YO 28, MI SUERTE CON 3 HERMANOS.(24)
En relatos anteriores, les conté sobre contactos que tuve con parejas de hermanos, en algun caso juntos y en otros no, ahora les relato lo que paso con TRES hermanos, recuerdo que me hace sonreir por lo extraño que haya ocurrido, pero asi fue..
Como siempre he señalado, mis relatos son completamente reales, y a lo más puede haber detalles que en el paso del tiempo haya olvidado, pero lo medular se mantiene, en especial lo más delicioso de esos recuerdos.
Como antes ya relaté, me fui a trabajar a Santiago de Chile a una empresa constructora. Mi casa quedaba sola en la semana y normalmente regresaba los fines de semana.
La empresa estaba construyendo unos edificios en Viña del Mar, donde normalmente iba dos veces a la semana a inspeccionar.
Pues bien, debía pasar por la bodega en donde había un joven que oficiaba de ayudante. Unos 20 años, 1,75 de altura, delgado y de tez trigueña. Una hermosa sonrisa que iluminaba su boca y siempre muy amistoso.
No obstante que yo lo encontraba muy apuesto, siempre mantuve un bajo perfil en mi condición de gay, en especial en el trabajo. Sin embargo, ello no obsta a que siempre conversábamos de nuestras vidas y así fue naciendo una confianza. El me señaló que estaba en una relación donde había un bebe de 6 ó 7 meses. Me mostro fotos tanto de su chica como del bebé y así, todo normal.
En cierta ocasión, llegué más tarde de lo normal, dado que algo me atrasó en Santiago que está a 120 kms de Viña del Mar, llegué pues e hice mis labores. Al ser día viernes me permitían llevar el auto a casa por el fin de semana. Cuando finalicé mi cometido y ya me retiraba hacia mi hogar, me encuentro con el chico de la bodega, de nombre Esteban, me detengo y ofrezco llevarlo a lo que accedió, como siempre con su amplia sonrisa.
Al ser invierno, ya estaba oscuro, cerca de las 7 de la tarde, y mientras conduzco le digo que no había tenido tiempo de almorzar, que compraría algo y si quería acompañarme a lo que accedió de inmediato.
Compramos un pollo asado con papas fritas, y una Coca-Cola de un litro y enfilé hacia un mirador enfrente del mar, Viña del Mar tiene muchos sitios hermosos para mirar y más aun que siendo invierno no andaba mucha gente paseando. Lindo recuerdo que además de ver las olas, se puso a llover y estábamos ambos en grata compañía. Esta situación se repitió varias veces, pero ya no de forma casual, sino programadas.
En una de esas salidas, ya me fui a estacionar a un mirador más alejado de las luces de la ciudad, que la confianza que teníamos me permitía avizorar la posibilidad de tener algo más que esa simple amistad.
En un momento, me señala que tiene ganas de desocupar su vejiga, y que vayamos a algún sitio menos concurrido, que había autos cerca de nosotros. Me moví unos metros y me dijo que ahí no, me moví otros cientos de metros y de nuevo se negó, ante lo cual ya entendí todo y me fui hacia un camino rural que había visto antes, y nos metimos un par de kilómetros a un sitio donde se veía que no pasaba nadie (además era un camino secundario de tierra, donde no había casas cerca así que era el sitio ideal).
Estacioné el vehículo, él se bajó hacia la parte posterior, hizo lo suyo y regresó. Se acomodó en su asiento en una oscuridad casi total, solo brillaba la luz de la radio. Le pregunté si se había acomodado bien, mientras puse mi mano en su entrepierna, su cremallera estaba abierta, invitándome a seguir con su silencio. No me hice de rogar y metí la mano sin dudar, y me encontré con un grueso bulto de un tamaño bastante interesante. Abrí un poco más su pantalón y mi mano hurgó por el elástico de su bóxer, mientras él reclinaba el asiento hasta quedar casi acostado, yo, agarré a plenitud su miembro que se empezaba a engrosar y endurecer, y sin decir nada me lo metí a la boca arrancándole un gemido. Ahí pude dimensionar su tamaño, que andaba por 20 cms y bastante grueso, y yo trataba se meterme a la boca lo más posible esa tranca, mientras acariciaba sus huevos grandes y peludos. Lo masturbaba con mi boca y mi mano, mientras el me acariciaba la cabeza y a la vez me apretaba contra su verga para que me entrara más y a fondo. Un aroma embriagador y un sabor con un suave toque a orines me entusiasmó a seguir la faena.
El ambiente era el preciso, entre medio de árboles nativos, en completa oscuridad (día nublado en invierno) ninguna casa cerca, y la calentura de ambos dentro del vehículo, yo mamaba con ansias, me deslizaba a lamer y chupar sus huevos, grandes, peludos, que le hacían gemir sin límite. Él ya había bajado sus pantalones a la altura de las rodillas por lo que tenía a plena disposición su intimidad.
No sé cuánto tiempo estuvimos en eso, los vidrios del auto empañados que delataban la calentura que adentro existía, pero en un momento su respiración se aceleró y empujo mi cabeza para hacer su verga me entrara hasta la garganta, a la vez sentí como se engrosaba y palpitaba más rápido, iniciando el derrame de una leche espesa, tibia, más bien salada, que en distintos disparos, inundaba mi boca y yo apenas la tragaba cuando ya venía una nueva descarga.
Poco a poco, la cantidad y la intensidad de descargas se alejaron hasta terminar. Su pene se volvió un poco menos erecto, mientras yo seguía lamiendo y chupando, extendiendo mis lamidas hasta su ombligo, al cual se llegaba por un fino camino de pelos finos que también rodeaban el agujero natal, y sintiendo como su respiración se normalizaba, hasta que ya me quedé inmóvil, con su pene en mi mano, y él acariciándome el pelo y mi cuello.
Gracias, le dije. Gracias a ti, respondió. Hice andar el motor del auto, limpié el parabrisas empañado, mientras con la calefacción y un poco de aire se aclararon los demás, y regresamos hacia Valparaíso que estaba su domicilio. ¿Qué tal pregunte? ¡delicioso! me respondió.
De regreso, me comentó que nunca había estado con un hombre, pero que le gustaba lo que habíamos compartido. Le pregunté si habría repetición y me respondió que sí, lo que se cumplió en un par de semanas posteriores.
Ahí, ya hablando más y conociéndonos íntimamente, le propuse me fuera a visitar a mi casa, que ya dije estaba en otra ciudad relativamente cerca lo que aceptó. Acordamos un día sábado en que él no tenía que trabajar, y así llegó en la mañana al sitio donde quedamos de acuerdo de encontrarnos, apenas bajo del bus nos fuimos inmediatamente a la casa, donde de inmediato le invite a pasar a mi dormitorio.
Esteban se empezó a desnudar al mismo compás que yo lo hacía y quedamos desnudos rápidamente. Miré su cuerpo bien formado, delgado, semi lampiño con pelos en su pene y huevos y el resto del cuerpo nada, salvo el ombligo y el camino de vellos hacia su pene, donde me fui rápidamente y tomando su pene me lo metí a la boca, ansioso, mientras con una mano masajeaba sus huevos y la otra mano acariciaba su culo, duro y bien formado.
Mientras yo me deleitaba con su oscuro trozo de carne, el me empezó a acariciar la espalda y llegó a mi culo. Debo señalar que tengo un culo grande y sin pelos, nalgas duras que el rápidamente empezó a apretar y manosear, y en pocos minutos cuando ya su pene estaba a plena erección, se empezó a ubicar detrás mío y me indicó me preparara para ser ensartado por sus 20 cms de gruesa y oscura verga, ante lo cual le pedí fuera cuidadoso que su miembro era muy grande.
Así pues, tomó un pote de crema y me empezó a dilatar metiendo un dedo y luego dos. El tercero me ocasionó un fuerte dolor por lo que se desistió y cambió por su pene que ya hervía de deseo, y puso su punta a mi entrada y se apoyó entrándome una buena parte ocasionándome un dolor aún aceptable. Siguió apretándome a su cuerpo y me siguió entrando, ya ahora aumentando el dolor, y sin contemplación me dio un golpe final incrustándome la totalidad de su pene al fondo de mi culo, lo que me arrancó un grito de dolor, acallado por la televisión que sonaba a volumen alto precisamente previendo esta situación.
Nos quedamos inmóviles unos momentos y ya empezó a bombearme el culo y si bien aún me dolía ya se hizo más tolerable, y me empezó a follar cambiando de ritmo a mayor velocidad y cambiándose un poco de posición, sea de costado, montándome y ya luego me puso una almohada debajo de mi zona pubiana, y sentía mi culo que era perforado a fondo una y otra vez, y cada vez más a intenso.
Luego de un rato de follarme, sentí que se aceleró su respiración, que en mi nuca llegaba su aire nasal, me mordía el cuello mientras lo hacía y por fin con un gemido intenso, sentí como me empezó a llenar el culo con su abundante semen, el cual me salía por el culo hacia mi entrepierna, él me seguía clavando y su pene latía dentro mío produciéndome una agradable sensación.
Que sensación más deliciosa que es sentir como te inundan el culo de leche en chorros uno tras otros, produciendo un sonido húmedo al golpear el pene con las paredes anales completamente húmedos por la eyaculación recién producida. Y así, una y otra vez, hasta que su ritmo fue bajando para quedar detenido encima mío por algunos segundos y luego retirarse hacia un costado.
Al sacar su pene, junto a su semen había algo de sangre, lo que confirmó mi intenso dolor inicial, pero no puedo negar que me había encantado. Me alcanzó un poco de papel higiénico para secar nuestras partes íntimas y nos quedamos reposando.
Después hice algo de comer, vimos una película de terror y en lo que quedo de la tarde follamos dos veces más, si bien la última ya fue solamente para darle en su gusto que el dolor era muy intenso, pero que, de todas formas, me sirvió para que mientras me follaba me masturbé alcanzando una copiosa acabada que terminó de mojar el cobertor de la cama.
Como la tarde resultó muy grata, nos programamos para el sábado siguiente y así a los posteriores. Nos fuimos afiatando en lo sexual, ya la penetración se hizo más simple, que podía adaptarme adecuadamente al tamaño de su verga, y pudimos intentar otras poses, en especial la de piernas al hombro donde podía mirar su cara de caliente mientras me clavaba su estaca hasta lo más interno de mi culo, y el disfrutaba de sacarlo completo para introducirlo de golpe, lo que me daba una sensación de gozo, sumado al sonido de sus huevos al golpear en mis nalgas.
También se hizo recurrente el poner una manta sobre la mesa del comedor, y yo recostarme boca abajo en posición de ángulo recto, para él clavarme una y otra vez, también haciendo el ejercicio de sacar por completo su grueso y oscuro pene, para una y otra vez clavarlo hasta el fondo. También aprovechábamos la mesa y me acostaba de espaldas para ser follado de piernas al hombro, y al estar él parado podía sacarlo por completo para perforarme a fondo.
Esto se transformó en rutina todos los sábados, por bastante tiempo, y ahí fui conociendo un poco más de él y su familia, y así supe de además de una hermana, que había un par de hermanos algo menores que él y que posteriormente conocí y que será motivo de un próximo relato.
Mi nombre es Sergio y mi correo [email protected] para comentarios críticas o simplemente un saludo. Les recuerdo que éste relato es real como cada uno de los que llevan mi firma, o bien me celebran con 5 estrellas al relato..
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