Vida Sexual 3: Mi primera vez.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por nikow.
A los 8 años me la pasaba mucho tiempo jugando en la calle con amigos, como vivía en un barrio popular, abundaban los niños de diferentes edades, que por el día compartíamos juegos en común. Si no era el más pequeño, debí ser uno de los más pequeños en edad y estatura, además de muy sociable, por ende siempre que algún vecino necesitaba alguna cosa, no dudaba en pedir mi ayuda, ya sea para hacer alguna compra o alguna cosa por el estilo.
Es así como conocí a Don Rubén, era un tipo de unos 35 años, barrigón y de no mucha altura, el vivía solo en una pequeña casa que quedaba al final de la cuadra. Poco a poco la relación entre los dos se comenzó a estrechar, pasando los límites de los mandados o ayudas que él me solicitaba, a transformarse en algo más parecido a una amistad, extraña de todas maneras entre un niño y un adulto. Fue así como cada vez pasaba más tiempo metido en su casa, y el siempre se comportaba de manera muy cariñosa. De esta manera no era extraños que me abrazase o me pusiera en sus piernas a la hora de ver la tele, sensaciones que ya conocía, y que a la vez no me disgustaban. Ya por ese entonces era el mariquita para los otros niños del barrio.
Muchas veces en las que me sentaba en sus piernas sentía como su miembro se le ponía duro y a la vez como se le aceleraba la respiración, terminando siempre con un…”estas bien Pablito”, como queriendo cerciorarse de que no me molestaba la situación.
Así pasaron un par de meses, y cada vez las situaciones iban en aumente, desde sentir como con la yema de sus dedos tocaban mis partes intimas, hasta que en más de una oportunidad poso mi mano sobre su hombría ya dura, y que culminaba con una carcajada por parte de ambos.
Hasta que un día, sucedió lo que debía suceder, como todas las veces después de hacerle un mandado, me invito a pasar y acompañarlo para ver la tele, me subió sobre sus piernas, y comenzó a tocar lentamente las mías por sobre la ropa. Después de estar así un momento, y ya sintiendo su excitación me dijo… “Pablito, quieres ganarte un juguete…” mira ven dame tu mano, poniendo esta sobre su pantalón abultado… estaba duro… “¿lo quieres tocar?”… “…anda y te doy un regalo…” con estas palabras y ante mi pasividad, comenzó a bajar su cierre sacando y dejándome ver por primera vez un pene de hombre, gordo y peludo. Tomo mi mano e hizo que se lo apriete, guiándome en la forma de masturbarlo, hasta que ya lo hacía por instinto propio, no sé el tiempo que paso haciendo eso pero la verdad no me molestaba, y de alguna manera sentía atracción por ese miembro viril, muy diferente al mío. Luego de eso, me dijo “… ponlo en tu boca…” mientras que a la vez tomaba mi cabeza y la empujaba hacia su verga; yo a ese tiempo ya me encontraba de rodillas entre sus piernas, lo que facilito su tarea, una vez que estuvo en mis labios por acto reflejo abrí la boca, y deje que parte de ese intruso ingresara, me fue diciendo como hacerlo y termine dando una chupada, mi primera chupada y a un pene moreno y gordo, donde lo que más llamaba la atención era su color, algo marrón en la cabeza, su grosor y por sobre todo la gran cantidad de pelos que lo rodeaba.
Comencé a sentir algo salado que salía, alejándome de él, logrando ver que lanza dos o tres grande chorros de leche, luego me levanto me dio un beso en la mejilla diciéndome lo rico que había sido, y preguntándome si me había gustado; solo asentí con la cabeza, me mando a que me lave la cara en el baño y cuando estuve de regreso me esperaba con un autito de color rojo. Luego dijo que iba a ser nuestro secreto, y que si quería podíamos volver a hacerlo cuando quiera y que vaya a mi casa que me podían estar buscando. Me llevo hasta la puerta y me fui. En el camino iba algo desconcertado, pero caminada una cuadra me encuentro con un grupo de amigos con los que me fui a jugar un picadito, ya no me acorde de lo que había sucedido, hasta antes de dormir, pero ya despertando cierto placer en mi
Estos encuentros se repitieron muchas veces y cada vez con más frecuencia, con el tiempo también él me realizo felaciones y poco a poco comenzó a develar interés por acariciar mi trasero. Fue así que mientras se la mamaba, el paseaba su dedo por mi cola, y empujando al llegar a mi ano. Ya no era el sillón el lugar de nuestros encuentros, si no que me llevaba a su cuarto, donde utilizábamos su cama. Cierto día me comento de sus ganas de poner su pene en mi cola, yo sabía de que se trataba eso, por lo que no puse resistencia.
Las primeras veces el se ponía atrás de mi apuntando su gordo pene a mi trasero, aunque de vez en cuando hacia presión para intentar meterlo, no lo lograba y se dedicaba solo apoyarlo. Así fueron las primeras veces, hasta que un día se pudo. Recuerdo que como siempre me llama desde su casa, con la excusa de que le ayude, yo también sabía que era una excusa, así me lleva a su cuarto y me pone sobre la cama, me quita las zapatillas y luego los pantalones, ya estando solo en ropa interior y remera, se quita los suyos y se pone a mi lado, dirigiendo mis manos hacia su pene, lo masturbo un rato largo, mientras él se divertía jugando con mi cola, y revolviéndome los pelos de la cabeza. Al rato saca de un cajón cercano a la cama una crema con la que embetuna mi trasero, y jugueteaba con su dedo abriéndose paso por mi ano.
Luego me dice: “… hoy si te vas a convertir en mi nenita…” y me solicita que me ponga boca abajo, acomodando un pequeño cojín bajo mi vientre. Es esta posición es como comienzo sentir que su dedo ingresa con más profundidad y ya los primeros dolores, a lo que trataba de calmarme con palabras cariñosas y en cese momentáneo de su labor, para luego continuar, a la vez que agregaba lo que luego iba a saber era lubricante. Al cabo de un buen rato en esta situación, se acomoda sobre mí, apoyando sus manos sobre la cama, de tal manera que su cuerpo no me aplaste, y dirigiendo su pene a mi entrada.
Poco a poco fue presionando hasta que la resistencia cedió y poco a poco fue alojando su miembro en mi interior. Ante la primera penetración, mi intención fue salirme, debido principalmente al dolor que sentí, pero era imposible escapar ya en ese momento, resignándome solo a quejarme cada vez que el dolor me superaba. Pese al cuidado que tuvo don Rubén, mas de una lagrima se me escapo, a lo cual él respondía deteniendo la embestida y consolándome con palabras para tranquilizarme. Sin embargo no se detuvo hasta que estuvo toda adentro, una vez así, quedo inmóvil para que me acostumbre al grosor del invasor, ya cuando el dolor no era tan intenso, comenzó un suave mete y saca, que no se prolongo mucho y finalizo con una fuerte y profunda embestida, que junto a un fuerte grito ahogado de mi parte y un suspiro por parte de él, inundo mis entrañas de su semen.
Luego de esto, poco a poco me la fue sacando, cosa tan dolorosa como las misma penetración, para luego dirigirme a la baño y lavarme. Ya vestidos y repuestos, tomamos las once con leche y galletas, a la vez que me convencía de lo rico que había estado y lo bien que la seguiremos pasando.
Comentarios a: x8x1x@hotmail.com
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