Wilfredo Manuel "El chico de mis sueños"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Roam.
Corría el año 2014, por ese entonces apenas habían culminado las clases.
Estudie en el colegio de Jesús, uno muy conocido y de regular reputación en el lugar donde vivo, Mangomarca.
Recién había cumplido 16 y desde siempre mi interés era ganado por los chicos.
En la escuela aprovechaba las horas de recreo para poder ganarme con alguna verga prematura que, su dueño gentilmente exhibiera sin pudor en ánimos de saciar su necesidad.
Sin embargo este relato gira en torno a esas fechas.
Soy de las personas que detesta ver su sueño interrumpido, y aquel día en especial, mi madre se encapricho en que sea yo quien fuera a comprar el pan.
Pese a estar con sueño tuve que obedecer y salí de casa muy enojado.
Desconociendo que minutos después le agradecería a mi madre por ese fortuito mandado.
El punto es que salí de casa con la pijama puesta, una de franela ligeramente traslucida.
Dado que eran apenas las 6 am y no habían muchas personas andando por las calles, no tuve problema en salir así.
La panadería queda a unas cuadras de mi casa, y para llegar a ella debía atravesar un pequeño parque que está ubicado a la espalda de un colegio.
Ese día hacía frío por lo que se me dió por caminar con los brazos recogidos, incluso apure los pasos porque quería devolverme lo más rápido posible.
Llevaba cruzando la mitad de ese pequeño parque cuando divise el cuerpo de un muchacho recostado sobre un árbol.
Por la ropa que llevaba no parecía ser un fumon o algún vándalo.
Por un momento me pensé en que debía apurarme y no entrometerme en problemas ajenos.
Sin embargo, grande fue mi sorpresa cuando pude ver de quien se trataba.
Reconocí esos labios que en ese momento lucían morados por el frío, su peculiar nariz me comprobó quien era.
Mi cerebro gritaba que era mejor ir por el pan y por otro lado un calorcillo que invadía mi cadera me obligaba a permanecer junto a él.
No fue necesario que me acercara tanto para saber en que condiciones se encontraba el muchacho.
Willy estaba completamente ebrio, sus labios se movían como si intentara decir algo pero debido al grado de alcohol que circulaba en su cuerpo más parecía un idioma inentendible.
Una señora que al parecer había salido a correr me grito a lo lejos.
"No seas malo con tu amigo, llévalo a su casa.
Sus padres deben andar preocupados".
Solo atiné a mover la cabeza como comprometiendome a que lo iba a hacer.
Entonces sentí que la basta de mi pijama era tirada hacia abajo.
Willy parecía estar despertando y no tuvo mejor lugar par sostenerse que mis pantalones.
Me cogí de la cintura y me dediqué a observarle, sus ojos estaban rojos y parte de su cabello caía sobre su rostro dándole un aspecto entre tierno y curioso.
Dejo en claro que a mí siempre me gustó Willy, y habían sido muchas las veces que lo veía pasar con sus amigos, montando tabla o armando chacota con ese grupito de personas con las que solía mezclarse.
Pese a vivir prácticamente en la misma cuadra, jamás había tenido oportunidad para hablarle.
Cada que le veía se me hacia un tipo serio, su expresión era la de alguien pedante y un poco presumido.
Pero inexplicablemente poseía algo que hacia imposible no fijarse en él.
Me gustaban sus ojos, sus labios, abultados y de un color rojo intenso.
Sus cejas poseían un poblado particular y su piel era un blanco opaco.
Juro que hasta amaba su cabello, desalineado pero aun con todo ello, lejos de restar le sumaba muchos puntos.
Siempre había soñado con él.
Me pasaba las noches imaginando cómo serían sus besos, a qué olería su cabello, cuán suaves serian sus manos.
Y si la piel de su pecho sería tan blanca y velluda como sus piernas.
Para cuando le ayudé a incorporarse Willy me dedicó una sonrisa que ayudo a congelarme.
Sentí que esa sonrisa era insinuante, lo más parecido a un coqueteo.
Luego se apoyó en mi hombro y par mi sorpresa me habló.
"Yo.
te conozco", dijo con un acento extraño.
Quizá la lengua se le enredaba.
Agaché la cabeza y Sonreí a lo tonto.
Sintiéndome cohibido por ese extraño accionar.
"Tú eres el cabro que siempre me mira" hasta ahí dude en si debía permanecer quieto o en todo caso regresar a mi casa, porque aun estando ebrio, Willy me había descubierto.
Opté por lo segundo e intenté irme sin responderle.
Pero cuando lo hice él sujeto mi brazo con fuerza.
Se acercó un poco y sin importarle nada, mencionó.
"Estoy arrecho y tengo la pinga dura.
Habla, tú dirás" Juro que sus palabras derritieron todo rastro de cordura y ante su atenta mirada me mordí el labio.
Hoy sé que fueron los nervios.
"¿Qué dices?" Willy sacudió mi brazo y sin vergüenza se señalo la entrepierna.
Un bulto bastante notorio pedía atención a gritos.
El culo empezó a sudarme y me dije que si no aprovechaba una oportunidad como esta, me iba a arrepentir por el resto de mi vida.
"No puedo.
" así de cojudo me puse.
Rechazando el pene soñado que se me ponía en bandeja.
" Tranqui, entonces acompañame hasta mi casa.
Estoy jodido y no me quiero sacar la mierda", dijo y nuevamente volvió a sonreír.
Hipnotizado no me quedo de otra que aceptar, ya que solo le iba a acompañar y luego me iría a casa.
Y le armaría una excusa a mi mamá con lo del pan.
Cruzamos la pista y en todo momento Willy se apoyaba en mi hombro.
Me dedique a bordear con la mirada en distintas direcciones y no hubo rastro de alguna persona.
Al llegar a la puerta de su casa.
Le dije que había cumplido y que ya debía irme.
Pero él mencionó que no podía abrir la puerta porque no lograba encajar la llave.
Entonces se la pedí y fui yo quien abrió la puerta.
En cuanto se oyó la chapa abrirse mi espalda recibió la fuerza de sus manos empujandome hacia adentro.
Willy cerró la puerta y se paró tras ella.
Evitando que pudiese salir por mi mismo.
Me sentía asustado creyendo que alguien más pudiese estar en casa.
"Ya me tengo que ir, mi mamá se va a preocupar", me oí hablando como un niño.
Si bien es cierto tenía 16 mi voz todavía era muy aguda.
Willy tendría ya sus 20.
"Yo tengo una mejor idea", dijo Willy mientras empezaba a desabrochar sus pantalones.
Pasé saliva ante lo que mis ojos estaban siendo testigos.
Primero su correa cayó al piso y en un abrir y cerrar de ojos su pantalón caía junto a sus calzoncillos.
Desde donde me hallaba quede enmudecido.
Una mata de vellos bordeaba enteramente su zona púbica.
Su pene circuncidado brillaba babeante a lo lejos, y él se dedicaba a palmearse las bolas mientras apoyaba su cuerpo a la puerta.
"Te dejo ir si me das una mamada" su mirada vidriosa me llamaba, me provocaba y sus gestos poco a poco me sugerían a llevarle el juego.
Caminé lento hasta él, hacia esa polla que blandía con pendejez en una mano.
Sus cuatro dedos la sujetaban y tiraban de ella provocativamente.
Me puse de rodillas e impulsado por sus manos llegue a ese bendito lugar.
Ese paraíso que tanto había anhelado en sueños y al que por fin podría humedecer con mis labios.
Me detuve a presenciar tal hermoso panorama.
Desde abajo, el glande de su pene se retorcía como una inmensa cereza.
El moco que emanaba su pene albergaba un delicioso aroma.
Ese olor a macho, a orina y sudor.
Lentamente acaricie la punta de su tronco con la lengua, ese simple toque lo puso loco.
No espero a miramientos y estaba claro que no debería esperar un buen trato de su parte.
El necesitaba vaciar sus porongos de leche y para mi fortuna, ahí estaba mi boca dispuesta a cooperar con aquella exquisita tarea.
Willy me tomó de las orejas he hizo que su pene entrara a mi boca.
Sus dedos descendieron a mis mejillas y con gran astucia hizo que mi cabeza fuera a la par de sus movimientos.
Empezó a follarme la boca y yo disfrutaba de ese trato.
Así lo había imaginado, mi lengua en su pichula recorriendo sus pendejos, aspirando esos pelitos bien perfumados con su olor.
"Ahhhh.
Puta que ricooo, no pares.
Pero chupaaa chupaaaa"
A este paso su glande empezaba a perforarme la campana, las arcadas me venían a cada momento y tuve que colocar las manos al rededor de su pinga para que no intentara metermela toda.
No sé de medidas y esas cosas pero creo que esa pinga alcanzaba fácilmente los 18 cm.
Regularmente gruesa y muy maciza.
"Ya te vas a venir?", pregunte cuando le vi bajar la guardia y conseguí quitarme su trozo de la boca.
Los labios de Willy se perdieron en una sonrisa pendeja, de esas en las que uno no debe confiar.
"Falta como mierda" y volvió a meterme su falo a la boca.
Esa pinga taladraba mi garganta como si fuese de goma.
Los ojos empezaron a lagrimearme y tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para no morir ahogado.
"¿Qué fue? ¿ya te cansaste?", preguntó el violador de mi boca.
Debía reconocer que disfrutaba mucho de lo que ocurría, de lo que veía y esa sonrisa insinuante que acompañaba sus gestos me prendía a mil.
De pronto Willy dejo de moverse, me arrebato su herramienta y acariciándola para mantenerla dura.
Fue a sentarse en uno de los sofás.
Se quitó las zapatillas y consiguió deshacerse de los pantalones.
Pude ver sus ricas piernas velludas, sus bolas meciéndose a consecuencia de sus movimientos.
Todavía me laten los ojos cada que recuerdo esa imagen.
Mi macho desnudo de la cintura para abajo, exhibiendo su herramienta con mucho orgullo.
"Ven aquí" dijo, y tal como sugirió me acerqué a él.
"¿Te gusta mi pinga?", no respondí y voltee la mirada.
Bien cojudo me puse.
"Habla ps, ¿Te gusta mi pinga o no?".
Entonces le di a sus oídos la respuesta que esperaban.
Claro que me encantaba su pinga, así y por poco me terminara asfixiando.
"Sí"
"¡Sí, qué!"
"Si,, me gusta tu pinga"
"Y no te va a gustar.
¿Me tenías ganas, o no maricón?" Y nuevamente saducio su pichula con ambas manos.
Recogió los labios y aspiro aire con expresión arrecha.
Jamás me lo hubiese imaginado así de excitado, así de caliente y sucio.
"Montame la pinga", dijo sin vacilar.
"¿Qué esperas? Muevete mierda"
No entiendo bien, pero el hecho de que me hablara de esa manera tan dominante y guarra me hacia latir el culo con desespero.
Rápido me bajé la pijama y deje al descubierto mi culo.
Willy estiró el cuello para intentar mirar.
Y al no poder, hizo que me diera la vuelta.
"Tas culóncito.
" me palmeo el poto y se dedicó a abrirme las nalgas.
" A ver.
¿Y éste culo ya ha comido pinga?" Con una mano me manoseaba el culo y con la otra se iba pajeando a lo loco.
Volvió a mirarme serio, esperando a que responda su pregunta.
Solté un "No.
" a mitad de un suspiro debido a que el muy pendejo ya me había metido un dedo.
"Pues ahora le va a tocar comer huevo"
Willy hizo que me girara otra vez y me llevo hacía él.
Me hizo cruzar las piernas sobre las suyas y se las ingenio para que quedara sentado sobre él.
Me encantaba la sensación que producida en mí sentir los vellos de sus muslos raspando mis piernas.
"Ahora si.
¡Montame el huevo!"
No tuve tiempo siquiera para responder.
A los segundos la baba de su pene me rozaba las nalgas.
Que rico, ese calorcito excitante que emanaba su trola me hacia querer clavarmela toda sin miramientos.
Arquee un poco el culo he hice coincidir mi entrada con su pene.
Mis manos se hallaban sobre sus hombros y la mirada de Willy buscaba mi rostro con entretenimiento, era como si disfrutara con mi rubor o como si le encendiera más ver cuan dócil era ante él.
Willy elevo la pelvis y yo pude sentir la cabeza de su pinga en mi agujero.
Sentí su mano acariciar mi culo, pero no fue más que saliva siendo huntada sobre su polla.
Tenía ya el mazo listo y tal como lo dijo me hizo montar su verga.
Del dolor quise ponerme de pie y abandonar su pene, así tanto me encantara.
Esa punzada me puso la mente en blanco y un grito muy maricón salió de mi boca.
Willy me sujeto de la cintura haciendo imposible mi escape.
No me moví, ni él se movió.
Mis dientes rechinaban y solo quería que su pinga abandonara mi culo.
"Que rico ajusta tu culo.
Que rico, está calientito"
"Me duele.
Sacalo por favor" me ahogue en un chillido.
El muy perro rió burlón.
"Ni mierda, pinga querías.
Pinga vas a tener"
Entonces el culo empezó a arderme como si un cuchillo me abriera la carne, y no era otra cosa que su terca pichula entrando y saliendo de mi culo.
Me quise parar a lo loco pero el muy puto me agarraba con fuerza mientras me bombeaba el culo.
Esos minutos odie su pinga, y me odie por ser tan estrecho.
Mientras yo chillaba y le pedía que por favor me sacara su huevo del culo.
Willy se movía con más energía, quizá alimentado por mis gemidos.
Me sujete a él con fuerza, mis brazos rodearon su cuello y crucé los dedos en ambos puños.
Mi nariz reposaba entre su oreja y para sentirme más perra.
Su olor empezó a excitarme.
El movimiento de su cuerpo me prendió y más cuando oía a mis nalgas rebotar sobre su vientre.
Sus manos me exprimían el culo y sus bolas peludas rebotaban como canicas.
Que rico, que bendecido me sentía cada que sus abdominales se restregaban con mi pene.
Estaba más que duro.
Willy me había contagiado su arrechura y para ese entonces quería que me la metiera toda.
Quería complacerlo, albergaba la absurda idea de que le gustara hacerlo conmigo.
Por eso me enfoque en que lo disfrutara.
Empecé a moverme con su pinga dentro.
Podía sentir como cada centímetro de carne salía y entraba entre mis paredes.
El olor del aliento de Willy se sentía en el ambiente.
Ese olor que provenía desde el fondo de su ser mezclado en alcohol.
Oh por dios me estaba culeando él, así, a lo bruto, a lo chibolo arrecho que deseaba y le expriman los porongos.
Sentí mi culo arder en carne viva y el flip flip se hizo más seguido.
Willy saco su pene de mi culo y me puso boca abajo en el sofá.
Se remango la polera y se la puso detrás de su cabeza.
Oriente la mirada con curiosidad, siendo testigo de como su pinga, pecho y abdomen venían sobre mí con gran rudeza.
Sus rodillas se abrieron paso entre mis piernas y no fue tarde para que su pene volviera a coincidir con mi latente agujero.
Ahora mi hueco era del tamaño de su pichula y podía decir orgulloso que mi macho me había roto el culo.
Recogí las nalgas y rápidamente su chala me penetró.
Sus pendejos me acariciaban los glúteos y mis testículos eran golpeados por sus bolas.
Toda la desnudez de su pecho y vientre reposaban sobre mí.
Anhelaba que el tiempo se detenga y que su pinga no dejara de bombearme.
Era excitante y enfermiza la sensación que me producían cada una de sus embestidas.
Mis gemidos no eran de dolor, mis gritos eran de felicidad pura, mi garganta le agradecía así por la follada que me estaba dando.
No me contuve y empecé a ajustar el hoyo para sentir su verga con mayor profundidad.
Eso lo puso burro y él empezó a jugar con mi culito.
De rato en rato sacaba su verga y la metía de golpe.
En cada embiste mi cuerpo y culo saltaban.
Me dolía, sí.
Pero que bien que lo gozaba.
Todo su pene fue consumido por mi culo.
Me atrevería a decir que si pudiera, Willy me hubiese metido hasta las bolas.
Que rico cachaba mi macho, con que delicia me agrandaba el agujero.
Las piernas me empezaron a temblar y no pude evitar correrme.
Un escalofrío me recorrió la frente y termine escupiendo sobre el sillón.
Willy vio mi expresión de puta encantada y empezó a cogerme con más ganas.
Reposo su cabeza en mi nuca y desde ahí pude oír su voz.
"Oh.
Mierda.
Así así.
Ajusta el culo.
Que rico csm"
Mi frente se hallaba húmeda y no solo el pecho me sudaba.
Sentía que la humedad estaba en todo mi cuerpo.
Incluso su piel humedecida resbalaba sobre mi espalda con facilidad.
Su pinga me taladraba sin problema, mi culo se había amoldado a su pedazo de carne y el olor de su boca se filtraba entre mi cabello.
Willy alejó la pelvis de mis nalgas y nuevamente fue a dar con fuerza contra mi culo.
Su pichula entro desesperada en mi hoyo y pude sentir como cada chispa de su rica leche me inundaba las entrañas.
Mi culo se puso dispuesto y desesperado empecé a ahorcar a su huevo.
Mis nervios se morían por exprimir cada milagrosa gota que su trola se antojaba en escupir.
Willy no abandonó el mete y saca y cada uno de sus gritos podía oírse con facilidad fuera de casa.
Su piel sudorosa descansó sumergida en agotamiento.
Su pene se resistía a la flacidez y así permaneció por un tiempo, mientras él y yo recobrábamos el aliento.
Willy exhalo satisfecho.
Saco su pene de mi culo y se puso de pie.
Yo permanecí boca abajo, intentando capturar en cada respiro parte de ese momento.
Cuando voltee a verle, me di cuenta que me miraba el culo.
De seguro orgulloso de haberlo dejado tan rojo y tan abierto.
Al mirarme fue hacia donde estaba su ropa y se coloco el bóxer con normalidad.
Yo me concentre en observar con detalle ese culo y piernas peludas.
Esas bolas aterciopeladas que fielmente escoltaban su maravillosa pichula.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!