Vicioso de los camioneros III
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por PanchoHard.
Quisiera antes que nada agradecerles por leer mi historia, que se está escrita en relatos largos. A veces cuando los releo me pareciera que son muy morbosos en sus detalles, pero es así como soy, como los recuerdo y como los gocé. Mil disculpas si me excedo, lo hago con “la mejor intención”, ustedes saben, jaja. Me doy cuenta también por sus comentarios que uso algo de jerga local, trataré de “traducirlo” y si no lo logro, pues me avisan!.
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Estaba absorto esperando mi bus recordando lo que acababa de hacer, me había dejado culear por un gordo viejo y descuidado, un total desconocido, en un sitio de mierda y lo había disfrutado, me partió el culo y no me arrepentía, me tragué su leche y me hizo dar arcadas pero lo haría otra vez sin dudarlo. Pensaba en todo eso cuando se me acerca otra vez José. Sobrino, me dice acá mi compadre Alfonso que él y su hermano se están yendo para Lima y te pueden llevar sin problema. Yo me quedé callado sin mirarlo, el gordo se me acercó al oido y me dijo: Anda con él que ya sabe todo, seguro que la vas a pasar bien. Qué!? dije yo, no me jodas, ya me tengo que ir y estoy hecho mierda, tu sabes, insistí en voz baja. No te preocupes sobrino anda con el Negro y después me cuentas. En ese momento el Negro se acercó sonriente y decidido, vamos sobrino, me dijo, estás con suerte, nosotros te llevamos a Lima. Me abrazó como para darme confianza. No piensen que era un negro de película porno ni mucho menos. Era un tipo un poco más alto que José, también gordo y más desaliñado, le faltaba un diente y era moreno pero no negro como le decían. José se despidió, me sonrió y se fue. Yo me quedé sin saber qué hacer y pero si sabiendo lo que pasaría si me iba con Alfonso. En ese momento se acercó el hermano de Alfonso, era un tipo flaco, más alto y viejo y feo que el propio Alfonso, pensé que tendría casi 60 años! Ruperto, dijo el negro, te presento al nuevo sobrino del gordo. Hola sobrino me dijo este Ruperto y me dio la mano mirándome fijamente a los ojos y sin soltarme. Me sonrojé. Listo, vamos por un par de chelitas (cervecitas) heladas antes de irnos dijo el negro y empezaron a caminar, los 2 olían a licor y tenían esa mueca de quién está alegrón por el trago. No sé, no estoy seguro, la verdad que quiero ya ir a Lima, les dije tratando de cortarla. Jaja, no te preocupes sobrino que en el bus te ibas a demorar más insistió. Sobrino?, ese era mi nuevo nombre?, empecé a caminar con resignación rodeado por estos 2 señores mayores, me sentía imposibilitado, incapaz de reusarme, de escaparme no sé por qué. Nos fuimos a uno de estos Kioskos pero en la zona más alejada, era el último Koisko abierto, al costado había uno cerrado. Pidieron 2 cervezas grandes (en Lima son de 650ml) que compartimos con un solo vaso. Nos pusimos al lado del Kiosko donde la luz no llegaba, en el pasillo que se formaba entre los 2 kioskos.
Estaba oscuro, olía a orines y había papeles tirados por el piso. Yo estaba de espaldas contra el Kiosko y ellos me rodeaban, sentí ganas de salir corriendo pero estaba como petrificado, las piernas simplemente no me respondían, de verdad tenía miedo de que me metan más pinga. Me sirvieron un vaso full de cerveza, tomamos 2 rondas con un solo vaso casi sin hablar y con un poco de apuro. Luego ya se soltó la conversación, hablaban entre ellos, me contaban de sus viajes, de la carga y de sus anécdotas. Pidieron 2 botellas más, yo ya me sentía con los ojos chispeantes y bastante acalorado. El tema subió de tono rápidamente, me empezaron a hablar de cómo buscaban diversión en las paradas, sobre todo con chibolos dispuestos, que eran experimentados en cabritos, de cómo les gustaba mamar culos, y que les mamen la pinga. Ya veía que ellos se agarraban la pinga por debajo del pantalón, no pude evitar que la mía también se parara a tope, me la acomodé ya casi sin disimulo. 2 cervezas más y ya me sentía mareado cuando empezó el interrogatorio más directo, me preguntaron de donde venía, que cuantos años tenía, que si tenía hermanos, que como había conocido al gordo. Ni bien les contesté esto último Alfonso se me acercó un poco más. Escúchame sobrino, nosotros y el gordo tenemos los mismos gustos, yo creo que nos podemos llevar muy bien, tu qué opinas? No sé, le dije mirando el suelo, no creo que deba, ustedes son 2 y son bastante mayores que yo… Ni te preocupes dijo Ruperto pegándose a mí, te vamos a tratar con cariño, nos gusta hacer todo “en familia” y me apretó el culo fuerte mientras sentí su pinga ya dura pegarse a mi pierna. Me sonrojé pero no podía zafar, creo que tampoco quería. Sobrino, insistió el negro, me contó el gordo que hoy le demostraste que eres muy aplicado, de verdad? No sé qué le habrá contado su amigo el gordo Sr. Alfonso, traté de esquivar débilmente. Jaja, primero no me digas Sr. Alfonso, dime Negro no más.
El Gordo no me va a mentir y me dijo que eres tan aplicado que le aguantaste la pieza por todos lados, tienes que ser bien goloso para comerte esa pinga sobrino, el gordo no la tendrá larga pero la tiene bien gruesa… Me quedé mudo, pensaba que si les daba una mamada fuerte y los hacía terminar podía evitar que me den por el culo… Ya pues sobrino, hagamos una cosa, danos una pequeña demostración, solo para no quedarnos con las ganas, que dices? Yo seguía mudo Solo una buena chupada insistió, y se bajó el cierre y se sacó la pinga. Mira sobrino, ya está parada… La miré de reojo, casi sin querer. Era una pinga negra, nada monstruosa, de buen largo y grosor parecía normal. El la sacudía y me miraba. No era circunciso, se notaba una capucha que terminaba en punta, pero lo más notorio es que no era una pinga recta, estaba como doblada hacia abajo. La tienes doblada le dije… No te preocupes sobrino, igual funciona bien, ven, dale una probada para que te asegures y agarró mi mano y la puso en su pinga. No sé, ya es tarde le dije mientras se la corría suavemente, la cabeza no aparecía pero se notaba gruesa bajo la capucha. Ya no le sacaba la vista de encima, es que nos pueden ver… Tranquilo que aquí nadie se molesta, aparte que Ruperto tapa todo. Me puso la mano en el hombro y me empujó hacia abajo. No me hice de rogar más, me tomé la cerveza y le di el vaso a Ruperto mientras me agaché a chuparle la pinga al negro.
Nunca había tenido cerca una pinga con prepucio ni una pinga negra. La lamí un poco para saborearla, me la metí a la boca un par de veces medio desesperado. El negro me paró, sacó la pinga y me dijo que se la lama de arriba abajo, bien lamida insistió. Eso hice, chupeteé el tronco de arriba abajo haciéndolo brillar mientras lo masturbaba, ya la tenía bien parada pero la cabeza casi no asomaba. Olía fuerte pero no me incomodaba, yo seguía chupando ese tronco a todo lo largo, lamiéndolo y jugando. Uufff, que rica boquita sobrino, ya chúpala, métela toda, métela… La levanté, apunté, abrí y tragué sin dudar. Me metí un buen pedazo, y empecé con el vaivén, mete y saca esa pinga partida, me comía toda la parte doblada y me tocaba la entrada de la garganta. Se la chupaba con la boca bien apretada mientras lo masturbaba, sentía como la cabeza caliente se liberaba y yo no la soltaba, la lamía por los bordes y la chupeteaba y me la volvía a meter, era una pinga jugosa, sabrosa. La verdad que estaba disfrutando sin problemas, no era como la pinga del gordo que era tan difícil de tragar. Esta aunque era un poco más larga si me la podía comer. Me la empujaba y la sentía tocar mi garganta, empujaba un poco y me la clavaba más al fondo. Estaba concentrado en lo que hacía cuando Ruperto me puso la pinga en la cara. Miré de reojo solo vi un tronco negro. Levanté la vista y vi a Ruperto con cara de arrecho sobándome la pinga en toda la cara. Me acomodé de cuclillas y cogí una pinga en cada mano. La de Ruperto era un poco más gruesa y larga, tampoco era circunciso, media cabeza asomaba por la punta, la tenía un poco torcida a la derecha. Me empujé su pinga, chupé 2 o 3 veces, lo masturbé y apreté y me la tragué otra vez. El me movió la cabeza con sus manotas varias veces y la sacó de golpe, apenas respiré y Alfonso ya me estaba metiendo la suya, que rico que es chupar pinga pensaba. Me tuvieron de pinga en pinga sin parar, me la sobaban por toda la cara, por los ojos, por las orejas, siempre con un tronco atravesado en la boca, estaba con la cara llena de saliva y el intenso olor y sabor a pichula.
Después de un rato ya no aguantaba más las piernas, y me levanté. Ya me cansé les dije, me duelen las piernas, además tanta sacudida de cabeza hizo que se me subiera un poco más la cerveza. Vamos al camión, dijo Ruperto. Durante toda la corta caminata no pararon de manosearme el culo, de decirme que era un cabrito sabroso, que me iban a cachar bien rico. Llegamos a su camión que era bastante más grande y se veía más antiguo que el del gordo, con una cabina bien amplia. Antes de subir los 3 orinamos aún con la pinga parada. La cerveza me tenía totalmente desinhibido y lanzado. Ya apúrate sobrino que estamos arrechos gritó Alfonso. Abrieron la puerta del copiloto, se subió el Negro, subí yo y al final Ruperto. El asiento no era corrido como el del gordo sino que estaba partido. Estaba el sitio del piloto que era como una butaca y separado el resto del asiento donde entraban 3 personas más con las justas. Yo me quedé quieto y ellos de inmediato se bajaron el pantalón hasta los tobillos y se recostaron en el asiento como para estar más cómodos. Mientras se desabrochaban la camisa yo me saqué el short y el calzoncillo casi de inmediato y quedé sentado en zapatillas con la pinga parada en medio de estos negros cincuentones pero bien arrechos. Les agarré la pinga a ambos, los pelos eran bien rizados y se notaban las canas, estaba verdaderamente arrecho por pichula mientras los masturbaba, quería que me hagan de todo con esas pingas chuecas que me parecían sabrosas y no sabía por cual empezar. Todo rastro de temor, de reserva, había desaparecido, me habría metido esas pingas al culo de inmediato si me lo pedían. Quería pinga! Ruperto tomó control, ponte en cuatro patas sobrino y chúpale la pinga a mi hermano, que a mí me gusta comer culo. Sin dudarlo lo hice. Quedé en 4 y agachado a lo largo del asiento, con las piernas ligeramente dobladas y la cadera retrocedida. Que me coman otra vez el culo mientras yo chupaba pinga, perfecto. Ni bien agarré la pinga y apunté para chuparla Ruperto ya me estaba abriendo las nalgas como para verme bien el ano. Agarre duro la pinga de Alfonso y la empecé a chupar con ganas.
La masturbaba y le bajaba el prepucio y me morboseaba con la cabeza, le enrollaba la lengua, la succionaba y me la empujaba. Tranquilo carajo decía Alfonso mientras abría las piernas y me empujaba la cabeza. Yo salivaba y me atoraba un poco pero me la comía con fuerza, no paraba, no la sacaba. Ruperto me chupaba las nalgas, decía que tenía un culo buenazo, duro y redondo, nuevecito, que el gordo me había reventado y me había dejado irritado, mientras me hablaba me lamía y chupaba a lo largo de toda la raya, de arriba abajo. Yo chupaba con entrega la pinga de Alfonso y Ruperto me comía el culo de manera espectacular. No tardó en chupetearme el ano y meterme la lengua. Suave y con dedicación me comía el culo haciéndome gemir con solo la punta de la lengua, empecé a contraer y dilatar el ano, estaba gozando. Agarré ritmo con la pichula de Alfonso, se la chupaba completa de arriba a abajo, la lamía y la chupeteaba, me dediqué a sus bolas y otra vez al tronco y a esa cabeza deliciosa. Tranquilamente le estaba dando una mamada buenaza, sin apuro, a pura entrega. Me gustaba su pinga y le estaba dando como chupete, succionaba y lameteaba sin parar. Que rico me la chupas sobrino, sigue así, tenía razón el gordo carajo, sigue así, dale más decía el negro. Mientras tanto Ruperto me apretaba las nalgas y las abría y me olfateaba y me lamía y le decía a su hermano no te imaginas el culo que tiene este pendejo.
De tanto meterme lengua ya sentía mi culo dilatado y abierto. Ya no me resistía, sabía que cuando me metan la pinga iba a doler pero me iba a gustar, estos tíos eran unos maestros y me guiaban como querían. En eso estaba cuando Ruperto me metió un dedo. Me estremecí. Ten cuidado, le dije, el gordo me rompió el culo, me raspa tu dedo. Y seguí mamando, lamiendo ese tronco sabroso y masturbándolo, mi mano estaba llena de saliva. Sin decir palabra Ruperto retomó el amase y la lamida. Me amasaba el culo, las 2 nalgas las apretaba con arrechura y me lamía el ano suavemente, con bastante saliva. Poco a poco me fui relajando y disfrutando, el ardor estaba ahí pero era totalmente soportable. Hasta que mi culo empezó a latir. El ano se me abría y cerraba al contacto con su lengua, retrocedía las caderas y él tenía la cara zambullida en mi culo, más parecía que era mi culo el que se lo comía, latía y entraba más y más. Sentí que me comían vivo, que me desfondaba x el culo, no podía aguantar y gruñía duro. Su lengua me recorría hasta el fondo, me ensalivaba y no paraba, era un maestro este negro. Cada vez que sacaba la lengua me abría el culo con las manos y volvía a comérmelo y me dilataba más y más, todo a punta de lengua y volvía a abrirme, como para evaluar si ya estaba listo. Yo chupaba con todo la pinga de Alfonso que estaba durísima y el gozaba pero en total control, por más que el sabor a semen era fuerte no iba a eyacular y yo tenía la mandíbula adormecida. Me tuvo un rato más mamando, diciéndome que qué rico chivito que era, que la mamaba con gusto, que buen cabrito se habían conseguido, que iba a ser su sobrino preferido, que siga mamando, me empotraba su pichula y hundía mi cara en sus pelos, lo hacía rápido, con furia y yo me dejaba, otra vez lagrimeando y moqueando de la atorada pero totalmente entregado. Estaba sobre-excitado y descontrolado. Finalmente Ruperto salió del fondo de mi culo, me sentí chorrear. Este culo está listo para lo que sea dijo saboreándose. En ese momento como que aterricé nuevamente y me senté limpiándome la boca y secándome la cara de saliva y lágrimas, tosí. Yo también me sentía listo para lo que sea. Ruperto me quitó el polo de un tirón, me hizo girar y terminé otra vez en 4 pero ahora con la pinga de Ruperto frente a mí.
Métele pichula Negro, culéatelo bien que yo me he ganado una buena chupada dijo Ruperto mientras apoyaba su espalda en la puerta y abría las piernas mostrándome su tronco largo y recto. Vamos sobrino, devuélvele el favor a tu tío Ruperto dijo el viejo. Agarré su tronco de la base y empecé a lamer, Alfonso se acomodó detrás de mí, me agarró de las caderas y dijo, que rico culo carajo, bien redondo, bien cachable, y lo cacheteaba y sobaba su pinga a lo largo de la raya, la sentía caliente y dura. Y ese hueco lo has dejado abierto y chorreando…ufff…uff, déjame comerlo un poquito, asi, mmm, así.. Yo lo sentía comerme el ano y solo gemía con la boca llena de pichula. La masturbaba y me la metía hasta la mitad, me sentía feliz con esos viejos. Alfonso me escupió varias veces el ano y casi de inmediato apoyó la cabeza de su pichula, sentí la punta de la capucha correrse hacia atrás mientras me penetraba. Ruperto me había preparado perfecto a punta de lengua, sentí que la pichula de Alfonso se deslizó casi sin problema, fácil me metió media pinga a la primera. Por instinto ajusté y el gimió y yo también pero sin llegar a soltar la pichula de Ruperto. Asiiiii, dijo Alfonso dejándome la pinga quieta, cómo para que me acomode. Yo estaba arrecho y desatado, no necesitaba relajar más el ano, solito me moví adelante y atrás mientras él me abría las nalgas con las manos. Cómo pude me saqué la pinga de Ruperto y le dije bien claro, cáchame bien Negro, métemela toda en el culo carajo…. No terminé de decir la frase y ya me la estaba enterrando. Entró a fondo hasta que sentí sus pelos chocar con mi culo. Se revolvió como palanca al fondo cogiéndome de las caderas para que no me salga, me tuvo clavado a fondo y después empezó el bombeo.
Entraba y salía largo y parejo, sentía la cabeza chocando al fondo y saliendo casi completa para volver a enterrarse, ahhhh me hizo gemir duro mientras Ruperto me empujaba la cabeza hacia abajo. Empecé a devorar pichula casi completa, a lamerla, chorreaba saliva por montones, y otra vez a atorarme, y otra vez las arcadas, Ruperto me puso una mano en la garganta y me sentí recto con su pinga y me fui a fondo. En ese momento el ritmo fue frenético, Alfonso me culeaba con fuerza, sus bolas rebotaban en mi cuerpo, mis nalgas levantadas sonaban plaff, plaff, sentía su pinga que me partía delicioso, me mataba y me quemaba por dentro y Ruperto no paraba de atorarme con su pichula oscura y cabezona haciéndome saltar saliva y mocos. Ese ritmo se me hizo interminable, pensaba que me iba a volver loco de tanta pichula que me daban, por momentos me sacaba la pinga de la boca solo para pedir que me cache, que me meta más pinga, mas, mas, dame por el culo, mas, mas. Los 3 sudábamos montones, yo solito me movía con fuerza clavándome, por lo menos 15 minutos de bombeo parejo y fuerte, un polvazo. Ya me toca, me toca carajo! dijo Ruperto. Casi de inmediato Alfonso la sacó del fondo de mi culo. Me levanté medio mareado y Ruperto me hizo girar para cacharme. Di la vuelta y así en cuatro pero bien agachado mirando ahora a Alfonso Ruperto me la clavó de una, no hubo resistencia, solo un pequeño ajustón de ano y otra vez a culear. Sentí que la pinga de Ruperto se deslizaba completita, de un sentón terminé apoyado en su pubis con el tronco empotrado, sentí esa cabeza que llegaba un poco más al fondo, casi como que al límite, solté un gemido profundo. El me balanceaba suave, haciendo que su pinga resbale completita de entrada y salida.
Alfonso me puso la pinga en la boca, tragué sin pensar y me la metí con todos mis jugos. Quise salir pero Alfonso no me dejó y me la empujó más haciendo que me clave de nuevo a fondo la pinga de Ruperto en el culo. Estaba claro que ellos controlaban y yo solo a disfrutar y colaborar, no a decir que no. Me las clavaron completas y sin escapatoria. Alfonso que estaba como arrodillado y recostado hacia atrás me empezó a bombear la boca agarrándome de la cabeza. Toda su pinga estaba expuesta y mi cabeza subía y bajaba con violencia hasta que chocaba con su cuerpo. Fueron 4 o 5 de esas atoradas profundas y su pichula se hinchó violentamente. Empezó a latir y a llenarme de leche mientras el gemía. Los chorros bajaban directo por mi garganta, yo tragaba como podía hasta que por fin me la pude sacar. Respiré mientras seguía tragando lo que encontraba, su semen era espeso, bien caliente y abundante, no era amargo pero si fuerte, empalagoso, yo tragaba con esmero y Ruperto me seguía bombeando, era una locura que no paraba, yo tragaba, lamía, resoplaba, tosía pero no soltaba mi presa. Ruperto me bombeaba profundo y parejo, con sus manos me movía en círculos como abriéndome el culo, la sacaba y metía solo la cabeza haciendo que mi culo de todo tipo de ruidos, parecía que jugaba conmigo mientras yo lamía mi chupete. Después de un rato y ya con la pinga morcillona, Alfonso se sentó en la butaca del piloto y salió del camión dejándome solo con Ruperto. Ahora eres solo mío sobrinito, me levantó y me echó boca arriba. Me miró un rato como deleitándose de mi cuerpo sudado, me levantó las piernas bien abiertas y me dijo que las agarrara de atrás de las rodillas. Quedé totalmente expuesto. Se escupió en la mano y se masturbó mirándome el culo, vi su pinga brillar y la cabeza afuera de su capucha. Yo hace rato que quería que me la vuelva a meter.
Me puso las piernas casi en sus hombros, me abrió las nalgas con sus manos y me apoyó la punta en el culo. La sentí dura y caliente y obviamente entró a la primera. Se fue hasta el fondo. Auu, le dije, despacio, mucho, auuu, mucha pinga, cuidado, en esa pose se sentía más profunda la penetrada, no aguantaba. Ya tranquilo, no te muevas, quieto. Muy adentro, sácala un poco, suave, mucha pinga me quejaba. Él también se quedó quieto, yo sentía su cabeza adentro bien atorada. Que rico culo sobrino, aprieta, así, aprieta fuerte me decía. Yo tenía encima a ese negro velludo, panzón, que casi no me dejaba respirar y que me tenía las piernas al aire y me estaba clavando firme y sin parar. No lo conocía, recién lo había visto hace 1 hora y ya lo tenía en mi poto, que tal arrechura. Empecé a moverme despacito, poco a poco y a apretarle el culo con mis manos, a empujarlo hacia mí. El reaccionó de inmediato y empezó el vaivén. Saca y mete, saca y mete su tronco bien lubricado, lo sentía largo entrando y saliendo, sentía claramente la forma de su pinga golpeando mi culo por dentro.
Ya mi ano estaba entregado, y el empezó a darme profundo, duro y parejo. Unas bombeadas más y estaba a fondo ahora sin problema, sus bolas rebotaban en mi culo, sus pelos rozaban mis bolas y yo a la vez que gemía agghhh, agghhh,,,aghhh,,,empujaba para que entre más, que golpee al fondo, ahí, al fondo. Estábamos ya sudando, resbalando su cuerpo con el mío, me tenía cogido de los pelos y me cachaba con movimientos medio circulares y profundos, haciendo que mi ano explote en ruidos. Yo me movía como loco, me ardía pero gozaba, sentía que me revolvía todo por dentro, empecé a latir, me latía la pinga, me latía el culo, sentía que yo estaba a punto de eyacular, solito buscaba que me meta más pinga y apretaba el ano, el gozaba y me decía así sobrino, así sobrino, y me seguía clavando sin soltarme la cabeza, me estaba matando a punta de pichula y empecé a eyacular, carajo que grité de placer, grité casi desesperado, eyaculé fuerte 2, 3, 4 chorros mientras él me seguía martillando, veía su pinga aparecer totalmente lubricada del fondo de mi culo, con sus pelos mojados de sudor y de jugos, la veía salir y entrar completita, yo ya había eyaculado pero él seguía, mi pinga estaba todavía parada y latía con semen chorreando, yo temblaba y el seguía dándome más, a buen ritmo, sin parar, no sé cómo aguantó con la apretada de culo que di, pero ahí estaba el cachándome y cachándome y yo empezaba a desesperarme, movía la cabeza de lado a lado, sentía que no aguantaba más, el ano me ardía y el no paraba de cacharme.
Empecé a golpearle los brazos, a pedirle que me suelte, que pare, que no aguantaba más, ya para por favor le decía, ya para, no aguanto más, ya para le rogaba… Eso sobrino, así, sigue, no importa si te revienta el culo, sigue tirando con tu tío Ruperto, así, aguanta, eso, y seguía dándome, yo apretaba y trataba de aguantarme las ganas y el no paraba. Déjate ir sobrino, deja que te reviente el culo, suéltalo no más, explota sin miedo, así…eso, así ves, ufff, que rico…Yo me descontrolé, no aguante más, se me aflojó todo y sentí que el culo se me chorreaba, se salía, gritaba desesperado y Ruperto me bombeaba y mi culo salpicaba, él se clavaba y me atoraba el culo y la sacaba completa y la metía de aire hasta el fondo. Yo me dejé ir por completo, mi culo pujaba hacia afuera con fuerza y él me lo arrastraba salida y lo empujaba de entrada. Me agarré la pinga otra vez y me masturbé como loco, eyaculé otra vez, casi sin semen pero con mucho placer, con descontrol y pujando fuerte por el culo sin medirme, su tronco hinchado a mas no poder me seguía perforando, ya estaba por reventar, unas bombeadas más y la sacó completa, se la agarró con fuerza y se masturbó sobre mí, vi su cabeza salida y bien hinchada, empezó a salpicar por todos lados, me dio en la cara, el pecho, el pelo, la barriga, varios chorros espesos y mucha gotas me empaparon completo y el gemía como un animal, muy violento.
Mis piernas cayeron y sentía que el culo me chorreaba y estaba abierto, lo sentía vacío y latiendo. Los 2 gruñíamos, yo tosía de la agitación y sollozaba de dolor y placer. Me sentía hervir, todo me quemaba. Él se echó sobre mí y sentí su barriga aplastándome y su pinga quemando junto a la mía, no podía respirar. Se levantó ligeramente y masturbó las 2 pingas con su mano, estaban empapadas de su semen y del mío, de sudor y de los jugos de mi culo, las sobó juntas un rato y me la volvió a meter. Entró por completo hasta el fondo, ya no estaba tan dura pero igual la sentí a fondo. Me sobaba con una mano esparciendo todo el semen y nuestro sudor, era una masa. Me sentía totalmente exhausto y relajado, con el moviéndose suavemente dentro de mí. Que rico sobrino, ahora si sabes lo que es culear, dejar que te explote el culo a punta de pichula….ufff…es el mejor placer del mundo… Después de un buen rato Ruperto salió de mi culo y se sentó exhausto, cogió un rollo de papel higiénico y empezamos a limpiarnos, a secarnos el sudor, el semen. Yo trataba de cerrar las piernas y levantarme, estaba medio mareado de tanta pichula que me dieron. Hay que salir para ventilar el camión que huele a mierda, dijo. Abrió las ventanas y la puerta, botó todo el PH fuera de la cabina y salió con el pantalón a medio abrochar y la camisa abierta. Baja sobrino, no te quedes adentro. Bajé rápido y así calato con mi ropa en la mano me fui a la parte trasera del camión, sentí que me iba a chorrear.
Me agaché y expulsé con fuerza mientras orinaba. Seguía con el culo abierto, me quedé de cuclillas un buen rato expulsando lo que hubiera. Finalmente regresé al camión y me vestí para poder irnos. Al rato el negro se me acerca. Y que tal sobrino cómo estás?, Adolorido y mareado le respondí. La pasamos rico no?, y me apretó el culo. Si estuvo bueno, todavía siento el culo abierto, ya nos vamos?. Hay un problema sobrino, hablé con la compañía en Lima y no pueden recibir la carga hasta las 8 de la mañana, creo que nos quedamos a dormir acá no más y arrancamos a las 5 de la mañana. Ni cagando, le dije, no quedamos en eso, quedamos en que íbamos ahora a Lima. Caballero pues sobrino, no tengo donde estar en Lima. Entonces me voy en bus no más… Tas jodido sobrino, ya hace rato que pasó el último bus. Quédate tranquilo, dormimos en el camión. Aparte que te puede pasar?, no te voy a violar no?, jajaja. Ruperto se despidió, dijo que se iba a dormir a la casa de una prima que estaba en Bujama, un pequeño pueblo/balneario que quedaba al otro lado de la carretera. Era la 1 de la mañana cuando nos dormimos incómodos en el camión.
A las 5:30 am me desperté con el ruido del motor antes de empezar el viaje. Bajamos a mear, yo tenía dolor de cabeza y de estómago y de culo y de piernas. Sentía que apestaba. Volví a evacuar, seguía sangrando por el culo. Llegó Ruperto y el manejó, por fin enrumbamos. Empezamos a conversar y a recordar la jornada de sexo. No paraban de hablar de mi culo, que les gustaba y que teníamos que volvernos a ver y yo aceptaba, que como me metían la pinga a fondo por todos lados y yo aguantaba, les respondía un poco con inocencia que había estado bueno, que si me gustaría repetirlo. Alfonso se terminó arrechando y se bajó el pantalón, chúpamela sobrino, vamos chúpamela dijo medio desesperado mostrándome su pinga parada. Sin dudarlo me agaché y me puse a mamar en plena carretera. Su pinga olía a semen, a sudor y a mi culo. No me disgustó para nada. Definitivamente su pinga me gustaba, se la mamé como él quiso, me comí sus bolas como él quiso y finalmente se masturbó dentro de mi boca y me tomé su leche como él quiso, no salió mucho pero yo feliz. Intercambiamos celulares y finalmente me bajé por el puente de la Av. Benavides donde tomé el primer taxi que pasó, llegué a mi casa, ya todos se habían ido a trabajar. Me bañé a conciencia y me acosté. No podía creer la locura de tirarme a 3 viejos camioneros hasta que me explotara el culo. Que rico. Me quedé profundamente dormido pensando que faltaban 4 días para el jueves.
Qué caliente salió este muchacho!!