YO 28, OTROS DOS CHICOS MUY JOVENES. (9)
Sigo relatando mis vivencias. Espero que su lectura provoque ricas sensaciones, como a mi al recordar..
YO 28, OTROS DOS CHICOS MUY JÓVENES. (9)
Insisto que mis relatos corresponde a vivencias reales, y me esmero en recordar esos exquisitos detalles de momentos proporcionados por jóvenes chicos, dando sus primeros pasos de descubrimiento de su sexualidad.
A éste le he numerado para quienes quieran leer los previos, que ya suman 8.
Como ya señalé en relato anterior, cuando me fui a la ciudad desde mi pueblo natal, que dista apenas unos 12 kilómetros, fui de visita donde un amigo de años, hombre casado y tres hijos, el menor de los cuales tendría unos 14 años.
Cuando mencioné que había alquilado una casa yo solo, rápidamente me cambió de tema, lo que en un principio no me llamó especialmente la atención, hasta un par de días cuando le fui a ver a su oficina.
Mi amigo tenía un estudio legal y contable, y me ofreció que trabajase free-lance, haciendo algunas gestiones de confianza, y sin un horario definido, lo que me acomodaba.
Me invitó a almorzar, y ahí me pidió le mostrara mi casa alquilada, así que fuimos después de los postres.
En casa, se fijó que había dos dormitorios, así que me dijo derechamente que él tenía una relación extramarital, y necesitaba un “nidito de amor” donde poder ir de vez en cuando. Por tanto, me propuso que el me ayudaba con el alquiler, a cambio de que ciertos días pudiera ocupar uno de los dormitorios, para lo cual se encargó de amoblarlo a su interés, trato que a mí me convenía.
Y así, de vez en cuando yo llegaba a casa y encontraba un banderín posicionado de cierta forma, que me indicaba que él estaba ahí, por lo que me daba un par de vueltas hasta regresar. Todo siempre era en días de semana, en horario laboral.
No soy especialmente curioso, así que no me preocupaba de saber quién sería la acompañante de mi amigo (¿o era un hombre?).
Mi curiosidad fue satisfecha algunas semanas posterior, en que mi amigo ya consideró que yo era de suficiente confianza para saberlo y mantener la reserva, y me dijo que su misterios@ acompañante era……………su Secretaria. La razón para decírmelo era que su hijo menor, de nombre Joel, al ser preferido, salía de paseo con su padre y la secretaria habiendo normalizado tal relación, lo que además era recompensado por su padre regalándole cuanta cosa se le ocurriera.
Y así poco a poco me empecé a acercar más familiarmente al chico, que tenía unos 15 años, y obviamente con sus hormonas alborotadas, hacíamos comentarios de sentido sexual, incluidas bromas del adulto hacia mí de estilo homosexual por vivir yo solo, adivinando mi realidad oculta.
Joel cuando llegaba, me saludaba y yo, inmediatamente y con cuidado de no ser sorprendido por los demás, le susurraba al oído preguntando si “me había cuidado”, mientras mi mano se deslizaba por su trasero, como también por su entrepierna, a lo que el sonriendo respondía “si, es solo tuyo”. Por su parte, él también me acariciaba las partes pudendas, con la misma pregunta, a lo que yo respondía que “lo estaba esperando”. Y así cada vez que se podía.
Y así seguían nuestras vidas hasta que una tarde, se agregó a nuestro grupo Álvaro, el hijo de la secretaria, a la fecha tenía 13 años, era un chico menudo, de tez muy blanca (Joel más moreno) y mucho más introvertido, que se notaba le incomodaba la relación de su madre, pero debía guardar silencio.
Una tarde de sábado, estando en casa tomando una cerveza, alguien toca a mi puerta, y al salir, oh sorpresa, era Álvaro, aquel chico de 13 años hijo de la secretaria. Prontamente lo invité a pasar.
Le pregunté si quería beber cerveza, y asintió, lo que, si bien me sorprendió, no lo di a conocer, y así pues empezamos a beber mientras conversábamos de cosas banales.
En algún momento me fijo en sus piernas, descubiertas dado que vestía pantalones cortos, las que tenían una abundante vellosidad, fina de color claro, casi rubia. Instintivamente llevé mi mano y acaricié dichos vellos, y sin aviso subí mi mano sobre la rodilla (él tenía su pierna cruzada sobre la otra, por ello se me hizo fácil tocarla) y le comenté, “vaya que peludito” y él me respondió, “ni te imaginas como es más arriba”.
Más claro echarle agua, me dije yo ante dicha invitación, así que llevé mi mano a su entrepierna y pude tocar un bulto de buen tamaño, más aun pensando en su edad.
Empecé a desabotonar su pantalón y le pedí se pusiera de pie, y quedó justo en frente mío. Solté todos sus botones y su pantalón se fue al suelo, yo bajé su ropa interior y pude ver un hermoso pene blanco, que nacía de un montón de pelos casi rubios como los de sus piernas, con unos huevos también cubiertos de pelos. Inmediatamente metí en mi boca su hermosa verga arrancando un gemido, junto a ello empecé a acariciar sus huevos iniciando una paja bucal, metiendo y sacando hasta mi garganta. Con mis manos le agarraba el culo y lo atraía hacia mí, hasta casi ahogarme, mientras sentía en mi boca como se miembro se engrosaba cada vez más.
Luego de algunos minutos, le invité ir al dormitorio, donde nos desnudamos rápidamente, se acostó en mi cama y empecé a acariciarle y lamer su cuerpo. Solo tenía vello corporal desde la cintura hacia abajo, nada en su tórax y muy pocos vellos en sus axilas, lo que me invitaba a lamerle y chuparle sin descuidar su pene que estaba a mil, todo ello entre sus gemidos que trataba de evitar.
Luego de unos instantes, le pedí “métemelo” y me puse boca abajo, como otras veces ubicando una almohada en mi bajo vientre, para dejar el culo elevado. Él se ubicó entre mis piernas y puso su pene ardiente en la entrada de mi ano, empujando e introduciéndolo de un solo golpe, lo que noté al sentir sus huevos chocar en mis nalgas.
Inició un movimiento de meter sacar muy delicioso. Mi culo resintió la violencia de la penetración, pero me la aguanté, junto con el efecto del alcohol ingerido se hizo más tolerable. Su penetración era intensa y muy placentera, más que en mi mente me solazaba sabiendo que era un chico de 13 años, que no sé si tenía experiencia previa (nunca pregunté) pero como sea, su movimiento era de un profesional de las artes sexuales.
Seguimos en esa pose bastante rato, que supongo se alargó por efecto de la cerveza que el chico había bebido, dándome intensamente por el culo, yo sintiendo su respiración y jadeos, además del sonido al golpear su pelvis con mis nalgas, sentí un poco de sudor de su pecho en mi espalda.
Y así hasta que, en un momento, y sin previo aviso, lo sentí que inundaba mi culo, soltando un fuerte gemido, y apretándose a mi espalda. Sus chorros se sucedían mientras mi culo ya empezaba a rebalsar por los lados, dada la gran cantidad de juvenil néctar que me había depositado internamente.
Luego de unos minutos en esa posición, se bajó, y se fue al baño a asearse. Le ofrecí la ducha, pero me respondió que no, y solo se lavó las partes íntimas. Tomó su ropa, se vistió y se marchó sin decir otra palabra.
Por mi parte me di una deliciosa ducha, rememorando lo recién vivido, mientras me masturbaba bajo el agua hasta acabar abundantemente, lo que demostraba el intenso placer y erotismo que la situación me había provocado.
Luego de lo relatado, Álvaro fue unas 3 o 4 veces más a visitarme, siempre en días sábado por la tarde (su madre y su amante nunca iban a visitarme en fin de semana en que disimulaban con vida de hogar atendiendo a sus respectivos cónyuges), en esas ocasiones sólo me pedía le hiciera sexo oral, lo que igual yo le complacía, y que en cada vez llegaba con sus huevos rebalsando de contenido, para depositar en mi boca totalmente. Una vez satisfecho se retiraba en silencio, tal cual la primera vez.
Respecto a Joel, lamentablemente nunca di el paso necesario para llegar a algo más, dado que desconfiaba que sus actitudes solo fueran una burla ocasional de adolescente. De ello me arrepiento, ya que hace un par de años me lo encontré, él ya adulto, casado y con hijos. Me preguntó porque nunca le había invitado a algo íntimo, a lo que respondí que siempre creí era parte de una broma que junto con su padre se empeñaban en hacer referencias a mi vida en solitario. Ahí me aclaró que él estaba dispuesto a todo, y que deseaba que le hubiera invitado a estrenarse por ambos lados.
Muy tarde para llorar.
Espero que les agrade mi relato, completamente real. Si me quieren escribir, mi correo [email protected] siempre respondo.
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