VESTUARIO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Habíamos terminado la práctica del equipo de fútbol, por ese día, pero al finalizar el director técnico me preguntó si podía quedarme unos minutos a conversar con él algunas cuestiones de coordinación táctica y apoyo a algunos jugadores nuevos que habían debutado ese día en nuestro cuadro… Sobre todo –me dijo- me gustaría que me echaras una mano con el nuevo jugador nigeriano, en cuanto a traducir algunas indicaciones técnicas al inglés, que tú dominas bien por haber jugado en Inglaterra, pero yo no tanto… Y, como sabrás, él maneja muy pocas palabras en nuestra lengua… De modo que si me ayudas en ese aspecto, facilitaría mucho entendernos… Qué te parece?
-Encantado – le respondí- no hay ningún inconveniente de mi parte. Yo aún no he tenido oportunidad de hablar con él, pues es su primer día y yo llegué ya sobre la hora de inicio de la práctica… pero supongo que nos entenderemos… Y parece muy bueno, verdad?
Sí- me responde el DT- a mí también me impresionó como un muy buen jugador… Y simpático el tipo, a pesar de ciertas dificultades de comunicación, no? Bien, de acuerdo entonces… Te agradezco el apoyo. Hasta luego…nos vemos!. Y se fue.
Me dirijo entonces a las duchas, deseoso de darme un buen baño, pues había dado todo lo posible en la práctica, corrido mucho, y estaba todo transpirado… A todo esto, no había percibido que la charla se había hecho más larga de lo que yo imaginaba, y ya todos los demás compañeros se habían duchado y se habían ido… Cuando me desnudé en el vestuario, creí que ya no quedaba nadie, e ingresé al gran baño colectivo, dirigiéndome hacia uno de los boxes… Recién entonces percibí ruido de agua en la ducha de un box vecino. Alguno aún permanecía en la ducha.
Al ingresar al box y abrir el grifo de la ducha, miro hacia el de enfrente y veo que justamente era el nuevo jugador africano el que aún permanecía… Le saludo con un gesto de la mano y un Helo! sonriente, que él correspondió con similar gesto y sonrisa, y me dedico a graduar el agua tibia y a enjabonarme… No pasaron muchos segundos antes de que lanzara una discreta mirada fugaz, de soslayo, hacia el gran negro desnudo que se enjuagaba a unos metros de mí… Y no pude evitar la admiración y el asombro ante la perfección de ese cuerpo musculoso, bien trabajado, y sus atributos de más abajo…
Era imposible sustraerse al espectáculo de aquel miembro grande, lustroso, como de ébano, y dos grandes pelotas oscuras que él enjuagaba cuidadosamente… En cierto momento nuestras miradas se cruzaron y, temiendo que él hubiera percibido cuál era el centro de mi atención, disimulé dándome vuelta de espaldas y dedicándome a enjuagar mi pelo, mis axilas enjabonadas… Pero la imagen fugaz –pero impactante- no se apartaba de mis retinas, y mientras me enjabonaba el vientre y mi propio pene, retirando bien el prepucio para lavar la cabeza, no pude evitar empezar a tener una erección que me costaba disimular al moverme bajo el chorro de agua…
Aunque yo solía salir con mujeres, había tenido algunas experiencias homosexuales adolescentes, de las que me quedaban recuerdos muy gratos –aunque ya algo difusos y lejanos-, y no era indiferente a la belleza de un hombre o a sus atributos sexuales… Y aquel hombre era realmente un bello ejemplar humano, no solo estéticamente atrayente… sino sexualmente excitante.
Haciendo esfuerzos para no seguir mirándolo, con el deseo palpitante y encendido, traté de terminar de enjuagarme rápido y salí hacia el vestuario, donde me envolví en un gran toallón –para que no se me viera la semi-erección-, y me senté a secar cuidadosamente los dedos de los pies, en tanto él hacía lo propio, y se dirigía hacia el banco largo donde yo estaba… Solo que, a diferencia de mí, él había dejado el toallón blanco colgado sobre el box de al lado, y ya se lo había ceñido a la cintura, a la manera de un pareo… Pero me dio la impresión de que bajo aquella tela blanca afelpada, su falo abultaba más aún que cuando yo le eché aquel vistazo fugaz…
Tratando de que mi cabeza afiebrada cambiara de centro de interés, y de ser cordial con un nuevo colega, inicié una charla en inglés, en que le pregunté hacia dónde iba después, si estaba con auto, dónde se estaba alojando en sus primeros días, cómo se estaba manejando con el idioma y la nueva ciudad… Y surgió una charla amable –en tanto terminábamos de secarnos y nos vestíamos-, en que él me fue informando acerca de lo que yo preguntaba, en un inglés con un acento un poco raro, pero entendible y bien fluido…
Terminados de vestir, le digo:
-Mira que yo estoy con el auto, así que te llevo a donde quieras (él me había dicho que, estando hacía muy pocos días en esta ciudad, aún no había comprado un carro, y andaba en trámites de papeles para adquirir uno que ya había elegido).- No tengo nada que hacer y solo pensaba irme a casa a descansar y mirar algo en TV, de modo que no me cuesta nada alcanzarte hasta tu hotel, o a donde quieras ir.
Me agradeció mucho y aceptó, de modo que cogimos nuestros bolsos y nos dirigimos al lugar donde estaba estacionado mi auto. Ya en camino, fuimos intercambiando preguntas sobre cada uno, conociéndonos, y me iba resultando un tipo muy agradable, educado, simpático, siempre sonriente (tenía una sonrisa deslumbrante, con unos labios rosados, gruesos y bien formados, y dientes perfectos y blanquísimos, entre los que a veces asomaba una lengua de un rosado intenso y brillante).
A medio camino de su hotel, se me ocurre proponerle: -Oye, ya que estás solo y no conoces a nadie, por qué en vez de meterte en un cuarto de hotel no te vienes a casa conmigo, y tomamos y comemos algo, mientras seguimos la charla…??? Yo vivo solo, pero siempre tengo algún bocadillo y provisiones con las que podemos improvisar una cena sencilla… Eh? Qué te parece?
-No querría causarte molestias, Charlie …(me agregó el diminutivo ingles) Tú ya has sido demasiado amable al traerme, y no quiero ser pesado… Pensaba tomarme un taxi hasta el hotel, hasta que ofreciste traerme… pero recibirme en tu casa, además… ya es demasiado, aunque la propuesta es tentadora… Tú me resultas un boy muy simpático, y me estoy sintiendo muy a gusto contigo, brother…
-Nada –le respondo yo-, pues si tú te sientes a gusto y yo también, y para mí será un placer recibirte, pues…te vienes conmigo, y lo pasaremos mucho mejor que cada cual solo en su departamento… Vamos, no se discuta más… Y, con su sonrisa de aceptación, cambio el rumbo por una avenida transversal y nos dirigimos a mi apartamento…
Una vez allí, lo hago ponerse cómodo, encendiendo una lámpara baja, de luz tenue… y ya voy por unas copas y una botella de buen vino… Mientras le sirvo su copa y brindamos por la nueva amistad, le muestro mi pequeño –pero cómodo y elegante- departamento, y luego nos sentamos en el living a charlar y beber… Yo me saqué las zapatillas y quedé descalzo, sobre la alfombra espesa, y como hacía algo de calor, le invito a que se saque la camiseta deportiva, zapatos, lo que quiera…
-Siéntete tan cómodo y a gusto como en tu propia casa – le digo.
A lo que él respondió dejando la copa en una mesita a su lado y procediendo a sacarse la camiseta y las zapatillas…
Hasta ahí, juro que no se me había pasado por la cabeza la idea de que pasara nada entre nosotros, más que departir unas horas como buenos compañeros… pero el recuerdo de su cuerpo desnudo bajo la ducha volvió, punzante, al verle el torso como de ébano esculpido, de piel tersa y brillosa, en que se destacaban unos sobrios pero bien marcados pectorales, un vello espeso y enrulado en el centro de su amplio tórax, y unos abdominales perfectos, firmes…
Volví a llenar nuestras copas, que ya habíamos vaciado (ambos estábamos sedientos, y el vino nos reanimaba luego de la tarde de ejercicio intenso) y continuamos la charla, entre la que intercalé alguna salida hacia la kitchenette para traer bocadillos, fiambres, queso cremoso con el que unté galletitas… Con más confianza y más sueltos por el vino que hacía sus agradables efectos, la charla se fue volviendo más fluida, distendida, y tomó otros rumbos…
-No pude dejar de observar qué buen físico tienes – le digo ya sin pudor… Mientras nos bañábamos aprecié fugazmente tu estupendo cuerpo…(El sonrió, lisonjeado) Siempre he pensado que tu raza –si así puede llamársele- tiene cuerpos magníficos, elegantes, bellos…
– Sí, ya percibí tu mirada -me dice él sonriendo con cierta picardía y un brillo intenso en los ojazos negros- Pero yo también he mirado… y tú también tienes lo tuyo… eh? Tu cuerpo es muy proporcionado, bien trabajado y muy atrayente, también… Y tienes unas nalgas redondas, muy bien formadas y firmes, que también llaman la atención…
A esa altura de la conversación, ya me estaba quedando claro que había una clara intencionalidad en lo que ambos decíamos, y que a él no le hacía mella hablar de atracción física o de admiración mutua con otro hombre… y aliviado, me largué más decididamente a hacer bromas e indagar hasta dónde íbamos…
-Así que tú también te dedicaste a mirar mi cuerpo mientras yo estaba de espaldas???
-Hombre! Cómo dejar de ver y apreciar una espalda perfecta y armoniosa, tu cintura fina y tu culito perfecto…? (Al introducir el término vulgar preciso y expresiones admirativas, ya me iba convenciendo de que el nuevo colega no era ajeno a actividades amatorias homosexuales, y lo dejaba entender con toda naturalidad, sino cuáles eran sus preferencias en ese plano, pues en más de una oportunidad, destacó la atracción por mi trasero… Mi problema era que –aunque como ya dije, años atrás había tenido relaciones homosexuales en los dos papeles, eventualmente, pero predominantemente en el rol “activo”…, ante la posibilidad de que ocurriera algo –y yo estaba percibiendo que iba a pasar, y quería que pasara- no podía olvidar el tamaño de aquella verga que había visto blanda… y no imaginaba cómo haría para soportar un embate de aquel ariete, si la cosa venía de que él me quisiera montar…)
Entre mis dudas y temores, pero sintiendo una tracción creciente y ansiosa, fui a servir más vino, rozándole el brazo y la mano mientras sostenía la copa, y traté de infundirme coraje, bebiéndome la mía de un sorbo… y volviendo a servir más… El aprovechó que yo abría otra botella para decir: – Y por hablar en ello, necesito ir al baño… me dijiste que queda por allí, verdad? Y se fue por unos minutos a sus quehaceres urinarios, minutos que yo aproveché para sacarme la ropa, recoger las zapatillas y dejar todo en una silla de mi dormitorio…
Quedé solo en slip, y salía del cuarto cuando él sale del baño. Me miró un poco sorprendido, gratamente sorprendido, y de inmediato me dice: -Buena idea, chico! Si me permites yo haré lo mismo… porque hace un poquito de calor, verdad? Y sin esperar respuesta, se empieza a sacar el pantalón de jogging, quedando solo en slip, también… Su pequeño slip blanco, contrastando con su piel oscura y destacando el poderoso volumen que cubría, era un espectáculo bellísimo y excitante, que miré sin disimulos… Él lo percibió, sonrió, y pasándome un brazo sobre el hombro, me lleva hacia el gran sofá, donde nos sentamos lado a lado, con nuestros muslos rozándose –y provocándome estremecimientos-, en tanto volvíamos a tomar nuestras copas y beber…
Conscientes de que ambos nos atraíamos y que estábamos calientes, excitados, -y ya bastante desinhibidos por el vino- él inicia la caricia de mis muslos, mientras acerca su rostro y me empieza a besar el cuello, las orejas, hasta llegar a la boca que cubre totalmente con la suya, carnosa y sensual, adhiriéndose como una ventosa e introduciendo su lengua entre mis labios… Me acariciaba todo mientras seguía besándome y metiéndome su lengua caliente y deliciosa hasta el fondo, en tanto yo –ya sin poder reprimirme más y con una excitación insoportable-, llevo mi mano a su gran falo, que ya emergía fuera del pequeño slip… Comienzo a frotárselo, sacándolo afuera y liberándolo totalmente de la reducida prenda, bajándola por debajo de sus pelotas enormes, cálidas, olorosas a jabón… Mi imaginación se había quedado corta al suponer su tamaño en plena erección…
Era una pija enorme, dura, admirablemente proporcionada –grosor y largo- y yo sentía estar frotando el cetro ardiente y palpitante de un emperador africano…Kanabe -que así se llama- también lleva su mano enorme, fuerte, a mi miembro totalmente erecto, lo saca del slip e inicia suaves y apretados movimientos de fricción, que me van encendiendo cada vez más…
Nos detenemos un instante –como si nos hubiéramos puesto de acuerdo sin hablar- para terminar de sacar nuestros molestos slips, que tiramos por allí… Ya totalmente desnudos, nos tendemos en el amplio sofá, y nuestros cuerpos se funden en un abrazo en que se frotan penes –el mío bastante respetable, pero considerablemente menor que su enormidad-, manos y brazos se entreveran en caricias y abrazos apretados, mientras nuestras bocas y lenguas –lujuriosas- se afanan en explorar cada vez zonas más amplias… Pechos musculosos, axilas hurgadas con la lengua, tetillas con pezones duros y excitados, vientres, falos… Sí… descendí hasta su verga y empecé a besarla, lamerla, introducir el enorme glande en mi boca, pero sin atreverme aún a meter más de aquella enormidad… Pero como Kanabe no tenía problemas para retribuir placeres, girándose un poco también comienza a chupar el mío, en tanto sus enormes manos se afanan en mis nalgas, que frotan, pellizcan suavemente, masajean, aprietan…
El placer que me estaban provocando su boca, lengua y dientes sobre mi verga y mis bolas era tal, y mi excitación era tan brutal, que ya sin reservas, me meto toda –casi toda, porque no entraba completa- su verga en mi boca, hasta la garganta, y con dificultad, pero sintiendo que le estaba dando mucho placer, la ensalivo, la lamo, la chupo, la meto y la saco de mi reducida boca, le chupo las pelotas enormes y fragantes, sintiendo los gemidos de placer que le provocaba entre chupadas de mi pene… Pero si imaginaba haber llegado al límite posible de mi calentura y goce, aún no había sentido lo que ya iniciaba: sus labios enormes besando mis nalgas –su cuello largo metido entre mis muslos-, y su lengua mojada ensalivando e introduciéndose en mi culito… Ahhh… creí llegar al paroxismo con esa multitud e intensidad de estímulos que exploraban todas las zonas de placer posibles con excitación creciente…
Ya no aguantaba más, y deteniéndome, le pido: – Vámonos a la cama, que este sofá resulta angosto… Y tomándolo de la mano, lo conduzco hacia mi dormitorio –su falo enorme y enhiesto moviéndose arriba y abajo mientras caminamos los pocos pasos que nos llevaban al lecho enorme-, y tendiéndonos en él, Kanabe se sube sobre mi e introduce su gruesa y poderosa verga entre mis muslos que se aprietan para sentirla mejor, iniciando un movimiento de fricción que me calienta hasta la locura… Era increíble la sensación que me producía ese miembro enorme y caliente entre mis muslos sensibles, en tanto su vientre se apretaba contra mi cuerpo, y frotaba mi pene y mis bolas en un vaivén alucinante… Todo esto entre besos y lenguas que iban de las bocas a las tetillas, al mordisqueo suave de hombros y cuellos, a lamidas en las orejas…
La excitación, la tensión sexual y el goce alucinante eran ya insoportables, y llega el momento en que hay que buscarle resolución, o explotábamos… Yo sentía la baba pegajosa del líquido preseminal de ese dios negro, que mojaba la cabeza de su pene y el interior de mis muslos, extendiéndose hasta mi ano contra el que Kanabe frotaba el enorme glande caliente y mojado, lo que me calentaba más aún, hasta grados inimaginables… Me retorcía de gozo bajo el cuerpo magnífico de mi amante, abrazándolo con todas mis fuerzas, atrayendo su cabeza y su boca hacia mí, clavando suavemente mis uñas en su espalda musculosa, en un paroxismo de pasión carnal nunca experimentado… El parecía estar experimentando sensaciones igualmente intensas pues, separándose y saliendo de encima, me gira suave pero ansiosamente, dejándome boca abajo… y se baja él también, para introducir su cabeza entre mis nalgas y enloquecerme de placer con su lengua lamiendo mi culito, introduciendo su punta habilidosa en él, que caliente y distendido… se afloja, se abre, espera anhelante lo que ya es inminente… Caliente al máximo y dispuesto ya a la entrega más absoluta, pero alerta ante el peligro próximo, atino a estirarme hasta el cajón superior de la mesita de noche, de donde, tanteando, saco condones y un tubo de gel lubricante…mientras mi macho negro sigue estimulando, paciente pero firmemente, mi culito cada vez más distendido que latía pidiendo ser penetrado por el falo prodigioso…
Kanabe había percibido mis movimientos, toma uno de los condones y se lo pone con rapidez, y procede a untar toda su larga verga con el gel… Volviéndome de costado, se coloca detrás de mí, me sujeta contra sí por las caderas e inicia una nueva penetración de la punta ahora bien lubricada… Sus manos hábiles tanto me acariciaban el vientre y el pene, como entreabrían mis nalgas para facilitar el avance de su ariete, o tomando su rígido tronco lo maniobraba en forma tal que su glande hacía movimientos giratorios y de penetración gradual, de modo que mi esfínter se iba dilatando y admitiendo adentro la gran cabeza negra que me estaba provocando sensaciones electrizantes y deliciosas…
Y de pronto, fue la gran embestida a fondo, en que me la enterró completamente, y yo lancé un grito, sintiéndome partido al medio y desgarrado hasta lo más profundo, con un dolor insoportable… Mi compañero entonces me sujetó bien contra sí, y se quedó inesperadamente quieto, en tanto sofocaba mis quejidos con unos besos profundos en la boca, haciendo girar mi cabeza hasta que nuestras bocas se encontraran… Y así, manteniéndose en una inmovilidad total dentro de mi cuerpo lacerado, procede a masajearme el vientre dolorido y a pajear enérgicamente mi pija que casi menguaba a causa del dolor experimentado. Pero en pocos segundos pude constatar que esa estrategia de amante experto daba resultados rápidos: el placer que me estaba dando con los besos y la lengua y con la frotación intensa del centro de mi placer viril, estaban concentrando mi placer en otras zonas, permitiendo que mi contracción primera y dolorida fuera cediendo… Poco a poco ya no sentía dolor, aunque sí toda la contundencia de su volumen enorme y rígido dentro de mi… Me fui relajando y dejándome disfrutar de esa nueva agradable sensación, mientras entendía su proceder: con el habilidoso trabajo previo había logrado calentar, distender y dilatar el esfínter, que era lo más difícil, logrando alojar toda la cabeza dentro, con gran placer para mí… Una vez vencido el obstáculo primero, si empezaba a enterrármela de a poco, sabía que yo contraería mis músculos por temor, con lo que dificultaría la entrada de su gran miembro, y provocando dolor… Por lo tanto, la estrategia fue un gran vergazo hasta el fondo, -aunque doliera mucho al principio- y luego ayudar a que yo me fuera distendiendo y empezara a gozar… Y así fue… Ahora ya no dolía, y él empieza a moverse dentro de mí, primero lentamente, y dándome un placer que empezaba a disfrutar mucho, luego aumentando la intensidad y ritmo de la fricción…, siempre trabajando sobre mi propia verga, lo que me daba doble placer…
Ahhh… ésto estaba resultando una sensación impresionante… nunca había tenido adentro una falo semejante, y que se moviera dándome tanto placer, en tanto también era masturbado con habilidad … Me encantaba! Estaba gozando de una forma que ninguna cogida anterior – de la índole que fuera- me hubiera causado jamás…!
Y entonces fue el fuego de un vendaval ardiente que me azotaba por ambos lados con una intensidad inusitada, y que me estaba haciendo delirar de placer… El ritmo cada vez más rápido de entrada y salida de su verga, como un pistón funcionando a toda máquina, era acompañado por similar ritmo e intensidad de la fricción de mi pija dentro de su mano poderosa y hábil… (Nunca, en mis pocas experiencias homosexuales anteriores, había ocurrido que el compañerito inexperiente que me cogía hubiera pensado en darme placer allí y hacerme acabar… Más bien se concentraba en su propio goce.) Pero Kanabe hacía a la perfección ambas cosas, maravillándome y haciéndome enloquecer de calentura.
Yo gemía –pero ahora de placer y no de dolor-, ambos ardíamos y sudábamos copiosamente, chorreando transpiración que mojaba y hacía resbalosos nuestros cuerpos… y de pronto fue una explosión impresionante de espasmos, estremecimientos convulsivos y chorros de semen en que nos acabamos juntos interminablemente… hasta quedar exánimes, jadeantes, estremecidos de placer, con nuestros corazones latiendo disparados.
Y así –agotados y plenos- nos quedamos largo rato, gozando de esa fusión de los cuerpos que se relajaban poco a poco, mientras él movía su verga aún dura dentro de mí, suave, profundamente…y frotaba mi pene, mi vientre, mi pecho, mis tetillas, con el abundante semen que me había hecho lanzar a chorros, y que aún fluía de mi pija palpitante y gozosa.
Nos hubiéramos quedado horas así, pero el calor que irradiaban nuestros cuerpos ardorosos, la transpiración que nos bañaba, el semen en que estaba deliciosamente embadurnado, ya requerían que nos separáramos y nos fuéramos a la ducha… Saliendo suavemente de mí, y girándome hacia él, nos regalamos profundos besos en la boca, mientras nuestros cuerpos se frotaban pegajosos de leche y sudor…
Ya bajo la ducha tibia, nos enjabonábamos mutuamente, nos acariciábamos todo, nos frotábamos un cuerpo contra el otro, riendo y comentando las impresiones mutuas de la experiencia volcánica que acabábamos de tener… El agua corría sobre nuestros cuerpos jóvenes, refrescándonos, reconfortándonos, revitalizándonos… Sentía mi culo distendido y aún ardiente, pero no dolía, y el agua tibia ayudaba a aliviar los efectos de aquella invasión arrasadora que había sentido un rato antes, y él me lo volvía a enjabonar y masajear suavemente, mientras yo hacía lo mismo con su falo y enormes testículos, prolongada, deliciosamente… Y ocurrió de nuevo… Con tantas sensaciones agradables, mientras el agua bienhechora nos vigorizaba…, nuestras pijas empezaron a elevarse excitadas nuevamente, mientras acentuábamos la profundidad de nuestros besos, mordiscos y caricias… Kanabe me dio vuelta, me hizo apoyar en los bordes de la bañera con el culo bien hacia atrás y en alto, y enjabonándose bien el falo, me lo fue metiendo de nuevo… Aunque me ardía un poco, ahora mi hueco ya estaba bien dilatado –al máximo-, por lo que la gran verga entró suavemente y se alojó por completo, sin dificultad… Y así estuvimos como media hora más de goce pleno, hasta que nos acabamos nuevamente, nos terminamos de duchar, y nos envolvimos en sendas toallas, yéndonos a conversar al living…agotados, sonrientes, felices.
En los días siguientes tuvimos nuevos encuentros en mi casa, cada uno mejor que el otro (yo estaba solo, sin novia, en esa etapa, y él no conocía a nadie; por ahora su único amigo era yo), hasta que Kanabe alquiló su propio departamento, que yo ayudé a acondicionar y decorar, y hubo –lógicamente- una fiesta de inauguración … Pero esa es otra historia que contaré en otra ocasión. Adriano. Mayo, 2011.
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