YAMPI
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Por ese tiempo ya tenía la inquietud fogosa del sexo haciéndolo a mis catorce años con ficheras y también recordando a través de mis masturbaciones lo que desde pequeñito mis primos mayores y mis amigos me arrumaban en los lugares oscuros cogiéndome ya sea vestido o con mis interiores corridos al suelo
Mi penecito jugueteaba con otros penes más grandes y gruesos con roces seguidos, me gustaba tenerlo parado estirándome con los dedos dándome auto placer, en muchas veces también los penes me lo pasaban por mis pompis, recuerdo el glande de mi primo mayor que me lo pasaba por los labios cuando yo disimulaba estar dormido, bueno, lo que quiero narrarles lo que en realidad me sucedió fue que a finales del año dos mil dos una joven pareja con un hijito lindo vinieron a arrendar una pieza en la casa vecindad de arriendo propiedad de mis padres, venían de otra colonia de lejana ciudad, la pieza que arrendaron tenia la puerta junto a la puerta de mi casa de esa manera yo los miraba salir o entrar a cualquier hora, la cercanía hizo que tuviera confianza con ellos
El niño llamado Jean Pierre contaba con apenas cinco añitos, de piel clara, pelo castaño claro, culoncito, es decir, que tenía unas pompis a lo pato parado bien redonditas, suavecitas, labios encarnados con una puntica de carnita que se la hacía como piquito en el labio superior, tenía piernitas rellenitas, mirada que iba de acuerdo a su personalidad de timidez, muy obediente y callado, rapidito me gané su confianza con halagos y regalitos de golosinas o jugueticos, los padres poco cuidado le daban debido a su trabajo, yo la pasaba jugando a la pelota con mis hermanitos, con los amigos de la colonia y con Jean Pierre que le decíamos cariñosamente “Yampi”, al poco tiempo me di cuenta que Yampi tenía la costumbre de restregarse el pene vestido por la tela de su short que le provocaba picazón se rascaba su parte intima por dentro de la tela de su trusa, seguramente decía yo; era debido a los calores de temporada igual que a los otros chiquillos de la colonia, inclusive yo, pero Yampi lo hacía frecuentemente, era medio amanerado al caminar, de carácter dócil, al caminar como que doblaba las muñecas y por ratos caminaba de puntitas como si estuviera en ballet, yo le daba gran atención de verlo sentado con los juguetitos mostrando sus pompis rellenitas, movía el traserito con gran gusto que me hacía dar ganas de morderlo pero me contenía por miedo a que me delatara o a ser sorprendido por alguien a fin de cuentas lo consideraba un nene aún muy pequeño, para prenderlo solo le hacía disimulados roces con mi pene vestido sobre su espaldita y me dejaba bien erecto el pene.
Hubo una tarde en que la mamá de Yampi salió de compras con unas amigas, como siempre la señora le pidió a mi mamá que le tuviera cuenta a Yampi que había quedado dormido, fui el encargado de cuidarlo, Saúl mi primito de tres años que estaba de visita en mi casa me acompañaba entramos a la habitación de Yampi y estaba dormido completamente boca arriba con sus piernitas arqueadas, solo tenía puesta la trusa, estaba descubierto completamente con la sábana a un lado, por unos instantes observé los pies infantiles, mi mirada recorrió pausadamente su cuerpo con algo de sudor, Yampi tenía una manito posando sobre su pene lampiño vestido por esa fina tela de su trusa, tenía los labios rosáceos arqueados en su boca demostraban sensualidad, su pelito corte hongo le hacía preciosa su carita en sus cejas y pestañas, Yampi tenía algo rosaditas las mejillas, su pechito respirada pausadamente, tragué saliva en cantidad porque me vino una sensación de necesidad y angustia viendo ese precioso cuerpito
Miré hacia abajo en donde estaba mi pene bien erecto y empecé a manosearlo con placer, en ese instante se me vino el deseo de cogérmelo, le dije a mi primito que saliéramos a jugar al patio con los otros chicos, pero ni buen rato pasaba que ya estuve de nuevo con Yampi que seguía dormido, apreté mi pene vestido dándome placer me acerqué a olerle su piel dándole cortos besitos apenitas tocaban la piel de niño sudoroso, su manito ahora estaba sobre la sábana, aproveché del tiempo para bajarme un poco el short y la trusa para sacarme el pene tratando de ponerlo a rozar los labios con mucha cautela, no pude contener el deseo de rozarle mi pene por su piel, yo ya estaba muy caliente queriendo cogérmelo, por un rato lo seguí viendo con mi pene que lo agitaba ya eso me tenía más caliente, en eso que le veo abrir los ojos y de un sopetón me subo acomodo la ropa, Yampi me mira adormitado se me ríe algo pensativo a causa del sueño, yo le respondo también riendo, se sienta sobre la cama estirando los brazos volviéndose a acostar ahora boca abajo, esa postura me calentó más porque vi su traserito bien amoldado a la tela suave de su trusa pequeñita que tenía puesta bien ajustada a su piel de igual forma que su pequeño pene era manoseado por los deditos de Yampi, sin perder tiempo me acosté a su lado por detrás
El se dio un giro y quedamos frente a frente, unimos las frentes frotándolas alegremente pasándole mi nariz por su carita y pelito castaño claro, mis manos rozaban esa piel blanca suave y nos fuimos de cosquillas, le pedí que no se riera fuerte, en uno de esos movimientos en que estábamos acostados de perfil, lo acomodé poniéndolo delante mío cruzándole mi pierna sobre su cadera llevándome su espalda a mi pecho y con mis manos lo contuve abrazándolo por detrás, acomodé mi pene vestido a la altura de sus pompis y comencé el delicioso roce, seguramente era la primera cogida que le daba, Yampi se iniciaba, se movía de a poco y le pedía que se estuviera quietecito, el dulce nene obedecía mis indicaciones
Disfruté del momento en esa postura pegando mi nariz en su pelo, de un impulso lo puse boca abajo yo encima de su cuerpo frotándole mi pene vestido, me vino el temor de lo que le estaba haciendo, casi eyaculo, me contuve, no sería de buen gusto dejar semen en el cuarto de Yampi más en la sábana porque me delataría, me levante haciéndole de gestos monos, él no se dio por enterado de lo que hicimos y fue en ese momento en que pensé confirmando que había sido cogido de esa forma por primera vez, Yampi con toda naturalidad que le daba su inocencia fue en búsqueda de una remera, se la puso y al rato ya estaba jugando con los chicos, yo apegué la puerta de la pieza y de inmediato me encerré en el baño de la vecindad, ahí terminé mis sensaciones de placer truncados, fue creo yo uno de los masturbes más deliciosos que me pegué en el baño en nombre de ese niñito precioso que me hizo nacer la atracción hacia su cuerpito lindo.
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