YO 28 AÑOS, ¿CASI INCESTO? Segunda parte y final 27
Aca la segunda parte y final de esta extraña situación y la duda que me quedó planteada para la posteridad.
Y pasan los años, y de regreso a mi ciudad, me encuentro con María, que al ser una ciudad no tan grande era altamente probable, y en ese encuentro me presenta a su hijo menor con 15 años en ese momento y de nombre Javier. Un muchacho distinto a su hermano de mi relato anterior, delgado cerca de 1,70 mts. pelo castaño, tez blanca y hermosa sonrisa. Me dio gusto encontrarles y rápidamente recordé mis aventuras con Alex quien según me comentó vivía con su pareja y poco se visitaban.
Para celebrar el encuentro, les menciono que iba a celebrar mi cumpleaños en mi casa del campo y les hago la invitación, que fue muy bien recibida comprometiéndose a acompañarme en dicha ocasión.
No se trataba de una gran fiesta, más bien una carne a la parrilla con los vecinos bien acompañada de algunas cervezas y botellas de vino. El día en cuestión los fui a buscar y ahí estaban junto a una chica menor de unos 12 años que me presentó como su hija y pues, a celebrar.
Compartimos toda la tarde, y yo miraba al chico y sacaba ciertas cuentas, sobre la fecha en que estuve con su madre, y me entró la duda sobre la paternidad, dado que el chico no tenía padre conocido (al menos no a la vista y tampoco iba a ahondar en el tema) pero al calor del vino y la parrilla me preocupé de disfrutar del momento y la compañía.
Ya avanzada la tarde-noche, llegó el momento de irse a dormir, y María con su hija se van a un dormitorio y Javier se va conmigo, que también estaba con varios tragos demás, a mi habitación. Los dormitorios estaban en ambos extremos de la casa, por lo tanto, no se sentía ningún ruido de un dormitorio al otro.
Como siempre hacía, me desnudé mientras Javi se desvestía en el otro lado de la cama. Apagué la luz y me acosté, y sentí al chico meterse a la cama y acercarse a mí. Me llamó la atención el gran bulto que sentí en su entrepierna. La sensación que me produjo hizo se me fuera un poco la borrachera y me vino a la mente el recuerdo de su hermano.
Se acercó más aún y me abrazó, sentía su hálito alcohólico, y pase mi mano por su cuerpo, esbelto, joven, apetitoso.
¿Duermes con bóxer? Pregunté, y simplemente se los empezó a sacar, lo que me animó a tocar su bulto, ya desnudo el que estaba en plena erección (bendita juventud) y que tenía un tamaño medio, unos 17 cms creo, de un grosor proporcional, recto y que nacía de una mata de pelos poco abundantes, los que empecé a masturbar, mientras él me tomaba de la cabeza y me la empujaba hacia abajo en búsqueda de su mástil, ante lo cual me apresuré a cooperar e introducir su caliente miembro en mi boca, sintiendo un suave olor a sexo y un saborcillo agradable que me impulsó a meterlo a lo más profundo que podía y junto con succionarlo, lamer mientras mis manos acariciaban su tronco y huevos produciendo los primeros gemidos de sexo gay del adolescente. Mis manos empezaron a aventurarse en el resto del cuerpo, sus tetillas, pecho y estómago, comprobando la ausencia de vellosidad, salvo en su pene y huevos donde se sentía finísimos pelos que resultaban más apetitosos a mis sentidos.
Y así, la situación siguió escalando, el chico a plena excitación me apretaba contra su pene que me llegaba hasta las amígdalas produciéndome una suerte de ahogo, lo que yo soportaba sin reclamar y dejando salir algunas lágrimas, pero no por ello iba a renunciar al placer.
Luego de largos minutos donde sus gemidos me dejaban claro el placer que le prodigaban mis lamidas y mamadas (recordar que su madre y hermana estaban en otro cuarto en un extremo contrario de la casa) los que eran bastante efusivos en algunos instantes. Por fin, noté un engrosamiento del pene lo que me anunció el minuto feliz que se acercaba, el que no tardó en llegar inundando mi boca de gran cantidad de espesa leche, que obviamente me apresuré en tragar, tratando de no perder gota.
De pronto cuando ya dejó de salir la joven lechada, me di cuenta que Javi estaba inmóvil y comprobé que estaba profundamente dormido. Ya mi borrachera se había disipado, por lo que me atreví a encender las luces y retiré las cobijas para poder disfrutar de la vista de aquel joven efebo, contemplando su belleza juvenil, sus exquisitas nalgas, su pene en estado de reposo y sus pelitos castaños y muy finos que solo había podido sentir al tacto y con mi lengua y me sentí muy afortunado con lo vivido.
A la mañana siguiente me levanté temprano, una ducha y a seguir la vida. Un par de horas después apareció Javier, sonriente, pero sin hacer comentario sobre lo acontecido.
Y así, pasaron los días hasta que casualmente un día viernes me lo encuentro en el centro de la ciudad, me saludó alegremente con un beso a la mejilla y me comentó que tenía ganas de ir al campo que le gustaba mucho ante lo que le dije que cuando quisiera, y rápidamente me señaló que podía ser ya mismo. ¿Ya mismo? Pues sí, me dijo, llamemos a mi madre y le avisamos. Quede sorprendido.
Llamó pues a su madre y le dijo que se iría con su “tío” Sergio al campo a lo que ella accedió de inmediato. Compramos unas cervezas adicionales y nos fuimos.
Al llegar, ya entrada la tarde, destapamos sendas cervezas, mientras preparaba una tabla de quesos y otras delicias, las que amenamente compartimos y siempre bien regadas, sorprendiéndome lo buen bebedor que era, si consideramos que recién tenía 15 años. Así continuamos unas cuantas horas hasta que en un momento se levantó y enfiló hacia el dormitorio y me dijo “me dio sueño”. Yo le seguí sin decir palabra y empecé a desnudarme, mientras él lo hacía en el otro costado de la cama.
Esta vez, y de reojo pude ver que se desnudó completamente, pudiendo observar de nuevo su hermoso culo y pene, pero no hice comentario.
Nos metimos a la cama, y de inmediato se me acercó y tomando una de mis manos la llevó a su pene, que ya había alcanzado cierta rigidez, esta vez sin esperar invitación bajé a su entrepierna y empecé a mamar su miembro y huevos. Él retiró las cobijas quedando descubiertos, lo que me permitía hacer mejores movimientos, me arrodille entre sus piernas abiertas y así podía con mi boca excitar su miembro y con mis manos acariciar su cuerpo, sus tetillas, su mentón. El gemía y se movía pélvicamente tratando de llevar su regio miembro hasta las partes más profundas de mi boca.
En un momento me acosté a su lado y él me puso de costado dándole la espalda, y apretó su cuerpo al mío, donde pude sentir la dureza del joven miembro entre mis nalgas. Con una de sus manos empezó a escudriñar con su pene en búsqueda de mi entrada posterior. Me apresuré a ayudarle no sin antes tomar el pomo de lubricante. Dejé que su pene se moviera de arriba abajo por mi raya, y cuando ya estaba a punto me lubrique el ano y lo mismo su pene hirviente, para encontrando mi agujero, introducirlo sin compasión y en dos o tres impulsos llegarme hasta el fondo.
La situación lo ameritaba, estando completamente empalado me puse boca abajo y pude sentir su peso en mi espalda, y a la vez la penetración total. Abrí mis piernas para busca mejor posición, y él se aprovechó para clavarme lo más al fondo que podía mientras gemía extasiado, moviéndose pélvicamente atrás adelante llevándome al máximo de la lujuria.
En ese momento me acordé como años atrás la situación similar la había vivido con su hermano, salvo que yo fui el follador en el culo virgen de su hermano. El morbo me invadió y le pedí que me culiara con más fuerza, lo que hizo. Le pedí se levantara un poco y puse un almohadón bajo mi pelvis y ahí sentí su penetración plena, haciéndome gemir de placer, mientras él seguía moviéndose y en un estado de excitación sublime, sentí como me inyectaba su joven néctar, caliente y a borbotones y prácticamente gritando presa del delirio del orgasmo completo alcanzado. Sus movimientos se fueron apaciguando hasta quedar inmóvil encima mío, para a posteriori deslizarse a mi lado simulando estar dormido, ya que le hablé sin obtener respuesta.
Por hechos que no viene al caso mencionar, tuvimos un intercambio de opiniones más bien fuerte, lo que ocasionó que nos distanciáramos hasta perder contacto. Nos reencontramos con motivo del fallecimiento del abuelo de los chicos, Javi simplemente me ignoró, su madre me hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo y nada más. A veces me pregunto sobre la posibilidad que aquel chico fuera hijo mío, ya creo que nunca lo sabré…….
Les recuerdo mi correo para comentarios [email protected] y si quieren leer todos mis relatos los invito a visitar https://relatos-intimos-inconfesados.blogspot.com/
Que rico