Violado por dos profes mientras yo estaba inconsciente (o al menos eso creyeron ellos)
Un viaje de promoción, dos profes mañosos y alumnos muy muy ebrios… ¿qué podía salir mal?.
Esto sucedió durante mi viaje de promoción de quinto de secundaria. Estudié en un colegio de curas que era solo para varones, así que imaginarán que no tengo solamente una historia que contar sobre esa época…
Haré el preliminar lo más breve posible: iba yo de viaje de promoción al Cusco con mis compañeros de aula, un grupo de como cuarenta chibolos que terminábamos la secundaria, más un sacerdote bastante gordo y mayorcito, y dos profesores. Llegamos a la ciudad tipo hora de almuerzo, nos instalamos en el hotel (dos chicos por habitación), nos bañamos y pepeamos con remedio contra el mal de altura, y a eso de las 8 de la noche ya estábamos listos para desgraciarnos con alcohol.
Por la edad y por la procedencia limeño-clasemediera, era la primera vez de muchos de nosotros lejos de casa, sin padres y solo con dos profes que nos permitían casi de todo. Como era de esperarse, a eso de las 9 la promoción estaba muy borracha y a las 10 perdió el conocimiento.
Bueno, no toda la promo. Nunca me ha gustado el sabor del alcohol y aquella vez apenas me mojé la boca con los tragos; como todos estaban disfrutando de sus propias libertades, nadie notó que yo lanzaba el licor a una maceta que tenía al lado en el local que nos acogió.
10:30 y ya nadie podía ni mantenerse sentado en las sillas. Los profesores se dieron a la tarea de llevarse a todos y cada uno de nosotros a nuestras habitaciones. A mí y a mi compañero de habitación nos dejaron para el final.
11 de la noche y llegó nuestro turno. Por joda, me hice el borracho; fingí estar sin sentido, como mi compañero. Un profe me cargó a mí y el otro, a él. El hotel quedaba en la misma cuadra y tenía ascensores, así que llegamos pronto a la habitación, abrieron la puerta, nos colocaron con cuidado sobre nuestras respectivas camas y encendieron la lámpara de la mesa de noche ubicada entre ambas camas. Sentí que cerraron la puerta tratando de no hacer ruido, supuse que para no despertarnos, pero en cuanto me iba a poner de pie escuché cuchicheos. Me quedé quieto y comprobé que ninguno de los dos se había ido. Se quedaron dentro, hablando en voz baja. Yo seguí haciéndome el borracho esperando que se marchen.
De pronto, sentí que entre los dos me dieron la vuelta para colocarme boca abajo. Luego, una mano me amasó con fuerza una nalga.
- Yo creo que con este, no más. El otro es tan feo que parece que no lo parieron, sino que lo abortaron.
- Sí, pues. En cambio, Rodríguez está rico y tiene buen culo.
- Y dicen que lo han visto chupando pingas en los baños del colegio.
- ¡Nah! Eso dicen de todos. A los chicos no hay que creerles mucho. Pero ya, empecemos de una vez, ¿quién va primero?
Yo seguía haciéndome el dormido mientras los escuchaba. Hoy, más de 30 años después, me quedan claras sus intenciones desde el saque, pero en aquella época mi poca experiencia no me permitió captar pronto lo que iba a suceder… hasta que entre los dos me desabrocharon el pantalón y me lo quitaron, dejándome boca abajo solo en calzoncillos.
- Yo lo traje cargado, así que me lo voy a cachar primero.
Uno de los dos, hasta hoy no sé cuál, se puso encima de mí y empezó a puntearme la raja con su verga desnuda totalmente al palo sin bajarme el calzoncillo. El otro me cogió de los pelos y puso mi cabeza al borde de la cama, con la cara hacia él, y trató de meter su verga en mi boca. Ahora que ya sabía de qué iba todo, decidí no abrirla pues quería que piensen que yo estaba dormido.
Describiré a los profes: uno era alto y agarrado, moreno claro y nada feo; el otro no era feo, pero tampoco era un galán, usaba bigote y era un poco menos alto que el primero, tenía piel cobriza y un bigote entrecano. Ambos cuarentones, muy serios y muy machos, casados y con hijos.
El que estaba forzando mi boca la abrió con sus dedos y logró meterme la pinga; traté de colaborar sin que se note, evitando que mis dientes lo lastimen. Empezó a gemir y a decir tonterías que no recuerdo, porque ya para ese momento el profe que estaba encima de mí estaba acariciándome los costados del cuerpo y mordiéndome bien rico la espalda, llegando con sus manos hasta mis calzoncillos para dejarlos debajo de mis nalgas. Yo me sentía en la gloria.
- Uy, qué rico, tiene la boca calientita.
- No le jalonees mucho el pelo, no se vaya a despertar.
Ya la verga en mi boca entraba y salía sin problemas, y de vez en cuando me la pasaba por la cara y me golpeaba con ella. En paralelo, el otro profe había estado punteándome a pelo despacito, y al parecer había botado tanto líquido preseminal que su pinga estaba muy lubricada y medio enterrada en mi culo sin generarme dolor. Con sus dos manazas tenía bien separadas mis nalgas, dejando mi anito a su merced.
- Está bien estrechito, hasta duele un poco.
- Con cuidado, que no le queden marcas de que le han roto el culo.
- Pero con lo cerrado que está, me va a dejar la pinga rojaza, uón.
Mi compañero de cuarto empezó a roncar cada vez más fuerte mientras la verga en mi culo seguía entrando centímetro a centímetro y en esas estábamos cuando yo me vine. Traté de no gritar de placer, pero no pude evitar gemir y abrir y cerrar el culo, movimiento gracias al cual la verga del profe terminó de alojarse en mi esfínter. Con un gemido de placer abrió aún más mis nalgas y me empujó su pichulaza lo más al fondo que pudo.
- ¿Se despertó?
- No creo, pero esperemos un rato quietos.
No fue más de un minuto. Entonces, el profe en mi culo empezó a meter y sacar su mástil de mi huequito a velocidad moderada mientras me cogía por las caderas. Yo escuchaba sus jadeos en mi oreja, la cual él lamía y mordía.
- ¡Apura, pe!
El profe que me estaba clavando se tomó su tiempo en disfrutar de mi culito cerrado hasta que, con un empujón firme y un suspiro grave se detuvo y se dejó caer sobre mi espalda. Sentí las convulsiones de su pinga dentro de mi culo y sus abundantes chorros calientes de leche llenándome.
- ¡Ya está!
Me la sacó despacio y, cuando llegó al glande, hizo un movimiento que me dolió. Otro gemido se me escapó, pero seguí “dormido”. Se retiró de encima de mí sin decir nada y también sin decir nada el otro profe se colocó sobre mi cuerpo y metió su pinga hasta el fondo de mi culo. Juraría que esta era más grande que la primera, porque dolió al entrar, o tal vez era más gorda o muy dura; no tengo idea. Estando yo ya ensartado, metió sus manos debajo de mi pecho y empezó a cogerme los pectorales como si fueran tetas de hembra. Al compás de unas embestidas violentas, aunque a cámara lenta, entraba y salía de mi cuerpo mientras lamía mi oreja y decía cosas tipo “así te quería agarrar, Rodríguez”, “siempre le tuve ganas a ese culito”, “qué estrechito y caliente que estás, mamacita…” y… yo no pude evitar un segundo orgasmo con apretada de culo y gemido incluidos.
- Oye, creo que se está viniendo…
- A mí también me dio esa impresión cuando se la metí, porque empezó a ajustar el culo. Ahí aproveché para empalarlo en primavera, no más. No creo que esté consciente, pero puede que le esté vacilando…
- ¡Qué rico ajusta! Y ese culito está que hierve… me la está ahorcando… no aguanto más…
Y con un empujón que hizo chocar la cama con la pared, me mandó la leche a los intestinos. “Ahí te van mis hijos… ojalá saquen tus ojitos verdes”, dijo y me mordió despacio la nuca, cosa que me gustó tanto que volví a gemir.
- ¿Se despertó?
- Ahora lo comprobaremos…
Sin sacarme la verga, me cogió de las caderas y empezó un mete y saca frenético, mucho más violento que los anteriores. “Guarda, que lo vas a matar, jajajaja”, dijo el otro, pero no obtuvo respuesta. La brutal taladrada continuó por varios minutos hasta que finalizó con otra empalada profunda y disparos de leche. Se retiró de mi culo y se puso de pie al lado de la cama.
- Sigue dormido.
- Perfecto
El que me había cachado primero se me puso encima otra vez y me metió la verga. A estas alturas, la fricción me ardía y yo no podía dejar de gemir, por más que no quería. “Ya, pe, Pepe; no te lo vaciles…”, le dijo el otro y así supe que este, que me estaba montando por segunda vez, era el profe más alto y guapo. A los apuros del otro, Pepe daba por toda respuesta un “ah, ah, ah, ah, ah” coordinado con movimientos de pelvis. A pesar de que ese jadeo iba directamente a mi oreja, pude escuchar que la puerta se abrió muy despacio y, luego de un rato, volvió a cerrarse. El profe Pepe volvió a deslecharse con una última embestida en mi magullado culito y un besito en mi nuca. Me la sacó rápido, con lo que me hizo doler y gemir nuevamente.
- ¿Está consciente?
- No, pero mejor apúrate, no se vaya a despertar o algo.
- Ya.
Había una voz nueva y no era de los profes; alguien más había entrado. Escuché que alguien abría el cierre de su pantalón y se lo bajaba preguntando “¿quién es este? ¿es Rodríguez?”, y ante la confirmación del profe Pepe, dijo “ufff, qué rico; culito blanco” y se me puso encima, dejándome sin aire por el peso. No me quedaba duda: era el gordo sacerdote que había viajado con nosotros.
Me metió la verga sin titubear. Me ardió, pero no me dolió, aunque podría jurar que era mucho más grande que las otras dos. Sentía que entraba y salía bien rico, ni tan rápido ni tan lento. Me susurraba cochinadas al oído, las cuales no recuerdo porque me ganaba el placer. Golpeaba su pelvis contra mis nalgas haciendo ruido como de palmazos mientras el peso de su cuerpo no me dejaba respirar; sin embargo, el mareo, en vez de hacerme sentir mal, me hizo venirme con una sensación riquísima, como de cosquilleo por todo el cuerpo. Creo que me moví y gemí de placer, pero él, entre sus jadeos y la arrechura, no lo notó.
Un grito anunció que el cura me estaba dejando “toda su lechecita”, y después se dejó caer con todo su peso sobre mí. Me estaba asfixiando aún peor con la presión, pero había algo que me gustaba en eso de no poder respirar. Él se quedó un buen rato así, lo suficiente para que yo acceda a un último orgasmo y me desvanezca con la sensación de morir asfixiado.
Me desperté a eso de las 5 am., acostado boca arriba, con la ropa bien puesta. No había rastro de ellos. Mi amigo seguía roncando a pata suelta. El estómago me llamó, así que fui al baño y cuando me salió una especie de líquido blancuzco mezclado con sangre casi lanzo un alarido. ¡El ardor era horrible y ese líquido no tenía cuándo dejar de salir! Ahora sé que era la leche que se me estaba regresando, pero en ese momento no lo sabía ni me interesó. Tuve que bañarme y lavarme el culo solo con agüita tibia para que no arda más.
Al día siguiente, todos mis compas de promo se levantaron con resaca y yo no tuve más opción que fingirla. Uno de los profes se acercó durante el desayuno a preguntarme si me sentía bien y le dije que sí; que si no me dolía nada y le dije que solo la cabeza.
Actuamos todos como si nada los siguientes días hasta que, la noche anterior a nuestro regreso a Lima, hubo otra borrachera masiva. Y a que no adivinan quiénes llevaron a los alumnos a sus habitaciones y quién fue al último que llevaron…
Excelente relato, como sigue?
Uufff.. que delicia d relato, menuda excitación me ha provocado 😋💦🔥
ufff ke rico relato ehhhh
Excelente relato… Como sigue?
Excelente relato me gustó mucho, me recordó cuando mi cuñado me metió la verga, estaba borracho y me hice el dormido y pensando Él que así era me abrió las nalgas me chupo y me ensalivó el culito para luego meterme la verga hasta venirse, nunca le dije que me hice el dormido
Saludos
Como sigue?
Excelente relato. Como sigue?
Muy buen relato… como sigue?
Uuff… Que gustazo masturbarse con este relato, espero que continúes la historia 😉
Como sigue?