Vicioso de los Camioneros IV
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por PanchoHard.
Vicioso de los camioneros IV
Todo ese lunes no hice más que dormir, ir al baño, dormir, bañarme. Sentía que el olor a sexo, a pichula no desaparecía, lo tenía impregnado en todo mi cuerpo, casi me asfixiaba.
De solo recordar lo que había hecho me daba un remordimiento grande, sentía ganas de llorar, de quejarme, de retroceder el tiempo para no hacerlo. Como pude ser tan cojudo de acostarme con 3 tipos?, como me arriesgué?, en que momento me volví tan chivo?. Me violaron?, no, no me violaron, yo me entregué solito. Probé pichula después de tantos años y no me pude controlar. Recordaba con cólera pero al rato ya estaba con la pinga tiesa y masturbándome una y otra vez. Ese lunes me habré masturbado 4 o 5 veces, casi sin semen pero seguía, la pinga me dolía pero seguía. Y el dolor de culo y de barriga era intenso. Me habían martillado el culo y estaba pagando las consecuencias, y otra vez a bañarme tratando de “limpiarme” pero era imposible. No era mi cuerpo, mi mente estaba manchada y no sabía qué hacer.
Llegó la noche, solo salí de mi cuarto para comer diciendo que estaba medio enfermo. Tomé pastillas para el dolor y finalmente me dormí.
El martes salí a montar bicicleta, estuve todo el día fuera en casa de un amigo jugando play tratando de distraerme. Montar bicicleta fue difícil, el ano todavía me dolía.
Estuve bastante distraído, la pasé bien, pero poco antes de regresar a mi casa recibí un mensaje de texto. Era el negro Alfonso, el de la pinga doblada. “Hola sobrino, no te olvides, el jueves nos vemos, no falles”.
Puta madre, solo leer el mensaje y se me vino todo a la mente, de inmediato sentí que otra vez olía a pichula, a semen, me asusté. Me puse pálido y me fui al baño. Le contesté temblando “ no se si pueda, estoy enfermo”.
Me lavé la cara pero no podía evitar los recuerdos, se me venían las imágenes sin parar. Me acordaba de los negros viejos, no del gordo. Me acordaba de sus pingas negras, de lo rico que los chupé, de cómo me explotó el culo.
Salí del baño con la cara lavada y la pinga parada tratando de disimular.
Me despedí y ni bien me subía a mi bicicleta otra vez un texto “no te pases sobrino, NO PUEDES FALTAR”.
Puta madre, la pinga ya me dolía de lo dura y ya el culo me picaba intensamente, me revolvía en mi asiento pensando qué mierda hacer. Sabía que no debía volver a hacerlo, simplemente debía desaparecer, pero la arrechura me ganaba, quería que me metan la pinga EN ESE PRECISO MOMENTO, no lo podía evitar, puta madre. “Voy a tratar de ir” le contesté.
Aceleré la pedaleada y al poco rato otro mensaje. “Ok, te espero” y una foto, su pinga parada y con la cabeza expuesta. Puta madre, llegué a mi casa sudando del esfuerzo y de los nervios. Me fui directo a la ducha, me masturbé con furia, me metí dedos al culo, estaba desesperado por sexo y no sabía cómo librarme. Que me meto?, que me meto al culo?, miraba alrededor del baño y vi el desatorador, de esos antiguos con mango de madera. A la mierda pensé. No era muy grueso pero si largo. Saqué un condón de mi billetera y de manera desesperada se lo puse, estire completo el condón y lo chupé, lo escupí, y me lo empujé en el culo casi de inmediato. Así bajo la ducha caliente me empujé ese mango tieso, me dolió pero a la mierda, empujé más y me lo mandé hasta el fondo. A la mierda que estaba profundo, mete y saca haciéndome tiras el culo pero sin parar. Lo fijé a la pared y me lo clavé otra vez, agachado y con las rodillas dobladas, no pare de bombearme el culo hasta que llegué al final del condón, literalmente empalado, sufría de dolor de lo profundo, era un hincón fortísimo, pero no importaba, lo sacaba lo más que podía y otra vez a empujármelo, solo me acordaba de Alfonso y Ruperto y el sexo salvaje que me daban. Tenía la pinga dura y el poto lleno, eyaculé rápido y violento, apretando el culo en ese palo forrado…uufff…
Ya en mi cuarto me sentía relajado, con el culo un poco adolorido pero cada vez más convencido de que el jueves tenía que ir, y de que me tenía que conseguir algo con forma de pichula para masturbarme en mi casa.
Todos esos días no paré de masturbarme, 3 o 4 veces al día. Me metía los dedos al culo solo con un poco de saliva, 2 dedos bien al fondo, me revolvía el culo y con la otra mano me masturbaba, estaba como obsesionado, desatado con la idea de culear.
El miércoles me volvió a mandar mensajes de texto, diciéndome que quería meterme la pichula, que no falle, que me iban a culear durísimo. Yo solo en mi cuarto me revolvía de ganas, le contestaba que si iba a ir, que quería su pichula, que se la quería chupar, que si quería que me revienten el culo. Le terminé mandando fotos, fotos de mi ano abierto, irritado. Era una cosa de locos.
El jueves me preparé a conciencia para culear.
Con verdadero esmero me puse 2 enemas y me limpié a fondo, inclusive me afeite los vellos púbicos. Era un putito totalmente depilado, limpiecito e impecable que iba destino a revolcarse con 2 viejos seguramente borrachos y morbosos y esa idea me ponía loco.
Me dijeron que llegara a eso de las 7pm que ya estaba oscuro, ellos iban a estar en los kioskos esperándome.
Otra vez inventé una excusa para no ir con mis amigos y tomé mi bus directo a mi destino. A veces me sentía como ganado yendo al matadero, pero me daba cuenta de que la sonrisa que tenía en la cara y la erección abajo del buzo eran señal clara de que quería hacerlo. Las ideas y las imágenes no paraban, recordaba olores, sabores, dolores… estaba obsesionado.
A mitad de camino le mandé un mensaje al Negro “ya estoy en camino, llego en 40 min máximo”.
“Vente al kiosko de la gorda, aquí te esperamos”
Me bajé en el paradero y llegué al kiosko de la gorda. Me vieron llegar y no me sacaban los ojos de encima. La fórmula del polo blanco bien pegado y con las mangas cortadas, un buzo gris claro cortado más arriba de media pierna, sin medias y zapatillas negras altas sueltas no fallaba. Una mochila para llevar la ropa de cambio, y botella de agua en la mano.
Cuando los vi noté que eran bien viejos, feos, mal vestidos, desaliñados. Eso me hizo sonreír y sonrojarme un poco, no comprendía como había terminado entregándoles mi culo de 16 años bien cuidadito a estos viejos, pero que rico que cachaban. Sus pingas eran tan feas como ellos, pero que bien las usaban, me gustaban esos rabos.
Se acercó Ruperto (el más viejo) a paso firme, me abrazó como si fuera un amigo y me llevó atrás del Kiosko. Sin decirme una palabra me metió un beso goloso con mucha lengua, parecía que me comía vivo mientras me apachurraba el culo. Fueron solo 30 segundos muy intensos pero me estremecí de pies a cabeza, de inmediato me aferré a su pinga, me manoseo completo, la erección me dolía, estaba muy arrecho por pinga. Me soltó de golpe y me dijo “ni te imaginas lo que te espera”.
Yo no le soltaba la pinga dura bajo sus pantalones y lo miré como suplicando.
A la mierda, voltéate rápido, rápido!, dudé un segundo y el insistió, rápido carajo!
Me volteé y me bajó el buzo solo por atrás para que salte mi culo. Yo estaba con las piernas medio dobladas y me abrí el culo, se lo entregaba así bañadito, depilado y a secas. Sentí que me lanzó un buen escupitajo y casi de inmediato ya su pinga estaba apuntando.
Ábrete bien y con mi mano derecha separé una nalga, bien abierto carajo! me ordenó. Me abrí bien las nalgas con las 2 manos y apreté los labios….aaaahhhhh…me la empujó sin piedad. Me atrapó de la cadera y empujó otra vez más y me puso la otra mano en la boca.
Fue brutal.
Sentí que me había partido, era un fierro que me rasgaba al fondo, me saltaron lágrimas y quería gritar y zafar pero era imposible. Se movió de arriba abajo como “palanqueando” varias veces y sin parar empezó el mete y saca. Como me dolía, se me doblaban las piernas, me estaba destrozando.
Escupió otra vez y otra vez, y me bombeó un par de veces más, profundas como estocadas, yo lloraba y no podía gritar con su mano en la boca, apenas podía respirar, sentía que me iba.
Llamó a su hermano, Alfonso!, ven al toque, apúrate!
Alfonso apareció y me vio con los ojos llorosos y empalado con el culo al aire.
Ven culéatelo, Alfonso dudó, ven culéatelo huevón que te pasa!.
Alfonso se acercó sacándose la pinga ya a medio parar.
No te muevas me dijo Ruperto, quietecito carajo! Y me sacó la pinga de golpe, por fin sacó la mano y pude respirar, exhalé y gemí por aire.
Ya ven negro, métele la pichula. Y sentí la pinga de Alfonso empujando. Ponle saliva alcancé a pedir. Sentí otro escupitajo y me empujaron la pinga, asumí que era la de Alfonso.
Tenía el culo en llamas pero me quedé quietecito con las piernas medio dobladas, los mocos se me salían como las lágrimas. Alfonso me decía así está bien sobrino, quietecito que es tu bienvenida, tu culo tiene que estar siempre listo decía Ruperto, tu vienes a comer pinga, así que a comer pinga sobrinito, sin quejarse.
Alfonso me estaba cachando rico, me dolía pero no me daba tan duro como su hermano que me abría el culo a 2 manos para que me la meta bien.
Va a venir gente!, les decía, quietecito no más huevón no te muevas que te estamos culeando.
Ya arrímate ordenó Ruperto, me toca otra vez. Y me la metió bien ensalivada. Entró fácil, dolió pero ya sentía los ojos desorbitados de placer, estaba empezando a sudar y a colaborar con cada penetrada.
Cuando volteé a ver qué pasaba estaban los 2 viejos parados uno a cada lado y me la metían medio doblada, veía sus pingas negras fuera del pantalón y mi culo blanco y redondo. Empezaron a turnarse. Me la metía Ruperto, 3 o 4 estocadas profundas, con la pinga doblada y la sacaba como destapándome y de inmediato me la metía Alfonso y lo mismo, pinga doblada dura y caliente y mete y saca 3, 4 veces, y cambio de pichula. Era la gloria, pero las piernas no me daban más y temblaba, sentía me iba a caer. Me duelen las piernas, ya no aguanto les decía.
Espera, aguanta sobrino.
Empezaron a alternar metidas, salía uno y entraba el otro, 1 metida de media pinga cada uno. Sentía el culo en flor, me metían dedos, 2 dedos y me abrían el ano y me metían pinga con los dedos adentro. Empecé a gemir duro, sudaba y gemía y de repente sin aviso me soltaron de golpe. Grité y caí de rodillas al suelo. Gemía y sollozaba sin saber que me pasaba, sentía que todo mi cuerpo hervía.
Me ayudaron a levantarme, vístete sobrino, que eso fue para calentar. Vamos por una cerveza y se fueron al frente del kiosko.
Me subí el buzo como pude, tenía la pinga paradísima y el culo me latía sin control, estaba excitadísimo.
Vi que había 2 tipos meando a unos metros que seguro habían visto algo del show y me miraban con los ojos abiertos, y además el chibolo del kiosko había visto todo por la puerta de atrás.
Me vestí y caminé como pude a darles el alcance mientras me secaba lágrimas y me sonaba la nariz. Me ofrecieron una cerveza bien helada que me tomé sin parar.
Ya estás más tranquilo sobrino?, me dijo Ruperto.
No le dije, estoy sudando y me late el culo, eres una mierda.
Es solo para que te imagines lo que te espera, si vienes loquito por pichula, pichula vas a tener, sobrino. Tomamos unas cervezas más y nos vamos al camión que hoy no paramos hasta el amanecer agregó y me pasó otro vaso.
Me acababan de destrozar el culo sin dilatar y con solo saliva, quería molestarme, irme, pero la sonrisa no me la quitaba nadie. Los miraba con la pinga todavía parada bajo sus pantalones viejos y quería más. Eran las 8 de la noche y me decían que me iban a culear hasta el amanecer?, si tienen casi 60 años, aguantarán?, podré culear tantas horas?
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