Wenso y Carlín
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy Rodrigo, este acontecimiento real que cambió mi vida sexual, sucedió en circunstancias que estaba de vacaciones en la quinta de mis padres, allí teniamos criadero de cabras y vacas, una plantación de banano, naranjas con citricos. Al lindero nuestra quinta se encontraba una casita donde dejaban a diario las herramientas don Ramón con su hijo "Wenso" Wenceslao de 16 años que le ayudaba en su faena de cacao y árboles frutales.
Estaba cerca de Wenceslao, me saluda sonriente moviendo su machete en la yerba, yo comia una naranja injerta, vi sus músculos sudados por el trabajo y tostados por el sol, recuerdo que yo tenía un pie en el piso y el otro estaba alzado sobre el cerco de alambres de púas, en eso se acerca Wenceslao que me había estado observando sobresalir mi verguita por la licra que tenía puesta y me invita a comer mamey, al principio a mis 7 años tenía recelo, pero acepté.
Cuando llegamos a la casita pensé encontrarme con don Ramón pero me dijo que estaba en casa enfermo y vino a trabajar con su hermano "Carlín" Carlos de 14 años, pero se encontraba muy lejos rozando la entrada. Nos sentamos sobre la tabla a pelar el mamey, Wenceslao no paraba de ver mi verguita sobresalir por la licra, de repente se quita su pantalón quedando en calzoncillo, mostrándome su verga amoldada bien parada, se sonreía y con su mano me indicaba que viera su vergota parada, al ver su verga, la mía también instintivamente se paró.
Se sentó junto a mí y me dijo si le gustaba lo que miraba yo no respondí porque no sabía sus intenciones, me dijo que si queria culiar, le dije que no sabia que era eso, entonces se sacó el calzoncillo mostrándome su peluda vergota roja con venas sobresalidas algo amorata por la excitación que tenía, nunca olvidaré ese tamaño de verga cuando me la puso cerca de mis manos para que se la cogiera y empezara a sobársela pajeándolo.
Me pidió que me baje la licra, no quería porque me daba verguenza mostrar mi verga y mi culito, pero tanto me insistió que con la ayuda de sus manos de a poquito lo hice, mostrándole mi verga trigueña con recelo, me viró y observó mi culito que pasó con sus dedos por mi hoyito, cada vez que me los introducia pujaba de ansiedad. Nos volvimos a sentar enseñandome como debia jalarme la verga yo le imitaba lo que hacía al mismo tiempo, ya bien paradas nuestras vergas dejé que se me montara uniendo nuestras vergas culiandonos, Wenceslao me decía al oido: Esto es culiar, mira cómo culean nuestras vergas, se siente rico ¿Verdad? ¿Quiers más verga?. Yo no respondía, en silencio sólo sentía un peso fuerte en mi estomago pujando, alzó su panza estirando sus brazos y pude ver su verga sobar la mía, me gustó mucho aunque seguia sorprendido de lo que me hacía, me tuvo asi largo rato hasta que él me botó leche en mi camiseta, eso me molestó porque olía feo y en casa me iban a regañar ya que sentía verguenza de lo que hicimos.
Me limpió con agua pero vi que la leche se la ponía en la cabecita de su verga, estaba tan arrecho que gemía placer al sobársela, me puso de pecho a filo de un burro de madera con mi culo parado, con sus labios y lengua lamían mi culo y parte de mis huevos, yo no queria estar asi pero me dijo que no me moviera, que me iba a gustar lo que me iba a hacer, asi que me calmé y aunque seguia sorprendido sentí un pedazo de carne que irritaba con algo de dolor el hoyito de mi culo en complicidad con el semen de su verga me penetraba, a la primera embestida de su verga grité apreté fuertemente con mis manos la madera del burro, sudaba, le dije que me soltara que me hacía doler, me la sacó pero a los segundos luego hacer circulos con su verga en mi hoyito me la mandó a guardar un poco más adentro, no pude evitarlo, me puse a llorar, Wenceslao comprendió que se le fue la mano y me limpió, fue una embestida sexual.
Salí de la casa sin rencores a él, pero cuando lo veía trataba de esconderme porque me daba verguenza lo que hicimos, él simplemente bajaba la cabeza y me sonreía guiñándome el ojo.
A las pocas semanas veo jugando a Carlos con una resortera, me invitó a ver unos nidos, por un cerco de tablas me dijo que vea en silencio las aves volar, estábamos parados, me puso delante de él vi por sobre mi cabeza y hombros sus manos que estiraban su resortera lanzando las piedras, sentí de repente que mi culito se movía adelante y atrás por las caderas de Carlos, su aliento se hizo mas acelerado junto a mis mejillas y cuello, creo que eso me hizo que me volteara hacia atrás y mirarle que me estaba culiando parado, me dijo: Déjate hacerlo, déjate culiar, yo te vi cómo mi hermano te culiaba, anda, sé que te gusta, culiemos, es rico, anda, vamos, culea, culea. Esas expresiones nunca las olvidaré mientras viva.
Confieso que al principio me sorprendí con verguenza, quería dejarlo pero Carlos empezó sobando sus manos por mis piernas y apretando mi culo, ya mi verga se me paró, me di la vuelta, ambos estábamos frente a frente, nos abrazamos uniendo nuestros pechos y nuestras vergas, sobando nuestras caderas adelante, atrás y a los costados por largo rato. Estuivios así hasta el cansancio, no podía salir de esa embestida sexual, era incómodo culiarnos parados y vestidos así que miramos a los costados y corrimos a un pozo artesiano, en aquella oscuridad casi total sentiámos estar más seguros.
Nos abrazamos culiándonos, de a poquito Carlos me quitaba la ropa hasta dejarme desnudo y él también, nuestra piel se sentía más rica al contacto así como nuetsro sudor y nuestro aliento en nuestros cuellos y orejas, eso nos arrechaba más, nos estiramos nuestras vergas, me acostó sobre la ropa y culió por largo mi verga, hasta que ambos sentimos la necesidad de orinar, lo abarcé a Carlos y se dejó tumbar boca abajo, con mi verga buscaba el hoyito de su culito y algo se lo penetré, me dijo que me iba a enseñar algo mejor, me acostó, me abrió mi culito y sentí su verga con orina tibia en mi culito, me penetró hasta que me moví del dolor, de arriba de mi me decia: culea, culea, culea, es rico. Por el dolor no me dejé hacer más, nos acostamos de perfil y culiamos nuestros penes abrazándonos, se sentó y yo hice lo mismo, su boca se acercó a mi verga y empezó a mamarmela, eso fue lo más rico del momento, no quería que termine, a continuación yo se la mamé por largo rato, era de ver mi boquita chupando una verga mediana.
Por el hueco, Wenceslao estaba viendo todo, al ver a su hermano Wenceslao con mirada seria, Carlos se vistió con la cabeza agachada y se fue en carrera precipitada, yo estaba desnudo frente a frente con Wenceslao, éste no dijo nada, salió por el hueco a ver si su hermano perdía, y regresó mientras yo me vestía, con sus manos movió sus dedos negativamente, se quitó su ropa, me volteó poniéndome en posición de perrito y me introdujo suavemente su verga, yo por verguenza resistía hasta que le pedí que no lo hiciera, se sentó mostrándome su verga parada y me hizo que se la mamara por largo rato, puede ver a lo lejos la sombra de Carlos viendo la escena.
Nos vestimos y salimos abrazados, al principio no queria pero me cogió de la cintura me sentó en un tronco y me dijo que eso que hicimos era un secreto muy lindo.
Ambos de a poquito lograron penetrarme mi culo, con ellos lo seguí haciendo por separado hasta que tuve aproximadamente la edad de 10 años, en la que don Ramón vendió su propiedad y fueron a vivir a otra ciudad.
En verdad, siempre que lo recuerdo lo analizo con un hecho sexual hermoso, y ahora que lo comparto con ustedes se siente lindo. ¿Verdad?.
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