YO 28, DE NIÑO A ADOLESCENTE. –(23)
La internet y comunicaciones en general, llevan a l@s jovenes a un despertar a la sexualidad a temprana edad. Diferente a lo que me paso cuando tuve esa edad. Aqui una parte de mis recuerdos al respecto..
YO 28, DE NIÑO A ADOLESCENTE. –(23)
Debo reconocer, que mi etapa de crecimiento, de la niñez a la adultez, fue especial y muy diferente a la actual.
Muchas cosas se consideraban “tabú”, me enseñaron que los bebes venían de “París”, que los traía la “cigüeña”, que las mujeres embarazadas se “mejoraban” al parir, como si un embarazo fuera algún tipo de enfermedad, y así, tantas cosas más.
Y por supuesto el tema del sexo no escapaba a dicha realidad, ni pensar que los padres le fueran a mencionar tal cosa a sus hijos, y por lo general los conocimientos llegaban por la propia curiosidad, o bien algún amigo mayor que nos enseñaba, no siempre de la mejor forma, sobre esos temas.
Recuerdo cuando tenía unos 12 años, con un compañero de colegio, de mi edad, que vivíamos en casas continuas, siempre compartíamos jugando a la pelota (futbol) en la calle, y otros juegos acordes a la edad.
Una tarde, estábamos en su casa y nos entreteníamos escondiendo algún objeto en distintos sitios, y así llegamos a esconderlos entre nuestras ropas. En un momento, puse aquel objeto entremedio de la cremallera de mi pantalón, lo que no fue descubierto por mi amigo.
Cuando le señalé donde estaba el pequeño objeto, me preguntó si yo tenía pelos en aquel sitio, refiriéndose a mi zona pubiana. Yo abrí tamaños ojos con la pregunta dado que yo estaba pelado como un muñeco, y obvio respondí que No. Mi amigo me señaló que él si tenía y muchos, lo que por supuesto quise mirar.
Nos fuimos a un sitio más privado y se abrió el pantalón bajándolo hasta las rodillas y pude ver un pene oscuro, grueso y de un tamaño gigantesco para lo que yo conocía, rodeado por una gran mata de pelos negros. Debo mencionar que mi amigo era más alto como toda su familia, seguramente cercano al metro y setenta cms. Mientras yo apenas 1,50 mts.
Ahí quedó todo, pero para mí fue la primera señal de los cambios que traía el crecimiento.
Ese verano, nos entreteníamos con otros chicos del barrio, saliendo en grupo a andar en bicicletas dentro de la población que vivíamos. Se podía salir en gran seguridad por lo que no había problemas, casi no había vehículos circulando y estaba todo bien iluminado.
En un momento me detuve en un grupo, y había un chico desconocido para mí, que tendría unos 15 años, que fue presentado como primo de otro del grupo. Como él no tenía bicicleta me propuso llevarme en la mía, para lo cual yo me sentaría en el fierro que une el asiento con el manubrio, lo que hicimos, empezando a dar vueltas con los demás.
En un momento, y debo mencionar ya estaba oscuro, me dice que necesita orinar, por lo que se detuvo en un sitio donde había poca luz, dado que los postes de alumbrado estaban algo lejanos y tapados por frondosos árboles. Se metió entremedio del pasto y yo le seguí. Descansamos nuestras vejigas y él me pregunta si yo “me corría la paja”. De nuevo mi inocencia afloró y respondí que no, sin decir que no tenía idea a que se refería.
Se acerca a mí y me toma una mano y la lleva a su pene, que sentí bastante grande para lo que yo conocía (el mío) y me enseña a subir y bajar su piel, diciéndome que se sentía rico. Por su parte agarró mi pequeño miembro y me hizo lo mismo.
Para ser sincero no tuve mayor sensación salvo la curiosidad natural. Luego de algunos minutos me pide me dé la vuelta a lo que accedí. Se puso detrás mío y sentí como deslizaba su miembro de arriba abajo por mi hendidura anal, sin producir penetración.
De pronto ya terminó, me pasó un trozo de papel higiénico y me dijo me limpiara, lo que hice, pero no encontré nada para limpiar, por lo que seguramente si eyaculó lo hizo en el suelo o donde no me di cuenta.
Ya en el liceo, las cosas se iban desarrollando, el crecimiento era patente en todos, el engrosamiento de la voz, la aparición de vello facial, y el crecimiento de los penes, con su correspondiente pelambrera que yo disimuladamente miraba en las duchas luego de las clases de educación física. No estaba claro de cuales eran mis sentimientos, pero que me gustaba mirar, SI, me gustaba.
Por supuesto que la maduración también se expresaba en las conversaciones, tocaciones a modo de broma al estar en grupo (¿serían todas en broma?) conversaciones de doble sentido y otras, y por ahí fue que tuve un desagradable encuentro que ahora detallo.
Estudiaba en colegio católico, exclusivamente de hombres. Separados dos patios entre chicos menores hasta octavo año, y de Primero a Cuarto Medio en otro patio. A nosotros nos vigilaba un Inspector que supimos era un sub oficial retirado de ejército, quien se preocupaba de corregir las formaciones para entrar a las salas, y además de vigilar que no ocurrieran situaciones extrañas dentro del colegio.
Pues bien, en una tarde que había regresado a hacer alguna tarea a la biblioteca, era invierno por lo que oscurecía temprano. Ya todo el mundo había salido de clases y éramos pocos los que transitábamos por los pasillos del colegio. Me encuentro con éste individuo, y me llama hacia la sala de profesores, yo fui inocentemente sin imaginar nada extraño.
Apenas entro, al lado de la puerta el me abraza con fuerza (yo recién con 15 años iniciando mi desarrollo era un mozalbete flacucho) me aprieta contra la pared y empieza a darme besos buscando mi boca. Yo asustado y desesperado traté de soltarme, pero él me tenía muy bien agarrado los brazos con los suyos, de todas formas, más musculosos. Insistía en buscar mi boca y yo me retorcía para impedirlo sin atinar a nada más.
Afortunadamente para mí, la sala mencionada tenía otra puerta en el extremo contrario, la que se abrió de repente y entró una persona del servicio, con una escoba y otras cosas, el hombre inmediatamente nos miró, ante lo cual el pervertido me soltó y salí escapando rápidamente de ahí, asustado y asqueado de haber sentido su lengua en mi cara y sus besos repugnantes.
No identifico la congregación religiosa a cargo del colegio, dado que esto no fue realizado por uno de sus integrantes. Además, la Iglesia Católica ya está identificada claramente como pedófila, y peor aún, protectora de la pedofilia, y de hecho esta congregación tiene varios juicios por situaciones en otros colegios que ellos administran acá en Chile.
De lo anterior, solo lo mencioné a quien era mi amigo del alma y a su “polola” como decimos a las novias en Chile, y creo nunca más lo mencioné hasta ahora que lo escribo. Por supuesto en el futuro si iba a la biblioteca lo hacía con mi amigo, pero nunca más solo, y evitaba encontrarme con el degenerado en algún pasillo o sala.
Otro de mis compañeros de curso, que vivíamos cerca, viajábamos todos los días casi en un viaje de un par de horas de ida y vuelta, por lo que se creó una cercanía especial. También nos hacíamos bromas de doble sentido, agarrones y conversaciones sexualizadas.
Y así, un día que le comento estaría solo en casa, llegó de improviso y me sugirió que tuviéramos sexo.
Me sorprendió, pero no me desagradó, en principio dije que sí, pero pasados un par de minutos me arrepentí. A todo esto, el para convencerme se había abierto y sacado su miembro, el que era bastante oscuro y con abundantes pelos negros, y de un tamaño medio para sus 15 o 16 años.
Una semana después, se vuelve a dar la situación, y de nuevo me hace la invitación, y ahí ya convencido, le digo que acepto, pero tiene que ser para ambos lados. El me folla a mí y yo a él, en lo que sería una experiencia nueva para ambos. El aceptó.
Nos fuimos al dormitorio, él ya iba de nuevo con su verga erecta a la vista, haciéndose una suave paja. Me señala que me ubique en la cama, antes de ello le pregunto que si él va a cumplir con su parte después y me asegura que sí.
Me ubiqué pues boca abajo en la cama, con mis pantalones en los tobillos, y sentí como mi amigo de nombre Eduardo empezó a acomodarse. Sentí que me puso saliva en mi culo, y empezó a acomodar su pene entre mis nalgas.
Se subió encima mío y sentí como su pene se iba de golpe, pero no dentro de mi culo, sino que, al tener las piernas juntas, él sentía como que me estaba follando lo que no era así, y yo tampoco dije algo al respecto.
Empezó pues a moverse en lo que el sentía era un mete saca, lo que hizo un par de minutos, hasta que le dije que ya bastaba que era mi turno. Se bajó de mi espalda y se acomodó en la misma posición que yo estaba previamente.
Yo con mi pene enhiesto, abrí sus nalgas y lo posicioné a la entrada de su culo, presioné.
Pegó un salto, ¡cuidado! Se quejó, me di cuenta que yo si lo estaba perforando, así que seguí poco a poco entrando entre sus quejidos de dolor. Cuando ya iba más o menos la mitad, empecé a juguetear con mete y saca unas pocas veces, hasta que Eduardo se movió para salir de la posición. Sin hablar se puso de pie, se subió los pantalones y se fue sin decir palabra.
Luego de ésta experiencia, varias veces me invitaba a repetir. Yo le respondía que sí, siempre y cuando fuera de la misma forma, un rato cada uno, a lo que siempre se negó.
Creo debí aceptarlo ya que tenía asegurado su silencio dado que él ya había probado mi carne, pero no se dio. Imagino igual que era un poco lengua floja, ya que, en una ocasión, estaba él con un primo suyo un par de años mayor, Eduardo se sacaba la verga para mostrarla, y su primo hizo lo mismo, mostrándome un pene blanco y bastante grande hasta donde recuerdo, haciéndome ambos gestos de invitación, a lo que hice caso omiso. Como sea, ya nunca será.
Hasta aquí esta parte de mi vida. Les recuerdo escribir a mi correo [email protected] y me comprometo a responder a quien lo haga. Hasta pronto.
Me encanto, me hace acordar mas o menos como empecé yo con amigos, nada mas que yo directamente fui pasivo, me encanta recibir una buena pija, pero tuve una experiencia parecida con un violador que intento violarme y no pudo, pero me gusto