Verano de mi infancia V – Día 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
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No quise pronunciar palabra y mejor me puse a leer una historieta. Manuel se acercó a mí y se puso a leerla conmigo
Pasaron 4 días insignificantes. No hubo nada en especial., pero ese tiempo fue suficiente para despertar en mí la bestia sexual que alguna vez dormía. Siempre intentando ver un cuerpo desnudo. Lo que me gustaba más era ver tetas y pitos. Espiaba a papá y a mamá antes y después de entrar en la ducha. Para mi mala suerte hacía dos años que no me dejaban ducharme con ellos. Me decían que ya estaba grandecito. Después de haber escuchado la anécdota de Ramón, ponía especial atención en mi papi. Si que era guapo. Era idéntico a mi hermano pero con veinte años más, esos años que sirvieron para madurarlo y hacerlo mas bello. Yo también era igual a mi hermano pero con 11 años menos.
Una tarde, jugando en la computadora, encontré una carpeta en los archivos de mi hermano, la abrí y sorpresa; cientos de fotos y videos porno para mí solito. Sentía que amaba a mi hermano en aquel momento, estaba agradecido por el “regalo” que me había dejado.
Las fotos y videos se convirtieron en adicción para mí, al grado de no salir a la calle a jugar con mis amigos. Cualquier excusa servía para estar a solas un buen rato sentado frente al monitor, mientras pasaban frente a mi ojos; mujeres con redondas tetas enormes, hombres con gigantescos penes erectos, sexo interracial, sexo asiático, hardcore, etc. Pervirtiendo mi infancia a cada caricia que le daba a mi pequeño miembro.
Recuerdo que era viernes. En la mañana había ido con mi madre a hacer algunas compras en el centro de la ciudad. Estaba desesperado, apuraba a mi mamá. Ya quería estar en casa, encerrado en el cuarto de cómputo.
Llegamos a casa y papá nos recibió a la puerta.
—Tu hermano esta acá —dijo en voz baja.
—Oh! —exclamó mamá—, entremos entonces.
Entré en la casa adelantándome a mis padres, y le vi por primera vez. Estaba sentado en el sillón de la estancia. Su sonrisa atrajo a mi mirada como un imán, no pude ver más que sus dientes perfectos y sus labios carnosos.
—Buenos días —dije, y salí disparado a mi habitación. Ni siquiera le extendí la mano para saludarlo.
—Buenos días —su voz llegó a mis oídos mientras subía a toda prisa las escaleras.
El tío borró de mi mente las ganas de ver la pornografía de mi pervertido hermano. Encendí la televisión y con el control remoto inicie el recorrido por todos los canales en busca de algo interesante al tiempo que en mi mente no se apagaba el brillo de su sonrisa.
Pasaron dos horas luchando con el sueño, el deseo de ver televisión y el vívido recuerdo de su boca. Se abrió la puerta del cuarto y entra mamá y tío, este último arrastraba una enorme maleta y cargaba una mochila, que a juzgar por lo estirado de los tirantes, debía estar muy pesada.
—Tu tío está de paso por la ciudad y se va a quedar a dormir en este cuarto, en la cama de tu hermano —mamá habló—, ayúdalo a acomodar todo por favor. En media hora bajan a comer —madre cerró la puerta al salir del cuarto.
Ahora estábamos él y yo solos en mi cuarto. Por fin pude ver algo más que su sonrisa. Su cara era el cielo. Se parecía a mamá pero en versión hombre, mi madre siempre ha sido muy guapa.
—¿Te vas a quedar ahí mirando me el rostro o me vas a ayudar? —preguntó con un tono juguetón.
—¡Jo! Perdona —conteste—, mira, puedes acomodar tu ropa dentro de ahí — le indiqué con el dedo índice el mueble al lado de la cama de mi hermano. Sabía que estaba vacío porque él se había llevado la mayoría de sus pertenencias a la casa que mis padres arrendaron por motivo de su universidad.
—Prefiero dejar todo dentro de mi maleta —dijo—, solo estaré aquí por tres días.
Su voz, que arrullo. Éxtasis corriendo por mis venas de solo escucharlo. Ya no podía mirarle a los ojos, me avergonzaba sin saber porqué.
—No me saludaste allá abajo —dijo con una sonrisa—, ¿venias enojado?.
—No, cansado. Mi mamá me levantó muy temprano para llevarme de compras. Ni siquiera quería ir, pero ella me obligó. Estuvimos caminando por todo el centro buscando no sé qué tantas cosas —me di cuenta que estaba hablando demasiado así que expresé solo un: —Ah, perdón —mientras le estiraba la mano para saludarle.
El roce de nuestras palmas fue mágico. Sentí electricidad emanando de su mano y pasándome corriente a todo mi cuerpo. Mi pequeña mano estaba siendo estrujada por otra enorme. Se sentía grande y áspera. Las manos de un hombre.
—Supongo que ese es el baño, ¿correcto? —preguntó. El dedo índice señalaba la puerta del cuarto de baño.
—Si, ese es —contesté.
—Que bien porque necesito una ducha —dijo, mientras se sentaba en la cama para descalzarse las botas tipo militar —me daré prisa, porque ya estará la comida. Se puso de pie y empezó a desabrocharse el cinturón y después el botón. Bajó el cierre.
—Bueno, te esperamos abajo para comer —y me fui corriendo con la frente perlada de sudor.
Bajaba por las escaleras sin poder quitarme de la mente el trozo de tela blanca de sus boxers que tío había dejado al descubierto. Estaba tan nervioso. Nunca me había pasado antes; los del baño del aeropuerto, mi amigo Ramón y el señor del cuarto de porno del videocentro. No entendía por qué con mi tío era diferente. Todo eran nervios y guajolotes revoloteando en mi estómago. Esperaba que él no se haya dado cuenta de mi comportamiento.
Estábamos sentados ya, cuando tío se asomo por las escaleras. Las bajaba con una gracia que me hizo esbozar una sonrisa. Solo yo lo podía ver, el asiento de mi madre le daba la espalda y mi padre, distraído, releía el periódico. Lo estábamos esperando.
Rodeó la mesa y se sentó al lado de mí, no porque el lo haya decidido, mi mamá había puesto el plato extra en ese lugar.
Su pelo estaba todavía mojado, y junto con su sonrisa, le daba un aspecto de niño malo, muy jovial, lleno de vida. Dentro de mi cabeza me imagina su miembro.
En casa nunca fuimos fanáticos religiosos, y sin más, la comida inició. El primero en servirse fue padre, la segunda; madre, quien también me sirvió. Consideraba insuficientes mis siete años para servirme por mi solo. Pasó los refractarios a tío, quien se sirvió un poco de todo.
La charla comenzó. Se ponían al día de la vida de los otros, yo no prestaba atención. Sencillamente no me interesaba. Pero no pude evitar recobrar el interés cuando mencionaron el nombre de mi hermano:
—Sí, no encontró la carrera que quería en ninguna de las universidades locales y se fue a estudiar fuera de la ciudad —dijo mamá.
—¡Que bien! —expresó tío—, a mi siempre me interesó esa carrera pero yo nunca fui del tipo de los que estudian. ¡No señor! —dijo mientras meneaba la cabeza con una sonrisa burlona en ella—. Siempre sacaba malas notas en los exámenes, mejor decidí ser viajero del mundo.
—Nuestros padres han de estar revolcándose en sus tumbas —soltó mamá con tono represivo pero burlón—, siempre quisieron que fueras doctor como él. De igual manera, es cierto, nunca fuiste bueno para la escuela.
Ambos rieron, después papá se les unió.
—Ahora el problema es que no lo veremos seguido, —dijo padre refiriéndose a mi hermano—, y me preocupa que vaya a embarazar a alguna, es bien mujeriego el cabrón —El tono de orgullo se hacía notar—. A ese hay que tenerlo bien cuidado.
Todos rieron mientras yo comía.
—¿Y por qué no van a visitarlo?
—Es obvio que por el niño —dijo mi madre mirándome—, no tenemos quien lo cuide. Yo no pienso ir sola, y tampoco pienso dejar ir a él sin mí. Los dos juntos son capaces de hacer una sarta de tonterías. Cuéntale lo que hicieron una semana antes de que se fuera —retaba a papá, pero ni siquiera lo dejó mencionar palabra—. Lo invitó a tomar unas cervezas para celebrar su entrada en la universidad y llegaron a las 7:00 de la mañana con abolladuras en el carro, cayéndose de borrachos.
Mi padre se ocultaba detrás de los cubiertos con la cara algo sonrojada y con tintes de picardía en sus ojos entrecerrados involuntariamente a causa de la sonrisa.
—Ya terminé —lo cual no era cierto, pues tenía todavía comida en el plato; sin embargo, ya estaba satisfecho—, ¿me puedo retirar?
—Que educadito lo tienen eh, lo voy a tener que malcriar un poco antes de que me vaya.
—Ni se te ocurra —lo apremió mamá—. Sí amor, ya te puedes ir —me dijo.
Me levanté de mi asiento y me dirigía a las escaleras cuando escuché:
—¡Eso es! —exclamó mamá— antes de que te vayas. Tú mismo lo has dicho, tú puedes cuidar al niño mientras vamos a visitarlo.
Subí unos escalones para desaparecer de la vista de todos, pero estaba lo suficientemente cerca para escuchar la conversación.
—¡Es verdad! —dijo papá.
—Wo, wo, wo —apenas si puedo cuidarme a mi mismo, no creo poder…
—Si puedes —interrumpió mamá—. Neto es muy ordenado y casi no da problemas, es más, hasta creo que él podría cuidar de ti. A demás solo serán tres días, los días que dijiste te ibas a quedar.
—No lo sé, no estoy seguro de que…
—Claro que sí —él más que nadie debía de conocer a mamá y su exquisito amor al mando, si al fin y al cabo vivieron en la misma casa cuando pequeños, POR SU PUESTO QUE LA CONOCIA— NETOOOO —me llamó mamá.
Esperé unos segundos antes de salir y pararme al lado de mamá.
—¿Te gustaría que tu tío te cuidara mientras nosotros vamos a hacerle una visita rápida a tu hermano? —preguntó papá.
Quería decir SI de inmediato pero no me pareció apropiado. Miré a mi tío que me hizo una mueca de consternación y repliqué:
—¿No puedo ir con ustedes?
—Lo siento, pero tienes que quedarte para que tío no se sienta solo.
—Bueno, de acuerdo entonces.
—Gracias Neto te traeremos un regalo por ser buen niño.
Ni siquiera se imaginaban que lo que yo quería era pasar el más tiempo posible con el tío, y solos, mucho mejor.
—Querida, no hay tiempo que perder vamos a hacer las maletas, tenemos que salir hoy mismo.
Se levantaron y casi corrieron a su habitación. Yo me dirigí a la mía. Tío siguió comiendo.
Encendí la televisión y me quedé dormido. Me despertaron unas manos en mi espalda, era tío que me decía que bajase para despedirme de mis padres. Así lo hice, se marcharon y quedamos tío y yo solos.
Estaba en mi cuarto viendo TV cuando se abre a puerta. Era tío.
—Encontré la membresía de tu mamá —dijo—, vamos a alquilar unas películas.
—SIIIII, vamos.
—Bueno pues, pero ¡ya!
Tío cogió las llaves del carro de mamá y nos pusimos en camino. El trayecto fue divertido. Tío y yo cantando las canciones que pasaban por la radio era imán de miradas de los otros automovilistas. Recuerdo que en ese momento me di cuenta que estaba enamorado. Enamorado de mi tío. Tío que era casi seis veces mayor que yo.
Dentro del videocentro, me fui directamente a la sección de animación. No podía decidirme por una y el tiempo pasaba. Cuando me di cuenta que tío no estaba de tras de mi como mamá siempre lo hacía, lo busque con la mirada por todo el lugar, y justo cuando me había decidido ir a buscarlo, lo vi salir del cuarto de pornografía. Se dirigió con la cajera y se las dejó diciéndole algo que, por la distancia, no escuché.
—Netín, ¿dónde estás? —preguntó con voz fuerte.
Me volví a concentrar en las películas para que no se diera cuenta de que le miraba hasta que lo sentí al lado mío.
—Date prisa que ya vana cerrar.
—Si, si.
Tomé la última que vi y caminamos a pagar las rentas.
En el camino de vuelta a casa tío paró a comprar unas cervezas, y comida chatarra para mí. Ya en el carro no pude dejar de notar el prominente bulto de su entrepierna, al parecer tío estaba excitado por alguna razón que no percataba.
Subí a mi habitación preparando todo para ver la película de mi elección. El entró al cuarto.
—Las veremos en el cuarto de tus papás —ordenó—, es más divertido dormir en el cuarto de los padres cuando no están.
—Bueno —un poco desconcertado accedí, pero me imaginaba que sería divertido después de todo.
Se echó un brinco a la cama para después quitarse las botas. Por mi parte, estaba atareado, enredado entre los cables, hasta que logré poner la película. Brinqué sobre mi tío que recién se quitaba la segunda bota, y empezamos a luchar sobre la cama, entre risas, tocando el cuerpo del otro. Con avidez, atrapó mis piernas entre sus axilas, tomó mis muñecas con sus fuertes manos, casi haciéndome daño, y colocó mi cabeza entre sus piernas. Mi cara quedó entre su bulto y sus nalgas, pensaba que si abría la boca me entrarían sus bolas por encima de la tela, pero no lo hice. Quería estar allí para siempre, pero tenía que disimularlo retorciéndome y gritando lo poco que podía, me tenía muy bien sujeto mientras se reía burlesco de mí. Cuando empezó la película me empujó con tal fuerza que casi me caigo de la cama. Nos reímos y dijo:
—A mi me gusta dormir desnudo, siempre lo hacía, desde que vivía con tu abuela, me acostumbre tanto —lo dijo mientras se deshacía de su camisa, dejándome ver un poco de sus axilas peludas— que no soporto traer puesta ropa en la noche —se quitó los calcetines y el pantalón. Sentía que me ruborizaba, lo estaba viendo en boxers por primera vez y para deshacerse de éstos se tapó primero con las sábanas, estropeando mi hermosa vista hacia sus genitales.
Tío sabía que lo miraba. Hasta un retrasado mental se hubiera dado cuenta. Si sólo faltaba que alguien me diera lentes 3D para no perderme la más mínima forma que en su cuerpo resaltaba, tal cual que cuando miré Avatar la primera vez. Era perfecto, mejor de lo que había imaginado. Su cuerpo bronceado, cubierto de fino vello, descansando en el colchón y su cabeza en la almohada, la sábana le cubría la pierna derecha y sus genitales los cuales formaban un generoso bulto, mientras que la pierna izquierda la mantuvo destapada junto con el lado izquierdo de su pelvis con algunos traviesos vellos púbicos que insistían en escapar de la sábana, ante mi descarado indisimulo su sonrisa apareció rematando su belleza masculina a todo esplendor. Recuerdo que pensé; este es una de las imágenes que quiero recordar para toda la vida.
—¿Tu no harás lo mismo? —prosiguió.
—No sé —respondí dudando.
—Anda, somos hombres ¿no?, tenemos lo mismo.
—Vale, ya me la quito yo también.
Lo hice tímidamente por debajo de las sábanas, casi cubriéndome de pies a cabeza, no había sentido ese tipo de timidez nunca antes.
Nos dedicamos a ver la película de mi elección hasta que mis párpados cayeron más rápido de lo que puedas decir once de septiembre.
Movimiento en la cama me despertó pero no moví ni un dedo. Me percataba de unos gritos, después sabría que se les llamaba gemidos, gemidos que soltaban las mujeres de los porno de la computadora de mi hermano, gemidos que en unas horas saldrían de mi boca. Miré el reflejo del espejo al costado de la cama y vi como se agitaban las sábanas en el área genital de tío, deduje que se estaba pajeando, tal como Manuel me contó cuando se lo hizo a Ramón. Soltó un fuerte suspiro, tan sonoro como un jadeo que quebrantó a los gemidos femeninos. Sentí cuando tío bajó de la cama, me reincorporé y pude ver alejarse a sus nalgas de roca en dirección al baño, mi pene instantáneamente cobró vida. Tal como me imaginaba en la televisión estaba puesta una porno de las que tío había rentado. Escuché pasos y volví a mi posición. Tío apagó el televisor y volvió a la cama, pero esta vez me abrazo por la espalda. En unos minutos él roncaba suavemente mientras yo no podía pegar un ojo, cómo hubiera podido teniendo a un verdadero hombre abuzándome por la espalda, sintiendo cada uno de sus vellos del pecho y abdomen adhiriéndose a mi piel. Quería sentir todo mi cuerpo pegado a él así que acerqué mis nalgas a su piel pero debido a la altura de tío, éstas no quedaron en el lugar que yo buscaba. Sus enormes brazos me aprisionaban, me tuve que arrastrar fuerte pero lentamente para no despertarlo hasta que conseguí posicionar su miembro entre mis nalgas, su longitud abarcaba toda la línea que separa mi culo. El calor que se creó con el contacto piel con piel hizo que poco a poco la bomba de sangre se pusiera a trabajar hasta que consiguió una tremenda erección. Hábilmente, sin usar las manos, coloqué la punta de su verga en la entra a mi recto. Empecé a menear las caderas lentamente para sentir aquel mástil que luchaba por entrar en mí, mientras tío resoplaba sus ronquidos en mi cabeza.
Al final me entró sueño y me quedé profundamente dormido todavía con su palo duro entre las nalgas.
QUINTA PARTE – DIA 2 ESCRIBIENDOSE.
NOTA:
Dije que esta sería la última parte pero contiene tantos detalles que quiero comprartir con ustedes que lo dividiré en los tres días que tío se estuvo en casa. También quiero disculparme por haber tardado tanto en terminar esta parte, espero que la espera haya valido la pena.
NETO.
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