YO DONACIANO Y EL ALBAÑIL
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Un fin de semana sin avisarle al albañil llegué a la obra ya tarde. Acababa de salir del baño y traía una toalla enredada en la cintura, se sorprendió un poco y nos saludamos. Se dió cuenta de mi nerviosismo pero también de como mire el bulto que se le hacía bajo la toalla.
Platicamos cosas de la obra cuando de pronto deja caer la toalla y salta hacia delante aquella hermosura de verga: enorme, muy larga y gruesa, morena y venuda; con una cabezota terminada en bola con un borde que la hacía más ancha. La miré embelezado y sin decir palabras me hinqué y la tome en mis manos, el albañil no dijo nada y cerró los ojos.
El sol de la tarde iluminaba el perfil de la enorme vergota, una gran gota de liquido preeyaculatorio se asomó por la uretra, rápidamente la tomé con la punta de la lengua.
La empecé a mamar y a lamer frenéticamente, apenas cabía la cabeza en mi boca, pero con mi lengua por dentro la acariciaba en su borde dándole pequeñas mordidas que hicieron resoplar a mi albañil vergudo.
Sentí como se inflamaba la verga a punto de explotar y me retiré; me desnudé rápidamente y me puse en cuatro.
No volteé para nada, al momento sentí como mi albañil me acariciaba las nalgas con sus ásperas manazas, me abrió las nalgas y sentí la húmeda de su lengua que recorrió mis nalgas y se detuvo en mi ano. Me comió el culo bien rico y me metió la lengua. Sentí que se puso de pie, me abrió las nalgas y acomodó la gran vergota en mi hoyo. La tenía bien caliente y escurriendo, empujó y no entró, me metió un dedo, dos, tres… me trabajó un rato y lo intentó de nuevo, yo empujé para atrás y la cabezota me entró toda. Sentí que mi carne se abrió y mi albañil ya no se detuvo: me penetró hasta el fondo sentía como sus enormes testículos rebotaban en mis nalgas, su deliciosa verga hurgaba mi punto g haciendo que mi verga aventara chorros de semen sin tocarla.
Me hizo venir muchas veces, empecé a sentir como su verga crecía anunciando una venida espectacular. No me equivoqué.
"Dame tu lechita papi…" le dije con voz grave y exitada. No me hizo esperar mucho, me tomo de las caderas y empujó fuerte aventandome en mi interior un interminable número de chorros de leche caliente que me hicieron venir otra vez..
Cuando se separo de mi, dejo mi ano escurriendo semen sabroso. Me volteé y busqué la verga que me hizo tan feliz y la mamé otra vez, se puso dura de nuevo y me aventó otros tantos chorros de semen espeso, cálido y dulce que tomé gustoso… desde aquél día visito a mi albañil cuando quiero leche espesa y sabrosa.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!