristes de dejarme, y luego me despedí de los chicos.
Les di un enorme abrazo y luego los observé irse a sus respectivos autos.
Isaí apenas lograba disimular sus molestias, pero todos estaban distraídos con las despedidas, por lo que ni se dieron cuenta.
Moví la mano cuando los autos comenzaron a alejarse.
Lo último que vi fue el rostro triste de Isaí.
Sentí un vacío en mi estómago que me transportó a mi niñez.
Quién diría que el ciclo se volvía a repetir, y que, alguna vez, fui yo un pequeño Isaí siendo sodomizado por mis primos mayores.
La vida da tantas vueltas… Pero eso es historia para otra ocasión.
Fin
Instagram: Angelmatsson
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