Viaje en tren super caliente 3
Continúa la lujuria con los obreros que no dejan de vaciar su vergas en ese culo juvenil .
Este relato no es mio pero me gustó mucho y lo quería compartir con ustedes !!!
No iba a ser fácil dormir, estaba pegajoso por el semen caído y sudando mucho . De vez en cuando oleadas de sabor despertaban en mi boca entumecida recordándome lo que acababa de suceder .¿ Qué era lo que había pasado aquel día? Había sido todo tan rápido que no tenía claro que sentía respecto a todo ello .Me giré sobre las sábanas completamente desnudo y me dormí por unos minutos, un sueño intranquilo. Me desveló oir la puerta del compartimento abriéndose. Luego sigilosamente la cerraron. Un hombre había entrado. Tenía sueño así que no me preocupé demasiado hasta que noté que la figura se encontraba al lado del cabecero de mi litera. Giré lentamente mi mirada pero solo pude verle de cintura para abajo . Todo lo que puedo decir es que llevaba unos vaqueros desgastados y zapatillas de deporte sucias, llenas de polvo y pintura . Inesperadamente el desconocido me tapó la boca con su ruda mano y se tumbó sobre mi inmovilizándome boca abajo. ¿Qué estaba haciendo? ¿Quién era esa persona?. Me asusté mucho. El extraño tenía mucha fuerza , pesaba mucho y me dominaba por mucho que intentaba zafarme. Me empezó a acariciar el cuerpo descubriendo con sorpresa y satisfacción mi desnudez. No dijo ni una sola palabra.
A continuación noté cómo con una sola mano, la misma que me manoseaba, se desabrochaba el cinturón y se quitaba el botón del pantalón . Luego escuché claramente como se bajaba la cremallera de la bragueta..
Yo me intenté resistir pero su peso y fuerza eran muy grandes. Con su mano en mi boca ni siquiera pude pedirle que no lo hiciera. Notaba su camisa desabrochada , su fuerte pecho en mi espalda y el pestazo a sudor. Y algo más, algo que hacía presión en la entrada de mi ano. No… pensé. Otra vez…
Y ahí estaba, la polla de ese individuo se apuntaló bien en la entrada de mi culito. Me iban a violar de nuevo. Los músculos de mi ano se tensaron esperando lo peor ¡ Zas! Me metió de un empujón media polla. Mis gemidos quedaron ahogados en su firme mano. Quería quejarme pero todo era inútil. Afortunadamente estaba todavía dilatado de mi experiencia con el revisor y pude aguantarlo. Ese tío tenía prisa. Sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien y estaba en un compartimento que no era el suyo donde le podían descubrir. ¡Zas! Me la terminó de meter entera, en dos golpes de cadera lo había conseguido. Si no me hubiese forzado el revisor habría sido imposible. Ya era inútil defenderse, era mejor cooperar y terminar cuanto antes. Relajé mi esfínter y le permití penetrarme cuanto quisiera. Y así empezó a empujar. Notaba mi culo forzado y dolorido e intentaba llevar la respiración. Con su mano libre me acariciaba todo el cuerpo, el culo, los pezones … Notaba la presión en mi ano , el roce, frotándose adentro y a fuera, yo tumbado bocabajo, espatarrado con las piernas separadas mientras me follaban en el mayor de los silencios .
Fuese quien fuese ese señor me estaba gozando y yo no podía hacer nada. Me abrí para él todo lo que pude mientras me la metía procurando que no me hiciese más daño. Notaba el roce de su bragueta abierta y su cinturón desabrochado haciendo un casi inaudible sonido metálico con la hebilla cada vez que me embestía . Tenía la cara hundida en mi cuello, echándome su aliento cervecero de cabrón mientras jadeaba concentrado en la follada que le estaba dando a mi culo .Mi intestino no se había acostumbrado a su calibre y me dolía sin producirme placer. Sentía mi recto como un coño cerrado siendo castigado. Ignorando mi estrechez aceleró el ritmo metiendo y sacando su rabo con ganas, cada vez más fuerte sin mayor miramiento. Si me hubiese quitado la mano de la boca podría haberme oído sollozar. En cada penetración todo su cuerpo se desplazaba sobre mi aplastándome contra la litera y dejándome inmovilizado. Me estaba usando como un objeto para su placer . Busqué con la mirada ayuda en la otra litera, si conseguía hacer algo de ruido aquellos obreros podrían ayudarme. Increiblemente el cabrón del moreno estaba despierto y observaba recostado de lado como me forzaban sin mover un dedo, asistiendo al espectáculo. Una punzada de dolor me hizo concentrarme en las sensaciones de mi ano. Aquella presión, el calor de su miembro , el frote . Solo quería decirle que parara, que no estaba bien, pero no hacía falta porque ya lo sabía. Me estuvo follando como quiso , disfrutándome cuanto le dio la gana, hasta que finalmente aceleró el ritmo y se corrió entre espasmos. Ni un gemido salió de sus labios.
Se quedó encima mío un momento mientras su pene soltaba las últimas gotas de leche . Entonces me sujetó todavía con más fuerza mientras me la sacaba lentamente , todavía dura , procurando que yo no hiciese ningún movimiento brusco al sentirme liberado de su acero. Respiré su aliento caliente, jadeante y satisfecho . Después se puso en pie despacio . Yo simplemente me quedé muy quieto sin sabe como reaccionar. Se abrochó el cinturón, se subió la bragueta de los vaqueros y se marchó tan sigilosamente como había entrado. No le vi de cintura para arriba, la oscuridad de la habitación y la litera superior me lo impidió. Lo único que pude observar fue cómo se acomodaba la polla dentro del pantalón con su manaza antes de salir de la habitación.
Yo me quedé abierto de piernas bocabajo empotrado en la litera y con el culo encharcado, temblando ¿Realmente me había vuelto a suceder? Giré mi cabeza y vi al tipo moreno del pollón mirándome desde la otra litera, con una mueca burlona en la cara. Lo había visto todo y se estaba masturbando esa pedazo de tranca que tenía. Menudo cabrón era. Sin darme tiempo a reaccionar se levantó rápido y se metió en mi camastro. Aprovechando lo abierto que estaba y la posición de indefensión en la que me había dejado el desconocido se cogió la polla, la apuntó a mi ano y me la metió todo lo que pudo de un solo golpe empujando con fuerza.
– Aaaaaaa!!!! – Metí un grito capaz de despertar todo el vagón
Que daño me había hecho. Me había metido por lo menos la mitad de su pedazo tranca . Solo el revisor me había hecho mas daño. Pero no paró ahí , viendo que le había entrado un buen trozo me tapó la boca con una mano como había hecho el desconocido y volvió a empujar con todas sus fuerzas. ¡Aquel canalla me iba a partir en dos! . Otra vez hice fuerza hacia fuera con el ano para ponérselo fácil ya que contraer solo empeoraría las cosas. Eso no podía estar sucediendo, sus compañeros me tenían que ayudar, me tenían que quitar a ese salvaje de encima. Giré mi cabeza y vi como el maduro barrigón también observaba la escena atentamente desde su litera superior y también se masturbaba. La presión era formidable ¡Me iba a romper el culo!. Eché una mano hacia atrás y le cogí el rabo por la base. Así cuando me la intentaba meter se encontraba con el tope de mi mano. Oohhh que gorda era y que abierto me tenía. Me follaba con fuerza . Sin embargo tener mi mano frenándole me dio cierto alivio para acostumbrarme a esa dilatación extrema. Así me tuvo un rato, pero el era un macho y no se conformaba con la mitad. Me quitó de un tirón la mano de su polla y empujó como un bestia con todo su peso. Habría gritado si hubiese podido porque había ocurrido lo impensable, me acababa de meter toda la polla dentro. Se me escaparon algunas lágrimas sobre la almohada. Podía notar perfectamente dentro de mi toda esa barra de carne taladrándome , haciendo una presión imposible sobre las paredes de mi ano. Ese tipo de dilataciones hay que prepararlas poco a poco, pero ese bestia casi me revienta. Ahora aunque me hubiese soltado no me habría podido mover, me tenía barrenado por completo, me había convertido en la funda de su cipote. Podía imaginarme su cara de satisfacción al ver que su rabo había entrado entero en mi garaje de pollas. Pero ahí no paró. Una vez que me tuvo completamente abierto siguió empujando y empujando. Con la cabeza girada como la tenía podía ver las evoluciones de la paja del maduro barrigón que tan cachondo me ponía. Poco a poco fui aguantando mejor el mete saca, pero si me dolía tanto no entiendo por qué me estaba empalmando de nuevo. Pese a la dilatación exagerada a la que me estaban sometiendo el observar a ese maduro padre de familia pajeándose mientras veía mi violación y mi culo a reventar me hacían sentir lleno, física y sexualmente. Me estaba follando como a una real hembra. No lo pude evitar y pese a que me dolía empecé a mover el culo. A cada embestida suya yo le recepcionaba levantándolo para que me la metiese mejor y cuando me la sacaba yo lo bajaba. Así el recorrido del frote era mayor. Eso le estaba volviendo loco de lujuria. Me quitó la mano de la boca y me agarró del pelo tirando hacia si. Me estaba montando como un semental y yo era su yegua. Ohhh como le sentía. Ya no me dolía, solo experimentaba el placer de ser su perra. Que gorda la sentía y que profunda me llegaba. Me tocaba partes muy íntimas de mi ser. Ahhhh, aquí venía otra vez, aaahhh, parecía que era imposible que cupiera de nuevo, pero otra vez abría el camino en mi recto. Pensar que estaba siendo follado por un hijo de puta me ponía a mil. Mi polla echaba chorros de líquido preseminal por el masajeo salvaje al que tenía sometida mi próstata. No podía más, era suyo, solo suyo, quería que me usase para su placer pero parecía que el solo quería romperme el culo.
– Siiii, siiii, fóllame, fóllame, hazme tuyo – Le dije con lágrimas en los ojos de puro placer y dolor – Por favor, fóllame, no pares, no pares. Hazme tuya…. – Si, lo dije en femenino, hazme tuya, porque en aquel momento yo no era un chaval, era su puta.
Pero desde luego que no iba a parar. Sus pesados huevos chocaban contra mi culo. Le había hecho correrse hacía un momento, de manera que iba a tardar en alcanzar el orgasmo. De alguna manera me había tocado ese punto especialmente sensible que se supone tenemos los hombres en el recto y unido a la sensación de dolor que me provocaba el ser tan estrecho, casi virgen, se unía un placer desconocido y salvaje por ser barrenado con esa herramienta de obrero macho. Sabía que no me vería en otra como esa, si me estaba follando aquel hombre era por la falta de mujeres que habían tenido durante tanto tiempo, de otra forma alguien como yo no podría haber aspirado a ser poseído por semejante semental.
Finalmente arrugó la cara con rabia y se empezó a correr muy adentro de mis intestinos. Yo no podía dejar de gemir y decirle – Siiii , siiiiii, ahhhh. Notaba cada chorro de lefa ardiendo que me metía dentro. Los conté, fueron cuatro trallazos los que sentí aunque seguramente fueron más. Otro , y otro más. Yo no podía dejar de gemir – Aaaa, siiii, aaaaahhhh , por favor, aaaaahhhh, gmmmm. Se vació en mi recto. Suponía que el de la visera lo estaba escuchando todo. El maduro gozaba con mi abuso. Fue sacando lentamente su polla todavía dura mientras un hilo de semen caía desde su glande entre mis nalgas. Después me dio unos golpes con la punta del nabo en el ano , me lo restregó por toda la enrojecida abertura recogiendo el semen que se hubiera podido escapar y me la volvió a meter entera .
El tío gruñó tumbado encima mío y se durmió con su polla metida en mi ano. Yo sonreí sabiendo que aquel rabo glorioso me había sometido a su voluntad, que yo había sido su hembra, y que ahora descansaba en mi.
Sin embargo la cosa no iba a quedar así. De repente aquellos hombres que habían pasado tanta abstinencia sexual habían descubierto que yo era una guarra y que no tenían por qué conformarse con una mamada cuando podían tener el completo. Si en un primer momento mi juventud les hizo resignarse a una mamada el tabú se había roto cuando me había violado aquel desconocido . Ver como me follaban en la noche les había vuelto locos , tenían hambre de sexo, querían carne , y si era joven mejor. El maduro se bajó de la litera y llegando hasta mi cama le empezó a empujar al cabrón que me poseía susurrándole…
– Eh!….Eh! Vamos, tu, déjame a mi, oye….
El otro gruñó. Se encontraba a gusto y no quería moverse.
– Vamos coño, hazte a un lado – Le decía en voz baja
Ahí nadie me preguntaba qué era lo que yo quería. El moreno barrenador se echó a un lado con desgana sacándomela. Pude notar cierto frescor en mi ano abierto y el semen resbalando hasta las sábanas. El viejo llamó al de la visera.
– Venga, vamos – Le decía
El de la visera se descolgó otra vez de su litera. Mientras, el gordo maduro ocupó su lugar encima mío. Yo ya no podía estar con el ano desocupado de manera que elevé el culo para acoger a este nuevo huésped. Recordé cachondo como se la tocaba mientras me la metían, ahora sería el el que me barrenase. Ahí estaba, en la entrada de mi enrojecido ano, aquel trozo de carne madura . Aquel hombre lleno de experiencia me la metió sin dificultad. Mmmmmm, esta era mucho más pequeña, pero también tenía lo suyo. Aquel hombretón, con su señora esperándole en casa y él ahí, tirándose a un jovenzuelo.
– Gmmmm mmmmm –
Yo gemía mientras movía mi culo y lo apretaba ordeñándole. No me dolía nada gracias a lo dilatado y lubricado de semen que lo tenía. En aquella habitación no se podía respirar, solo había rabo en el aire. Mi polla erecta se rozaba contra las sábanas dándome placer. El moreno recostado a nuestro lado me daba dedo para que lo chupara. Luego bajó a mi ano penetrado e intentó meterlo junto con la polla del maduro. Aquel desgraciado tenía mucho mundo. Los tres tuvimos que coordinarnos en esa difícil tarea, pero al final, un dedo suyo se alojaba en mi ano junto con la polla de mi fornicador. Aquel hombre gordo que yacía sobre mí gruñó de gusto. Ahora mi ano había multiplicado su estrechez y el placer que le daba.
– Oooohhh, siii… – Fue cuanto pude decir
Notaba su tripota sobre mi, pesada. El de la bisera se masturbaba lentamente de pie a nuestro lado esperando su momento.
Como pesaba ese hombre, olía a sudor de obra como todos los demás, pero era un sudor de maduro, el mejor que hay. Su sobaquera olía especialmente fuerte y me arrancaba oleadas de lujuria. No quería que se saliera nunca. En aquel momento sentía que podría vivir con aquel viejo metido en mi recto para siempre.
– Toc, toc- Llamaron a la puerta .
El moreno sacó su dedo
– ¿Qué cojones hacéis ahí adentro con tanto jaleo? – Preguntó una voz casi susurrando desde el pasillo.
Un compañero de cuadrilla al que habíamos despertado llamaba a ver qué ocurría. El moreno le dijo al bakala que abriese la puerta. Por la rendija de luz se asomó una peón de albañilería que quedó en profundo silencio cuando vio la escena: Un hombre de cincuenta y tantos años follándose a un crío por el culo mientras le sujetaba las manos al cabecero de la cama, con otro hombre tumbado a su lado con la polla fuera y otro más de pie masturbándose.
Aquel hombre gordo ni por un momento paró, ni siquiera miró quien estaba en la puerta, siguió empujando como un hijo de puta dentro de mis entrañas.
– Toño – le dijo el moreno – Al final del pasillo hay un carro, tráetelo, vamos.
El tal Toño estaba como ido, pero saliendo de su ensimismamiento atendió a las órdenes y fue a buscar ese carro cerrando la puerta.
El maduro me la seguía metiendo con ganas. Hubiese apostado que tenía hijos de mi edad ¿ Como me podía estar follando de esa forma ? Pero me daba igual, me gustaba tenerle dentro de mi, sentir su hombría, quedar empapado por esencia de hombre mayor. Los hombres maduros huelen de una forma distinta a los jóvenes, cuando te follan quedas impregnado de su ser. En esos momentos yo ya estaba inundado de él, y más teniendo en cuenta que venía de la obra y apestaba, había perdido mi propio olor corporal.
– Aaaaaagggggg aaaaaa – Aquel hombre se empezó a correr dentro de mi
Siiii, siiii, pensaba yo , préñame … así debe ser… Con un bufido se dejó caer pesado sobre mi espalda. Aun cuando él ya había eyaculado yo contraje los músculos de mi recto para ordeñarle hasta la última gota.
El tal Toño abrió la puerta. Traía un carrito con ruedas, de esos que se usan para poner y quitar las sábanas de los hoteles, solo que este estaba adaptado a los compartimentos de tren con literas y se asemejaba más a un cajón metálico. Lo habían dejado al fondo del vagón con algunas sábanas sucias de aquella mañana. Toño no venía solo, se traía a otro peón consigo.
– Vamos, ahora él – Dijo el moreno mirando al de la visera. – Ayudadme
El gordo se levantó pesadamente . Mi ano le echó de menos . Junto con el moreno me cogieron y me levantaron de la litera. Luego, con sus fuertes brazos me elevaron del suelo .Tenía a cada uno a un lado, en el centro del pasillo entre las literas. Mis brazos pasaron por encima de sus cuellos mientras ellos me cogían por la espalda y me levantaban las piernas dejando mi ano expuesto en el aire, a la altura de la cadera, ofreciéndome boca arriba al de la visera ,sin contacto con el suelo. Luego me posaron sobre la superficie lisa del carrito que tenía un par de sábanas sucias olvidadas del día anterior gracias a lo cual no pegué un respingo por el frío del metal. Si, ahora el de la visera, era la última polla que me faltaba.
Que bueno estaba, era todo un bakala, con la cadena al cuello, los gallumbos speedo, y ahora pude verle un tatuaje en el hombro muy cachondo. Pero al cabrón no conseguía verle la cara entre la oscuridad del cuarto y la gorra.
– Venga – Le dije con la respiración entrecortada
Mientras se la masajeaba para no perder la erección me la puso en la babeante entrada de mi ano y ¡Zas! Me la metió entera de un empujón
– Ay! Aaaaagmmm – Me quejé con gozosa satisfacción
Ahí la tenía, bien dentro. La polla que había comenzado todo , la que había desatado en mi toda la lujuria iba a terminarla. Mi polla erecta descansaba sobre mi vientre. Postrado bocarriba sobre el carrito aquellos tres hombres no me dejaban tocar el suelo mientras me tocaban los pezones, me masturbaban, me metían dedos en la boca. El bakala me cogió de la cadera llevando mi culo al borde de la tabla y me empezó a cabalgar bien.
– Siii, siii – Le decía yo – Por favor, déjame tus gallumbos, por favor
Dejó caer por sus rodillas aquellos speedo blancos y me los tiró en el pecho. Yo los cogí como pude y me los llevé a la cara, inspirando su aroma sudado ,su aroma de hombre ,mientras me barrenaba.
– Aaaaa, aaaaa – Me quejaba
Luego apenas saqué la lengua y los lamí por dentro. El tio seguía follándome ,sujetándome fuerte.
El otro par de hombres que habían aparecido en escena observaban mientras se acariciaban el cipote por encima del pantalón. Miraron a mis folladores como pidiendo permiso y ante su silencio entendieron que eran bienvenidos. Alguien corrió las cortinas , era mejor que nadie viese como un adolescente era follado en grupo , ni siquiera ellos mismos . Hay que entender que se trataba de hombres casados en algún caso, o con novia, todos heterosexuales con un momento de debilidad y les resultaba incómodo ser observados mientras se desfogaban .El compartimento quedó en casi completa oscuridad, no se veía prácticamente nada, solo unas formas humanas difusas , sin rostro. Así ellos se sintieron más cómodos para llevar a cabo sus perversiones sexuales.
Mi culo ya estaba al límite. Aquella noche habían sido cuatro pollas las que me habían metido y todavía me faltaban esos dos tipos que habían aparecido de pronto. Y el bakala no terminaba. La verdad que me habría casado con él en ese mismo momento del buen trabajo que me estaba haciendo.
Estos peones que acababan de entrar y al principio se sentían cohibidos por la follada en grupo pronto empezaron a tocarme los huevos, el pecho, a manosearme en definitiva y todo en la oscuridad. El bakala no terminaba. Era lógico, aquella noche se había corrido ya dos veces. Supongo que necesitaba un descanso y se salió de mi sin acabar, pero mi culo no quedó ocioso .Así, otro de aquellos hombres se colocó en posición. No pude verle , solo le sentí entre mis piernas. Sentí como ocupaba el lugar del bakala y cómo tanteaba a oscuras con su mano hasta encontrar la entrada de mi ano. Luego escuché su bragueta bajándose y a continuación su polla empujando.
– Gmmmm – Gemí al notar su miembro meterse.
La puerta volvió a abrirse. Alguien más entraba, pero no pude ver quienes eran ni cuantos. Poco a poco , en la penumbra , se fueron acercando hasta donde me follaban guiados por mis jadeos .Notaba la presencia de mucha más gente alrededor. En un momento dado eran muchas más las manos que me sujetaban , todas tanteando en la oscuridad. Unas me separaban las nalgas, otras me tocaban los huevos, una me bajaba la piel del pene, me lamían el bajo vientre, me masajeaban los pectorales, me mantenían sobre el carrito con las piernas elevadas , abiertas , y el culo expuesto.
Alguien me bajó la cabeza hacia atrás quedándome colgando. Delante de mi cara escuché el inconfundible sonido de otra bragueta bajándose. Unas manos toscas y ásperas buscaron mi cara, luego mis labios y me abrieron la boca con rudeza. Fuese quien fuese me metió una polla sucia en la boca. El sabor a orín era indescriptible, maravilloso. Aquel hombre me agarró de la cabeza y me la empezó a meter bien al fondo. En esa postura mi garganta quedó abierta y pudo metérmela entera hasta que mi nariz chocó con sus peludos huevos. No tuvo piedad. Agarrado como me tenía me folló la boca como si fuese un coño. Imagino que de hecho para él era solo eso, un sustituto de un coño que hacía tanto tiempo se le negaba.
Alguien se tragó mi polla. – ¡Gmmmmmm!- Fue cuanto pude decir con semejante polla en la garganta. ¿ Quien demonios era? Aquellos machos no comían pollas. Ooooohhhh, que gusto me daba. Mi atormentado culo, mi boca llena, mi polla trabajada, tocas aquellas manos sujetándome, manoseándome…
– Flap, flap, flap, flap…..
Podía sentir todas aquellas pollas fuera de sus braguetas masturbándose, volviendo el aire del cuartucho aun más irrespirable, esperando su turno, el momento en que me la pudiesen meter. Alargué la mano hasta la cabeza a mi mamador intentando saber cómo era. Sin llegar a verle pude notar la coronilla de pelo de un hombre maduro con calvicie. Bajé por su nuca hasta el cuello de su camisa desabrochada , luego sus hombros peludos . Seguí bajando como pude hasta su pecho y le acaricié los pezones, apretándoselos y jugando con ellos. Notaba su bigote raspándome el pene. Mi cabeza seguía inclinada hacia atrás mientras era follada. No veía nada. Aunque hubiese habido luz solo habría visto bocabajo una entrepierna peluda.
Mi follador de ano se empezó a correr sumando su semen al que ya rezumaba. Me metió una serie de embestidas que obligaron a los demás a sujetarme con más fuerza para no dejarme caer a la vez que provocaron que la polla del tío al que se la mamaba se me clavase bien al fondo. Oía sus jadeos en la oscuridad. El tipo que me penetraba la boca se la sacó y me la restregó por toda la cara para a continuación metérmela de nuevo. A la derecha de mi cabeza notaba a otro señor pajeándose esperando turno para que se la mamara .
Una vez se hubo corrido el tipo que me penetraba se la sacó de mi culo lubricado. Pude notar como forcejeaban entre ellos para ver quien me la metía a continuación. Sentí por lo menos un par de manos distintas manoseándome el ano y metiendo sus dedos . El ganador ocupó su lugar entre mis piernas buscando torpemente mi ano. Alargué mi mano hasta su rabo y lo puse en la entrada de mi recto . El tío empujó fuerte. Si, aquí venía, aquí venía, la notaba penetrándome. Era bastante larga pero fina. Terminó de metermela de un golpe de cadera y comenzó a bombear . Otro que no cataba mujer desde hacía tiempo. Aunque su polla estaba seca enseguida se lubrico con mis fluidos. Que bueno, que bien empujaba. Entre el revisor y el moreno me habían dilatado mucho y el resto de trancas me entraban bien. Pese a que me dolía porque seguía siendo muy estrecho el placer lo compensaba. He de decir que aunque entonces no lo sabía tengo un culo poco habitual, un garaje de pollas capaz de meterse los cipotes más grandes y recuperar el ritmo rápidamente.
Hubo un momento de claridad cuando la puerta se volvió a abrir y entró más gente, pero yo no pude ver nada en la posición en la que me encontraba.
El que me follaba la garganta aumentó el ritmo y se empezó a correr en mi boca. Yo me tragué cuanto pude aunque algo se me resbaló por la cara. Se la dejé limpia. Una vez me la sacó noté como el tío a la derecha de mi cabeza buscaba a tientas mi cara. Ocupó el sitio del otro obrero y mi húmeda lengua saboreó de golpe aquella nueva herramienta sudada.
El tío que me penetraba se corrió gimiendo y se salió. El que me la chupaba dejó de hacerlo al notar el hueco libre y ocupó su lugar . Noté como me pasaba un pañuelo por el ano limpiando aquel semen que rezumaba y después me la metió a saco cogiéndome por los muslos.
Aquellos hombres rudos se iban turnando para sujetarme pero nadie salía de la habitación, aunque se hubiesen corrido querían estar presentes durante todo el espectáculo.
El del bigote que me follaba me forzó más de la cuenta y yo di un respingo incorporándome. Le empujé por el pecho pero no se salió ni un ápice.
– ¡Sujetadle fuerte! – Ordenó una voz.
– Vamos, abridle bien – Distinguí que decía el del bigote. A sus órdenes unas manos invisibles me separaron más aun las nalgas para que no pudiera ofrecer resistencia.
Me obligaron a bajar la cabeza otra vez hacia atrás hasta que volví a meterme aquella polla en la boca. No podía parar de jadear, estaba empapado de mi propio sudor y del de los demás. Todos estaban en silencio, solo se oía sus jadeos y respiraciones, y sus pollas mientras se la meneaban.
Al rato el tío que me follaba se corrió echándose sobre mi. Jadeando todavía se salió apremiado por los demás.
Al principio todo estaba completamente oscuro y los primeros que habían entrado se movían tanteando, palpando con sus ásperas manos de obrero, pero era complicado saber qué estaba pasando, cuando le tocaba a otro su turno, y además los mirones querían ver cómo me follaban mientras se la tocaban . De esta forma se empezaron a encender los primeros mecheros en la penumbra. Aquellos fogonazos de luz que no duraban más de un segundo me ofrecieron imágenes que golpearon mi retina y mi cerebro. No sabía cuanta gente había ahí, pero si que estaba claro que había hombres que no pertenecían a la cuadrilla de obreros. No sabía cómo pero se había corrido la voz de que un niñato se la dejaba meter y habían acudido todos aquellos cabrones como lobos en una cacería.
Volvió la oscuridad. Otro hombre me la metió. La tenía gorda y llena de venas. No sabía quien era. Se corrieron en mi boca una vez más. Aprovechando que me habían liberado la cabeza me erguí como pude entre gemidos. Notaba la nueva polla gozosa y cañera. Otro mechero me mostró que su dueño era un viajero con traje y corbata , bien afeitado. Supuse que no había conseguido plaza en una litera y viajaría dormido en un banco y vestido de calle. A este tipo le recordaba del vagón cafetería durante la cena. Nuestras miradas se habían cruzado un par de veces y yo me había fijado en su entrepierna cuando todavía me estaba recuperando de la follada del revisor. Vi su alianza en el dedo mientras me sujetaba con fuerza. Todavía me dio tiempo a que nuestras miradas de lujuria se cruzasen antes de que volviese la oscuridad. Los que faltaban por metérmela eran los más interesados en que hubiese luz e insistían en encender los mecheros. El tipo se echó la corbata por encima del hombro para que no le molestase. Yo no pude por menos que desabrocharle los botones de la camisa y masajearle el pecho bien depilado, y masajearle los pezones. Mi joven culo aguantaba lo que le echasen. Se la sacó y se masturbó como si se fuese a correr sobre mi pecho pero yo le paré…
– No, dentro… – Le dije entre jadeos
Dicho y hecho. Me la metió a saco y se corrió como un macho en mis intestinos. Cuando se la sacó me dio un beso sucio mezclando su saliva con los restos de semen de los otros hombres. Luego dejó libre su lugar y se fue hacia la ventana , al lado de mi cabeza. Ahí me dio otro beso húmedo y me obligó a bajar hasta que pudo meterme su polla en la boca ,llena de semen propio y de los otros hombres. Se la limpié con gusto. Me habían follado tanto que aquello no sabía a mierda, en mi culo solo había semen. Cuando la tuvo morcillona no me la sacó de la boca, simplemente la dejó ahí mientras otro hombre ocupaba su sitio en mi culo. A este no le había visto, no sabía cómo era, pero noté su tripota sobre mis genitales cuando me la metió.
– Vamos, venga, rómpele el culo al maricón este – Oí que decían
– Menuda puta , mira como le gusta – Escuché de fondo.
Alargué mis brazos intentando saber cómo era. Toqué unas tetazas peludas a través de su camisa abierta y una tripota no menos velluda. Aquello me sonaba. Un mechero iluminó a aquel hombre y pude ver que era el jefe de obra de aquellos tipos. Que bueno estaba, con su barbaza, cervecero, haciéndome a mi lo que le habría hecho a tantas zorras en tantos burdeles de carretera. Me la metía a golpes lentos, acompasados, sin prisa. Me acariciaba el pecho, los muslos. Yo deseaba lamerle entero, su pecho, su nabo. En la oscuridad alargué la mano izquierda y le cogí de la base del pene mientras me penetraba para asegurarme de que no se saliera. Que gorda la tenía. Este fue el que me hizo gemir más, cuesta más metérselas por el grosor que por la longitud según mi experiencia.
Alguien cogió mi otra mano y la llevó hasta su polla para hacerse una paja, su mano sobre la mía. Con la izquierda me ocurrió lo mismo. De repente estaba masturbando a dos hombres a la vez. La luz intermitente no me permitió ver sus caras, pero uno parecía un peón, mientras que el otro no sabía de dónde había salido.
Alguien se empezó a correr en mi cara. Otra polla se estaba corriendo sobre mi pecho. Varios hombres me sujetaban en vilo pero ninguno era ni el moreno, ni el maduro barrigón ni el bakala. No sabía quien era toda esa gente.
El cabrón del jefe de obra se salió sin correrse dejando sitio a otro más.
Así pasaron dos hombres más por mi culo y mi boca. Ya no me follaban en condiciones, llevaban tanto tiempo esperando su turno tocándosela y llegaban tan calientes que solo les daba tiempo a metérmela un poco y a correrse. Sin embargo algunos repetían, en ocasiones dos veces en el culo , o culo y boca ,o dos veces boca. A ninguno le dio asco el semen o las babas de los demás. Estaban salidos.
Al siguiente le conocía. Era el bakala. Volvía a estar ahí. Había recuperado el aguante y tenía una erección de campeonato. Me la metió bombeándome. Le acaricié su culo duro duro, de gimnasio de barrio . Ahora pude verle la cara. Pelo cortado al uno, con patillas, afeitado. Tenía pinta de morboso cabrón. Menudo chulo putas .Me estuvo barrenando lo suficiente para correrse también. Esa era la leche que más deseaba, bueno, en realidad las deseaba todas.
Perdí la cuenta, nunca sabré cuantos hombres más pasaron por mi culo , mi boca y mis manos. Al final algunos salían a fumarse un cigarro al pasillo para entrar a continuación de nuevo. Poco a poco se fueron marchando según vieron cubiertas sus necesidades. Al final el carrito acabó volcado a un lado y me vi apoyado en la ventana con las piernas abiertas mientras los dos últimos desconocidos me follaban en la penumbra. Jamás sabré qué caras tenían. Grandes chorros de lefa escurrían por mis piernas hasta el suelo cuya moqueta había quedado empapada. Cuando el último terminó yo continué un rato en la misma postura por si alguien más deseaba usarme. Ya me daba igual. El viejo, el revisor, el violador de la litera, el moreno, el gordo maduro, el bakala y todos los demás, cada uno de ellos había ido abriendo una puerta de mi sexualidad hasta desbocarme mostrándome mi verdadero deseo reprimido .Descorrí las cortinas. Debían ser las tres de la mañana. Apenas entró algo más de luz. Me habían estado follando durante dos horas.
Me encontraba solo en el compartimento. Me imaginé que con ese jaleo mis compañeros de litera habrían decidido irse a otro lado a descansar. La puerta volvió a abrirse. No me giré para ver quien era, simplemente dejé que otra polla se metiera en mi culo. Todas me dolían, pero todas me daban placer . Este olía a tabaco y me estuvo metiendo su lengua en la oreja guarramente, frotándose contra mi con los pantalones caidos hasta los tobillos. Después se marchó como vino. Yo seguí con la misma posición ofreciéndome. La puerta se volvió a abrir y otra polla más entro en mi ansioso ano. Olía a aftershave . Su fuerte mano me masturbó .Cuando terminó otra polla distinta ocupó su lugar. No pensaba girarme , tenía lo que quería ,pero una punzada de curiosidad me hizo mirar. Se trataba de un hombrecillo medio calvo , con gafas, con aspecto de contable y de una edad respetable al que yo le podría sacar una cabeza de estatura. Me follaba a estilo perro puesto de puntillas, casi se colgaba de mi para encularme. En una situación normal jamás le habría dejado ni acercarse, pero después de tenerlo dentro le notaba bien rico y le dejé hacer. Dudé que algún hombre de ese vagón no hubiese pasado por mi ano aquella noche.
Otra vez se abrió la puerta. Vi al gordo cervecero, el jefe de obra, aquel osazo cañón entraba otra vez a por más. Se puso a nuestro lado observando. Tres hombres me volvían a acompañar .
El hombrecillo con pinta de contable se salió y me obligó a arrodillarme ante él . Estaba a punto de venirse y quería hacerlo en mi boca. Le miré de frente y me dio un morbo considerable .Estaba muy lejos de estar bueno, era precisamente su aspecto de hombre mundano lo que me puso cachondo . Su polla no se correspondía con su estatura. Tenía un glande grande y brillante, imaginé que muy rojo , ardiendo, y su tallo se ensanchaba considerablemente a la mitad para estrecharse otra vez en la base. Un hilo de líquido preseminal cayó en la moqueta frente a mi ,preludio de lo que iba a suceder. No pude por menos que acercarme y mamársela expectante. Su entrepierna olía a viejo y sudor del viaje. Le estaba comiendo la polla en condiciones cuando descargó abundantes chorros en mi boca. El tipo gemía como un berraco. Le acaricié su culo sobre el prieto pantalón de vestir que llevaba. El separaba las rodillas en el orgasmo y manejaba mi cabeza con sus manos.
– gmmmm, gmmmmm, aaaaahhhgmmmm siiiii, gmmmm
El otro tipo que había en la habitación , el del aftershave , simplemente miraba fijamente. Dudo que se conocieran entre ellos. Aquel hombre bajito se quedó en mi boca sin salirse mientras perdía la erección. Sin embargo no dejó que me la sacara. Me obligó a continuar chupándosela ya flácida.
– Sigue – me ordenó mientras le acariciaba el culo.
Debía llevar una talla menos porque aquel pantalón de vestir le estaba muy prieto y le hacía un culo redondo duro y cachondo para un hombre de su edad.
El me acariciaba la cara, el pelo, mientras se le ponía morcillona otra vez.
A continuación se desabrochó el cinturón dejando caer los pantalones hasta sus rodillas. Luego se bajó un poco unos calzoncillos de esos con forma de pantalón corto a rayas. Separó un poco las piernas.
– Chúpate un dedo – Me ordenó jadeante
No sabía qué quería pero le obedecí. Me chupé el índice y volví a mamarsela.
– Métemelo en el culo – Elevé la mirada asombrado
– Ya me has oído, métemelo en el culo – Su voz sonaba impaciente. Tenía echada la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados.
Separó sus piernas para hacerme sitio y con ambas manos separó sus nalgas como piedras. Yo metí mi mano por debajo de su sexo y le tanteé el ano.
-Vamos, vamos – me decía susurrando.
Comencé a meterle mi dedo.
Me sorprendió lo caliente, estrecho y peludo que era su ano. Me costaba avanzar.
– Más, más, méteme otro.
Obedeciendo me chupé otro dedo y se lo metí no sin dificultad. Grandes chorros de semen iban resbalando de mi ano al suelo .El tío empujaba y se separaba las nalgas . Su polla empezó a crecer en mi boca otra vez. Viendo el efecto que tenía mi actuación le metí un tercer dedo seco. Como jalaba el cabrón. Se desabrochó la camisa quedando desnudo de cintura para arriba. Tenía un pecho con algo de vello muy morboso .Su polla se volvió a poner durísima ante la mirada incrédula de los otros dos hombres.
– Agggg, siiii….. – Decía poniendo cara de esfuerzo – Vale, vale, para – gimió .
Me hizo sacarle los dedos y me arrodilló en una litera con el culo en alto . Ahí me tenía a una mejor altura y me la clavó durísima de una sola vez ¡Zas!
– Aaaaagg, aaaggg, – gozaba yo. Aquel era un placer que ya no esperaba de él. Que cabrón, se acababa de correr y volvía a por más.
Otra vez, zas, zas, zas, clavándomela en mi maltrecho ano.
– Tu – le dijo al otro tipo que tenía al lado .
El individuo se acercó a el y siguiendo sus instrucciones le metió un par de dedos en el culo mientras me follaba. Así él barrenaba mientras era barrenado. Se le puso durísima en mi ano al sentir ese doble placer. Yo mordía las sábanas de gusto. Aquel enano tenía una tranca gloriosa.
– Siii, siii, fóllame… – Le decía
Se empezó a correr de nuevo como un semental.
– Agggggg aaaaggg
Mi culo era un bebedero de patos. Se salió restregándosela por mis glúteos llenos de moratones. Con una mano bajó a mi entrepierna masajeándomela y comprobando mi erección .
– Vamos, ahora tu
¿ Qué estaba diciendo? Me apartó a un lado ocupando mi lugar, arrodillado sobre la litera e indicándome que le diese por culo. Yo ya no era virgen por detrás, pero si por delante. El tipo se abría las nalgas ofreciéndose y bien es cierto que yo estaba empalmado.
– ¿Qué pasa, no quieres ? Ven – me dijo, y me la chupó para lubricarme.
Luego se escupió en la mano y se la pasó por el ano metiéndose un par de dedos.
– Ya está, venga chaval– Me dijo cuando se notó preparado.
Me puse detrás suyo, apunté mi nabo a su orto y empujé con fuerza.
– Aggggg – Gruñó al notar el daño que le hacía con mi bien dotado rabo.
Grandes gotas de sudor caían por mi frente sobre su espalda. El también estaba empapado por el esfuerzo. Sin duda no era la primera vez que le penetraban pero hacía tiempo de aquello y estaba muy cerrado. Sus hombros peludos me ponían bruto.
-Venga chaval, dale bien por culo – Dijo el desconocido a mi lado con su polla fuera pajeándose. Luego me metió a mi también dos dedos igual que había hecho con el hombrecillo dándome un buen masaje rectal.
Me eché hacia delante y se la clavé entera.
– Aaaagggg hijo de puta – exclamó –
Le había hecho daño pero no paré.
Aquel culo era el infierno. Podía entender que todos quisieran follarme si se sentía eso. Estaba ardiendo y me apretaba el miembro de una forma brutal. El roce era intenso con las paredes de su ano pero yo empecé a moverme igual que todos aquellos hombres habían hecho conmigo, sin piedad ni miramientos. El me había dado por culo dos veces y me la iba a cobrar. Oooohh que estrecho era. Se la tenía metida hasta los riñones y el cabrón seguía jaleando el culo pidiendo guerra. Le empecé a bombear como un cabrón. El osazo se puso a mi otro lado acariciándome todo el cuerpo. De repente quería descargarme partiéndole el culo a ese enano pollón. Me puse frenético barrenándole pero el ya no dijo ni una sola palabra, apretó los dientes y aguantó como un profesional ya que volvía a estar cachondo según pude comprobar por su erección. Aquel señor era un titán del sexo. Esa era mi primera vez y le estaba gozando de fábula.
– Me voy a correr – Dije ente jadeos
– De eso nada – El osazo me sacó de un empujón de aquel culo que quedó ofrecido al aire. – Tu no te corres todavía
Los otros dos hombres miraron extrañados.
– Tu – Le dijo al tercer hombre – Fóllale
El enano pollón al ver el pedazo de hombre que lo ordenaba no quiso contradecirle. En ese momento necesitaba más que el aire que le follasen el ano, de manera que asintió con la cabeza y el otro vió su oportunidad , acercó su tranca a su recto metiéndosela de un solo empujón. Aquellos dos tipos no se conocían hacía media hora pero se estaban follando. El oso me retuvo mientras ellos dos fornicaban. Aquel tipo agarró el pene del hombrecillo y le masturbó mientras le cabalgaba. El oso me metía gordos dedos en el culo y besaba mi cuello
– ¿ Te gusta lo que ves? – me susurraba – ¿te gusta? – Yo asentía con la cabeza.
El hombrecillo se corrió una tercera vez sobre las sábanas de la litera mientras se lo follaban. Una vez descargó todo se quedó sin ganas de nada más, pero el otro quería terminar y no le dejó moverse.
– Déjame ya coño, para – Le decía con el culo en alto.
– Tu no te mueves de aquí hasta que acabe
Así el enano pollón tuvo que someterse a aquel hombre más grande y fuerte que él. Cuando no te has corrido puedes aguantar bien una penetración, pero si ya has llegado al orgasmo solo te queda sufrir el dolor de ser penetrado, y era lo que tocaba. Aquel señor que le enculaba me había dado a mi por atrás hacía media hora e iba a tardar bastante en correrse una segunda vez. El hombre con aspecto de contable se intentó zafar en un par de ocasiones pero le sujetó con fuerza. Le estaba dejando el culo hecho un desastre.
– Acaba joder – Le decía el otro sin resultado
Se lo folló cuanto quiso y finalmente se corrió en su estrecho culo con gustazo. Mi oso me sujetaba abrazado a mi por la espalda mientras asistía a la escena. Podía notar su erección en el pantalón abrochado.
Ninguno de aquellos dos individuos pertenecía a la cuadrilla de obreros, de hecho no creo ni que fuesen de nuestro vagón. Habían acabado follando sin proponérselo .
-Está bien, esto se acabó – Ordenó el osazo cachondo.
Aquellos hombres apenas tuvieron tiempo de arreglarse antes de salir al pasillo cogidos del cuello por el jefe de obra. Fuera estaban mis compañeros de literas fumándose un cigarro esperando a que todo terminase.
– Esto va a tarda muchachos, así que podéis fumaros otro .
– Claro jefe – dijeron riéndose
Cerró la puerta y echó el pestillo , luego se dirigió a mi. Ahí volvía a estar, con sus tetazas peludas, tu tripota, su barba, su camisa de leñador. Me arrinconó contra la ventana. Sudaba como un puerco, olía a macho de obra. Recordé que no había llegado a correrse cuando me la había metido, el tipo debía tener todavía la calentura y había esperado a que todos terminasen para poder tenerme solo para él . A solas sería distinto porque sabía que yo era una guarra y que podía hacerme lo que quisiera.
Me dio un beso con lengua increíble. Yo le acaricié su pecho velludo y le pellizqué los pezones. Que macho era. Luego otra vez. Nos estábamos comiendo la boca, la mía tenía restos de semen del enano pollón. Me parecía imposible que aquel pedazo de hombre me fuese a hacer suyo.
– Los demás van a esperar hasta que terminemos, así que tranquilo , hay tiempo.
Se quitó su camisa de leñador mostrándome en todo su esplendor su cuerpo cachondo. Luego levantó un codo y yo le chupé el sobaco húmedo y maravilloso. Luego me detuve en sus tetas, que tetas tenía. Las lamí con frenesí , las pellizqué, las chupé. Continué de una a otra mientras él mantenía los brazos tras la nuca. Luego pasé a su otro sobaco. Yo había perdido mi propio olor corporal para tener solo el que aquellos hombres me habían dejado. Abrazados nos volvimos a comer la boca. Luego bajé a su tripota peluda. La abracé, la chupé. Bajé más. Tenía abrochado el vaquero. Le lamí la bragueta sin bajársela. Anhelaba lo que guardaba. Le desabroché el cinturón con ansiedad, luego le quité el botón y luego le bajé la cremallera. Ante mi se encontraba aquella buena polla que me había gozado antes.
El cabrón estaba empalmado. Gordas venas surcaban su tallo caliente. Me la metió en la boca . Estábamos solos, era nuestro momento.
Le lamí su prepucio con toda la delicadeza del mundo. Luego le bajé el pellejo lentamente acariciándolo con mis labios.
– Desde que te vi esta tarde supe que eras una putita. Todos nos dimos cuenta de que llevabas el culo lleno de lefa – se rió. Sabíamos que ibas a acabar así , lo estuvimos comentando. No hacías mas que mirarnos las pollas .Nos pusiste cachondos a todos. No se puede jugar con las necesidades de los hombres. Vamos a secano demasiado tiempo y tu eres lo que necesitábamos… tu carne fresca, tu culo prieto… – Me decía mientras me acariciaba el pelo. – Mírate, pareces una chica en vez de un hombre. Eres tan joven. Eso es lo que nos gusta a los mayores, vuestra juventud …
Pues si a el le gustaba la juventud e inexperiencia a mi lo que me ponía bruto era un buen macho maduro que tomara las riendas, aunque era un tanto desconcertante que mi actitud en el tren hubiese sido tan evidente como para delatarme, pero daba igual porque había funcionado.
– Vamos a disfrutar ¿verdad que si?
Yo asentía con su pene en la boca. Luego le lamí los huevos.
Me cogió por debajo de los brazos y me levantó. Luego me besó por todo el cuello.
– Hace mucho tiempo que no estoy con una mujer – jadeaba – ¿ quieres ser tu mi mujer?
Si, claro que quería.
Me volvió a comer la boca mientras me metía dos dedos en el ano.
– ¿podrás?
– Ss.. si – dije tartamudeando de deseo
El osazo giró la cabeza hacia la puerta. Alguien intentaba entrar en el compartimento. Movían el picaporte infructuosamente. Sin duda había quien quería repetir, pero el show se había acabado para los demás.
– Tranquilo – me dijo – por esta noche ya solo serás mío
No es que no quisiera estar con ese macho, pero he de reconocer que no me habría importado dejar la puerta abierta para quien quisiera entrar. Habéis de entender que yo todavía no me había corrido. Estaba un tanto trastornado, sentía tanta lujuria y deseo que no controlaba mis actos.
– Quizás fuese mejor dejar la puerta abierta – le dije
– No – dijo sonriendo – eres para mi
Me volvió a besar. Luego me cogió en brazos y me llevó hasta una litera. Allí me dejó tumbado bocarriba.
– Esta vez va a ser sin prisas
Puso mis dos piernas en sus hombros. El no se había bajado los pantalones sino que solo los llevaba desabrochados.
Pese a todas las pollas que me habían metido ya seguía estando muy estrecho debido a que realmente aquel día había dejado de ser virgen. Además mi joven culo volvía una y otra vez a su ser inicial gracias a su elasticidad. Así, aquel jefe de obra se encontró con un culo encharcado pero estrecho.
– ¿estas listo?
– Si
Empezó la faena.
Lo increíble de aquel señor era su corpulencia que lo ocupaba todo. Mis rodillas cayeron a ambos lados de mi pecho. Apoyó su tripa gorda sobre mi y empezó a empujar.
– Aay!
– ¿Estás bien?
– Ssi, si, sigue…
Volvió a empujar
– Aaaa, aaaa – gemía yo , pero ya no me preguntó como me encontraba, bastante se notaba cómo me sentía porque notaba mi erección bajo su tripa.
– Aaaaa – volvía a gemir yo al notarle entrar. Ya la tenía dentro entera.
Era curioso lo rápido que se me cerraba el ano. Apenas habían pasado unos minutos sin que me follasen y ya volvía a dolerme como al principio.
– Aaaay – me quejé de nuevo, pero no paró
– ¿ Quieres ser mi mujercita? – Me volvió a preguntar jadeando
– Siii, siii,
Me metió otro empujón que me hizo ver las estrellas. Me había abierto de nuevo.
– Fóllame – le dije – fóllame
Otra vez tenía a un hombre dentro de mi. Debido a su gordura y el esfuerzo sudaba muchísimo, nuestros cuerpos habría resbalado de no ser por su vello abundante. Le tenía sobre mi, abriéndome. Que bueno estaba.
Alguien volvió a intentar entrar en el compartimento.
Le acaricié el pecho peludo que ansiaba. Se recostó sobre mi completamente aplastándome y bombeó bien fuerte. La litera rechinaba como una condenada.
– Aaaagg, aaag, gemía yo , otra vez soportando su enorme peso de macho – Como te siento, aaaa, te siento aaaaa
Estaba espatarrado. El me cogió y me empezó a mover debajo suyo para aumentar el ritmo de la follada. Yo le abrazaba y le manoseaba su fuerte espalda sudada, sus brazos, sus nalgas …
– Méteme un dedo en el culo – Me dijo
– ¿ Como?
– Vamos, ya sabes como se hace, métemelo – me ordenaba – pero no te lo chupes, métemelo seco…
Seco iba a costar mucho más, el roce iba a ser mayor, pero si era lo que quería, de acuerdo. Para estar tan gordo tenía el culo pequeño . Era el típico culo de maduro barrigón . Busqué su ano bajo el vaquero ya que solo se había desabrochado la bragueta. Comencé con un dedo.
– Grrrmmm , sigue….
Le metí otro . Dos dedos a la vez. Pero costaba muchísimo. Me di cuenta de que aquel hombre era virgen por atrás.
– ¿ qué pasa, por qué paras? – me dijo jadeando en mi oido
– No , nada – Le dije mientras notaba su pene frotándose en mi ano
Le metí los dos dedos. Era muy estrecho pero estaba consiguiendo arrancarle una erección de campeonato que se veía transformada en una enculada muy dura.
– Me estás destrozando – le dije
– Ya queda poco – gruñó – meteme otro dedo…
Así hice. Mi tercer dedo costó todavía más. El se bajó un poco los pantalones para ayudarme. Pensar que los hombres de su cuadrilla esperaban fuera para entrar a dormir era desconcertante. Sabían perfectamente que su jefe me estaba follando ahí adentro.
– Me voy a correr gmmm
– Si cariño, córrete , córrete en mi ano…
– No , todavía no…
Sorpresivamente se salió de mi y se levantó. Que planta tenía, que macho era. Luego se bajó los pantalones por encima de las rodillas y se colocó a cuatro patas en el mismo lugar en el que habían enculado al enano pollón .
– Chúpamelo
Me quedé mirándole asombrado
– Que te he dicho que me lo chupes joder – Volvió a ordenar
Yo me bajé de la litera con el recto dolorido y me acerqué arrodillado a su culo. Aquel pozo peludo estaba limpio pero sudado y olía a hombre, olía a ano, y se me puso una erección de campeonato. Que dulce aroma. Se me entrecortaba la respiración con mi nariz allí enterrada de la excitación.
– Dame lengua, vamos
Saqué un poco mi lengua. Sabía a ano, no se como describirlo pero me pareció maravilloso. Terminé de sacarla y le metí el primer lametón. Tenía muchos pelos y me los tuve que sacar de la boca. Luego aparté los que pude a cada lado y volví a enterrar mis labios en aquel manjar. Le volví a dar lengua, qué dulce, que aroma, cada mano en un cachete. Luego empecé el trabajo en serio, me volví loco lamiéndole, dándole gusto, un pedazo beso negro. El se masturbaba. Saqué mi larga y afilada lengua y se la metí por el ano lo que pude. Luego le trabajé con varios dedos arrancándole quejidos de goce.
– Méteme tres, venga
Yo obedecía. Le estaba dilatando igual que aquella mañana el viejo me había dilatado a mi y no estaba siendo precisamente muy delicado, se los estaba metiendo a presión, bien metidos. Si era su primera vez aquella era la forma.
– Agggg
se quejaba
– Para, para – me dijo – para
Estaba jadeando como un animal . Imaginé que le había hecho daño y que quería que lo dejase.
Giró su cabeza hacia mi.
– Vamos, métemela
No sabía si le había entendido bien, aquel era un macho obrero y era virgen por el ano, y yo solo era un crío …
– Qué cojones no entiendes – me dijo enfadado – He dicho que me folles hostias
Ahora estaban bien claras las instrucciones. Las sienes me palpitaban. Era eso, por eso ese cabrón quería que estuviésemos solos. Quería que me lo follase sin que nadie le viera, quería la polla de un jovencito taladrándole, tan macho y tan maricón. Desde luego su cuadrilla no podía enterarse de aquello. Me pregunté si aquel deseo le había surgido mientras observaba como me follaban o venía de antes. Imaginé también que para aquel hombre resultaba menos deshonroso ser penetrado por un jovencito que por un señor hecho y derecho .Pero daba igual, iba a desvirgar a aquel macho, y ese macho me iba a desvirgar a mi.
Empujó su culo hacia atrás donde yo le esperaba. Apunté con mi nardo y empecé a presionar. Imposible, era muy estrecho.
– No te pares, sigue intentándolo – me ordenaba
Recordé como me habían violado en la litera, como me habían follado cuando me sujetaban en el carrito y como me la habían metido todos aquellos cabrones. Me iba a vengar, le iba a romper el culo. Creo que jamás he empujado con tan mala hostia. El tío berreaba de dolor pero no se apartaba. Me dolía muchísimo la polla con aquella presión y aquel roce, él debía estar pasándolo mal pero continuaba con el culo ofrecido.
– Te voy a romper cabrón – Le dije
– Si, venga, fóllame, fóllame – me decía
De repente yo era el macho taladrador . Le cogí de los hombros y se la metí hasta la base.
– Aggggg – dijo en un grito ahogado
Ahora que la tenía enterrada era mío, yo le dominaba. Su polla se movía erecta y bamboleante soltando grandes cantidades de líquido preseminal sobre la litera, mis cojones llenos golpeándole en cada bombeo.
– ¿Quién es ahora la puta? – Le preguntaba, pero el no respondía
Me empecé a mover como todos esos hombres habían hecho conmigo, sin atender a súplicas o lloros, pero él tampoco me pedía que parase, aguantando el dolor como un hombre.
La lujuria tomó el mando. Quería follármelo ya, follármelo sin miramientos, estaba harto de preliminares. Le cogí con una mano por la cadera y con la otra por el hombro dándole un ritmo salvaje. El tipo no hacía más que quejarse con lastimeros sollozos, pero seguía empalmado.
– ¿Duele cabrón? ¿Duele? – Le preguntaba
Ooooo, que estrecho era, como me rozaba, era el infierno.
– Aaaaaaagggg aaaaaaaaaaaggg mmmmaaaaagg
El mamón se estaba corriendo sin tocarse. Esta era la mía, durante el orgasmo todo vale, se pueden hacer las cosas más dolorosas sin que se quejen. Agarrándole fuertemente por la cadera le metí un ritmo de metralleta capaz de acabar con el ano más preparado hasta conseguir rápidamente mi propio orgasmo.
– Aaaaaa aaaagggg – me quejé
Me estaba corriendo en su ano virgen mientras él hacía lo mismo sobre la litera. Nadie antes le había metido tal lechazo en los intestinos como yo lo hacía en ese momento. Estaba marcando mi territorio, ese hombre era mío y no paré hasta que la última gota salió de mis huevos. Cuando me la saqué él se la empezó a tocar para sacarse también su última gota de lefa. Ambos acabábamos de dejar de ser vírgenes, yo por delante y él por detrás.
– Eres increible– le dije
El giró su cabeza que hasta entonces había estado enterrada entre sus hombros. Estaba sonriendo. Se sentó sobre la litera y buscando un trozo seco se limpió mi semen con las sábanas. Luego se levantó y me dio un besazo.
– Escúchame puta – me dijo sin dejar de sonreír con una mueca malvada – si se lo cuentas a alguien te mataré . ¿Lo has entendido?
– Si – asentí asombrado ante el cambio.
– Bien. Ahora esos hombres van a entrar a dormir, si sueltas una sola palabra no saldrás vivo de este tren ¿ Está claro?
– Si, está claro, no diré nada.
– Eso espero por tu bien
Se subió los pantalones y abrió la puerta.
– Muchachos, es una perra de lujo. Yo ya he terminado. Vosotros descansad que mañana tenemos trabajo.
– Claro jefe – decían
Mis tres compañeros de litera volvieron a entrar y cerraron con pestillo para que nadie nos molestase más durante la noche. Esta vez si iban a dormir.
Yo me recosté sobre mi litera sin poder mirarles de la vergüenza. Mi culo todavía chorreaba la lefa de los numerosos hombres que por allí habían pasado, incluyendo ellos. Me habían follado tantos hombres unos detrás de otros que no sabía bien que había pasado. En un día había pasado de ser virgen a ser una puta. Me había comido de todo y había hecho de todo. La moqueta estaba empapada. Por fin alguien abrió la ventana y entró algo de aire fresco…
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Me quedé tumbado una hora más o menos esperando a que los hombres de aquella habitación se durmieran. Después busqué mis pantalones, cogí mi maleta y sigilosamente salí del compartimento. Me dolía el culo un montón pero a la vez estaba satisfecho de mi actuación, auque no podría repetirlo en ese momento. Me fui al otro extremo del tren, no quería encontrarme a nadie cuando amaneciese. Me metí en el baño y me limpié todo lo que pude. El tren llegaba a las 10 a su destino. Busqué un compartimento de asientos y allí esperé a que que pasase el tiempo, incluso conseguí dar una cabezada.
Quedaba una hora para llegar a la ciudad cuando me dispuse a desayunar. No quise acudir al vagón cafetería donde me podría encontrar con esos machos , de manera que preferí comerme mi sándwich en un hueco al lado de la puerta de salida, de esos que se encuentran entre vagón y vagón y tienen los baños comunes. Me crucé con un par de hombres pero no pude decir si me habían follado aquella noche o no. Había terminado de comer y miraba por la ventana cuando la puerta se abrió y entró un hombre. Se me cortó el aliento, era el revisor. Se me quedó mirando de arriba abajo unos instantes angustiosos. Entonces se metió en el baño. Yo estaba paralizado. Pude escuchar su meada a todo chorro porque no había cerrado la puerta . Sin embargo cuando terminó me di cuenta de que permanecía demasiado tiempo dentro. La curiosidad mató al gato se suele decir, y a mi se me podría aplicar perfectamente. Di unos pequeños pasos hasta que me asomé por la puerta. Lo primero que vi fue su fuerte espalda uniformada ya que el váter se encontraba justo enfrente de la puerta. El notó mi presencia y se giró lentamente. Hacía como si se la sacudiese, pero en realidad se la estaba magreando. Qué cabrón, aun morcillona qué grande la tenía. Le colgaba pendulona e hipnótica. La tarde anterior ese señor me había violado pero no pudo metérmela entera de lo gorda que la tenía. Aun en mis años venideros pocas pollas tan grandes he vuelto a ver, y no he sido un santo precisamente.
Se giró completamente hasta quedar frente a mi. Seguía tocándosela. Avancé dos pasos hasta meterme en el baño con él. Cerré la puerta con cerrojo y me arrodillé frente a su entrepierna. Simplemente estaba loco, porque eso era una locura después de lo mal que me lo había hecho pasar.
– Eres una golfa – me dijo
Yo simplemente asentí con la cabeza y me la metí en la boca. Mmmmm, que delicia. Aun flácida tenía que separar mucho los labios para que cupiera. Rápidamente eso aumentó de tamaño, y vaya si aumentó. Volvía a tener ante mi la polla que me había dado tanto tormento. No podía cerrar la mano cuando la agarraba, era gruesa como la muñeca de mi brazo. Me imaginé a todas las mujeres que habría forzado con eso y lo sentí por ellas, aunque en ese momento yo quería ser una más. Solo podía meterme el glande en la boca, de manera que recorría con mi lengua bajando y subiendo todo su mástil. El tío echó la cabeza hacia atrás gozando. Yo le bajaba y subía la piel con fuerza. Así estuvimos un rato, comiéndole los huevos, besándole las ingles, y chupando su hombría. De repente me dijo:
– Espera, quiero que me comas el culo
Yo me quedé muy sorprendido, pero él ya se estaba girando y bajando los pantalones. Ante mi estaba un culo muy peludo y musculado. Con sus dos manos se lo abría para que pudiese acceder mejor con mi lengua a su ano.
Era difícil verle el ano con la cantidad de vello que tenía en las nalgas y la raja. Casi temblando acerqué mi cara y olí. Era un culo limpio, sin mierda vamos, pero llevaba sin lavar un par de días con lo que mis sentidos pudieron percibir una mezcla absolutamente sexual de sudor y ano de macho. Acerqué más mi nariz hasta meterla de lleno en su raja , entre su vello, y respiré profundamente. Una bofetada del mismo olor pero muchísimo más intenso colapsó mis fosas nasales. Aquello era increíblemente cachondo, estaba como una perra en celo. Saqué mi lengua todo lo que pude y tomé contacto con su vello. Lamí de arriba abajo. Ahora que su vello rizado y oscuro estaba mojado pude apartarlo mejor y dejar al descubierto en todo su esplendor su ano. Que ano más caliente pensé. Acerqué mi lengua y lo saboreé. Estaba delicioso. Junté mis labios y lo besé, no se merecía menos. Luego se lo comí entero. Fue mi segunda comida de ano y me esforcé todo lo que pude. Le metía la lengua picuda lo más que podía mientras él me ayudaba forzando el ano hacia fuera, abriéndolo para mi. Cuando eso ocurría podía sentir claramente el calor infernal de sus entrañas en mi lengua. Necesitaba más, de manera que yo también le ayudé a separar sus nalgas con mis manos. Quería quedarme a vivir ahí, quería poder disfrutar de ese aroma dulzón el resto de mi vida. Otra vez lo lamía y succionaba y lo volvía a lamer metiendo lo más que podía mi lengua rápida. El me ayudaba empujando otra vez.
Se me ocurrió algo, algo que lo podía estropear todo porque ese hombre era un hombre de verdad y se podría molestar, pero debía intentarlo. Me mojé los dedos y le metí uno en el culo. El gruñó pero no se apartó. Parecía que me dejaba. Se lo metí algo más y volvió a gruñir, pero a cambio volvió a empujar su ano hacia fuera ofreciéndome la posibilidad de meter mis dos dedos índices. Ahí hice presa y le separé las paredes del ano. Me estaba empezando a marear de lo excitado que estaba. Ante mi su caverna ardiendo se ofrecía para ser calmada con mi saliva. La naturaleza es sabia y me dotó de una lengua bastante larga, de manera que no lo desaproveché y la hundí en su agujero lo más que pude. El tipo volvió a gruñir. Por favor que se deje, pensaba, por favor, por favor, lo necesito. Tuve suerte y no se movió, con lo cual pude hacerle una profunda comida de culo metiendo y sacando mi lengua , lamiéndole las paredes más externas de su ano. Jamás ningún alimento me supo mejor.
El tipo mientras se la machacaba. Cuando pensó que ya era suficiente comida de culo se giró y me puso otra vez la polla en la cara. Así se la estuve comiendo como 5 minutos más . Entonces me dijo:
– Ve voy a correr y quiero que te lo tragues. Abre la boca.
Estaba loco si pensaba que yo tenía otros planes. Arrodillado me hizo inclinar la cabeza hacia atrás y mantener la boca abierta. Me empezó a soltar trayazos de lefa en la cara y en la lengua. Me soltó los últimos borbotones directamente en la campanilla. Mi cara, su polla , su mano ,estaban manchadas.
– Traga – Me dijo
Cerrando los ojos cerré la boca y tragué. No pude evitar lamerme los labios también con deleite. Luego le limpié la polla con mi lengua y lamí su mano entera, metiéndome sus dedos a veces tres juntos. Se subió los pantalones. Yo seguía arrodillado. Cogió un boleto de tren de su chaqueta y un bolígrafo. Y apuntó algo.
– Eres una puta de campeonato. Una vez a la semana hago noche en la costa. Si quieres que repitamos esto búscame en la garita de la estación terminal el viernes próximo de seis a ocho.
Todo lo había escrito en ese papel que me dio para que no se me olvidara. A continuación quitó el seguro y se marchó. Yo me quedé en el baño mirándome la cara llena de lefa en el espejo. Cogí con mis dedos ese preciado líquido viscoso y lo lamí como si fuese su propia polla. Estábamos llegando a la estación. Me arreglé todo lo que pude y fui a por mi maleta. Estaba en la costa.
Que locura de relato! Que rico! Me ha vuelto loco!
Ya quisiera yo eso