YO 28, EL CHICO DE LA CALLE…13 (31).
Otra experiencia vivida con un menor, quizas ilegal, pero no por ello menos deliciosa.
Cuando aún vivía en mi pequeña ciudad cercana a la capital, Santiago de Chile, era fanático de motos (afición que terminó en una colisión con un bus, del que salvé milagrosamente) y gustaba de salir a distintos sitios, independiente del mes del año, frio o calor.
En una salida en pleno invierno, regreso de visitar unas amistades, a altas horas de la noche o ya madrugada. Pasé a un restaurante que siempre estaba abierto, a tomar un café y un sándwich. Al entrar al local me encontré en la puerta un chico de unos 12 o 13 años que me saludó con una amplia sonrisa.
Hice mi pedido, y pregunté a la dueña que era quien atendía, si podía invitar al chico a comer algo, a lo que ella accedió.
Le pregunté si quería tenía hambre a lo que asintió y aceptó encantado mi invitación, regalándome de nuevo su sonrisa. Pedimos sendos sándwiches con café y pregunté a la señora si siempre estaba ahí y me dijo que de vez en cuando aparecía. Le pregunté porque estaba ahí y me dijo que su padre había llegado borracho a casa y prefería estar en la calle y evitar su presencia. Me comentó venía de una ciudad vecina, que tenía otros dos hermanos y cosas triviales de su vida.
Se sirvió su plato, y le pregunté si quería otro lo que aceptó de inmediato. Le observé con más detención, media un metro y medio aproximado, delgado, pelo negro liso, ojos con hermosas pestañas, una sonrisa que ya describí, radiante.
Pagué el consumo y me despedí de la dueña del local y salí seguido del chico. Se acercó a la moto y le pregunté que haría el resto de la noche y respondió que nada, caminar hasta que amaneciera. Le comenté que había mucho frio, pero se encogió de hombros como respuesta.
¿Quieres ir a mi casa? Pregunte, y accedió de inmediato. Le pasé mi casco y enfilamos a casa, que estaba a pocos minutos. Entramos, encendí calefacción y me saqué algo de ropa de motorista. El chico se sentó en un sillón y le encendí la televisión.
Le pregunté si alguna vez antes alguien le había invitado a la casa, lo que negó, le pregunté si no tenía temor de ir con un desconocido a su casa a esas horas, lo que también negó, mostrándome una inocencia inesperada en un chico de la calle.
Considerando que ya era avanzada la noche y había que dormir, le señalé que debía bañarse dado que no olía adecuadamente. Le señalé la ducha y le pasé un pijama mío y una toalla para que se aseara, lo que hizo sin problemas. Una vez que salió del baño le invité al dormitorio de visitas donde me preocupé de abrigarle para dormir.
Recién me había metido a mi cama cuando lo sentí que se acercó a mí y me pidió dormir conmigo. Entre sorprendido y agradado le abrí las sabanas para que se metiera, me abrazó inmediatamente, lo que respondí con suaves caricias en su pelo algo húmedo y suavemente por su espalda. Debo mencionar que hasta ese momento no tenía doble intención con el chico. Luego de ello nos dormimos abrazados.
Al día siguiente no iría a la oficina, era feriado, por lo que desperté ya avanzada la mañana. El chico dormía plácidamente a mi lado, lo que aproveché para mirar en detalle sus facciones, piel blanca, pelo liso castaño. Además, me aproveche de acariciar un poco su cuerpo, bajando por su espalda y llegar a sus nalgas bien formadas, de un tamaño medio y firmes como corresponde a un chico de su edad.
Estaba en eso, cuando lo vi abrir los ojos y sonreír. ¿Te molesta que te toque? Pregunté a lo que movió su cabeza en negativa. Seguí pues con su complacencia, metiendo ésta vez mis manos por dentro de su ropa de dormir, sintiendo la suavidad de esa piel tierna y exquisita. Él se reía por las cosquillas que le producía, lo que me impulsó a dar un beso en la frente y salir para vestirme, que tenía pensamientos encontrados en aquel momento. La tentación se hizo presente.
Me levanté pues a preparar desayuno, puse su ropa en la lavadora y posterior a ello me fui al escritorio a revisar algunos documentos. El chico se entretuvo viendo tv, hasta la hora de almuerzo. Más tarde salí dejando al niño solo en casa.
Regresé entrada la tarde, y decidí luego de merendar, acostarme temprano, El día nublado invitaba a ello, por lo que me metí al baño a tomar una ducha caliente. Estaba disfrutando del agua caliente, cuando de improviso siento que el chico se metió a la ducha junto a mí, sonreía como siempre y me abrazó efusivamente. Empecé a deslizar mis manos enjabonadas por su cuerpo, y por vez primera llegué a su rajita y a su pene, el que apenas exhibía algunos finos pelos, sentí la suavidad de sus huevos y manoseé hasta sentir que aquel inocente pene despertó insinuando una erección. Seguí enjabonando su cuerpito y también un poco de shampoo para lavar su cabello. Disfrutamos un buen rato del agua caliente.
Salimos de la ducha y lo envolví en un toallon para empezar a secarlo, a la par que yo me secaba. Pasaba mis manos por cada rincón de su cuerpo y estando ya secos, nos fuimos a la cama.
Allí, seguí pasando una toalla de mano y aproveché de observar su desnudez. Como ya había palpado, su cuerpo casi lampiño salvo poquitos pelos nacientes en su pene, su piel clara me invitó a empezar a pasar mi lengua por la zona umbilical, lo que le hizo retorcerse por las cosquillas ocasionadas, ¿no quieres? pregunté, Si, me dijo, es rico, pero me hace cosquillas……Obviamente seguí saboreando su cuerpo acompañado ahora con mis manos que lo recorrían sin restricción.
Seguí explorando su cuerpo, con mis labios y lengua como manualmente, me acomodé a su lado y le di un beso en la boca, y me subí para dejar mi pene a la altura de su boca, que instintivamente abrió para empezar a mamar. Al principio poco hábil raspándome con sus dientes, pero pronto aprendió. En ese momento me puse en posición inversa y le enseñé su primer 69.
El sentir esa boca virgen saborear mi verga me llevo a sensaciones nuevas, y también el sentir su pene que tenía un tamaño bastante aceptable para la edad del chico, se endureció cual un riel al meterlo en mi boca, y le robé algunos gemidos al ir retirando su prepucio, suavemente mientras lo lamía, dejándolo casi en éxtasis.
Luego de algunos minutos, sentí que mi calentura llegaba al climax, y apenas le avisé para que recibiera mi semen que a borbotones se derramó en su boca, la que fue tragada sin más dilación una vez se recuperó de la sorpresa inicial. Por mi parte me tuve que dedicar algunos minutos más con mi mamada y caricias incluido una exploración inicial en su culo también virgen, que en principio le sorprendió, pero luego se dejó con naturalidad.
Finalmente me regaló esa primera eyaculación en lna boca, un líquido no tan espeso como el semen que conocía, seguramente por estar en el inicio de la pubertad.
Nos acostamos de forma normal, él acurrucado en mi regazo y le dije que me había hecho muy feliz, que había disfrutado lo que habíamos hecho, en especial saborear su leche. En éste punto me contó que sabía masturbarse que sus amigos le habían enseñado, pero nunca había tenido otro tipo de contacto, y menos algún tipo de sexo como lo habíamos hecho recién.
Luego de ello, nos dormimos abrazados.
A la mañana salí a la oficina y estuve todo el día fuera. Le dejé los alimentos necesarios para el día y me despedí.
Por la tarde, al entrar nuevamente estaba acostado en el sillón mirando televisión, su sitio favorito. Me acerque para saludarlo y me estiró su mano para bajar el cierre del pantalón, con su sonrisa angelical me miraba, mientras buscaba, hasta que sacó mi pene y me atrajo para meterlo en su boca y chupar con ansia dándome esa sensación deliciosa de lo prohibido. Bajé mis pantalones a altura de las rodillas y me acerqué para disfrutar mejor la mamada, transformándola en una follada bucal, hasta que luego de unos minutos sentí que eyaculaba a borbotones y mi semen caliente rebalsaba por la comisura de los labios del pequeño.
A pesar de la “leche” consumida, aceptó acompañarme a merendar, luego de lo cual nos fuimos a la cama donde nuevamente iniciamos un juego erótico, y yo aproveché de introducir un poco más mi dedo medio en su culito, convenientemente lubricado, preparándolo para el momento adecuado, relájate, le pedía. Él se dejaba hacer, mientras yo lo hacía alucinar con mamadas y lamidas intensas que lo invitaran a entregarse sin límites.
Y así se repetía día a día, y ya el chico aprendió a dejarse introducir no un dedo sino dos, relajando su esfínter con lo que ya entendí que estaba preparado para el paso siguiente. Así pues, una tarde hicimos el acostumbrado 69 pero antes de alimentarlo con mi leche de hombre, lo puse de costado, dándome su espalda. Acaricié sus nalgas, le lamí y succioné sus orejas, mordiendo el cuello mientras con mi mano iba acomodando mi pene en la entrada de su culito, que ya había lubricado adecuadamente con crema, y asimismo mi pene, para empezar a entrar, con bastante facilidad dado que al ser primera vez ya expliqué lo había convenientemente preparado.
No soporté tanto autocontrol, y simplemente lo apreté a mi cuerpo penetrándolo completamente. Escapó de sus labios un quejido, pero ya estaba completamente empalado, quedándome yo inmóvil mientras se acomodaba su ya no virgen culo a mi miembro. Comencé pues a moverme, metiendo y sacando, sintiendo ese calor en su culo, me llevaba a eyacular, para lo cual me quedaba inmóvil que quería extender ese mágico momento lo más posible.
Reanudaba mis movimientos, abrazando al chico, besando su cuello, mordiendo sus orejas, haciéndole gemir y empalándolo hasta lo más profundo que podía. Mis detenciones ya se hacían incontenibles así que empecé a follarlo más fuerte, casi con violencia, el pasaba su mano hacia mi culo para atraerme y sentirme más adentro. Y así hasta que ya vino la explosión de mis huevos inoculando gran cantidad de semen dentro de su cuerpo, chorros y chorros que junto con mis gemidos llenaron de sexo la habitación. Algunas gotas de sudor en mi frente mostraban la entrega que de mi parte hubo para aquella primera vez en el culo del chico, quien también gemía de placer y algo de dolor provocado por mi follada.
Me quedé en esa posición, lamiendo el sudor de su cuello, besándole y dejando que mi pene volviera al estado de flacidez, lo que ocurrió algunos minutos después, junto con un poco de semen que escurrió del interior del lampiño y casi infantil culo desvirgado.
Desde ahí, cada tarde al llegar del trabajo era un placer seguro. El chico siempre estaba acostado en el sillón mirando tv, me hacia la mamada respectiva y nos íbamos al dormitorio donde lo follaba en todas las poses imaginables, su cuerpo menudo ayudaba en ello que de forma elástica se posicionaba como yo pedía. El placer era mutuo. Su culito ya soportaba mi miembro sin problemas, que la ductilidad de la piel juvenil ayudaba en ello.
Pero nada es eterno. Recibí una muy buena oferta de trabajo en Santiago, la capital que me obligaba a irme y regresar a casa 2 veces al mes, período que el chico no podía quedar solo, por lo que tuve que pedirle se fuera, además era comprometedor para mi dejar un chico en mi casa sin justificación, y podía llevarme a lios con la justicia.
Con dolor del corazón me acompañó al terminal de buses, donde después de un fuerte abrazo me subí al bus sin mirar atrás. Le entregué algún dinero para que se mantuviera algunos días, y le recomendé regresara a su casa………nunca más supe de él.
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