YO, 40 AÑOS, PAPA SOLTERO, PRIMERAS VACACIONES (INICIO).
Primeras vacaciones solos de Javier Ignacio y yo, un viaje al sur de Chile donde conocimos nuevas amistades y nuevas aventuras…..
Y como ya hemos relatado, las reuniones con amigos eran frecuentes, para lo cual esperábamos los fines de semana largos con la intención de viajar sea a las casas de campo o casa en la playa y poder disfrutar de los placeres de la vida, en especial el mayor placer que para todos era poder compartir con la inocencia de mi amado Javier Ignacio, quien ya había adquirido la habilidad necesaria para disfrutar y con ello hacer disfrutar a los amigos de turno.
Y pues que se nos acercó la temporada veraniega y le propuse hacer un tour al sur de Chile, mundialmente famoso por sus paisajes su gastronomía y por la gente cariñosa. Apenas se lo comenté saltó de alegría, ya que además le agregué que podemos conocer gente y hasta extranjeros que es común vengan a hacer turismo en la zona mencionada. ¿Qué mejor panorama?
Así pues, me programé para tomar vacaciones desde el 15 de enero al 15 de febrero. El plan era irnos a la zona sur, Valdivia y desde ahí ir recorriendo la zona para luego retornar al norte por tierra, sin días específicos sino adecuándonos al momento y a las posibilidades de disfrute a conseguir.
El día del inicio de nuestro periplo, tomamos un avión hasta Valdivia en donde alquilamos un vehículo 4×4 para desplazarnos libremente y recorrer los alrededores. Alquilamos una cabaña en la Isla Teja, una zona universitaria y tranquila que nos queda cerca de todos los centros de entretención y comerciales.
El primer día aprovechamos de visitar en un tour por el día, el fuerte de Corral o Castillo San Sebastián de la Cruz, donde pudimos presenciar una recreación del asalto de piratas repelido por soldados españoles, recreación que incluso simula el disparo de sus cañones.
Javi se mostraba fascinado, al igual que todos los ahí presentes, pero en especial dos hombres de unos 30 años, extranjeros a todas luces que empezaron a interactuar con nosotros, mostrando interés por la locuacidad de Javi, más aún con alguna dificultad idiomática de los jóvenes, que Javi trataba de salvar, con lo que fueron tomando más confianza. Compartimos todo el día juntos incluyendo un opíparo almuerzo y regresamos a la ciudad por la tarde.
Al día siguiente, nos levantamos algo tarde y nos fuimos en búsqueda de algún buen restaurante, y lo conseguimos en las cercanías de la Feria Fluvial donde casualmente nos encontramos con nuestros nuevos amigos. Nos invitaron a compartir la mesa lo que aceptamos de buen grado, y Javierito (tan tímido, jejeje) se ubicó entremedio de ambos amigos lo que nos hizo reír de buena gana.
Ahí nos enteramos que los amigos venían de Berlín, Alemania, que trabajan en una empresa farmacéutica y que disfrutan sus vacaciones recorriendo distintos países y ahora les correspondió Chile más que interesados al saber las raíces germanas de la ciudad de Valdivia, ocasionadas por la inmigración de mediados del siglo XIX de alemanes a la zona.
Javi se mostraba realmente entusiasmado, al parecer la figura atlética de los amigos, su piel extremadamente blanca con un cabello furiosamente rubio y ojos claros, los hacía parecer hermanos. Sin mayor disimulo los abrazaba mostrando su complacencia, y como después me lo confesó, a ratos les hacía algunas caricias muy íntimas y por supuesto disimuladas, lo que me permitió entender las miradas entre asustados y excitados que ellos me daban.
Al finalizar ya casi el almuerzo, Javi me dice que quiere sigamos con ellos, lo que los amigos Hans y Antón, no necesitaron traducción y que con amplias sonrisas aceptaron.
Al ir en busca de nuestro vehículo, empezó a caer una fuerte llovizna que prontamente se transformó en una gran lluvia, así que algo mojados subimos al automóvil y enfilé rumbo a la cabaña. Javi se instaló en el asiento posterior con uno de los alemanes (nunca supe cuál era cual, según sus nombres, que yo los veía casi iguales) mientras el otro se sentó junto a mí. Por el espejo retrovisor miraba a Javi muy regalón con su amigo, mientras el otro observaba de reojo la escena y de paso me miraba a mí y yo simplemente le sonreía dando a entender que aceptaba la situación.
Llegamos pues a la cabaña, en donde me apresuré a ofrecerles algún licor (obvio pisco de 43 grados), que aceptaron con agrado mientras yo encendía la estufa a leña. Javi se sacó la ropa mojada y les instó hacer lo mismo, lo que aceptaron.
Ya entrando en calor la cabaña a una temperatura más que agradable, Javi se fue al dormitorio y regresó con una polera (remera) mía que apenas le cubría el culito, y con una sunga negra muy pequeña que permitía exhibir su anatomía intima a plenitud, y que causó la admiración de nuestros invitados, a quienes les instó a que se sacaran un poco más de ropa, dado que todos andábamos en ropa de invierno como corresponde a la zona que visitábamos. Para ello, yo también apoyé la idea poniéndome unos holgados pantalones cortos y desnudo el torso, ante lo cual los invitados hicieron lo mismo quedándose solo en sus boxers dado que sus pantalones estaban húmedos.
Afortunadamente yo algo hablo el inglés (como tarzán digo yo) por lo que me pude enterar que ellos son amigos desde la infancia, con un tiempo de separación cuando uno de ellos se casó, aventura que duro poco y retomaron su amistad.
La conversación estaba amena, más aún con los efectos de los tragos así que a uno de ellos le llegó el llamado de la naturaleza, y Javi gentilmente se ofreció a acompañarlo al servicio higiénico. La cabaña era amplia para 10 personas por lo que el baño estaba en un cuarto interior.
Como posteriormente supe, Javier Ignacio se apresuró a entrar al baño y empezar a orinar, instando al alemán a que también lo hiciera, quien con la premura del momento saco su grueso pene, muy blanco para hacer sus necesidades, mientras Javi alternaba sus miradas entre aquel grueso mástil y los ojos azules del alemán, sonriéndole cada vez. Cuando terminó de orinar y estaba sacudiendo el pene, Javi se lo tomó y rápidamente lo introdujo en su boca dejando perplejo a su dueño, quien no hizo empeño a resistirse, dejándolo hacer por algunos segundos, luego de los cuales reaccionó y se guardó tal herramienta para retornar a la sala. Javi venía con el tomado de la mano y muy sonriente con lo que pude suponer lo ocurrido. El alemán le dijo algo a su amigo en su idioma nativo, que supongo se refería a lo acontecido en el baño pues miró a Javi quien sonriente le guiñó un ojo, lo que lo llevó a un par de minutos después manifestar sus deseos de ir al baño, en donde se repitió la anterior acción, con una mamada del niño al visitante, lo que en este caso me dio la impresión que duró más tiempo que la anterior.
Ya estando claro de la situación, les hable a ambos amigos diciéndoles que, dado que tenían buen “feeling” con Javier Ignacio, y él con ellos, que disfrutaran sin limitaciones. Le traduje al niño quien inmediatamente se sacó la polera quedando solo con su diminuta sunga que apenas ocultaba lo mínimo. Yo por mi parte me desnudé, ante lo cual mi hijo se acercó y me bajó la cremallera del pantalón, iniciando una mamada con lo cual los germanos quedaron claros de que iba el asunto y prontamente se desnudaron. Javi entonces se fue de nuevo donde ellos y empezó la fiesta.
Se ubicó pues en medio de ellos, quienes se lanzaron sobre él cual aves rapaces, acariciándole a cuatro manos y buscando su boca para besarle, uno de ellos pareció apropiarse de su boca por lo que el otro empezó a lamer, chupar su cuerpito ocasionando escalofríos a mi crío e incluso arrancándole algunos gritos de la desesperación que le producía tamaña lujuria. Ante ello preferí aumentar el volumen de la música.
Mientras ellos estaban en su faena, me fije con más detalle en las visitas, que como imaginaba tenían penes de buen tamaño, unos 20 cms según creo, con uno bastante más grueso que el promedio. Sus cuerpos blancos, uno con vellos rubios que le daban una imagen especial, el otro casi lampiño.
Precisamente fue éste lampiño el de pene más delgado quien se apropió de la boca y cuello de Javi, que gemía y se retorcía del placer que estaba recibiendo, mientras su acompañante iba bajando lamiendo y acariciando para ubicarse entremedio de sus piernecitas y empezar a explorar con su larga lengua la intimidad del chico, haciéndole abrir las piernas para introducirla por cada cavidad, desde el pene hasta su culito rosado, lo que de nuevo llevaba a Javi al cielo del placer ya que casi llegaba al desmayo que ponía los ojos blancos pero su sonrisa me decía lo genial que estaba pasándolo.
Luego de algunos minutos en aquellos menesteres (que no sabría decir cuántos), el gringo del pene más delgado empezó a acomodar al niño a horcajadas, para que lo pudiera abrazar, y mientras lo besaba, con sus manos hurgaba en la rajita del niño, ante lo cual le alcancé un pomo de lubricante intimo el que fue aplicando abundantemente tanto en su verga como en el hoyito infantil, preparándose así para el empalamiento. Su amigo no perdía el tiempo y seguía lamiendo, esta vez la espalda del niño, sus piernas e incluso los pies, en una muestra de la calentura que lo embargaba y masturbándose a un ritmo suave, sin necesidad de apresurarse, lo mismo que hacía yo. (continuará)
Recuerdo a mis lectores mi correo: [email protected] y mi blog con todos los relatos publicados https://relatos-intimos-inconfesados.blogspot.com
Uffff está GENIAL! Me quedé con ganas de seguir leyendo…
Me hizo babear el pene