Ya no quiero volver a casa
Sexto episodio. Con un niño de 11 años, exploramos nuestros cuerpos y nos preparamos para complacer a un pervertido exigente.
Episodios anteriores de esta serie: (1) La suerte de una buena carta – (2) Los juegos que la gente juega – (3) Todo tiene su precio – (4) La dorada obsesión – (5) Ojos de serpiente.
Aunque ya tenía experiencia sexual, a mis 13 años todavía no me sentía seguro para el desafío que me había propuesto Marcos, mi socio.
Con Julián (17), con Lalo (50), con el masajista chino (?) y con el niño africano (13) mi papel había sido pasivo. Me había limitado a dejar que gozaran hasta saciarse de mi cuerpo de niño y lo había disfrutado. Ahora tendría que tomar la iniciativa.
Durante las clases estuve desatento. Los profesores fueron pacientes conmigo, seguramente pensaron que seguía afectado por el escándalo de las fotografías sensuales (episodio 5: Ojos de serpiente). En realidad, yo estaba pensando en cómo preparar al otro chico –que no conocía- para complacer a un cliente también desconocido.
Estaba tenso cuando llegué al departamento de Marcos. Mi socio bajó a abrirme la puerta.
-Tu compañero de juegos ya llegó – me dijo sin entusiasmo.
-¿Qué pasa con él?
-Tendrás que verlo vos mismo.
Al entrar vi al niño, acurrucado en el suelo. Aunque era guapo, su aspecto daba pena. Era muy delgado, lo habían rapado a cero y estaba sucio. Sus ojos negros me observaron con desconfianza. Parecía un animalito asustado.
-Vive en la calle- me explicó Marcos, en voz baja- Su madre me dijo que si le iban a pagar, no haría preguntas. Están desesperados por dinero.
-Pobre gente.
Me agaché para estar a su altura: -¿Cómo te llamás, amigo?
-Brian- dijo con un hilo de voz. Un ruido prolongado salió de su estómago.
-¿Cuándo comiste por última vez?
Lo tuvo que pensar.
-Hace dos días, en el merendero.
Le acaricié amistosamente la mejilla. Como si de un juego infantil se tratara, él también acarició mi rostro y sonrió.
-¿Qué hacemos?- me preguntó Marcos, preocupado.
-¿Cómo «qué hacemos»?¡Darle de comer!
-¿Qué?
-Te vas a comprarle algo de comida y yo me ocupo de bañarlo. ¿No tiene otra ropa?
-Solo esos harapos.
-No podemos dejarlo así. Hay que vestirlo.
-¡Qué generoso está el príncipe! ¿Y lo pagás vos?
-No tengo problemas.
El niño nos observaba con curiosidad.
-Está bien, está bien. Pero limpiá todo después. No me dejés la mugre ahí, “socio”.
Cuando Marcos cerró la puerta le dediqué un gesto obsceno y Brian largó la carcajada. Preparé la bañera con agua caliente. El chico miraba sorprendido.
-Nunca vi algo así – me dijo.
-Ya no es tan común. En mi casa no tengo.
-Yo no tengo casa.
Lo dijo sin emoción. Como la bañera ya estaba casi llena, le dije que nos desvistiéramos. Se desnudó con naturalidad y rapidez. Me observó mientras yo me quitaba la ropa y la dejaba ordenada en una silla. Inesperadamente, estiró su brazo, me acarició el pene y sonrió con picardía.
-Eso después.
Entramos juntos al agua. Su cuello, sus orejas, sus rodillas y su colita estaban necesitados desesperadamente de una limpieza a fondo. Se dejó enjabonar y limpiar con docilidad. El agua se fue poniendo turbia. Finalmente salimos y tomando una toalla, lo sequé mientras él jugaba con mi pelo.
-¡Qué rubio sos! – me dijo. Volvió a sorprenderme estrechándome en un abrazo cariñoso- ¡Te quiero!
-Estás bien limpito ahora, compañero.
-Me gusta.
-Sí, da mucho placer.
-¿Ese señor de barba me va a coger?- el chico no se andaba con vueltas.
-No, él no. Es otro señor, pero yo no lo conozco. Parece que quiere mirarnos jugar desnudos y después, sí, supongo que nos va a coger. ¿Vos ya lo hiciste?
Asintió.
-¿Qué fue lo que hiciste?
-Todo.
En ese momento llegó Marcos con la ropa y la comida. Al vernos desnudos, se alegró: -¿Ya están ensayando?
-A lo mejor no va a hacer falta. Brian tiene calle.
-Eso no lo dudo. Miren, son unos chicos muy hermosos y muy calientes pero no vamos a comer en bolas.
Le alcanzó a Brian un slip y yo me puse el mío (regalo de la empresa). Marcos había traído hamburguesas, papas fritas y bebidas.
-Contame más sobre el político y sus perversiones – le pedí.
-El viejo se entusiasmó mucho cuando vio tus fotos, todavía se debe estar pajeando… pero parece que su fantasía es ver a dos pendejos teniendo sexo en vivo.
-¿Romántico o brutal?
-No me dijo.
-Tendrá que conformarse con algo romántico. Yo no hago sexo duro.
-Yo sí – dijo Brian, con la boca llena.
Equivocadamente, lo tomé como un chiste.
-¿Solo ver?
-Le gusta intervenir en la acción. Supongo que los va a acariciar, besar, manosear… y que le gustará que le hagan una buena paja.
-¿Nos va a penetrar?
-No sé. Mirá, va a pagar por un doble completo y en dólares, así que está todo incluido.
-¿Alguna perversión en particular?
-Supongo que las típicas.
-¿Peleas rituales y amenazas de castración también?
-No te pongas así… y además bien que lo disfrutaste (episodio 4: La dorada obsesión).
Brian había terminado su hamburguesa. Yo no había tocado la mía y el la miró de reojo.
-No tengo muchas ganas de comer… -Mentí- ¿Me ayudás con esta, amigo?
Los ojos se le iluminaron. Agarró la hamburguesa pero antes de probarla me estampó un beso en la mejilla.
-Ustedes dos se están entendiendo –dijo Marcos.
Nuestro ensayo se limitó a una conversación. Le hice preguntas como para tener una idea de su experiencia y hablamos acerca de qué cosas nos gustaban y cuáles no. También acordamos un código muy básico para comunicarnos sin necesidad de hablar.
-Bueno, creo que está todo en orden – dije, dando por terminado nuestro encuentro.
-¿Ya te vas? –me preguntó desolado.
-¿Qué pasa?
-¡No quiero dormir con el barbudo!
-No vas a dormir conmigo –aclaró Marcos- Vas a dormir en el sofá.
Brian me abrazó: – ¡Quiero dormir con vos!
Con Marcos nos miramos. El chico se aferraba a mi cuello con desesperación.
-Me parece que el que va dormir en el sofá soy yo – se resignó Marcos- ¿Tu mamá no se va a preocupar?
-Le mando un mensaje y listo.
Fue la primera noche que compartí la cama con otra persona. Me daba curiosidad cuales serían los deseos de Brian y le dejé la iniciativa. Fue bastante rudimentario: me abrazaba, me tocaba la cara, me acariciaba el pelo, me decía que era lindo. Sin embargo, ya la calidez de su compañía era estimulante.
-¿Sabés besar?- le pregunté.
Me dio un sonoro beso en la mejilla.
-Eso ya me lo hiciste. ¿No sabés otros besos?
Volvió a besarme igual que antes, solo que esta vez dejó sus labios pegados a mi cara por más tiempo y cuando los retiró, me quedó la mejilla llena de baba. Me reí.
-Sos muy cariñoso, Brian, pero voy a enseñarte algo.
Le di unos besos breves en la boca y después, busqué su lengua. Al principio se desconcertó, pero aprendió rápido.
-Cerrá los ojos, chiquito. Se disfruta más.
Jugamos durante un buen rato con nuestras lenguas. Como él estaba encima mío, aproveché para meter mis manos en su slip y acariciar sus nalgas.
-¿Sabés qué?- me dijo, mirándome a los ojos – ¡Se me paró!
-¿Me la mostrás?
Se bajó el slip y me enseñó su erección. Aunque era dos años menor y más bajo que yo, el tamaño de su pene era semejante al mío. ¿Brian sería ya capaz de eyacular?
Cambiamos de posición. Mi lengua rozó su pene, haciéndolo suspirar.
-¿Te gusta?
Me apretó la muñeca. En el código que habíamos pactado un rato antes eso quería decir: ¡No pares! ¡No te detengas!
Brian era un buen alumno.
Aprovechando lo que me había enseñado el masajista chino, con lengüetazos largos y toques certeros lo hice gemir. Lamí concienzudamente sus testículos mientras el acariciaba mi pelo.
Cada tanto, sentía su apretón en mi muñeca.
Lo tomé por las caderas y empecé a chupársela buscando su clímax. El chico aguantó bastante antes de alcanzar, entre quejidos de placer, un orgasmo seco. Todavía le faltaba madurar. Como me pasaba a mí a su edad, después de la paja se quedó profundamente dormido. Le di un beso en los labios y me acomodé a su lado.
Cuando me desperté, estábamos abrazados y desnudos. Con cuidado, me separé de él. Entre sus largas piernas encontré mi slip.
-¿Intensa la noche? – me preguntó Marcos con malicia.
-Muy tranquila. ¿A qué hora es el encuentro con el político?
-Ya me confirmó. A las tres de la tarde.
-¿Vas a tener paciencia con Brian?
-Otra no me queda.
-Es un buen chico. Asegurate que pueda comer bien. Y que mire dibujitos para entretenerse.
-Buena idea.
-Ahora me voy a desayunar. Estoy muerto de hambre.
-Supongo que solo cenaste espermatozoides.
-Ni eso, socio.
En el colegio, Santiago –el justiciero de 15 años- me puso al tanto de sus averiguaciones. Los ejemplares de la revista -aquella donde yo aparecía en slip- no los había comprado un alumno de los cursos mayores, había sido una chica. Un vendedor le había dado una descripción. Santiago pensaba que la chica solo cumplía órdenes y que un pervertido había hecho todo lo demás. Lo complicado es que, según él, era difícil saber cuál de los chicos mayores no era un pervertido.
Me dijo que seguiría investigando. Quiso saber si yo estaba bien, si alguien me había molestado. Le agradecí su preocupación por mí. Era conmovedor y también irónico que Santiago se tomara tan en serio el cuidarme y preservar mi inocencia, mientras yo iba a alegremente a prostituirme una vez más.
Volví al departamento de Marcos.
Brian estaba hipnotizado frente al televisor. Pero no estaba mirando dibujitos.
-¿¡Está viendo porno gay!?
-Digamos que está estudiando para el examen. A lo mejor te da una sorpresa.
Me llevé a Brian al baño y nos duchamos juntos. Pasamos un lindo rato besándonos y acariciándonos mutuamente. Limpios y bien vestidos nos dirigimos al encuentro con el político, que resultó ser mucho más perverso de lo que yo había imaginado.
(Continuará)
como sigue
¡Muchas gracias, barcelona22! Sigue en el próximo episodio: «El as de espadas».
Ufff. Me encantó este relato!!! Sigue así!! Muy excitante y muy bien detallado
¡Muchas gracias, Danny_Dream, por tus palabras! Ahí va el siguiente episodio.
Es muy extraño que escriba reseñas; debo de admitir que existen muy pocas sagas que valen la pena, pero esta es increíblemente extraordinaria, la historia está muy bien redactadas, no se alejan de la realidad (Y cuando lo hacen, son breves detalles), está muy bien escrita, redacción sin errores, conversaciones muy bien escritas, y aquellos detalles en varios capítulos, hacen que la historia sea una jodidamente hermosa obra de arte. Puede parecer enfermo, pero esta historia es muy buena.
No puedo decir más, es claramente de las mejores cosas que se encuentran acá, terminé de leer esta historia en menos de 2 horas, atrapante, cautivante, y excitante, misteriosa, cómica y genial; gracias por ser un gran escritor.
Att: Littleboystupid
¡Wow, Littleboystupid! ¡Muy agradecido de que te hayas tomado el tiempo para escribir cosas tan alentadoras! Mi sueño es escribir el guion de una serie, algún día. Subo un nuevo episodio: «El as de espadas».
Espero que el político también juegue jejejej seguiré leyendo y haces un increíble trabajo
¡Muchas gracias, Flpiti2, por leer y comentar!