Víctor C
El primer trío nunca se olvida, especialmente si uno de los participantes es tu familiar.
Desde aquella excitante tarde, Iván y yo aprovechábamos cualquier oportunidad para quitarnos la calentura. Cuando su esposa salía de casa, mandaba a su hijo a la tienda para que pudiera mamarle la verga a gusto; en ocasiones se la mamaba en el baño mientras dejaba a mi alumno resolviendo ejercicios. Aprendí a controlar mis movimientos y cada vez tragaba más. Como recompensa, además de su leche espesa y calientita, Iván me daba sus bóxeres y calcetines sucios para llevármelos a casa y olerlos mientras me masturbara.
Sin embargo, era difícil que pudiéramos coger en su casa. Aunque yo insistía en que podríamos tener un rapidín, Iván decía que no bastaban unos minutos para satisfacerlo. A él le gustaba metérmela duro hasta dejarme preñado. Además ¿cómo podría explicarle a su familia que ambos estuviéramos sudando, llevando ese característico hedor a sexo? Por ello, acordamos reunirnos en un hotel alejado siempre que él tuviera un tiempo disponible. Generalmente era al mediodía, cuando él terminaba de llevar algún pedido y yo estaba en la escuela. No me importaba faltar a clases, su verga era adictiva y yo moría por volver a sentirla dentro cada vez que la sacaba. Con cada encuentro, resultaba más fácil aguantar e Iván estaba complacido. Una vez dijo «Hemos cogido ya varias veces y sigues apretando como el primer día. Me encanta que siempre quieras más. Cualquier hombre estaría feliz contigo porque eres una puta insaciable. Siempre serás mía, sin importar con cuantos te acuestes». Ninguno de los dos tenía remordimiento, a fin de cuentas, solo era algo carnal.
Cuando le preguntaba por su amigo que había mencionado en nuestro primer encuentro, me ignoraba o me ordenaba que empezara a mamar. Tiempo después, al ganar un poco más de experiencia, indicó que estaba listo para recibir otra verga. «He hablado con Víctor y muere por poner a prueba ese culo. Nos veremos en el motel de costumbre la siguiente semana. Me ha pedido que no te hable mucho de él, pero sé que estarás sorprendido cuando descubras de quién se trata». En realidad, no conocía a ninguno de sus amigos, y el nombre Víctor era bastante común en mi pueblo. Por más que insistí, se negó a darme más información o mostrarme alguna foto. «Tranquilo, es alguien de mucha confianza y tú solo debes preocuparte por lograr complacernos a ambos». No pude pensar en otra cosa durante los siguientes días.
El martes recibí un mensaje de Iván «Nos vemos dentro de una hora. Prepárate porque hoy tendrás doble ración de verga». Tan solo de imaginarlo mi pene se endureció y tuve que taparlo con la mochila. Al ser el primer trío en el que participaría, mis expectativas eran altas ¿Quién sería este hombre misterioso? ¿Tendría la verga igual o más grande? ¿Sería capaz de aguantar dos vergas a la vez? A las 12 me dirigí a la calle donde siempre nos reuníamos e Iván ya me esperaba en su coche. En mi asiento había una bolsa negra. «Son regalos de parte de Víctor, quiere que lo recibas con ellos puestos». Era un juego de lencería de encaje color rojo. Nunca había utilizado ropa de mujer, sin embargo, la idea me produjo morbo y acepté con gusto.
El trayecto me pareció eterno. Una vez dentro de la cochera del motel, Iván ordenó que me cambiara de ropa, pues Víctor ya se encontraba en el cuarto. Aunque el conjunto me apretaba un poco, Iván quedó fascinado. «Te ves exquisita, mi compadre estará feliz porque finalmente probará ese culazo. Vamos, ya esperó lo suficiente y yo muero por tenerte en cuatro para dejarte preñada».
Cuando entré al cuarto, me recibió una voz familiar. «Buenas tardes, sobrino ¿cómo le va? Me da gusto que al fin podamos reunirnos» Acostado sobre la cama, mi tío Víctor estaba desnudo, con la verga erecta y una sonrisa maliciosa. Resulta que todos en casa lo conocíamos por su segundo nombre (Manuel), así que nunca sospeché de él. Aunque no lo aparentaba, en aquel momento tenía 42 años; a diferencia de Iván, Víctor es un hombre delgado, güero y con mucho vello en el cuerpo, especialmente en las piernas. Acostumbraba a vestir de traje por su trabajo y sus anteojos lo hacían ver inofensivo. Era un padre y tío cariñoso, jamás había imaginado un escenario como ese. «Comprendo tu asombro, pero no debes preocuparte por nada. Guarda tus preguntas para después y comienza a chuparme la verga, quiero ver si eres tan bueno como me han contado»
Mientras asimilaba la situación, Iván terminó de quitarse la ropa y pasó a sentarse a un lado de Víctor. Aunque la verga de mi tío era más gruesa, ambas se veían apetitosas. Me acerqué a ellos y decidí atender primero al invitado: comencé lamiendo esa verga de arriba abajo, envolviendo su glande con mi lengua, masajeando sus huevotes. Intenté meterla poco a poco en mi boca cuando de repente siento la mano de Iván en mi nuca. Dijo «No seas tímido, sé que puedes tragártela toda» antes de empujar y provocar que me atragantara. Me costaba respirar y tenía los ojos llorosos, sin embargo, los gemidos que soltaba mi tío me incitaban a continuar mamando. Luego de un tiempo, Iván me jala del cabello y direcciona mi cabeza hacia su verga «Disfruta del festín, putita, esto apenas comienza». Víctor empezó a recorrer mi cuerpo con sus manos, en especial mis piernas. «Tienes la piel suave y ese conjunto resalta tu culito. Me duele no haberlo notado y aprovechado antes, pero de aquí no sales sin que te preñe». Acto seguido, movió la tanga, soltó una nalgada e inesperadamente comenzó a mamarme el culo. Demostró tener experiencia: con ayuda de sus manos separaba mis nalgas para llegar más profundo, dejándome el orto totalmente ensalivado, listo para recibir verga. Estaba ansioso por sentirla dentro.
Minutos después intercambiaron lugares: volví a mamársela a mi tío e Iván comenzó a cogerme, de perrito. Sus embestidas eran más fuertes que de costumbre, pensé que sería su manera de marcar territorio, de recordarme que a pesar de estar acompañados él era mi dueño. Aunque me sentía cansado continué mamando y levantando la cola, quería complacer a mis hombres, quería tener la leche de ambos en mi culo. Iván aumentó el ritmo de sus movimientos y maldijo mientras terminaba dentro. Me llamó puta insaciable y se metió a bañar. Antes de que el semen escurriera, Víctor se posicionó detrás, me agarró de la cintura y apunto su enorme verga. Si bien ya estaba dilatado, sentí como su grosor me expandía el ano; comenzó lentamente, pero terminó insertándola de golpe. Grité por el dolor y él me tapó la boca. Permanecí abotonado unos segundos, esperando que mi culo se acostumbrara al invasor. «Tu culo se siente tan rico como sabe, relájate y disfruta mientras te bato los mecos». Comenzó con el mete y saca, nalgueándome con frecuencia, manejándome a su antojo. El morbo era infinito ¡me estaba cogiendo uno de mis tíos! Luego de un rato me pidió recostarme boca abajo y pude sentir el calor y el peso de su cuerpo sobre el mío. Me tenía bajo su poder; me calentaba la sangre el pensar que tenía insertada la verga responsable del nacimiento de mis primos ¿será que ellos estarían igual de pitudos? Mi cuerpo se acostumbro a las embestidas y el placer comenzó a invadirnos. Finalmente puso mis piernas al hombro y siguió empotrándome. La vista era espectacular: el sudor escurría por su torso y la sonrisa en su rostro indicaba cuánto lo disfrutaba. Yo me sentía en la gloria; no solo logré comerme dos vergas en un mismo día, sino que una de ellas era de un familiar cercano y vigoroso. Tanto éxtasis provocó algo que nunca había experimentado: eyaculé sin haberme tocado. Al instante, Víctor comentó «No mames, aprietas mejor que tu tía, ahí te van mis niños» y se vino dentro. Sacó su verga y me ordenó limpiarla con la lengua.
Cuando terminé, Iván estaba vestido, salió del cuarto y se fue del motel. «Debe estar molesto porque a él no le gusta compartir, pero en serio deseaba hacerte mío y pensamos que si él estaba presente no te negarías» explicó mi tío. En realidad, hubiera accedido con solo ver el tamaño de su verga. Resulta que Iván y Víctor trabajaban para la misma empresa, obviamente en diferentes áreas. Se conocían desde hace meses y eventualmente Iván descubrió lo mujeriego que era su amigo. Mi tío siempre le contaba de los culos que tenía a su disposición, por lo que Iván no dudó en presumirle lo bien que lo atendía cuando comenzamos. Nunca creyó que se tratara de mí, pues me suponía más tímido en ese aspecto.
«Espero que se repita la ocasión, sobrino, de preferencia solo nosotros dos. Sé que está de más pedirlo, pero debes mantenerlo en secreto» indicó Víctor mientras me llevaba a casa. «Quédate el conjunto, te compraré otros cuando pueda. La pasé de puta madre, estuviste increíble». Intercambiamos número y se despidió dándome un beso en la mejilla. En la noche recibí un mensaje de Iván “Pasaré por ti mañana desde temprano. Recuerda que solo eres mía y debes cumplirme como la puta que eres.”
Delicioso relato