Vestidita de Mujer
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Arcami.
– Lo que me gusta de vestirme de mujer es que me cojan con la ropa puesta, que mi varón me la meta y me someta. Estar entregada dejando mi cuerpo a su deseo. Que me ponga la tanga sobre la nalga y que su verga se abra camino por mi canal haciéndome suya, a la velocidad y la presión que él quiera. Eso es lo que verdaderamente me hace gozar, sentirme su mujer sumisa y pasiva.
Esto fue lo que le dije a Carlos en el momento que le confesé que era bisexual. Noté que le habían agradado mis palabras. Se sonrió y me dijo que vaya a prepararme del modo que yo quiera, que él me iba a esperar listo para darme el gusto cuando vuelva de mi transformación.
Le dí un beso tierno en los labios y me fui al cuarto. Me di una ducha rápida y aproveché par untarme bien lubricante en el ano. Me puse un top de modal blanco y una falda tableada de color negro. Una hermosa tanga negra y medias bucaneras de red. Mis zapatos de taco, me maquillé un poco, no demasiado, apenas un labial rosado tenue y sombra en los ojos. Me calcé la peluca de pelo corto color castaño claro. Me perfumé adecuadamente y salí a conquistarlo.
Él me esperaba, tomando un vodka, sentado en el sillón. Me elogió diciéndome que estaba hermosa. Se levantó, me tomó de la mano y me hizo girar para mirarme completa. Me dio una palmada en la cola y se fue al baño.
Lo esperé de rodillas sobre la alfombra, con el torso apoyado en el sillón, la falda sobre la espalda, ofreciendo mi culo con la tanga puesta. Volvió del baño desnudo, con su miembro erecto se paró detrás de mi y doblando un poco sus piernas, que estaban a cada lado mío, corrió mi tanga con el dedo y me ensartó la pija de un solo golpe hasta el fondo. No pude evitar el gemido, fue la gloria. Toda su carne dentro de mi culo hambriento, entrando y saliendo con todo su vigor varonil, tomándome por la cintura, apoyando todo su cuerpo sobre mi espalda y de vez en cuando dándome una palmada en mis nalgas.
De golpe se detuvo y me dio vuelta, levanto mis piernas, me dijo que estaba hermosa y que quería verme la cara de placer mientras me cogía, yo gustosa apoyé mis piernas en sus hombros y levanté mis caderas mientras que con mis manos me separaba las nalgas, ofreciéndole de nuevo mi culo caliente. Nuevamente me metió su maravillosa verga hasta el fondo, y nuevamente no pude evitar gemir.
Sentirlo dentro de mí y ahora viendo, yo también, el placer de sus gestos, se le asomaban unas gotas de saliva por las comisuras, se inclinó sobre mí y corriendo mi top me besó las tetillas, que es una de las cosas que más me encienden. Me sacudí, caliente, jadeaba, gemía, mis manos separaban cada vez más mis nalgas para no perderme ni un centímetro de su deliciosa pija que me penetraba sin miramientos, con todo el vigor de mi hombre. Acabó dentro de mí con movimientos casi violentos, cuando lo sentí venirse, toqué apenas mi pene y me vine yo también.
Quedamos exhaustos. Los dos tirados en el sillón, nos besamos con ternura. La noche, recién empezaba.
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