Yo con mi hermano y mi padre – 2ª Parte.
Cómo empecé viviendo con mi padre y mi hermano, y terminamos teniendo sexo entre nosotros..
De nuevo continúo con mi relato.
Recuerdo que yo, Daniel, vivía con mi padre, Marco, y mi hermano, Andrés, desde que nuestros padres se separaron y nos fuimos, unos años después, primero mi hermano y otros años después, luego yo, a vivir con nuestro padre. También recuerdo cómo observaba desde el armario como mi padre se follaba a mi hermano y cómo mi padre se dio cuenta de que yo los estaba mirando.
Tras pasar los días de aquello, lo único que tenía eran ganas de repetirlo, de volver a ver aquello e incluso de participar con ellos. Trascurrían los días con mi rutina habitual de ir a la universidad por las mañanas, hasta que un día antes de irme, mi padre me dijo:
– Marco: Daniel hijo, pásalo bien clase. Hoy tu hermano y yo nos quedamos aquí en casa a hacer nuestras cosas.
Yo quedé sorprendido de aquello, pero igualmente me fui de casa para ir a la universidad, pero tras un rato deambulando por las calles decidí volver a casa, eran las 09:30 horas cuando llegué a casa, entré y cerré la puerta. Me encontré a mi padre en el salón y él me dijo:
– Marco: Daniel, hijo, ya estás aquí, estaba esperándote.
– Daniel: ¿Dónde está Andrés?, dijiste que estaríais los dos en casa.
– Marco: Sí, pero al final tu hermano se ha ido al trabajo. Estamos tú y yo solos en casa. Anda ven y ayúdame con esto.
Yo solté la mochila en el salón y seguí a mi padre hasta su habitación, entramos los dos y él cerró la puerta. Yo estaba nervioso y a la vez excitado. No sabía qué podría ocurrir. Hasta que mi padre me dijo.
– Marco: ¿Te gustó?, dime, ¿te gustó lo que viste?
– Daniel: ¿A qué te refieres?
– Marco: Pues a como el otro día me follaba a tu hermano. No sé si lo viste bien desde el armario.
– Daniel: No sabía si te habías dado cuenta.
– Marco: ¡Anda ya!, pero si al final te vi ahí escondido mirándonos. Y porque estábamos ya acabando, pero si no te hubiera invitado a unirte a nosotros.
– Daniel: ¿Desde cuándo hacéis esto?
– Marco: Pues desde que tu hermano se vino a vivir conmigo, así podíamos hacerlo tranquilamente en casa. ¿Y tú desde cuando lo sabes?
– Daniel: Desde hace un tiempo venía sospechando. Por eso me escondí en el armario a ver qué pasaba.
– Marco: ¿Y te gustó lo que viste?, ¿te gustaría participar con nosotros también?
– Daniel: Sí, estuvo bien. Estaría bien que me hubiera unido a vosotros.
– Marco: Pues este es el momento. He mandado a tu hermano a trabajar toda la mañana, asique tenemos tiempo de sobra para probar. ¿Tú eres activo o pasivo?
– Daniel: Pues creo que me gusta todo un poco.
– Marco: ¡Genial!, tengo ganas de que me den una buena follada, pero vamos a empezar contigo.
Asique los dos empezamos a hacer lo que tango deseaba. Mi padre se acercó a mí, me agarró y comenzó a besarme. Entonces él empezó a quitarme la ropa, la camiseta y los pantalones. Él también se quitó su ropa y quedamos los dos en bóxer, uno en frente del otro. Entonces él me quitó el bóxer, luego él se quitó los suyos, y quedamos los dos desnudos, con nuestras pollas erectas y deseando darnos placer.
Él me hico arrodillarme delante de él, aproximó mi cabeza a su polla y me la metió toda por la boca.
– Marco: Ahí va hijo. ¡Chupa!, ¡Chupa!.
Yo empecé a mamar esa polla con ganas mientras mi padre gemía y me follaba la boca, podía saborear el néctar de su miembro. Seguimos así hasta que él me incorporó, me volvió a besar y me lanzó sobre la cama, colocándome a cuatro, en la misma posición que tenía a mi hermano aquel día en que los vi. Yo tenía el culo abierto para mi padre. Entonces él se agachó y se puso de rodillas. Pude sentir entonces una sensación placentera, la de la lengua de mi padre lamiendo mi culo, entrando y saliendo de mi ano. Luego sentía como mi padre iba metiendo uno a uno sus dedos en mi culo y me lo iba abriendo. Podía haber permanecido así una eternidad, sintiendo aquel placer tan intenso.
Finalmente mi padre se puso de nuevo en pie, me empujó hacia él y pude notar su polla mi culo, acariciándolo. Fue entonces cuando mi padre se puso saliva y puso su polla contra mi ano, empujando poco a poco. Yo sentía un inmenso placer, el que me imaginaba que había sentido mi hermano tantas veces. Mi padre metió finalmente toda su polla en mi culo y empezó a bombear. Yo podía sentir como sus huevos chocaban con los míos con cada embestida que me daba. Sentir la polla de mi padre dentro de mí era lo más placentero que había sentido nunca.
Seguimos así un largo rato hasta que mi padre me dijo:
– Marco: Me voy a correr. ¿La quieres dentro?
– Daniel: ¡Sí! papi, la quiero toda dentro. Córrete.
Mi padre aceleró sus embestidas y pude notar con sus gemidos de placer como su néctar recorría el interior de mi cuerpo. Mi padre siguió hasta que terminó de correrse y sacó ya la polla de mi culo. Fue entonces cuando mi padre se sentó en la cama y me dijo:
– Marco: Daniel, hijo, ¿quieres hacerme una mamada?
A lo que yo respondí arrodillándome frente a mi padre y metiéndome de nuevo su polla en la boca, pero esta vez con el sabor se su semen y de mi culo. Estuve mamándosela un rato hasta que terminamos. Entonces mi padre me dijo:
– Marco: Oye Daniel, ¿tú es que no te corres?
– Daniel: La verdad que sí me apetece, pero ¿cómo?
Mi padre entonces me tumbó sobre la cama y se colocó encima de mí sentado, tomó saliva de su boca con su mano y la colocó en mi polla y su culo, para seguidamente insertarse toda mi polla erecta en el interior de su culo y respondiendo:
– Marco: Pues así.
Yo estaba tumbado en la cama con mi padre sentado en mi polla, la que tenía metida en su culo, mientras él me cabalgaba. Entonces sentí una nueva sensación, la de probar el culo de mi padre.
Él continuó cabalgándome durante un rato, hasta que yo noté como mi semen empezaba a salir de mi polla llenando todo su culo.
– Daniel: ¡Me corro papi!, ¡me corro!.
– Marco: ¡Sí! hijo, sigue así, córrete en el culo de papi.
Tras descargar todo mi semen en el culo de mi padre, él se levantó y procedió a mamar un rato mi polla para disfrutar mi néctar y el sabor de su culo.
Los dos quedamos en la cama tumbados, nos besamos y disfrutamos del semen del uno en el culo del otro.
Fue entonces cuando mi padre dijo:
– Marco: Venga Andrés, sal de ahí, que ya hemos acabado tú hermano y yo.
Se abrieron las puertas del armario y de ahí salió mi hermano Andrés, el cual había estado todo el rato ahí metido, observándonos, del mismo modo que yo a ellos días anteriores.
Lo que sucedió los días anteriores, lo contaré en la siguiente parte…
como sigue
Me encanta la historia, deseando seguir leyendo mas de ella.
Esto cada vez se pone mejor.
Ufff necesito mas de esta historia
De verdad que es una excelente historia. Ya me hubiera gustado tener un padre que me hiciera todo ello.