YO 28 AÑOS, SEXO CON MOTIVO DEL TRABAJO
Por principio, evitaba en lo posible tener alguna relación íntima con gente que trabajara en la misma empresa que yo, por los compromisos que ello pudiera acarrear. No obstante, igual algo se dio..
Ya relaté lo que ocurrió con Esteban en mis dos relatos “Yo 28 años, Mi suerte con tres hermanos”, pero además hubo otras situaciones que ahora relato.
Un día, me informan que habían ingresado varios trabajadores a una obra que recién se iniciaba y fui a solicitar antecedentes para elaborar sus contratos. Eran 5 y me llamó la atención un joven de 19 años, esbelto, atlético quien me saludó sonriente, venía de la zona sur de Chile en búsqueda de mejores oportunidades en la capital.
Cada vez que lo encontraba me saludaba y charlábamos un poco. Así supe que con 19 años recién había terminado su servicio militar, obligatorio por aquella época, su nombre Guillermo.
Disimuladamente en varias ocasiones entraba a los vestidores a la hora de salida de la faena, donde observaba a los trabajadores desnudos, saliendo de las duchas para vestirse y retornar a casa. Por supuesto tan pronto se pudo, me busqué la ocasión de verlo desnudo y me pude deleitar con la vista. Su cuerpo exento de vellos salvo los pubianos, se notaba sus nalgas firmes, y un pene que, aunque estaba en reposo, era bastante grueso y se notaba de una longitud interesante. Su color algo obscuro sin llegar a negro.
La relación se fue haciendo estrecha, un par de veces pasamos a tomar unas cervezas a la salida del trabajo, hasta que un día sorpresivamente me invita a una fiesta familiar. Siempre había evitado tal complicidad con un trabajador, pero ésta vez acepté y el día indicado, llegué a la casa de sus familiares, llevé un regalo de estilo y démosle a la fiesta.
No daré detalles de la celebración, pero cuando ya la noche avanzaba y con bastante alcohol en nuestros cuerpos, la fiesta terminaba y me invita a ir a descansar subiendo al segundo piso a su cuarto donde había 2 camas, y procedimos a desnudarnos para descansar. Dentro de mi ebriedad lo invito a dormir juntos dado que hacía frio. El aceptó sin problema.
Al meternos en la cama, le abracé y pude sentir su musculado cuerpo, le agarré un brazo musculoso y ahí le pregunté si le molestaba que le tocara, a lo que respondió que podía tocar lo que quisiera.
No esperé a me repitiera y mi mano bajó en busca de su pene, que, a pesar del alcohol consumido, se sentía en semi erección, y al tocarlo reaccionó levantándose orgulloso. Yo me metí entre las ropas para introducir en mi boca aquel ardiente miembro, y sentí un gemido restringido de mi amigo, y por supuesto empecé a chupar y lamer como la experiencia me había enseñado.
Guillermo, agarró mi cabeza y me empezó a follar bucalmente, casi con brutalidad, llegándome a las amígdalas dado el tamaño del pene, situación que se mantuvo varios minutos.
Me salí de aquella posición y me puse horizontal dándole la espalda, ante lo cual él se acercó y con una mano agarró su verga para buscar penetrarme. Yo atiné a ponerme un poco de saliva a modo de lubricante, algo en mi agujero, un poco en su glande, y me puso a la entrada y se apretó a mi cuerpo para introducir la mitad de un solo golpe. Luego en dos o tres enviones ya me llegó hasta el fondo, pues sentí su pelvis tocar mi carne trasera. Imagino que el alcohol bebido me sirvió de anestésico que, si bien sentí una molestia, no fue exagerado y pues ya estaba empalado y no valía la pena discutir.
Me folló deliciosamente, afortunadamente el dormitorio estaba en un altillo así que poco probable que los dueños de casa hayan sentido algún ruido extraño. Nuestra embriaguez nos hacía actuar desinhibidamente cambiando de posiciones, cogiéndome a su pleno gusto en poses y velocidad de clavada por un tiempo indeterminado.
Ya habiendo probado todo lo que al chico se le ocurrió, yo simplemente sometiéndome, me avisó que ya iba a acabar, que quería darme su leche en la boca a lo que acepté. Me puso de piernas al hombro y encendió otras luces además de las de velador, pues quería verme la cara mientras me terminaba de follar, en esa pose siguió hasta que de pronto sacó su pene de mi culo y buscó mi boca, empezando a lanzar gran cantidad de semen y en sucesivos disparos hacia mi boca y yo ubicándome para no desperdiciarlo, lo que conseguí en su gran mayoría.
Yo amasaba sus huevos y masajeaba su próstata, buscando sacar hasta la última gota de leche, lo que creo logré. Cuando ya dejó de salir su joven néctar, nos limpiamos con papel higiénico y nos acostamos, esta vez en camas separadas para dormir plácidamente y no despertar sospechas de nuestro goce oculto.
A la mañana siguiente, me levanté y regresé a casa, solo agradecí a Guillermo por todo (en especial lo último ocurrido al dormir) dado que los dueños de casa aun dormían, pero le encargué mis agradecimientos.
Seguimos teniendo encuentros esporádicos, esta vez me iba a visitar a mi casa. Incluso en una ocasión hicimos trio con Cristian, de mis relatos “Yo 28, Ellos hermanos de 14 y 16”, el menor, y estábamos planificando un encuentro con el otro hermano para hacer una fiesta de 4 pero lamentablemente no se concretó.
Gabriel, otro muchacho de unos 25 años, era casado y también de cuerpo bien trabajado (ello era normal pues debo recordar que mi trabajo era en la construcción, donde predomina el esfuerzo físico lo que pule los cuerpos de muy buena forma) de tez blanca pelo castaño claro, alrededor 1,70 de estatura. Al ser conocido de un capataz de la obra, me dio la confianza de pedirle me hiciera algunos trabajos en mi casa, para lo cual lo llevé un día sábado por la tarde y le encomendé ciertas reparaciones las que hizo mientras charlábamos amenamente.
La verdad hablamos de cosas banales, me comentó de su familia y cosas del trabajo y la vida, pero mientras trabajaba yo le observaba su musculatura (solo vestía una camisa corta y un pantaloncillo ajustado) y en general su cuerpo muy apetitoso.
Cuando ya terminó los trabajos, le invité a ducharse dado que, al ser verano, en Santiago es bastante caluroso. Lo llevé pues al baño que estaba dentro de mi dormitorio, le pasé una toalla y mientras se duchaba, yo me recosté en la cama a mirar televisión.
Sentí cuando cerró la llave del agua, y al abrir la puerta pude observarlo, envuelto en la toalla y sonriente. ¿Qué tal?, ¡delicioso!, respondió, y en un inesperado movimiento, deja caer la toalla y me deja a la vista su magnífico pene, erecto, grueso, con sus huevos colgando de forma notoria, su cuerpo lampiño. Resumiendo, todo un bocado.
Me miró sonriendo y yo le respondí la sonrisa, ante lo cual él se acercó a la cama, un paso, otro, hasta llegar a mi lado, donde yo simplemente acerqué mi boca a su verga y dejé que en un pequeño movimiento la metiera en mi boca. Le agarré desde el culo y lo empecé a mover atrayéndolo hacia mí, con lo que el chico lanzó un largo ohhhhhh, y le acomodé en la cama de espaldas mientras yo seguía en mi mamada, pasando de su larga bolsa escrotal, de un huevo al otro y de regreso al pene, caliente grueso pero que entraba en mi boca llenándola en su totalidad, cada entrada y salida era acompañada de un gemido de Gabriel, que daban cuenta del placer recibido. Mis manos acariciaban sus piernas, su pecho, y volvían a su sexo a full para seguir amasando y masturbando.
Le pedí me avisara cuando fuera a acabar, lo que asintió. Su cara siempre sonriente, sus gemidos, daban buena cuenta que hacía bien mi trabajo cual experto mamador. Sus manos acariciaban mi cabello y aprovechaban de llevarme a su ritmo, casi ahogándome al meter lo más al fondo posible su delicioso pene.
¡YA! me avisó, ante lo cual metí su pene hasta lo más que pude, y ya no lo sacaba para poder degustar su caliente leche, la que empezó a salir entre sus fuertes exclamaciones, oh, oh, oh, y yo procurando tragarla sin desperdiciar nada. Un disparo, dos, tres…….incontables, los primeros profusos, los siguientes en menor cantidad hasta que ya al final solo eran unas gotas, pero igual arrancándole gemidos de placer.
Cuando ya casi terminó de lanzar su liquido íntimo, mi lengua lamía su prepucio, que su pene ya estaba volviendo al estado normal de reposo, para por fin quedarme apoyado en sus piernas, lamiendo su pene y mirando su rostro que me agradecía con su hermosa sonrisa.
Y así, pasado unos minutos, se vistió y lo llevé de regreso a su casa. Al despedirnos le agradecí y a su vez el me agradeció. Le pregunte si había repetición y me dijo que si, que podía ir a buscarlo de vez en cuando y fuéramos a mi casa.
Los encuentros se hicieron frecuentes, en fines de semana, lo iba a buscar, a veces a su casa, otras me esperaba en algún sitio para hacerlo más discreto y nos íbamos a casa. Ya de la segunda reunión, le pedí me penetrara, lo que hacía y al preferir el que le mamara y descargarse en mi boca, cuando había tiempo me penetraba y acababa, para esperar un rato y hacerle mamada para alimentarme con su leche, o si era más acotado el tiempo, solo mamar, pero lo que fuera ambos siempre satisfechos.
Y así seguimos con nuestros encuentros furtivos, su joven mujer y madre de su hija nunca sospechó dado que al saber que yo era jefe en la empresa, siempre tomó como natural que saliera conmigo a reuniones “laborales”, jejeje
Recuerdo a mis lectores mi página para releer mis relatos, todos fidedignos como el que acabo de compartir. https://www.blogger.com/blog/posts/7288242087413911078?pli=1
[email protected] para comentarios
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!